Partida Rol por web

Qué tío más simpático. Dice Armase con total sarcasmo cuando sale Caster. Ha hecho un chiste graciosísimo sobre nuestra situación durante el momento de la plegaria a los siete. Deberían nombrarlo bufón del castillo. Hablaremos con Ser Hadder para su nombramiento.

El pequeño Roy había escuchado el tumulto desde su habitación, donde dormía junto a sus hermanas más pequeñas, y la sorpresa lo había hecho literalmente saltar de su camastro.  Nunca ocurría nada interesante en aquel lugar. Y a juzgar por los ruidos que llegaban hasta él, parecía que una verdadera batalla campal se había desatado en los barracones.

Quizás era Padre que volvía de hacer su ronda. O tal vez alguno de los caballeros que cuidaban del castillo. Aunque la mayor parte de las veces éstos llegaban tan cansados que apenas si hacían ruido. En cualquier caso, ambas opciones le parecían igualmente fascinantes al pequeño rapaz, que ya estaba aburrido de tener que permanecer todo el día en su habitación cuidando a las niñas.

- “Las niñas…” - pensó para si mientras intentaba a duras penas contener su ansiedad.

Como primer paso, se llevó el dedo índice hasta la boca con gesto perentorio, indicándoles rápidamente a RUYARA y a CYSA que guardaran silencio. Había puesto su peor cara de furia como advertencia para aquella que quisiera desobedecerlo. Una que, según creía, era muy parecida a la que Padre solía utilizar para los casos de desobediencia extrema.

Luego de ello, se acercó a la puerta y se dispuso a salir a la sala común….

Y fue precisamente allí donde su resolución comenzó a flaquear. Puesto que, después de todo, bien podía tratarse de una verdadera batalla. O de unos malhechores que intentaran invadir el castillo.

Aquellos pensamientos paralizaron durante largos instantes su brazo, y lograron hacer que su garganta se secara. Pero no consiguieron apaciguar del todo su curiosidad.

Poco a poco, con la infinita paciencia que solo el miedo más primitivo puede otorgar, ROY fue abriendo la puerta de su habitación. Sin hacer el más mínimo ruido. Hasta que ésta quedó entornada de la manera más imperceptible, justo lo suficiente como para observar lo que ocurría al otro lado sin ser descubierto.

O eso creía el muchacho…

¡¡¡PLOF!!!

Algo golpeó la puerta entreabierta tras la que Roy espiaba.

He fallado...

No te sulfures, Armase. Confundimos aquella barca a la deriva con un desembarco de enemigos, ¿y qué? Hay que saber reírse de uno mismo. Eso da para pasar un buen rato, y no será la última vez que nos lo recuerden. Es... una de esas historias que contar a tus nietos.

El terrorífico rostro deforme de Caratorcida se aproximó a la habitación de los Matatoros. Se agachó para recoger la rata muerta sin reparar en la presencia de Roy y se giró para volver a lanzarla. La rata rebotó en el borde del cubo y cayó al suelo.

Tsk... El cubo ya está lo suficientemente lleno de ratas como para encestar tirando a lo lejos.

Eh, Armase... Ha quedado un manchón rojo de sangre de rata en la puerta. Voy a vaciar el cubo para traerlo con algo de agua. ¿O prefieres ir tú?

Bethan recorrió la distancia que le separaba del cubo y se agachó para recoger la díscola rata y ponerla con las demás.

Tarmall hizo acopio de fuerzas y se levantó.

Sin reparar en su desaliñado aspecto se acercó a donde estaba "Caratorcida"

¡Joder Bethan! que he pasado toda la noche de guardia, como Edder.

¡Un poquito de consideración!... Menudo escándalo...

Y se giró para volver a tirarse al catre...

Ve tú- gritó Armase - Así nos libras un rato del jaleo. Yo estoy sacando el polvo y enseguida lijaré las mesas. Es trabajo delicado y no te quiero cerca. 

Armase seguía trabajando con ahínco, limpiando y organizando. Si alguien se diera cuenta de su presteza haciendo aquellas tareas el mayordomo Probis y todas las demás criadas irían a la calle. 

Abriendo de repente los ojos a alguna señal inaudible Edder se levanta con un gemido para comprobar que efectivamente, ya es mediodía, y tiene que irse a montar guardia en la torre norte tal y como le ordeno Caster antes de acostarse.

Levantándose y poniéndose las botas mientras un rugido del estomago le recuerda su castigo, Edder coge coge su rodela y su lanza y sale de su habitación a la sala común, donde hace un gesto de saludo a los demás antes de salir de los barracones.

- Edder se levanta y sale de los Barracones para dirigirse a la Torre Norte.

Como no podía ser  de otra manera, Tarmall se levanta y el sol ya está indicando que llega muy justo a su puesto de guardia. Se atusa la vestimenta que no se llegó a quitar, se lava la cara en el barreño a toda velocidad y sale disparado hacia la Torre nordeste, despidiéndose de quien se encuentre con apenas un adiós apresurado.

Mañana cambio mis hábitos para no ir con tantas prisas, es dice a mismo engañándose...

Bethan salta a un lado para no ser atropellado por Tarmall.

Pues no sé yo porqué Tarmall se quejaba tanto del ruido. Si no llega a ser por nosotros no se habría levantado a tiempo. Jajajaja...

Agarró el cubo, orgulloso de la cacería. Todas las jornadas de limpieza deberían ser así.

Pues nada, me llevo el cubo. Hasta ahora, Armase. Cuida el fuerte en mi ausencia.

- Tarmall sale de los Barracones, seguido al poco por Bethan.

Por fortuna para la salud mental del pequeño, ROY nunca llegó a ver al inmundo amasijo de carne y huesos que volaba en su dirección. Ni tampoco pudo percibir como éste se reventaba con un ruido sordo y asqueroso contra el recio madero de la puerta, esparciendo sangre y vísceras por toda la zona.

Sin embargo, quizás por la vibración que tan tremendo impacto causó en sus pequeñas manos, o tal vez por puro acto reflejo, lo cierto es que, de todos modos, el pequeño consiguió reaccionar de inmediato cuando aquello viscoso y contundente explotó de repente a unos pocos palmos por sobre su cabeza.

Sin detener a pensar demasiado en lo que ocurría en la sala, el niño cerró de golpe la puerta por la que espiaba y apoyó luego su espalda sobre ella, procurando que todo el peso de su endeble anatomía recayera sobre el recio madero.

Durante unos breves instantes, ROY olvidó por completo la presencia de sus pequeñas hermanas junto a él, y un gesto de absoluto pavor se dibujó en su rostro mientras aguardaba en silencio. Pronto, sus ojos se elevaron al desconchado techo de la habitación en una muda plegaria dirigida a todos los dioses y entidades que conocía.

No recordaba los nombres de aquellos sujetos. Aunque había visto a menudo al de la cara deformada hablando con su padre. Era uno de los soldados del castillo, y supuestamente estaba allí para cuidarlos. Pero ROY nunca había tenido el estómago para mirarlo directamente a los ojos. Y lo cierto era que solía aparecer a menudo en sus pesadillas…

Mientras volvía sobre tan oscuros pensamientos, el niño se mantenía en el más absoluto de los silencios, rogando que los sujetos al otro lado de la habitación decidieran alejarse de allí.

Y sus plegarias parecieron verse pronto recompensadas. Pues, poco a poco, la habitación que había al otro lado de la puerta se fue quedando en silencio, a medida que sus ocupantes la abandonaban para entretenerse con otros menesteres.

Recién entonces, el pequeño ROY se animó a entreabrir otra vez la puerta sobre la que descansaba, haciéndolo sin el menor ruido y de la manera más lenta y sigilosa que pudo...

Armase pasaba fregando el pasillo a lo alto y a lo bajo.. veía que una puerta se abría y cerraba de vez en cuando, el hijo de Matatoros no hacía más que husmear... si tanto se aburría más le valía que se uniera a la limpieza (pensó Armase).

Con lo cual se quedó esperando tras la puerta y en cuanto Roy la abrió un poco para espiar Armase se interpuso delante: Veo que estás muy interesado en nuestro trabajo. 

Con firmeza pero sin ninguna hostilidad, Armase abre la puerta y le ofrece el cubo al niño: Toma... sigue tú, cuando acabes vacía el agua fuera o se la das a Bethan para que él la tire. 

CÓGELO, NO TE VA A COMER.

El niño no pudo evitar retroceder con un sobresalto ante la repentina aparición del aquel sujeto. Tenso como estaba, su primera reacción fue la sentirse completamente paralizado por el pavor más terrible. Después de todo, habían descubierto sus furtivas investigaciones, y probablemente la consecuencia directa para todo aquello sería un furibundo castigo corporal, seguido tal vez de una prolongada temporada en penitencia.

Sin embargo, el afable carácter de aquel hombre, sumado a lo mundano de la tarea que tenía entre manos, pareció apaciguar un poco al excitado muchacho, que encontró la confianza suficiente como para responder.

- ¿Y que... qué tengo que hacer? – murmuró tras largos instantes de duda, con toda la firmeza que pudo encontrar en su espíritu. La cual, a juzgar por el trémulo tartamudeo que escapaba de sus labios, no era demasiada.

Mira el suelo... - comenzó a decir Armase - Los tablones de madera que brillan son los que he fregado. Tienes que frotarlos con este trapo hasta que brillen. Si no brillan, se cambia el agua y se vuelve a repetir, aunque tengas que hacerlo quince veces. Si lo haces bien tendrás la satisfacción que sólo los hombres pueden sentir con el trabajo bien hecho.

¡Ala!

Dicho esto Armase se va a la zona común para comenzar a sacar telarañas.

Todavía sin poder reponerse por completo a la súbita aparición del extraño, pero ya algo más aliviado, el niño observó largamente a aquel sujeto. Con los ojos desmesuradamente abiertos y los labios aún apretados en una muda mueca de tensión.

Aquellas sencillas palabras no bastaban para que Roy se sintiera cómodo en presencia de aquel desconocido, por supuesto. Pero al menos daban a entender que no sería castigado por fisgonear desde las sombras. No en lo inmediato, por lo pronto. Y con ello, el peligro más terrible parecía haber pasado.

De modo que, tras aquellos momentos de silencio, y con el pecho del pequeño aún visiblemente agitado por el pavor apenas contenido, la mirada de Roy finalmente se posó en los irregulares maderos del suelo. Precisamente en el punto señalado por el extraño sujeto.

Y una nueva y renovadora sensación inundó su inocente corazón…

- Es verdad… - pensó el niño con creciente emoción, a la vez que aquel inesperado descubrimiento se abría paso en su mente -… si que son diferentes los maderos…

Sin alzar la vista del suelo, y sin dedicar siquiera una respuesta al extraño, el pequeño tomó con gesto ausente el cubo que éste le tendía y lo depositó en el suelo, aparentemente absorbido por la inesperada tareas que le habían encargado.

Pronto, su mente se olvidó por completo de la presencia del extraño, a la vez que se centraba en la cuidada planificación de la tarea que tenía entre manos. Comenzaría por aquel madero del rincón. Y luego seguiría con ese otro que estaba justo al lado…

- Bethan regresa a los Barracones.

¿Has ido al muro de hielo a buscar agua? Dijo Armase a Bethan cuando éste entró por la puerta. Luego se acercó a él y le dijo. El hijo de Matamoros, Roy, está echándonos una mano. No seas duro con él, creo que no ha cogido una bayeta en su puta vida. Todo ello lo dijo como si él hubiera sido un ejemplo de amabilidad y cortesía... algo que Armase jamás aprendió en el campo.

Después se giró y continuó limpiando la mugre depositada entre las rendijas de las piedras. Era la primera vez que allí se hacía una limpieza tan exhaustiva como la que el jinete estaba haciendo.

Mira... Ni me hables. Te paran para charlar y entre una cosa y la otra ya es tarde. Lo de deshacerme de las ratas fue toda una odisea. ¿Te puedes creer que Jeremyed se negó a tirarlas al fuego de la forja? Está todo melindroso desde que tuvo esa charla con el Maestre Ammon. Que si enfermedades... que si humos tóxicos...

Avanzó con el cubo hasta dejarlo cerca de los chicos.

Nah. Ahora en serio. Me cae bien el Herrero. Y el hombre que trabaja en la herrería también. Jajajaja...-y de pronto se puso todo serio y señalo al hijo de Rush con el índice-El Herrero es uno de los Siete Dioses, Roy. Rézales y haz caso a tu madre. Esas son las claves para convertirse en un buen hombre en el futuro. ¿No querrás acabar como Armase y como yo, verdad?

No, claro que no... Buen chico.

Madre mía... estáis hechos unos bestiajos. No habéis esperado a que trajera el agua. Así, pasar la bayeta sin humedecer es como tratar de lijar la madera para quitar la sangre reseca. Ahí... Sacando músculo. Claro que sí, campeones.

Bethan tomó un trapo, lo humedeció en agua y se unió al pequeño Roy y a Armase.

- Russ entra en los Barracones en pos de Bethan. Ve enseguida que está atareado limpiando junto con Armase y con su hijo Roy.

- Bresa está cosiendo, con las dos hijas del matrimonio, Ruyara y Cysa.

Bresa y sus hijas apartaron la mirada de sus tareas de costura al ver entrar a Russ. Bresa apartó las labores con cuidado de no estropear nada del trabajo que había estado haciendo y se levantó para recibir a su esposo.

-¿Que tal la mañana querido? Le preguntó.