Partida Rol por web

Jazz and Despair

[Marisela] Buscando al Sr. Goodbar

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06/04/2019, 01:43
Narrador

Hacía ya unas pocas semanas desde su conversión, pero aunque había aprendido mucho de la mano de Alphonse había todavía varias cosas que se le estaban haciendo bola a la vampiresa. Su familia, la situación de la ciudad en términos vampíricos... todo aquello era confuso y extraño pero estaba ahí, podía tocarlo de una manera u otra y aunque la incomodaba sabía que todo era cuestión de comenzar a cortar la enredada madeja que suponían todos esos asuntos.

Y luego estaba Patrick.

El extraño chico que se había puesto a hablar con ella envuelto en una aparente casualidad y que pareció saber mucho más de ella de lo que le habría gustado aceptar, que sabía de algún modo lo que iba a sufrir y que incluso supo ver cuándo podía llegar su momento. Todo aquello era un absoluto misterio que no tenía ni pies ni cabeza y que no sabía cómo abarcar. Marisela había acudido a The Saloon para preguntar a alguien si Patrick era habitual: una camarera distinta a la de aquella noche y a la que se iluminó la mirada al describirle al chico dijo que aunque no era habitual sí que le había visto alguna vez en el local. La Ministra entendió perfectamente él le debía haber entrado por los ojos a esa chica y se aseguró de montarse una rápida historia en la que ella era una prima política que estaba buscándole desde hace unos días.

La información que sacó fue poca, más allá de que siempre acudía sólo y que no estaba mucho rato antes de irse, como si esperase a alguien. Aquella pieza de información fue como un mordisco agridulce para Marisela, que no sabía si temer más la posibilidad de que aquello fuese un callejón sin salida o la posibilidad de que Patrick acudiera allí algunas noches durante poco rato porque ella no estaba.

Todo aquello tenía un tinte ocultista extraño y al final decidió que la única manera era tratar el fuego con fuego: quizá buscando a algún bokor o alguna caplata que le ayudase a descubrir más sobre Patrick pudiera arrojar algo de luz a todo aquel misterio: por eso tiró de sus hilos en el submundo para encontrar a alguien cualificado y creyó dar con algo. Pero si algo sabía Marisela es que los verdaderos artistas del vudú no se encontraban en el Barrio Francés, rodeados del salvaje ruido de la música el alcohol y los turistas, si no en las afueras de la ciudad y lejos del mundanal caos que Nueva Orleans ofrecía cada noche.

- Tiradas (1)

Notas de juego

Amore, dejo el post justo ahí porque si te apetece inventarte a dónde vas y a ver a quién tienes vía libre para fluir. Si no, respóndeme con un post normal y en el siguiente yo te meto en harina!

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07/04/2019, 21:16
Marisela Cuéllar

No podía dejar de pensar, atrapada en una idea obsesiva que regresaba una y otra vez a aquellos ojos.

Patrick.

«En esta ciudad la lealtad vale mucho más que el dinero»

Estaba segura de que Alphonse sabía en qué andaba y, extrañamente, no le importaba demasiado. O eso se obligaba a pensar mientras las luces de las farolas se sucedían en la carretera. Estaba segura de que no aprobaba su fijación con Patrick, ni siquiera ella llegaba a entenderlo. De nuevo, poco importaba porque en el asiento de al lado tenía un mapa extendido con las carreteras marcadas en rojo y un post-it pegado en el salpicadero con las direcciones anotadas. Se estaba volviendo analógica, lo que nunca era mala idea cuando en tu coterie había una pava que podía localizarte en dos segundos. El único móvil que estaba encendido era la patata imposible de hackear y que no contaba con localización GPs. Últimamente estaba aprendiendo muchas cosas sobre la tecnología, haciéndose la tonta como de costumbre y preguntando como si nada. Contaba los minutos hasta que se diesen cuenta de que no estaba tan empanada como pensaban. Alphonse ya lo sabía, y por eso estaba allí.

L’Angelle. Ese rancho era su destino, una casa criolla perdida en medio de las charcas y los pantanos de Louisiana. El hogar de un legado de bokors y caplatas que se remontaba un par de siglos. Marisela había oído hablar de ellos antes, hacía ya muchos años. Era un apellido que viajaba de boca en boca por las calles de Nueva Orleans, envuelto en miedo y respeto. Varias llamadas y unos pocos billetes después, había logrado localizar a alguien que realmente podía ponerla en contacto directo, y aquella noche tenía una cita.

Aparcó frente a la verja de hierro desgastada, colmada por un letrero de forja que leía «Finca L’Angelle». Marisela entrecerró los ojos con un sentimiento desagradable y difícil de identificar rondando su estómago. Se bajó del coche para acercarse al telefonillo. Tras la verja y un largo camino recto bordeados por cipreses, se atisbaba una casa vieja. Le hizo recordar su visión, aunque supo que no era la misma.

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12/04/2019, 12:30
Narrador

La congoja que Marisela sentía en su pecho se entremezcló con el ansia por saber más sobretodo aquello que la atormentaba. La latina sabía mucho más que el neo-orleanés medio sobre vudú, pero también sabía que era una absoluta novata en comparación a lo que debía saber cualquiera de la familia L'Angelle. Eso la hacía sentirse emocionada y a la vez temerosa, desagradándole como la desagradaba no tener el control de algo.

La antigua casa efectivamente le recordó a una versión más humilde de aquella que conoció en la visión y por un momento volvió a ver a Hilda sentada en aquella silla con la espada apoyada en el suelo, como una parodia moderna de un caballero medieval demasiado hastiado por tener que librar una batalla más. Con esa imagen su dedo color café pulsó el botoncillo del teléfono y no obtuvo respuesta aunque sintió la lente de la cámara atravesándola como si pretendiese juzgarla por todos sus pecados.

Un par de largos minutos después vió como la puerta de la casa se abría y aparecía un hombre de color, algo encorvado pero vestido de manera impoluta que se acercó entre los cipreses con las manos entrecruzadas tras la espalda. Por la apariencia parecía alguna clase de mayordomo y miró a un punto indeterminado de su coche hasta que llegó junto a la verja de metal: sólo entonces dedicó una mirada llena de arrugas a Marisela, una que consiguió arrancarle un escalofrío. ¿Cuántos años tenía aquel hombre?

¿Señorita Bautista? Acompáñeme, por favor.— tras abrirle paso la guió por el camino empedrado sin decir nada ni responderle a cualquier cosa que Marisela quisiera preguntarle, parecía centrado en llevarla hasta su destino y la llevó al interior, bastante más cuidado que la parte exterior de la casa pero todavía con ese aire antiguo que le recordó claramente en qué casa se estaba metiendo. A la izquierda del recibidor cruzaron una puerta doble que daba a una especie de pequeña biblioteca que olía a viejo. No el olor de algo descuidado y a medio pudrir, si no el mismo olor que podía notar uno en una sala de antigüedades. El olor de la experiencia, del conocimiento... y del verdadero vudú.

Nada más cruzar el umbral el mayordomo se quedó clavado en el sitio, pero hizo un gesto a Marisela para que se adentrara más. Había una chimenea con una pantalla que evitaba que el fuego pudiese tener alguna fuga y al fondo había una mesa de madera posiblemente tan vieja como el mayordomo llena de bártulos, sólo algunos de los cuales pudo la latina reconocer.

Notas de juego

Si no has usado la identi secreta edito ^^

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12/04/2019, 12:53
Miriam L'Angelle

Tras ella había una mujer mayor, con los labios brillantes por el maquillaje que portaba y envuelta en unas telas que parecían mucho más modernas que todo lo que había a su alrededor y que contrastaban con el ambiente. Sus ojos oscuros se clavaron en Marisela con los brazos apoyados en la madera hasta que ésta se acercó un poco más, momento en el que sonrió marcando todavía más las líneas de su expresión.

Pasa y siéntate, chéri.—su voz era grave pero tenía un punto dulce, casi juguetón—. Hace tiempo que no tengo visita... te reconoceré que me sorprendió tu insistencia.

Marisela sólo había movido hilos aquí y allá, nunca poniéndose en contacto en teoría con nadie directamente en la familia, así que el comentario la extrañó. ¿Eran conscientes de sus intentos de concertar aquella cita?

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16/04/2019, 20:16
Marisela Cuéllar

Marisela hizo acopio de todo lo aprendido en aquellos años de mala vida para guardarse la impresión tras un velo de genuina curiosidad. Sus ojos oscuros escudriñaron todo, desde la mirada rugosa del criado hasta las hojas caídas de los cipreses, pasando por la casa, las alfombras y los libros ajados. Sentía una sensación incierta que le producía cosquillas en las yemas de los dedos: impaciencia, nervios, esperanza.

¿Por qué? —inquirió, tendiéndole la mano a modo de saludo antes de sentarse donde frente a ella. Sintió la calidez de las lenguas de fuego no muy allá, cuidándose de mirar en dicha dirección—. Insistir es un rasgo tenaz, y para lo que he venido necesitaba saber que quedo en buenas manos. Así que… Diré que me siento honrada porque haya accedido, y que espero que podamos llegar a buen puerto, mi reina.

Dejó el bolso a un lado de la silla, dejándose hundir en el mullido cojín cuya superficie estaba desgastada por el uso, y se tomó un momento para realmente observar a su interlocutora. ¿Sería maga, de las de verdad? ¿Sería algo más que desconocía? Esperaba de verdad que sencillamente no fuese una farsante con mucha reputación, porque entonces estaba jodida.

Cruzó las piernas, entrelazando las manos sobre la rodilla alzada. Esperaba.

Necesito saber de alguien que ya no está aquí, y los métodos... tradicionales no están siendo de mucha ayuda.

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16/04/2019, 20:58
Miriam L'Angelle

Los ojos de Miriam escudriñaron a Marisela no sin cierta curiosidad, buscando ir más allá de sus palabras y comprender qué estaba pasando por la cabeza de la vampira. Su expresión, sin embargo, no varió en absoluto mientras se levantaba y arrebujándose en el chal que llevaba a los hombros -pese a que no hacía nada de frío- fue hasta una estantería de donde sacó una especie de cuenco plateado que tomó en sus manos junto a un manojo de una planta que la latina reconoció: era una de las plantas criollas relacionadas con la pequeña investigación que había hecho hace unas noches con Jessie.

—Aquello relacionado con los que han partido de este mundo siempre tiene posibles complicaciones, seño... ¿puedo llamarte Eliana? ¿Qué es lo que buscas conocer? ¿Deseas hablar con esa persona, o acaso saber algo sobre ella que desconoces? No sé cuál era tu vínculo con él o con ella, pero cuanto más cercanos fuerais mejor funcionará ésto.

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17/04/2019, 21:47
Marisela Cuéllar

El silencio se hizo más y más pesado. No sabía cómo responder exactamente. ¿El hecho de que su sangre estuviese recorriendo sus venas los hacía más cercanos? ¿O quizás aquella confianza ciega? ¿Un pensamiento obsesivo? Se acomodó en el asiento, sopesando cómo abordar las preguntas.

Eliana está bien. No lo sé, la verdad. Él… —chascó la lengua, mirando hacia el techo con la imagen del chico en sus pensamientos y suspiro quedo—. No nos conocíamos apenas, pero me salvó la vida. Literalmente. No entiendo muy bien por qué y supongo que me gustaría averiguarlo. También me dejó una advertencia. Varias, de hecho, relativamente crípticas. No puedo apartarlo de mi cabeza y no tenía una idea mejor.

Sencillo y cierto y arriesgado, todo a la vez. Sus labios rojos como la sangre dibujaron una sonrisa fugaz y tensa. Intuía que aquello era un error, pero era incapaz de prever cómo de grande.

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27/04/2019, 00:26
Miriam L'Angelle

Miriam cogió una tetera que parecía apoyada en un hornillo y virtió el agua caliente en el cuenco, que empezó a humear copiosamente. Llevando con ambas manos el recipiente hasta la mesa donde se encontraban la sala se llenó de un olor dulzón y Miriam volvió a tomar asiento frente a ella, observándola de nuevo con aquella sonrisa surcada de marcas de la experiencia que cargaba a sus espaldas, lejos de la ahora eterna juventud de la piel de Marisela.

Quien nos salva la vida se une a nosotros de maneras que muchos vínculos de amor, amistad e incluso sangre no pueden enfrentar, Eliana. Hay una manera de escarbar en aquello que os une, pero tiene consecuencias. —la caplata cogió con las manos el vapor de la infusión que iba ascendiendo para olerlo al acercarlas a su nariz mientras cerraba los ojos—. Mirar más allá abrirá tu corazón y quizá hará que afloren las respuestas, pero también aflorarán tus miedos, tus inquietudes y tus deseos. Casi podría prometerte que obtendrás lo que buscas, Eliana, pero también obtendrás muchas otras cosas que no, mas no todas serán negativas. ¿Realmente estás dispuesta a continuar?

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05/05/2019, 02:32
Marisela Cuéllar

No había recorrido todo aquel camino para andarse con chiquitas en aquel instante. Marisela sabía lo que se jugaba, o eso creía saber, y aunque en el fondo era consciente de que no sabía a qué se iba a enfrentar, nunca había sido del tipo que se echaba atrás por unas palabras tenebrosas.

A tu servicio y disposición —respondió, impacientándose por la demora y los olores de aquella infusión.

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15/06/2019, 01:22
Narrador

Muy bien, Eliana. Bebe.— Miriam acercó el cuenco lleno de aquel té hacia ella arrastrándolo despacio por encima de la mesa y aunque Marilesa le lanzó una mirada silenciosa como buscando la manera de explicarle qué problema había con eso la anciana insistió interrumpiendo una réplica que Marisela ni siquiera llegó a formular—. Bebe.

La Ministra terminó por obedecer y se llevó el cuenco a los labios, probando aquella sustancia con un olor dulzón y un sabor que le hacía poca justicia. No sabía bien y su gesto se contrajo en una mueca desagradable, pero al volver a mirar el cuenco se dió cuenta de que allí había algo más: se estaba viendo a sí misma en el reflejo, sí, pero tras ella había una habitación mucho más grande y lujosa que aquella en la que se encontraba.

Confusa, la latina alzó la cabeza y no vió allí a Miriam ni se vió en la casa colonial, si no en una especie de mansión bastante lujosa que sintió como su hogar, su refugio, un lugar donde sentirse segura y en paz. Estaba sentada en un diván bastante agradable estaba descalza, con ropa cómoda y como si se hubiera levantado de un descanso reparador con la caída del sol. No sentía a la Bestia suplicando sangre en su vientre, pero sabía que estaba allí y la notaba saciada.

Levantándose no sin cierta confusión Marisela se acercó a una mesa cercana, donde había diversos papeles de contabilidad que no entendía muy bien, pero que parecían pertenecer a una empresa encargada de diversas tiendas de souvenirs, 'vudú' y demás en el Barrio Francés y en buena parte del resto de Nueva Orleans. Un negocio real, sin medias tintas y que parecía ir bien, un negocio que podía hacerla sentir como una verdadera empresaria y no como una timadora que se aprovecha de la desesperación de los demás para hacer su Agosto.

Aquello se sentía bien, pero sintió un pinchazo en la sien y se recordó a si misma que aquello no era del todo real... algo que notó claramente cuando frente a una chimenea (con una placa de cristal para evitar cualquier posible contacto con el fuego) había sentado en una sencilla silla de madera un hombre caucásico, de brazos y hombros fuertes pero de rostro benévolo.

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15/06/2019, 01:46
Patrick

Es fácil que pasen las noches cuando uno puede caminar y se siente realizado, ¿no crees?— la voz de Patrick resonó de nuevo en su cabeza y en sus oídos, mientras éste se acomodaba en la silla sin dejar de mirar el fuego, casi fascinado por él—. Como las polillas a la llama, nos vemos atraídos por tantas cosas que al final terminamos por quemarnos. Ah, que bueno sería poder cambiar las cosas.

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15/06/2019, 04:49
Marisela Cuéllar

Se sintió encontrada y perdida al mismo tiempo, bien y saciada, pero confundida con aquella sensación arañándole la nuca y susurrando muy bajito que era todo mentira. Marisela se levantó, se movió y observó dejándose consumir por aquel sueño extraño con sabor a realidad frustrada. Lo miró todo, lo sintió todo, y por un instante casi se olvidó de que no era real, de que su cuerpo seguía estando frente a aquella vieja en una casa tan vieja como ella.

… Cambiar las cosas —dijo casi al mismo tiempo que Patrick, como si su subcosnciente hubiese adivinado lo que él iba a a decir. ¿Estaba todo en su cabeza?

La Setita lo observó quedamente, pestañeando lentamente como queriendo despertar de un sueño. Estaba allí, entero, vivo. Podía verle respirar bajo la ropa, el pecho alzarse y hundirse de nuevo como ella ya no necesitaba hacer. Tenía el rubor rosado y deseable de un ser vivo, aunque no estuviese vivo en absoluto.

Caminó hasta su vera, despacio, con el temor de que la imagen se fuese a fragmentar si se aproximaba demasiado. Un castillo de arena entre los dedos.

Yo quiero que me quemes tú —pronunció quedamente, muy seria. Lo dijo sin saber muy bien a qué se refería, como si aquellas palabras no fuesen suyas en absoluto. Se movió hasta quedar frente a él, alargando la mano para posarla bajo su mandíbula y alzar su rostro hasta cruzarse con su mirada. —Lo siento tanto… —susurró tras una eternidad buceando en aquellos ojos gentiles.

Temió que su voz se resquebrajase y las lágrimas comenzasen a brotar.

No quería llorar sangre. No quería sentirse tan extraña como en aquel momento, frente a la persona que había dado su vida por ella. ¿Por qué?

Notas de juego

Me he tomado algunas licencias creativas para darle un toque más surrealista y raro. No sé si se refleja bien, pero Marisela tiene un cúmulo de emociones extrañas a incoherentes, al menos así me lo imagino en mi cabeza, incoherente y extraño todo.

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20/06/2019, 02:03
Patrick

Patrick no la miró ni un solo instante, con los ojos clavados en las llamas de la hoguera como si se estuviese enfrentando en silencio a alguien que estuviese al otro lado del fuego. Incluso en aquella situación sentía que el humano estaba un par de pasos por delante, que sabía cosas que ella desconocía incluso después de muerto y que ni siquiera todos aquellos meses como vástago habían servido para que aquel extraño hombre con cara de buen tipo viese algo en ella que otros no habían conseguido ver.

Marisela tomó su rostro para hacer que la mirase y, ahora sí, Patrick le devolvió una mirada de preocupación. Había algo que le inquietaba y en absoluto era su destino a manos del vampiro que le dejó moribundo, ni la muerte a manos de la Bestia que habitaba en el interior de la latina. —No llores por algo que era imposible evitar. Llora si fracasas en lo que está por llegar, no por lo que ya ha fracasado... No quiero tus lamentos ni tus disculpas, Marisela. Quiero que luches.

¿Contra qué? ¿Por qué estaba empezando a sentir miedo? —¡Lucha!

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20/06/2019, 02:12
Narrador

Calor.

La alarma que Marisela necesitó fue el calor. Un calor insoportable que se clavó en su espalda y que la hizo girarse, dándole la espalda a Patrick sin ser capaz de evitarlo. Había algo en la hoguera. Algo que se estaba moviendo...

Era grande y reptó lenta pero inexorablemente del interior del fuego, siendo uno con las llamas que calcinaban todo lo que hubiera a su alrededor: tenía forma humanoide, de extremidades alargadas y una protuberancia superior que podría haberse confundido con una cabeza, pero estaba hecho de llamas en su totalidad. Gemía, ¿o quizá gruñía?, pero lo que era seguro es que trataba de alcanzar a Marisela muy despacio, pero con la confianza de sentirse algo superior.

Las palabras de Patrick resonaron en su mente, pero la Bestia en el pecho de la Ministra comenzó a gritar y a luchar por tomar el control y huir de allí, dejando por segunda vez que Patrick muriera, pues sin duda moriría si ella le abandonaba allí.

¡Lucha!

Notas de juego

Tira por Fuerza de Voluntad para resistir el Frenesí de terror. Tiras FdV + un tercio de tu voluntad, redondeando hacia abajo. (8 dados) La dificultad es 3. Si pasas la tirada mantienes el control y puedes actuar como quieras.

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24/06/2019, 11:10
Marisela Cuéllar

No comprendía, mirando a Patrick con una esperanza perdida que yacía inherte en el fondo de su pecho. Sus palabras resonaban lejos y sin sentido, aunque deseaba comprender, deseaba entenderlo todo y descubrir los pliegues de su vida ya perdida. Era una necesidad que ardía en su interior.

Ardía...

El calor del lugar reptó por su cuerpo sacudiendo a la Bestia. Le habían advertido de aquello, del temor absoluto e incontrolable, y en el fondo de su mente recordó la sensación de sucumbir a sus deseos, a su insaciable apetito. Miró y sintió el miedo y las palabras de Patrick reverberando en sus oídos.

No. Otra vez no.

Había acudido allí con un objetivo claro, presa de su cabezonería. Sabía que tenía un destino, lo sentía, y una fuerza inconmensurable se arremolinó en su fuero interno como nunca antes. No tenía miedo. No tenía intención de huir, como llevaba haciendo toda su vida. No. Aquel era el momento de cambiar su destino y demostrar que podía ser más que ella misma, que podía hacer las cosas bien por una vez.

Había acudido allí por él, y no se lo iban a arrebatar dos veces.

La Ministra se interpuso entre Patrick y aquella cosa, insuflada de valor por sus palabras. No sabía lo que era, pero el miedo había desaparecido, siendo capa de mirar a las llamas con el claro deseo de destruirlas.

-Largáte de aquí, bestia inmunda -dijo con gravedad, su voz reverberando en aquel lugar sin paredes.

Miró al ser sin comprender, pero no le hacía falta. Ella bastaba para detenerlo, y así lo iba a hacer extendiendo sus manos y sus uñas y su mirada.

—¡Vete! -le dijo a Patrick, interponiéndose con la fuerza de un huracán.

- Tiradas (2)

Notas de juego

LoL! Bitch, mi Bestia es mansa como una vaca pastando xDD

Ahora te posteo.

PD: no tengo muy claro si esto es una peles al uso con sus tiradas y tal, pero la Mari está lista para repartir candela.

Me ha salido un 10 y dos 1, pero ninguno entra en el Ansia ya que llevaba Ansia 1 al principio de la partida.

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26/06/2019, 00:23
Narrador

La Bestia gritó, pero Marisela la pudo aplacar con la determinación de alguien que ha tomado un camino que no está dispuesta a abandonar tan fácilmente. Esa tensión se fue amainando por momentos, pero el peligro de la criatura hecha de fuego seguía muy presente y debía enfrentarse a ella, fuese por la fuerza o de otra manera.

Tratando de imponerse frente al monstruo pudo sentir como éste le devolvía la mirada, decidido a darle más de un problema. —¿Vete? ¿Quieres que se aleje de ti, como tú lo hiciste de Fabien? ¿Quieres darle una puñalada como a la madre de Clint? TIENES MIEDO, MARISELA. Miedo a que la gente descubra qué eres, como descubrió tu hermano. Que se alejen de ti por miedo a que les envenenes... a que les corrompas como haces con todo lo que tocas. Ni siquiera necesitaste la sangre de Set por tus venas: ya eras veneno cuando tu corazón latía.— rugió aquella cosa

Patrick, por su parte, solo dió un paso atrás y escuchó que había alzado la voz para decirle algo pero Marisela solo podía escuchar el crepitar de las llamas y la voz de aquella criatura directamente en su cabeza.

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26/06/2019, 00:52
Marisela Cuéllar

Las palabras dolieron más que puñaladas, tanto que se sorprendió retrocediendo medio paso ante el envite. Por un instante se sintió temblar, pero recordó, a tiempo, que aquello tan solo eran medio verdades retorcidas a su conveniencia. Era lo que ella siempre hacía, y era difícil cazar al cazador, sobre todo cuando la Bestia permanecía obediente bajo su agarre.

Avanzó, apretando los dientes.

Mi hermano es un hipócrita que le ha dado la espalda a su familia. Yo nunca haría eso. Mi padre tiene un techo sobre su cabeza y cuidados más que de sobra. Pero tienes razón, soy un veneno y jamás me creería mejor que nadie. Por eso Fabien está mejor lejos de mí, donde no le alcance. ¿Crees conocerme porque puedes tirarme medio verdades a la cara? Si Clint estuviese más pendiente de su madre, quizás la pobre mujer no tendría que recurrir a patrañas como las mías para sentirse que vale algo. La gente busca en mí la certeza que los demás no le dan. Siempre. Igual que la gente ha buscado en los Profetas el camino hacia su propio perdón. ¿Es el trabajo de Dios? Los cojones. Pero lo sé, y ellos también. Y aun así me buscan. Así que no intentes vértelas conmigo sin conocerme lo más mínimo.

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29/06/2019, 00:21
Narrador

Aquella criatura rugió con rabia, aunque Marisela sintió en aquella expresión un breve atisbo de impotencia. No había hecho la mella que deseaba y lanzó un rápido puñetazo contra la Ministra, pero su brazo de fuego se convirtió en vapor al intentar tocar a la vampiresa. Dió un paso, otro, otro más y con el último chilló para desintegrarse poco a poco como si la presencia de la propia Marisela irónicamente le quemase por completo. Después, la paz.

Sólo necesitas encontrar tu lugar, Marisela, pero el camino por el que vas puede ser el correcto. No hay lamento alguno por haber cometido errores en el pasado, pero cómo continues ahora tu no-vida representará lo que realmente eres... y yo creo en ti.— dijo Patrick a su espalda, muy serio ahora—. Encuentra a quien duerme bajo el Barrio Francés y obtendrás la llave que desbloqueará el camino hacia aquel que desea su venganza. Quisiera decirte más, pero...—

Marisela se percató de que Patrick parecía ahora menos sólido, menos real, como si se estuviera yendo igual que aquella criatura aunque mucho más despacio. —...gracias por hacerme sentir que el final sólo era el principio de otra historia, más importante que la mía.

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29/06/2019, 10:52
Marisela Cuéllar

Respiró como si de verdad lo necesitase de nuevo, de forma honda y sentida para dejarlo escapar poco después. Y algo se fue con aquella bocanada.

Las palabras de Patrick reforzaron su última voluntad, aquella nota escrita demasiado deprisa. Y aunque sabía que era importante, no era por lo que había acudido allí. Pensó por un fragmento que Alphonse se sentiría decepcionado, pero ella… Ella estaba orgullosa de lo que había hecho y por las razones por las que lo había hecho. Ahora tenía una dirección mucho más importante.

Gracias por hacerme sentir valorada —musitó, haciendo el gesto de tomar su mano para besarla igual que a un santo—. Dime tu nombre, por favor. Quiero despedirte como mereces.

 

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29/06/2019, 22:54
Patrick

Marisela intentó besar su mano, pero fue incapaz de tocar a Patrick y solo besó el aire donde se suponía que estaría la extremidad del humano. Él sonrió con ternura, conmovido por el gesto y haciendo sentir a Marisela en paz por primera vez en bastante tiempo. Cuando ella le preguntó su nombre una mueca de angustia se dibujó en su rostro como si aquello fuese algo que hubiese preferido evitar pero, dadas las circunstancias, concedió.

Me llamo... Patrick D'Richet.— dijo mirándole con una expresión que casi podría entenderse como una disculpa. Patrick bajó los brazos y dió un paso atrás mientras que lo poco que quedaba visible de su silueta terminaba de esfumarse frente a la Ministra que vió como una de las pocas personas que la había entendido en tan poco tiempo terminaba de irse de aquel pequeño encuentro onírico—. Confía siempre en lo que eres.

Y se fue.