Partida Rol por web

El hombre levantó la mano para hablar, pero se dejó caer sobre la mesa... y se puso a roncar.

En ese momento apareció Ameiko por la puerta de la cocina. Se secaba las manos con un trapo viejo, seguramente arrancado de alguna vieja camisa de viaje. Al veros se alegró mucho, después al fijarse en como estabais, frunció el ceño.

- ¡Hola amigos!... ¿E--- Estais bien? ¿Qué os ha pasado?

-Jo,jo tengo mucho que contarte -dijo el clérigo- pero traenos algo de beber y unos paños húmedos para limpiarnos las heridas y te contaré de donde hemos sacado este magnifico tesoro-dijo señalando el cofre que tenía a sus pies con una sonrisa que le cruzaba de oreja a oreja.

Ameiko sonrió de nuevo y bajó la vista al cofre.

- ¡Muy bien, Grongar! ¡Lo habeis hecho! Ahora sois auténticos aventureros - se quedó pensativa un momento, quizás rememorando sus viejas historias pasadas - ¡Esto hay que celebrarlo! - sirvió unas cervezas - Contadme. Contadme la historia con todo tipo de detalles. - Aquellas historias le encantaban a Ameiko, no por nada era una bardo muy conocida.

Ameiko, sin duda Grongar te contará muy bien la historia...sin embargo yo preferiría ir antes a un galeno, no creo que tarde mucho y seguro que aún puedo oir el glorioso final de la historia—dijo Debbe dando un suave codazo a Grongar, pues sabía que cuando hablaba con esa mujer se enrollaba como las serpientes.

Vamos, pero si tu eres la protagonista-dijo olvidando que había acabado en unas zarzas y por ello ahora le picaba todo el cuerpo- además ¡tienes que contarles lo de la ameba*! Y cuando mataste al... oh pero espera vayamos por partes-dijo entonces dispuesto a contar la historia al completo para sorprender a Ameiko.

Drommbar empezaba a sentirse un poco mejor. La legendaria resistencia de los enanos sin duda haría que se restableciese en poco tiempo, y saldría fortalecido de esta aventura. Además, Ameiko había llegado y eso le subía los ánimos... aunque tampoco iba a reconocerlo, claro.

- No te confundas, Ameiko -dijo con amargura-. No ha sido una historia demasiado gloriosa... al menos para algunos de nosotros.

Le señaló la herida del cuello que se ocultaba bajo su barba pelirroja. Una herida que le seguía doliendo más en el orgullo que en la carne. Caer derrotado de esa manera ante el esqueleto le había avergonzado mucho, y era consciente de que estaría muerto de no haber estado sus compañeros allí...

Yo no lo veo así Grongar, pero bueno—respondió la joven un poco deprimida para luego añadir en tono un poco jocoso—Más bien lo veo como algo patético....Tenías que haberlo visto Ameiko...una babosa.... Casi me quedo sin pierna por una babosa mientras este par hablaban de lo divino y lo humano. De todos modos...¿Porqué está la taberna tan vacia?

Ameiko miró sonriente a Debbe y después a Grongar esperando que empezaran a contarle la historia. Amaba las historias por encima de todas las cosas.

- Al salir veras una calle a la derecha, la sigues recta hasta que no puedas más que será a un par de casas de distancia. Girás a la derecha y alli encontrarás Hannah´s. Es la curandera local.

Escuchó lo que decían. Y al hablar de nuevo Debbe no pudo sino a echarse a reir.

- JAJAJAJAJA. Si yo os contará. Patético es poco. En alguna de mis aventuras llegué a caer inconsciente antes de encontrarnos con ningún monstruo. Una vez toqué unas plantas, por simple curiosidad... ¡BAM! Al suelo, completamente afectada. Cuando desperté no recordaba ni mi nombre. Fue bastante... patético.

Miró a su alrededor.

- Hay dias buenos y dias menos buenos. Será la hora. Supongo. ¿Bueno, y qué llevais ahi? ¿De dónde lo habeis sacado?

El enano le contó lo que habían hecho, sus peripecias por la cueva, el combate contra la terrible ameba del tamaño de un puño como exterminó al menos una docena de esqueletos con el poder de su fe y como logró enfrentarse y mantener vivos a sus compañeros con aquel esqueleto de samurai hasta que debe separó el cráneo del resto del cuerpo.

-...y tras descansar un poco y observar el botín nos decidimos a volver y así poder descansar ya que por poco no lo contamos, ese esqueleto era duro de pelar. Debía tenerle aprecio a su tesoro-dijo dando un trago pues tenía la garganta reseca de tanto hablar.

Debbe parecía más avergonzada que orgullosa. Ella era una pícaro, no un guerrero y aún no acababa de entender el motivo por el que había peleado con un pequeño cuchillo contra un ser sin carne. Se había dejado llevar por los nervios de su primera aventura....pero al fín y al cabo aquella era la forma de aprender.

—Bueno— dijo sin tocar su bebida— yo en seguida vuelvo... Voy a ver que me dice Hanna de las heridas. Nos vemos pronto— añadió despidiendose con un gesto de Ameiko y sus compañeros y saliendo como alma que lleva el diablo en dirección a la casa de la curandera.

Drommbar permanecía callado mientras Grongar relataba todo lo que les había ocurrido. En alguna ocasión emitió un ligero gruñido cuando alguna de las bromas de su compañero enano le tenía a él por blanco, pero no dijo nada. A cada momento que pasaba la vergüenza se hacía más patente en él, por mucho que se esforzara en ocultarlo.

De vez en cuando, lanzaba miradas a su máscara de batalla. ¿Qué habría pensado de él su abuelo, un legendario guerrero enano, si se hubiera enterado de su derrota? Eran cuatro, y ni aún así habían podido librarse de aquél rival con solvencia. Estaba claro que ese mundo reservaba muchas sorpresas peligrosas fuera de las minas que siempre había conocido...

Pero miró también su hacha. Y su mano enguantada, que cerró en un puño haciendo que el cuero emitiera su característico sonido. De algún modo, se sentía más fuerte. Esa aventura les había preparado a todos para el futuro, y el siguiente enemigo que Drommbar encontrara lo pasaría mal. Un enano nunca olvida... y también aprende.

- Madre mía - Ameiko no había parado, nerviosa, mientras le contabais cada uno de los detalles de semejante aventura. Se paró para mirar a Drommbar y a Kevan - No penseis que eso es una derrota. Nunca se sabe cuan poderosa podía ser la magia que movía ese esqueleto. Vuestra habilidad es la que os ha llevado, paso a paso, a conseguir lo que ahora arrastrais en un cofre tras de vosotros.- Dio la vuelta a la barra y se acercó a vosotros para daros un abrazo -  Sin la aportación de cada uno de vosotros, en mayor o menor medida, no podríais haber hecho nada. Y me ilusiona especialmente el sentimiento de camradería que poco a poco habeis ido forjando. Os quedan muchas aventuras por vivir. Aprovechad cada experiencia sacada para evitar que pasen en el futuro y podreis ver, oir y vivir las mayores historias que nadie haya podido vivir nunca.

Entonces se quedó mirando el cofre.

- Además la recompen... recompens--- ¿Que es eso? Yo... - dejó caer una jarra que se estrelló en el suelo haciendola partirse en mil pedazos- ¿De dónde... dónde habeis conseguido eso? ¿Estaba en la cueva?

Un rato despues, Debbe volvió a aparecer en la taberna con mejor cara que antes, sus ropas aun estaban manchadas de sangre y, probablemente la quedara alguna cicatriz, pero ya no estaba agonizante fisica y mentalmente. Al salir de casa de la galenno, la chica había vuelto a colocarse la capucha, la parición del grupo en el pueblo ya había dado suficiente que hablar. 

Con un suspiro de alivio se acercó a la mesa donde estaba kevan y los enanos y se sentó junto a ellos para llegar en el momento justo en que Drombar contaba como había decapitado al esqueleto. Solo a ella se la ocurría utilizar un cuchillo para hacer eso, pero al menos había resultado efectivo.

—Fue suerte Grongar, y lo sabes. Francamente, pense que nos quedabamos todos en esa apestosa cueva...—La chica cortó en seco la conversación ¿A que te refieres Amieko? Todo estaba en la cueva, si

Drommbar se sobresaltó cuando Ameiko dejó caer la jarra al suelo y esta quedó destrozada. Se levantó y miró el cofre. ¿Por qué de pronto era tan importante para ella?

- Estaba debajo del culo del esqueleto -dijo-. O lo que alguna vez fue su culo... ¿Por qué? ¿Es valioso?

La perspectiva de conseguir grandes montones de oro volvió a animar al enano pelirrojo casi al instante.

Kevan marcho taciturno y cabizbajo con Debbe hacia la curandera local.

Al volver, se suma a la conversación sobre el cofre.

- Vaya, no pense que un cofre te asustase así  Ameiko ...

- No. No me asusta. Pero esa manufactura... - se acercó al cofre inspeccionandolo. - es Tian. - Os señaló un símbolo que parecía como de un dragón doblado sobre su cola haciendo una forma circular. - Es de un continente muy lejano, hacia el oriente. ¡Qué interesante! Esto debe de costar dinero. ¿Qué más había? ¿Puedo verlo?

No veo por que no—respondió Debbe mostrandola el anillo y aquellas extrañas armas que acababa de conseguir— Por cierto chicos, os he cogido  del cofre algo de dinero para pagar al galeno. 

Todo tuyo-le dijo sonriendo- échale un vistazo. Esas pociones-dijo señalandolas-no tengo ni idea de que son y esta espada-se la sacó del cinto y la puso en la mesa- creo que entraña algún poder pero tampoco me veo con fuerzas hoy para saber que es. Mañana lo estudiaré con más detenimiento. ¿Por que te interesa tanto? Imagino que ese tipo debía ser algún pirata de tierras lejanas que escondió el tesoro en esa cueva, quizás tenga que ver con los barcos que vimos en aquel grabado lo que no me explico es que clase de brujería lo mantendría en pie despues de tanto tiempo ni por qué.

- Wakizashis... - dijo tendiendo la mano hacia las armas de Debbe y Grongar. Primero inspeccionó la no-mágica - Esta es de hierro frío. Buen material. Permite combatir seres féricos y algunos demonios. Es increible la manufactura, es preciosa. 

Se detuvo unos instantes, para inspeccionar su peso, su calidad. La blandió un par de veces. No pensasteis en ningún momento que Ameiko no fuera buena con las armas. Se notaba que tenía una destreza poco catacterística para alguien de su edad. Incluso embelesaba un poco verla mover el arma en su mano, haciéndola girar de un lado a otro de la misma, pasándola por la espalda, jugando con su peso.

- Genial - alargó la mano a Debbe, devolviéndosela - Y esta. - La inspeccionó de nuevo. Asintió cuando Grongar le dijo que era mágica. - Tiene un brillo especial, ¿lo veis? - Al fijaros si que os disteis cuenta de que las propiedades mágicas debían de ser fuertes cuando se apreciaban a simple vista. Ameiko lanzó un conjuro sobre la misma. Grongar y Kevan vieron que se trataba del detectar magia.  - No consigo saber de qué es, yo tampoco. Pero puedo miraros lo que necesiteis identificar. Y además... además - frunció el ceño. Fijándose en la empuñadura - Esto... ¿Qué narices? - Ameiko metió la uña en una ranura de la empuñadura, tiró un poco... Y la tapa que cubria la parte inferior cayó al suelo. Y, con ella, un pequeño pergamino enrrollado. - ¿Qué es esto?