Partida Rol por web

Juego de Tronos - Castillo de Aguasclaras.

Lo que aconteció en un principio. - Parte I.

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23/11/2013, 00:53
Theresa Nieve, Primera Espada.

Año 47 de la dinastía Targaryen, Invernalia. 

Misha, antepasado por línea materna.

- Es un ladrón. -

Zanjó un furioso Maestre, con los ojos de por sí saltones a punto de botar de sus cuencas por la indignación mientras señalaba con su enjuto dedo al muchacho arrodillado en medio del salón.

Lord Stark, señor de Invernalia, se mesó la barba y se removió en la pesada silla desde la que él como sus ancestros regía con mano firme y justa sobre esas frías tierras.

- Un ladrón y un traidor porque has mordido la mano que te ha alimentado desde que eras un crio.-

Sentenció con severa calma mientras sus ojos oscuros miraban con cierta tristeza velada al chico que se había criado en los pasillos de la casa, trabajando, pero bien cobijado y alimentado. Siempre había sabido corresponder a la generosidad de sus señores con lealtad, pero a sus ojos, al final, como todos, se había doblado bajo el peso de las circunstancias.

- ¿Tienes algo que decir en tu defensa? -

El muchachito que aún no llegaba a ser un hombre se mantenía cabizbajo, callado, como abatido. Los oscuros cabellos rizados que caían hacia el frente ocultaban su rostro.

- Tenían hambre, mi señor. -

Ni siquiera había levantado la mirada, profundamente avergonzado por la forma en que debía terminar todo y no quería sumar a sus faltas una injusta irreverencia. A pesar de todo, no se arrepentía porque era de ese mismo hombre que ahora lo juzgaba de quien había aprendido sobre el honor y la justicia, sobre la generosidad y la compasión, sólo mirándole desde lejos, admirándolo desde los rincones de la casa señorial, soñando con llegar a ser un día un gran hombre como él.

- ¿Quienes tenían hambre? -

Lord Stark frunció aún mas el ceño y desvió por un momento la mirada hacia el Maestre, que se limitó a tensar más las cenicientas mejillas. No tenía idea de que hablaba o al menos intentaba no enterarse.

- Eran una mujer y sus niños, helados y muy hambrientos. Era media noche y no había nadie a quien consultar antes de atenderlos. Milord aún no regresaba de su viaje y el Maestre atendía a la señora que había estado mala. Le di lo que correspondería a mis raciones de tres días para que pudieran seguir su viaje. -

- Entonces... ¿Tú no has comido ni comerás hasta que se haya cubierto este plazo? -

- Así mismo, mi señor. -

La expresión del noble seguía siendo dura, pero su mirada había cambiado. Lo observaba con una mezcla de curiosidad e incredulidad y tal vez, una chispa de esperanza.

- Les has alimentado, pero los has devuelto al camino en plena noche. Tu sacrificio seguramente habrá sido en vano porque si no han muerto de hambre, morirían de frío. -

Misha tardó en responder y su cabeza cayó un poco mas sobre su pecho bajo el peso de su deber. No debía mentirle a su señor.

- Les he dicho que se refugiaran en la vieja cabaña de caza abandonada a la orilla del bosque. -

- ¿Por qué? -

- Porque sé que allí podrían protegerse del frio sin molestar a nadie... pero sobre todo porque sabía que si hubierais estado aquí, no les habríais negado refugio. No me atreví a dejarles en la casa, pero creí que no serían un problema si les ofrecía un techo fuera de los límites de la ciudad. -

La espesa ceja del Stark se alzó aún dudando como reaccionar. Por un lado, no podía permitir que cualquier lacayo tomara decisiones por su cuenta y a sus espaldas aunque fuera, pero por otro, Misha, el huérfano cuya presencia normalmente se equiparaba a la de un ratón, le iba sorprendiendo gratamente.

El salón quedó en silencio por largos segundos durante los cuales el Lord mantuvo una mirada intensa sobre el muchacho que seguía mansamente arrodillado frente a él. Finalmente exhaló un sonoro suspiro.

- Bien. Ni mi casa ni el pueblo ha perdido algo en todo este trámite, ni siquiera un mendrugo de pan o un atado de leña, así que no veo delito que castigar. Misha, mírame. -

El señor ordenó y el chico obedeció sin dudar.

- Cumplirás con el ayuno que te has impuesto tú mismo. Desde hoy y hasta que yo lo decida, además de cumplir con tus tareas en el castillo, te pondrás al servicio del maestro de armas y del Maestre alternativamente. Harás lo que te digan como te digan y cuando te digan, sin importar momento del día o de la noche. No habrá descanso para ti hasta que yo lo diga. Cumple y estaremos en paz, pero escucha con atención: no quiero que por ningún motivo vuelvas a tomar decisiones sobre mis posesiones o mi tierra. -

Su autoridad no quedaba en duda, pero su resolución había sido extraña. Su mirada profunda se había clavado en la del chico en una advertencia: Creo en ti, así que no me decepciones.

Misha supo entonces que acababa de comprometerse de por vida con aquella Casa. El señor había sabido apreciar su esfuerzo por ser justo y precavido sin dejar de ser generoso. El señor le ofrecía una oportunidad única. El señor quizá se había visto reflejado.

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23/11/2013, 10:00
[OUT] Maestre Ammon.

EDDAR (antepasado de Ammon) ahora llamado Lanza, y su hijo.

     Año 48 después del desembarco del Rey. 

     Camino Dorado, a las afueras de Desembarco del Rey.

         Los dos hombres se movían en silencio, sin que se percibiera apenas el crujir de sus cueros, sin que sus botas rasgasen con violencia ramas secas, sin que el chapoteo de sus pies contra los muchos charcos del agua de lluvia de las últimas tormentas resultara más sonoro que el vaivén del viento que agitaba las copas de los pinos.

     El mayor de ellos debía rondar los sesenta días del nombre, pero su caminar era firme y casi tan ligero como el de su compañero, unos treinta años más joven y tan parecido en sus rasgos al anciano que todo el mundo daba por hecho que eran padre e hijo. En esto, acertaban. También daban por hecho que el largo palo que sostenía el anciano mientras avanzaba le servía de apoyo. Pero en esto se equivocaban.

     Tanto el anciano como su compañero tenían la piel oscura a causa del sol, y sus atuendos, en especial la ligereza de la manufactura de sus armaduras, delataban su procedencia de más allá del mar Angosto. El anciano llevaba un saco atado a su palo, mientras que el joven acarreaba al hombro una pesada mochila y un fardo alargado que probablemente contenía un arco largo.

     Atravesaron un tramo de matorrales cuya densidad y dureza hizo que el anciano dejara escapar un gruñido, y al fin desembocaron en el camino que corría hacia el oeste. Un camino muy transitado en aquel terrible atardecer bañado por la lluvia y cubierto por las brumas: un ejército de soldados y artesanos, de carros con mujeres y niños, de ancianos tullidos y prostitutas, se desplazaba con lentitud como el avanzar de una marea. Algunas banderas rasgadas, otras en buen estado, todas ellas vencidas por el agua, mostraban en sus telas la figura de un león dorado sobre gules.

     El anciano se encorvó. Ladeó un hombro y dio un par de pasos con una extraña y fingida nueva vacilación. Su compañero lo tomó de los brazos y le ayudó en su ahora pesaroso caminar.

     –Lannister –susurró el anciano. 

     –¡Eh, vosotros dos! –Un soldado sin librea se acercó a los caminantes. Su cara era una gran verruga, corroída de un modo terrible por la viruela–. ¿De dónde coño salís?

     –Del puerto –dijo el anciano–. ¿Es esto el Camino Dorado?

     –Si no lo era antes, con tanta cabeza rubia como hay ahora encabezando la marcha desde luego que lo es. ¿No los habéis visto pasar?

     –No. Acabamos de llegar.

     –Pues esto parece un puto circo ambulante.

     –¿Qué ha pasado? – Dijo el anciano.

     –Un Rey muerto, y otro puesto. Los del León no están contentos con a saber qué historia de mierdas de nobles y se vuelven en manada a Roca Casterly. Llevándose su oro, no faltaba más.

     –Este camino… Si no recuerdo mal pasa por delante de Garra Roja, ¿no?

     –Antes de venirme a este vertedero lleno de putas con mal aliento, el jodido Camino Dorado seguía pasando por delante del jodido castillo de Gaoer. ¿Qué se os ha perdido por allí? Esa fortaleza no es un buen lugar para los visitantes.

     –¿Por qué?

     –Los Sectaryon son como los Targaryen. No les gustamos. La diferencia es que los Sectaryon no lo disimulan.

     –¿Quiénes son los Sectaryon? Cuando yo me fui, Garra Roja pertenecía a los Millermost.

     El soldado contempló curioso a la pareja de viajeros. Asintió con levedad.

     –¿Sabes usar ese palo largo, o sólo apoyas tu peso en él…?

     El hombre más joven dio un paso hacia delante. Con un extraño acento murmuró:

     –Mi padre es Lanza. Uno respeta eso. 

     El soldado sonrió.

     –Valiente carácter tiene tu hijo, maese Lanza. Me gusta eso. Y tú también me gustas. ¿Queréis ganar unos venados de plata de camino a la fortaleza escarlata de Gaoer?

     El anciano miró a su hijo. Después clavó sus cansados ojos en el soldado marcado por la viruela, y asintió.

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23/11/2013, 11:49
[RIP] Probis el Mayordomo.

Cedrick, nieto de Jeor y abuelo de Probis por línea paterna.

Año 42 de la dinastía Targaryen. Aldea de Orilla Azul.

Dragones...

De repente abro los ojos, con el corazón en un puño y me incorporo en la cama, completamente despejado. Algo en mi interior me dice que algo malo ocurre. No pierdo tiempo, me visto y voy a buscar a mi abuelo. Por el camino, sin embargo, mi madre me atrapa y me mira con lágrimas en los ojos.

- Tenemos que hablar, Cedrick. Tu abuelo... - A pesar de tratarse de una mujer fuerte no le queda más remedio que descansar durante unos segundos, incapaz de decirme lo que yo ya empiezo a adivinar. - Tu abuelo ha muerto, hijo mío.

A pesar de que madre sigue hablando no puedo seguir escuchándola, siento la necesidad de correr y gritar, así que se hago. Comienzo a correr hasta que no puedo más, pero aun así sigo y sigo corriendo hasta que, con la vista empañada por las lágrimas choco contra un hombre. Ni siquiera levanto la mirada, sólo le rodeo para seguir corriendo, pero el hombre me agarra y me sujeta para, acto seguido agacharse para ponerse a mi altura. Me limpio las lágrimas y los mocos con una de mis mangas, la menos sucia, dispuesto a mirarle a la cara y comenzar a vociferar a aquel desconocido que me agarra sin compansión, pero los gritos se quedan escondidos en alguna parte dentro de mí cuando descubro quién me ha cogido. Se trata del hijo de Lord Tully...

- Muchacho, tu nombre es Cedrick, ¿verdad? - Nada más comenzar a hablarme la ira que siento se evapora, ya que sus ojos son cálidos y sólo transmiten buenas sensaciones.

- Sí, mi señor, así es. - Le respondo mientras evito mirarle a los ojos y le hago una reverencia, lo cual provoca que me tropiece.

- Vamos chico, incorpórate. Mucho antes de que tú nacieras tu abuelo fue como un segundo padre para mí. Es por eso por lo que, en cuanto me he enterado de la noticia he venido para acá. Quiero que sepas una cosa, me encargaré personalmente de que Jeor sea despedido con todos los honores. Será algo personal, sólo para vosotros, pero le pondré una barca y prenderé fuego a la flecha yo mismo. Sé que es algo inusual, pero tu abuelo sirvió a mi padre durante muchos años como si le fuera la vida en ello, es lo mínimo que puedo hacer.

Tras escucharle atentamente levanté la mirada, incapaz de decir palabra, pero haciéndome una promesa a mí mismo. Algún día serviré a este hombre, asegurándome de que siempre tenga lo que necesite, protegiéndole con mi vida si fuera necesario.

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23/11/2013, 13:57
[RIP] Malcom Ríos, Repostero de la Familia del Señor.

AÑO 48 DE LA DINASTIA TARGARYEN: Tierra de los ríos.

Muerte de Maegor I Targaryen (antepasado por línea paterna):

Empezaba a hacerse complicado mantener la compostura cuando lo único que le llegaban era malas noticias. Ataque por todos lados. Estaba rodeado de gente inepta y sin cualidad alguna.

Quizás debiera idear alguna forma para que se entregasen. Disuadirlos colgando los cuerpos para que se los comieran los cuervos. Eso podría valer.

Jaehaerys empezaba a ser un incordio. Era un joven sin conocimiento. ¿Concederles a los rebeldes la amnistía? Eso sería darles el reino, dejar que pisotearan mi espalda. La espalda que ellos mismos han estado jodiendo. Ni hablar.

Tengo que meditar antes de la entrevista con los nobles y mi medio hermano, el cuál no sé porqué asistirá y mucho menos su hijo. Antes llamaré a Artia, ayer se la veía fogosa y ese cuerpo se merece que le haga caso.

Hoy el Trono de Hierro está especialmente incómodo. Es como si notara pinchazos en el respaldo, quizás sea que me estoy haciendo viejo para cabalgar jóvenes. No, simplemente estoy cansado, me duele la espalda un poco. Encargarse de proteger el trono de los sucios rebeldes no es sencillo. Dormiré un poco antes de la entrevista. No pasará nada...

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23/11/2013, 20:55
[RIP] Harry Bridas.

Año 38 de la dinastía Targaryen: Tierras de Campotrigo, campo de Henry el Malhumorado.

Antepasados de Harry Bridas: Borg y Lyla, hijo de 9 años e hija de 12 de Henry el malhumorado

 

Era un bonito día de verano. Entre los campos de trigo, la luz del sol refulgía y los hacía brillar como un mar de oro tranquilamente mecido por el sol. Mi hermana y yo jugábamos como hacíamos cuando eramos más pequeños, yo era ya casi un hombre y ayudaba a padre en los campos, y mi hermana era toda una muchacha que pronto seguramente tendría su propia familia, una buena familia y un hombre que la cuidara si tenía suerte.

Entre risas y jadeos, ambos atravesábamos los campos de trigo de padre mientras nos alejábamos de la casa. Era una hora temprana del último día de la semana, padre se había quedado descansando en la cabaña, había sido una buena semana, estaba preparándolo todo para la siembra. Animales y aperos, compradores y transporte. Todo, y nosotros le ayudábamos en lo que podíamos. Por suerte ahora podíamos descansar, por suerte ahora podíamos recordar lo que significaba ser niños.

Nos alejamos de la casa y del camino, corríamos hacia el norte, en dirección al río. Los campos de padre no estaban limitados, era una construcción muy cara y por allí no acostumbraba a haber bandidos, no al menos aquellos que robaban la siembra o la quemaban. 

Jugábamos a escondernos. A ocultarnos el uno del otro entre los campos y caminales. La hierba era alta, tan alta como yo mismo. Ahora la llevaba Lyla, ella tenía que encontrarme, y yo tenía que escapar de ella. Era realmente divertido, y el último que la llevara antes de que llegase el mediodía, hora en que teníamos que estar en casa, tendría que darle una parte de su pan del día al otro. Ya podía saborear ese pan, tenía que ser mío.

Corrí y corrí, tratando de ser silencioso entre los altos trigales. Podía asomar la cabeza por encima, para tratar de ver a mi hermana, que se agachaba ligeramente para no sobresalir entre la hierba. No la vi, así que seguí hacia delante. Definitivamente, ya podía ir saboreando el pan, mi hermana no lograría alcanzarme en la vida si seguía así. Ya nos acercábamos a los límites del campo, saliendo casi a terreno abierto, cerca del río, así que me preparé para dar la vuelta.

Entonces la oí. Era Lyla, con un grito agudo que desgarraba el aire. Me asusté y levanté la cabeza, mirando a todas partes por encima del trigo, pero a penas veía nada. Corrí y corrí hacia fuera del campo, tratando de ver mejor. Cuando salí, me quedé paralizado. Dos hombres de la edad de mi padre la habían agarrado. Veía como la agarraban del pelo y de la cintura, y la tiraban al suelo a la vez que le desgarraban las faldas. Me quedé petrificado, no sabía que hacer, no sabía si gritar, no había nadie más cerca. Los hombres le arrancaron el vestido completamente, y la tumbaron contra el suelo, sobre la hierba. 

No podía hacer nada, no sabía que hacer. ¿A quién pedir ayuda? Nada había cerca salvo aquellos dos hombres. Apreté los dientes y observé cómo descendían sobre mi hermana como buitres carroñeros, levantándose sus ropas y dejando sus vergüenzas al aire. La sujetaban con fuerza, mientras ella gritaba y luchaba por salvarse. En ningún momento gritó mi nombre, creo que también temía por mí, por lo que pudieran hacerme. Desde aquel día no fui el mismo, ni ella tampoco. Desde aquel día mi hermana nunca se alejaba mucho de casa a menos que alguien mayor fuera con ella, y yo, a escondidas, siempre guardaba un cuchillo afilado entre mis ropas.

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23/11/2013, 22:01
Ser Gwraidd Tully.

Año 45 de la Dinastía Targaryen, tierra llena de cadáveres de nombre olvidado cerca de La Bahía de los Hombres del Hierro. Antepasado por línea directa paterna de Gwraidd Tully

¿De dónde?

De las entradas de los mares, en donde mora el kraken

en cuya fuerza renacemos, y cuyo nombre

nos da vida para seguir existiendo cuando todo

se muere.

Porque con la muerte, nosotros, hijos del kraken

renacemos

mientras que los débiles hijos de lo verde

quedan yertos.

¿De cuándo?

De cuando en las tierra existieron nuestras torres y ellas

volverán, y estos débiles súbditos

se postrarán de rodillas

y sus mujeres chuparán nuestras vergas

¿Por qué?

Porque somos del hierro y tomamos lo que

nos corresponde. 

Y las mujeres de sal sirven

para calentar nuestro leño, y sus hombres

para cultivar y obedecer.

 

Escupió sangre. Era la quinta vez que cantaban esa maldita canción. La quinta. Al menos ya se habían callado los pobres a los que habían estado torturando. Seguro que estarían muertos. Y también se habían callado ya las mujeres capturadas y sólo un ocasional lloriqueo se escuchaba. Todo su cuerpo le dolía. Los golpes se habían sucedido incansablemente. Había perdido... eso era todo. Rezó a los Siete por una muerte rápida.

Pero los Siete no le escucharon. Ese trozo de tierra ahora respondía frente a una deidad distinta 

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24/11/2013, 22:07
"A Sangre y Fuego".

VIÑETA III: AÑOS 48 A 78 DESDE LA CONQUISTA DE AEGON:

Son años de paz y prosperidad, años de sensatez.

Jaehaerys I negocia la paz con la Fe de los Siete, siendo conocido desde entonces con el sobrenombre de El Conciliador. La Fe Militante del Guerrero se disuelve y los monjes-guerreros dejan las armas. La Corona acepta a cambio defender siempre la Fe.

Barth, un Septón, se convierte en la Mano del Rey y ejerce su mandato con humildad y sabiduría durante décadas.

Jaehaerys I se casa con su hermana Alysanne, conocida como la Bondadosa, una Reina extremadamente popular en Poniente y querida especialmente por el pueblo. Fue ella la que convenció al Rey de abolir el privilegio de la Primera Noche de los nobles.

En una ocasión Alysanne, con toda la corte y seis dragones visita el Norte. La Reina Bondadosa fue responsable de que se cedieran nuevos territorios a la Guardia de la Noche, el Nuevo Agasajo. Durante su reinado se construye también el Castillo Hondo para la Guardia de la Noche, pagado con joyas de la Reina y construido por los maestros constructores especialmente enviados para ello por el Rey.

El gran dragón, Balerion, el dragón de Aegon el Conquistador, fallece a los doscientos años de edad.

Durante estos años, Maestres y Septones ocupan puestos de responsabilidad cada vez con mayor frecuencia, y se convierte en una costumbre que todo señor feudal que se precie tenga al menos a uno de ellos en su corte como uno de sus principales consejeros.

Hombres crueles y brutales, que habían prosperado bajo el reinado de Maegor, van perdiendo poder, siendo relegados al servicio con nobles pacíficos y refinados. Algunos se convierten en mercenarios, pero hay pocas guerras en esta época, pues incluso las relaciones con Dorne son relativamente buenas en estos años. Algunos de estos mercenarios se acaban convirtiendo en bandidos y proscritos, otros viajan allende el Mar Angosto, para vivir aventuras en las Ciudades Libres.

JAEHAERYS I

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24/11/2013, 22:10
"Familia, Deber, Honor."

VIÑETA III: FEUDO DE VARL: AÑOS 48 A 78 DE LA DINASTIA TARGARYEN:

- La Casa Lefford, vasalla de los Lannister gana el control sobre la región, aposentándose en el Fuerte Varl junto al Lago Encharcado, pues Sept de la Bahía gana una gran influencia política en la zona. Los Tully, que habían apoyado fervientemente a Maegor, pierden mucho poder, aunque mantienen cierta presencia y algunos señoríos en la región.

- Sept de la Bahía: Se construye un espléndido Sept de piedra que domina el acantilado y la zona más alta del lugar. Su campanario avisa con sus campanadas cada vez que se avistan barcoluengos en la mar. También las campanas llaman a los fieles a la oración.

- Se construye el primer molino visto en toda la región, en Campotrigo.

- Los Tully fundan la aldea de Granja Clara hacia el Año 70. Las granjas construidas en esta zona resultan extremadamente fértiles, que con los años se vuelven famosas por sus excelentes cerdos. La pesca en el río es excelente.

- Orilla Azul es uno de los pocos pueblos de la zona que se mantiene incondicionalmente leal a la Casa Tully. El Mayordomo de Orilla Azul tiene un hijo en el Año 78, es bautizado ante los Siete con el nombre de Probis.

- Hacia el Año 59 comienzan a verse las primeras casas de lo que un día será Solaz del Soldado. Muchos de los dueños de esas casas son antiguos mercenarios, guerreros, soldados y cazadores de hombres. Desde Sept de la Bahía se predica contra la perversidad de estas gentes, cuya presencia es muy mal vista cuando van a otras localidades.

- Los Oakenshaf, una casa noble menor, prosperan enormemente en Casagrande. Se les tilda despreciativamente de caballeros-mercaderes por su riqueza. Los Oakenshaf se mantienen neutrales en las tensiones entre la Fe (con el soporte de los Lefford, y por tanto los Lannister) y los Tully (que tratan de recuperar el favor del Trono de Hierro a lo largo de estas décadas).

- Hacia el Año 62 se constata la presencia de un creciente pueblo en lo que un día será Casa Amable. Es la conjunción de colonos procedentes tanto de las Tierras de los Ríos, como de las Tierras de Occidente, e incluso algunos del Dominio. Las tierras son ricas y fértiles.

- En el Año 75, Ser Osmure Oakenshaf funda el pueblo de Corral de la Encina.

- Brom, un campesino de fuerza y carisma legendarios, funda la aldea de Cabaña de Brom en el Año 60.

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25/11/2013, 04:53
[RIP] Plumby el Flechero.

AÑOS 48 A 78 DINASTÍA TARGARYEN, TIERRA DE LOS RÍOS.

Antepasados:

Tátara: 0 - 20 : Joseph, pastor ándalo. Rubio, piel blanca. Bien fornido. (Rumores: sobreviviente en la Tierra de los Ríos). Gobernante: Harren el Negro. El primero de los señores que desertó de Harren fue Lord Edmyn Tully.

Tátara: 21 - 40 : Robin vallelargo: Rubio, piel blanca. Llamado así por ser uno de los primeros habitantes en la Tierra de los Ríos. Aprende a fabricar arcos y flechas. Se refugia en los bosques. (Rumores: superviviente en el bosque). Gobernantes: Aegon I (el conquistador), sucesor Aenys I. Después del conflicto, el príncipe Aegon elevó a Lord Edmyn a Señor de las tierras de los Ríos y exigió a todos los señores locales que juraran lealtad a la casa Tully.

Tatarabuelo: 41 - 60 : Barnsdale: Rubio, piel blanca. Muere joven. (Rumores: un cazador lo mató al enamorarse de su mujer, el hijo puede ser del cazador). Gobernante: Maegor I (el cruel), Jaehaerys I (el conciliador).

Bisabuelo: 61 - 80 : Loksley ojo certero, se hace famoso en la caza con el arco largo regalado por un cazador.  Este arco va pasando de generación en generación como un trofeo o reliquia familiar. (Rumores: fue enseñado desde pequeño por un cazador, puede ser hijo del cazador). Gobernante: Jaehaerys I (el conciliador).

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25/11/2013, 17:26
[OUT] Maestre Ammon.

Elanna, hija de Rashira, llamada Látigo, hija de Dovvas, llamado Arco, hijo de Eddar, llamado Lanza. Madre de Ammon.

     Año 76 después del desembarco del Rey.

     Garra Roja, la fortaleza de los Sectaryon.

 

     La joven muchacha agitó bruscamente sus caderas desnudas mientras atraía la cabeza del enorme soldado hacia sus pechos. El hombre gimió, asiendo con sus labios el sonrosado pezón derecho, y comenzó a chuparlo con frenesí. Entonces la muchacha ralentizó el ritmo de sus movimientos y comenzó a cabalgar al hombre con más lentitud.

 

     –Mi duro soldadito –murmuró mientras gemía–. Mi duro y grande soldadito…

     –Conseguiré que te instalen en Garra Roja, puta –dijo el hombre a duras penas. Después regresó al pezón.

     –¿Podrías hacer eso por mí? –La muchacha dio varios giros circulares y después volvió a acelerar–. Te estaría taaaan agradecida, soldadito…

     –No soy un soldadito, puta. Soy un Ser. Y el jefe de la guardia del Lord.

     –¿Esta enorme y dura espada que me atraviesa es la del jefe de la guardia del Lord?

     –Y más que te va a atravesar. Gírate.

 

     La muchacha se volvió, dando la espalda al hombre. Tomó la callosa mano izquierda del guerrero y la dirigió hacia su sexo, mostrándole cómo debía acariciarlo. La otra la condujo hasta su pecho y le invitó a pellizcarlo. Por fin, alzó ambas piernas poniéndolas en cuclillas sobre el camastro y comenzó a moverse arriba y abajo, haciendo gemir de nuevo al hombre.

 

     –Esto… es… buenís...

     –Me encantaría tanto conocer al Lord –murmuró la muchacha. Su respiración se aceleró–. O a su hijo.

     –No ibas a conseguir nada de ellos, puta. Lord Lanke es un anciano y nunca ha sido un putero. Y su hijo es todo un Sectaryon, cruel y tragasables. No le gustan los coños. Pero a mí sí me gustan…

     –Podría servir a sus mujeres. Sé hacer otras muchas cosas…

     –Si todo lo haces igual de bien, serías Reina en lugar de puta. Ellos no… oh…

     –¿Oh…?

     –Eso que haces me mata…

     –¿Ellos no, qué?

     –Ellos no te aceptarían como sirvienta. Son muy paranoicos. Jamás lograrías acercarte a sus mujeres. Pero por mi padre que vivirás como una diosa en Castillo: mi espada tiene mucha hambre, y creo que eres la mejor vaina donde la he guardado en toda mi vida, puta.

     –Eso es una mala noticia –dijo la muchacha, volviéndose de nuevo. Ralentizó su ritmo, aunque sus movimientos se tornaron más violentos. Se meció hacia delante, acercando la boca a la oreja del hombre a quien mantenía al borde del éxtasis desde un minuto atrás–. Una mala noticia.

     –Calla… y… sigue… puta.

     –No me llamo Puta, idiota. Me llamo Daga.

 

     La sangre del hombre brotó al tiempo desde su cuello y desde la base de su sexo. La hoja rasgó desde la tráquea hacia fuera, seccionando las cuerdas vocales e inundando de sangre los pulmones. Después, ambos cuchillos cayeron sobre el pecho: el primero detuvo el corazón, el segundo seccionó la aorta.

 

     La mujer se limpió con cuidado. Retiró las dos dagas y abandonó la habitación atravesando la ventana.

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25/11/2013, 17:30
Ser Baltrigar "el Traidor".

AÑO 71 DE LA DINASTIA TARGARYEN: Bastión de las Tormentas.

Halbert Baratheon, nieto de Orys Baratheon y Argella Durrendon (hija de Argilac, último Rey Tormenta). 49 años.

Nacimiento de Stanly Baratheon. Antepasado directo por línea paterna de Ser Baltrigar.

Halbert caminaba de un extremo a otro de la estancia. Estaba nervioso y los criados podían intuir el ánimo de su Señor. Hacía tiempo que no se sentía así. Habían pasado muchos años desde la última vez que empuñó un arma, y aunque la sensación era tremendamente distinta, sentía una ingente cantidad de nervios. Su hijo Erick aún no había regresado, pero la mujer de éste estaba en la habitación contigua gritando de dolor. A punto de traer a su nieto al mundo. Su primer nieto.

En cierto modo Halbert se alegraba de que su nieto fuera a nacer bajo el reinado de un rey como Jaehaerys. Alguien sabio y que había abogado por la paz. Sí, Halbert fue un gran guerrero, pero nunca estuvo a gusto con los métodos de Maegor. Su sucesor, Jaehaerys, sí había sido un Rey digno, por el que hubiera muerto empuñando un arma. Pero por suerte no había sido necesario.

Erick estaba lejos, sirviendo como Guardia del Rey. Honor que había ganado en parte en combate y en parte en herencia por la reputación de su padre Halbert. Fue Erick quien envió a Lena, su mujer, a Bastion de las Tormentas. Sólo para el parto. Y no fue porque desconfiara de palacio, o porque preveyera tiempos problemáticos. No. Erick aceptaba tener que pasar sus días en palacio protegiendo al Rey, pero no era una vida que le gustara para sus hijos. Nunca había sido así. Las mentiras, traiciones, susurros y tejemanejes de la política no eran de su agrado, y nunca quiso que su hijo se criara en ese ambiente. Por eso envió a Lena a Bastión de las Tormentas, junto a su padre Halbert.

Por eso Halbert estaba tan nervioso. Había mandado avisar a Erick de que Lena se había puesto de parto, y su hijo, con permiso del Rey, se había ausentado unos días para asistir al parto. Pero no llegaría a tiempo.

Un nuevo grito de dolor sacó a Halbert de su ensimismamiento. Dirigió su vista hacia la puerta y un par de los criados agacharon la cabeza instintivamente. Su señor siempre se había portado bien con ellos, pero después de todo era un noble y no querían incurrir en su ira.

Todos los sentidos de Halbert se pusieron en alerta cuando escuchó otro grito... un llanto más bien. Una de las parturientas que asistían a la comadrona abrió la puerta y se asomó para dirigirle unas palabras:

- Es un niño Señor. - Casi musitó con una sonrisa. - Todo ha ido bien. Está perfectamente sano. En unos segundos podrá entrar. -

- ¿Y la madre? ¿Está bien? - preguntó Halbert. Sabía que su hijo amaba a aquella joven con locura.

La joven asintió y volvió a entrar en la habitación cerrando la puerta tras de sí.

Un suspiro de alivio surgió de los labios de Halbert. Otro vástago. Otro Baratheon. Un heredero. Sí, sin duda el reinado de Jaehaerys estaba siendo bueno. Muy bueno para él y su familia.

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25/11/2013, 17:39
[RIP] Bethan "Caratorcida".

AÑO 53 DE LA DINASTIA TARGARYEN, BOSQUE DE LOS SECRETOS:

Se tumbó sobre la mesa, obediente. Era el mundo en el que había crecido, lo único que conocía, y todo aquel dolor le era normal. No había motivos para recelar. A su izquierda se sentaba Ulha. Desde hacía unos meses, el niño había empezado a ver de manera distinta a su hermana mayor. Ulha representaba lo desconocido, los misterios de las mujeres jóvenes. La única chica del bosque y, por tanto, del mundo conocido. Saltaría sobre ella si no fuese el doble de alta y le pudiese retorcer el brazo cada vez que jugaban. Tampoco tenía muy claro qué hacer después de eso.

Ulha abanicaba el incienso para que llegase a la nariz del niño, que empezaba a adormilarse sobre la mesa. Era importante que los músculos estuviesen relajados para recibir el veneno. La tensión hacía que los estudios de la vieja no sirviesen, y que hubiera que repetirlos. Repetirlos en su conejillo de indias humano.

La vieja se acercó por la derecha, con un canasto. Nada que preocupara al muchacho. Era lo normal. La anciana levantó la tapa de la cesta y sacó una víbora, bien cogida por el pescuezo. Al chico las serpientes le daban miedo. Cerró los ojos para mantenerse relajado, poco antes de notar dos afilados colmillos en su mejilla. Notaba cómo su cara se hinchaba.

Algo extraño pasó después. Ulha, la bella Ulha, se subió también a la mesa. Se subía la falda hasta las rodillas, hasta los muslos, sentada sobre él. Se... contorneaba. Como bailando. Sintió calor bajo las faldas de Ulha. Turbado por el incienso y el veneno, trató de coger la cintura de la chica torpemente, y de un manotazo su hermana le recordó que seguía siendo el doble de alta... más fuerte... Sintió una mezcla de convulsión y placer. Luego se quedó dormido.

A la mañana siguiente, el niño convertido en hombre estaba en el exterior de la cabaña. La vieja le había vestido con una túnica con capucha. Era el gran día para el que le habían estado preparando. El día en el que aparecería una señora y se lo llevaría del bosque para siempre. Ulha no estaba para despedirse. Pasaron las horas. El muchacho quería sentarse. No quería esperar de pie. Pero la anciana era intimidante.

La figura de negro apareció tras unos árboles, a lo lejos. Se iba acercando y haciendo más grande. Años más tarde no recordaría las palabras exactas que intercambiaron la desconocida y la vieja. Solo recordaría el momento en el que su madre le quitó la capucha y miró por primera vez la cara de su hijo después de diez años. La reacción de aquella mujer al ver la fealdad de su hijo fue llorar. Desconsoladamente. Aquella mirada de tristeza, aquellos ojos enrojecidos con lágrimas de vergüenza... Un recuerdo grabado a fuego.

Para acrecentar la repulsión, durante años la anciana le inyectó mil venenos para que se le hinchase la cara. Para que fuese más feo y amorfo, si es que eso era posible. Y trató de convencer a la madre para que lo dejase en el bosque, un sirviente para toda la vida en la cabaña de las brujas. Un fracaso que esconder ante los ojos de los habitantes del fuerte Varl. Uno de los Dioses Nuevos era la Madre, y aquella mujer actuaría como tal. La bruja estaba contrariada, pero no era su intención romper un antiguo pacto, solo hacer que ella lo rompiese.

Su madre volvió a colocarle la capucha, escondiendo su rostro. Le agarró de la mano. Echaron a andar. El chico miró atrás. Un último intento de ver la cara de Ulha, quizás espiándolos tras una roca o un árbol. No apareció. Él ya no le servía. Porque su única función ya había sido cumplida.

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25/11/2013, 17:43
[RIP] Nana la Comadrona.

AÑO 54 DE LA DINASTIA TARGARYEN, BOSQUE DE LOS SECRETOS:

 

Fue niña. El hijo de Ulha fue una niña.

Hermosa como la madre que la parió.

Si hubiese salido al padre cara de piña,

abuela y nieta no le darían su amor.

 

Como es costumbre en un recién nacido,

la más anciana tira las tabas al cuenco

para que los Viejos Dioses digan el sino

que regirá la vida del pequeño bebé luego.

 

¡Oh, desgracia! ¡Oh, desdicha! ¡Perdición!

La anciana descubre que sobre su bisnieta

pesa una gran maldición: todo hijo varón

será deforme por pecados de carne muerta.

 

Ulha sujeta su brazo, y trata de calmarla.

La vieja ha recordado de niña lo ocurrido:

el cadáver del río, los temores en su casa

y el asesino por los Dioses Viejos maldito.

 

Del sopor y la culpa, la vieja bruja se muere.

Ha aprendido demasiado tarde la lección:

cuando maldices a alguien, sea quien fuere,

a los tuyos siempre ha de volver la maldición.

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25/11/2013, 20:06
Ser Madrigal Oakenshaf-Casagrande.

Año 78 desde la conquista de Aegon. El Dominio. Puenteamargo y Casa Amable. Orbert Caswell, bisabuelo de Ser Madrigal. Gwendolyn Caswell, abuela de Ser Madrigal.

A sus sesenta y cinco años de edad lo único que le quedaba a Hurlo Caswell, Maestre de Puenteamargo, acerca de Orbert Caswell eran aquellos ajados pergaminos en los que había ido escribiendo sus anotaciones a modo de diario. De vez en cuando los ojeaba, pensando qué habría sido de aquel Joven Centauro. Le había perdido la pista hace más de diez años cuando cruzó el Mar Angosto en busca de sangre que derramar en las Ciudades Libres. ¡Aquel que podía haber sido uno de los más grandes caballeros de Poniente relegado a un sanguinario mercenario! Ladeó la cabeza y emitió un sonoro chasquido, como hacía siempre que algo le disgustaba.

Año 48.- Orbert sigue creciendo fuerte y sano. Su madre es peor que un dolor de muelas pues no me deja a solas con el chiquillo ni un momento. Ha renunciado a su pasado de tal manera que pretende que su hijo no se parezca en nada a su abuelo materno, por lo que no le cobija siempre bajo su sombra. Trata de borrar en él toda traza de la sangre del Hierro lo cual, desde mi humilde opinión, es un error.

Año 51.- Afortunadamente Ser Clayton ha accedido a que inicie la formación de Orbert ahora que ha cumplido los siete años. Por fin podré observarle lejos del brazo protector de su madre. No aprecio en él nada que pueda decirme que sus capacidades sobrepasan las naturales excepto por el buen hacer que demuestra con los animales. Los perros le obedecen sin rechistar, incluso aquellos que  son medio salvajes y locos. Los cuervos lo adoran, tanto que cuando abandona mi despacho no paran de mentarle: Orbert, Orbert, Orbert… Me van a volver loco con sus chirriantes  graznidos. Pronto empezaré a darle clases de equitación y tengo esperanzas de que llegue a ser un caballero sin parangón, haciendo honor al blasón de nuestra amada casa: Centauro de oro sujetando un arco sobre campo de plata.

62.- Durante el torneo celebrado por el tetragésimo aniversario del nacimiento de Clayton, la participación de Orbert ha sido espectacular. Muchos lo llaman ya el Joven Centauro, tal es su dominio de su montura. Con sólo dieciocho años ha derribado en las justas a caballeros mucho más mayores y experimentados. Parece uno solo con su caballo que, al parecer, le obedece con una leve inclinación de su cuerpo.

64.- Orbert está intratable desde que ganó el torneo. Su soberbia y prepotencia clama a los Siete. Con el dinero del torneo adquirió unas tierras en Casa Amable, ese pequeño asentamiento en auge, casándose con una Lefford a la que cortejó durante todo el torneo. Le cautivó con su melena rubia y rizada y aquellos ojos verdes esmeralda. Acaban de tener una hija, Gwendolin. Ser Clayton, su padre, me ha dado permiso para acudir a Casa Amable y tratar de convencer a Orbert para que vuelva a Puenteamargo, con su familia.

65.- Los acontecimientos se han precipitado de una manera que jamás podía haber pensado. Orbert ha enloquecido. Su sed de sangre no se sacia en una época tan pacífica como las que nos ha tocado vivir. Habría sido el mejor caballero de todo Poniente si hubiera tenido un lugar donde demostrarlo que no fueran torneos de mala muerte. Pero quién iba a decir que podría haber cometido un acto semejante. Matar a su esposa y a una de sus hijas, con tan sólo dos años de vida. La sangre que corre por sus venas está maldita y, a pesar de que Gwendolyn ha sobrevivido, siendo tan sólo un bebé, debo acabar con ese linaje. Nadie sabe que su padre no pudo encontrarla, así que la llevo a las Hermanas Silenciosas para que la tomen como septa. De esta forma me aseguro de que, sin condenar mi alma, la sangre de Gylian Farwynd, el León Marino, queda extinta para siempre.

Quede este manuscrito como única prueba de ello.

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25/11/2013, 20:51
Escudero Horace Crakehall "El Enanito".

Año 53 de la Dinastía Targaryen, Reinado de Jaehaerys I. Refugio Quebrado

Ancestros de Horace Crakehall: Ser Bettor Crakehall y su hijo Hador Crakehall

El sol brillaba en lo alto en aquella mañana veraniega. El joven Hador montaba junto a su padre, a lo largo de las praderas al este de Refugio Quebrado. Era un día espléndido para un paseo entre padre e hijo, que disfrutaban la tranquilidad de estos días de paz. El hijo era fuerte y recio como el padre, todos decían que se asemejaban mucho, aunque las barbas del padre hace ya tiempo que encanecieron y las del hijo a penas comienzan a crecer en un tono castaño claro. Ambos comparten los ojos fieros y decididos, la postura erguida y temeraria sobre el caballo, la voz profunda y dura.

Tras el gratificante paseo, el padre, el hijo y los hombres que los acompañaban regresan, entre conversaciones y risas, al hogar de los Crakehall. Allí, aquella noche les esperaba un banquete, pues era ni más ni menos que el quincuagésimo cuarto día del nombre de Ser Bettor. Aquella noche cenaron carne de caza, jabalí asado con frutas dulces y vino especiado, y para terminar unos deliciosos dulces hechos por el repostero mayor de la Casa. 

Fue sin duda una gran noche, una noche en la que los bardos cantaron canciones de viejas guerras, tocaron música para los presentes y la comida y el vino corrió a raudales. La noche fue larga para los Crakehall aquel día, fue un evento para recordar, donde varias partes de la familia se encontraron, y hubo tiempo para amistades y viejas riñas, y antiguas y nuevas bromas, para presentar a nuevos parientes que aún no se conocían y para rememorar los encuentros de los viejos.

Aquella noche acudieron también las esposas y las hijas, y se hablaron de los futuros y los matrimonios, de los noviazgos y los viajes. Se rezó a los Siete por la buenaventura de los Crakehall, se brindó por el buen nombre de la casa y por los señores Lannister de Roca Casterly que les daban su favor. Así la noche tocó a su fin con hombres embriagados, niños somnolientos y mujeres risueñas. Con el último grito de "Ninguno tan fiero" los Crakehall alzaron sus copas y brindaron por última ocasión aquel día y regresaron a sus aposentos.

Ser Bettor Crakehall estaba contento aquel día, y tras dar un suave golpe en el hombro a su hijo y mandarlo a dormir condujo a su mujer de la cintura hasta su alcoba. Al llegar, cerró la puerta con brusquedad, pero no con enfado. Su mujer soltó una risa mientras el marido la lanzaba contra la cama. Como una fiera pareció lanzársele, desabrochando torpemente su corpiño y quitándole después el vestido, imcomprensiblemente sin dañarlo. Arrojó las ropas a un lado y dejó que su mujer le quitara sus vestiduras hasta quedarse simplemente con los pantalones de cuero y sus botas. Él la contempló con su camisón blanco de algodón y la pasión le inflamó las entrañas.

Aquella noche la pasión devoró a Ser Bettor, que incontables veces volvía a tomar a su mujer, hasta finalmente quedar ambos rendidos. Cerró los ojos con una sensación de gran felicidad, sentía que ya nada podía irle mejor. Había bebido un gran vino, degustado una gran comida, se había enorgullecido de un valiente vástago y había fornicado con su maravillosa mujer. Sí, sin duda aquel día durmió como nunca había dormido.

Al día siguiente, el Maestre de la casa acudió con premura a la cámara de Ser Bettor. Su mujer decía llevar tiempo tratando de despertarle pero este no respondía. Al llegar, ella le zarandeaba, vestida sólo con su camisón, mientras él yacía entre sábanas impávido. Estaba pálido, con los labios lívidos que guardaban una sonrisa perpetua.

Ser Bettor Crakehall había muerto mientras dormía, de una apoplegía según aseguraba el sabio Maestre. Su hijo se mantuvo firme en su funeral, a pesar del duro golpe que para él suponía. Llegaron respetos de varias partes de Occidente, de sus amigos y allegados, de sus familiares y señores. Todos recordaron a aquel hombre recio que montaba a caballo. Todos lloraron la pérdida de tan noble guerrero y de tan honorable caballero. Ante su última morada todos entonaron: "Ninguno tan fiero".

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25/11/2013, 20:54
Haudrey Ríos, el Bastardo Rencoroso.

Año 54 de la Dinastía Targaryen, Aguasdulces:

Finalmente, el reinado de Maegor había llegado a su fin. A pesar de que Lord Randyll Tully nunca se consideró precisamente un inocente infante, había que reconocer que el rey había sido un verdadero cabronazo. El apelativo de "Cruel" le venía que ni pintado, y le acompañó hasta el momento de su muerte... Empalado en el Trono, según decían. Padre había muerto no mucho después, quizás por la edad, o por el disgusto de la muerte de Maegor al pensar que las Tierras de los Ríos quedarían desprotegidas, a merced de la Fe del Guerrero, y de los Hombres del Hierro. 

Por ello, a él le tocó asumir su papel al frente de la casa. Y, contra todo pronóstico, Jaehaerys no resultó ser un alfeñique como el segundo rey Targaryen, sino que supo resolver con la pluma lo que Maegor no logró terminar con la espada. Randyll era un guerrero, y por más que lo intentaba, no podía evitar ver a un maestre ocupando el Trono de Hierro. Aquello era en cierto modo indignante, pero por otro lado estaba la cruda realidad. Había pacificado los reinos. Habían vivido casi seis años de paz, y no parecía que en el futuro eso fuera a variar. Incluso los malditos piratas y salvajes de las Islas del Hierro parecían estar calmados, cosa rara en ellos. 

Y ahora, a los guerreros como él no les quedaba más que engordar en sus salones, a la espera de que algo cambiara. Pero una pequeña parte de él deseaba que nada ocurriese. Que sus hijos pudieran conocer la paz que él no vio en su infancia, y que sus tierras prosperaran. Que las gentes de los ríos pudieran cultivar y pescar en paz, sin temor a fuerzas invasoras.

Quizás no era tan guerrero como le gustaba pensar. 

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26/11/2013, 00:29
Ser Orsey Crakehall.

Año 53 de la Dinastía Targaryen, Reinado de Jaehaerys I. Refugio Quebrado

Nilda Crakehall, Antepasada por parte parterna de Orsey

Tras el funeral de su hermano, Nilda observaba a las Hermanas Silenciosas hacer su trabajo cuando su mirada se encontró con el joven Hador, quien aguantaba el tipo con un rostro impasible al dolor y soportando todas aquellas (casi todas) palabras de pésame por parte de los lameculos de turno. El lema de su casa resonaba con fuerza en su cabeza, como si aquellas paredes aún retuvieran el eco de las que serían las últimas palabras que Bettor escucharía: "Ninguno tan fiero". Sonrió mirando a su sobrino, orgullosa, y se retiró a sus aposentos.

Una sensación de soledad le invadió entonces, en la cama. El sabor amargo de las lágrimas le recordó a la pérdida de su padre, Ser Uther, quien había tomado el negro hacía ya muchos años. Recibieron la carta del maese que todavía podía recitar de memoria, informándoles de su muerte. "En un impulso, y movido seguramente por el amor que sentía hacia su familia, Ser Uther intentó romper el juramento que le unía al Muro en un intento por bajar hasta el Tridente a combatir...". Volvía a sentir en su interior ese vacío de la pérdida de un ser querido, ese vacío que la quemaba por dentro...

Pero pronto su sobrino apareció de nuevo en sus pensamientos, y recordó que ahora era el heredero de la casa Crakehall. "Ninguno tan fiero", volvió a recitar antes de dormir. Hador era había sido un buen niño. Sería un buen hombre y un mejor líder de la familia.

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26/11/2013, 03:23
Ser Trycian de Dorne.

Año 77 de la Dinastía Targaryen, Lanza del Sol.

Ser Tryller Martell, Hijo de Lord Tryndor.

Los cirios queman su combustible mientras desprenden su tenue luz, la que se suma con las otras mil pequeñas llamas presentes en la habitación para crear la iluminación de la estancia donde descansa el cuerpo del Príncipe. Me mantengo delante del sarcófago, apesumbrado mientras las plañideras lloran a sus anchas el deceso del soberano. Era primo de mi padre y la peste se lo llevó sin esposa y sin hijos que heredasen el trono de Dorne, por lo que es en mí en quien recae la responsabilidad. Su único hermano había muerto durante las campañas de Maegor el Cruel y no hay más herederos que mi padre, quien está postrado hace dos años por culpa de la edad, pues a sus setenta años, es uno de los hombres más viejos de Lanza del Sol.

Ha sido un buen hombre y ha defendido el nombre de la Familia Martell con honor y valentía. Ha demostrado que somos hombres de confianza y que somos completamente fieles a Dorne y a los Rhoynar. Mi padre ha gobernado sus tierras con justicia y lealtad absoluta hacía los Príncipes. Ha sido uno de los nobles más amados de la nación.

Aun es el Señor de nuestras tierras, pero a su muerte seré yo el Lord, aunque antes seré Príncipe de Dorne. No sé si estoy preparado para ello. Fui investido como caballero desde los diecisiete años y ahora, a los veinticinco, seré el hombre más poderosos de entre los Rhoynar. Es un gran honor, pero también una gran responsabilidad.

Me acerco al cuerpo sin vida del otrora gobernante y le miro con cariño. Mi padre me dijo que era un buen líder y que muchos le querían. Yo no sé si tengo el amor de la gente, pues solo me han visto en torneos y cosas sin mucha importancia. El Rey Jaehaerys I no ha atacado Dorne en todos los años de su reinado, a pesar de contar con más dragones de los que tuvo Aegon el Conquistador y sus hermanas guerreras. Han sido años de paz y prosperidad para las gentes de esta tierra, lo que nos llena de felicidad. Lamentablemente, así como cambian los gobernantes de un día para otro, la paz tiende a ser igual de variante y efímera.

 - "Ayúdame y guíame, Príncipe Elyser, aun después de partir de nuestro lado. Necesito tu consejo y el de todos nuestros ancestros."

Mis palabras son solo para él y sus oídos muertos. Mi deseo más íntimo es que mis palabras atraviesen el velo y lleguen a ser escuchadas por las almas de nuestros antepasados, Príncipes y Princesas valerosos y orgullosos, capaces de encarar a los dragones de frente y sin temor. Daría cualquier cosa por poder guiar a mi pueblo de forma tan legendaria como han hecho ellos.

Mi padre muere en el castillo mientras yo celebro a los muertos en el Sept. Me pongo de pie pues ya tengo completamente claro lo que debo hacer. Asumiré el trono de Dorne y desposaré a una mujer que me ayude a llevar este país. Tendré todos los hijos con los que los Siete bendigan mi matrimonio y seré justo y sensato hasta el último de mis días, momento en el que uno de mis herederos tomará mi lugar y guiará a esta gente con tanto valor y sabiduría como la Reina Nymeria lo hizo una vez desde el otro lado del mar.

Doy la espalda al cadáver y me dirijo hacía la entrada del Sept, para salir y enfrentar todo el deber que tengo por delante y que no puedo rechazar. La sangre me obliga y el deber me honra. Soy Tryller Martell, Príncipe de los Rhoynar, Señor de Dorne y mi tiempo ha comenzado.

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26/11/2013, 19:10
Cicatriz.

 Janus Nieve, hijo de Biatrix Herlaw. Abuelo de Caster.

     Año 68. Torre Angosta, antiguo bastión de los Svensson, ahora reacondicionada por los Reed como bastión defensivo.

 

     Bran Nieve, el herrero, golpeaba una y otra vez los remaches con que trataba de unir la empuñadura de madera al cuerpo principal de la gigantesca arma mientras el muchacho le daba aire al fuego con el viejo fuelle. El calor era insoportable, lo cual era poco más que palabras vacías allí, en el Norte: ningún fuego calentaba lo bastante. El muchacho miraba embelesado la pesada y tosca pieza de metal, ennegrecida y fundida en gran parte, para disgusto de su maestro Bran.

     –El fuego. El fuego, niño.

     –Perdón, maestro herrero.

     –Perdón, perdón. A la mierda con el perdón. Yo lo que quiero es que atiendas el jodido fuego, niño.

     –Sí, maestro. ¿Ésta... –el muchacho dudó–. ¿ésta es la maza de mi madre?

     El herrero dejó su martillo sobre el banco y tomó un lienzo húmedo, con el que enjugó su sudor.

     –No es una maza, Janus. Es una "Estrella de la Mañana". ¿Ves las puntas ahí? –dijo señalando la gruesa bola que coronaba el arma.

     –Veo un par de ellas. El resto son sólo muñones.

     –Muñones o puntas, una maza no va coronada con toda esa parafernalia.

     –¿Por qué está ennegrecida?

     –No lo sé. Nadie lo sabe. Si tu madre Biatrix supiera decir algo más que esos balbuceos inconexos que tiene por lengua, a lo mejor podría aclararnos algo el asunto. –El hombre se mesó la barba.– Pero no cabe duda de que un fuego muy intenso debió derretir y endurecer ese acero.

     –¿Fuego Valyrio?

     –¿Qué sabrás tú del fuego Valyrio, niño? No, el fuego Valyrio es sólo fuego. Más pegajoso de lo habitual, y capaz de alimentarse del agua, pero fuego.

     –¿Aliento de Dragón?

     Bran Nieve asintió con una mueca.

     –Probablemente. –El herrero tomó de nuevo el martillo–. Nunca he visto un Dragón, pero dicen que su calor no es de este mundo. Sea como fuere, endureció el metal como nunca antes he visto: llevo años tratando de fundirlo para reutilizar el material, y no hay manera.

     –Y por eso vuelves a convertirlo en un arma.

     –Quizá así pueda venderla.

     Janus asintió, y regresó al fuelle sumido en sus pensamientos mientras Bran renegaba entre dientes.

     Nunca había podido hablar con su madre, ida desde mucho tiempo atrás; nadie sabía otra cosa de ella, salvo que se llamaba Biatrix y que, mientras conservó las fuerzas, asía el viejo saco donde transportaba los restos de una enorme maza que no mostraba a nadie. Ni siquiera a él. Janus intuía que para la mente infantil de su madre el contenido de aquel saco era más importante que su propio hijo. 

     Aquella era la primera vez que veía el arma. Su madre había enfermado, se había debilitado tanto que apenas si despertaba entre la fiebre de tanto en tanto. Y ahora esa enorme maza...

     "Estrella de la Mañana", se corrigió. "Mi Estrella de la Mañana".

     Pero una cosa sí sabía de su madre, aunque ella nunca lo hubiera expresado antes: y era que aquella reliquia les pertenecía a ellos dos, y a nadie más.

     No permitiría que fuera vendida. Eso también lo sabía.

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26/11/2013, 19:51
[RIP] Din el Forestal.

AÑO 53 DE LA DINASTÍA TARGARYEN: Aldea de Aguasturbias.

Phelisantepasado directo de Din el Forestal y Dhur, su hijo.

Once años habían pasado. Once años y Phelis aún sentía de vez en cuando como si su mano estuviera realmente allí. El síndrome del miembro fantasma lo llamaban algunos. Recordaba aquel día como si fuera ayer. Lo pasó mal durante mucho tiempo, aunque contó con el apoyo de su amiga Valeris. Ambos habían sobrevivido, como hacían siempre. A duras penas habían llegado a la edad adulta, y con sus ahora 19 años, a Phelis le resultaba difícil seguir sobreviviendo. No encontraba trabajo. ¿Quién en su sano juicio iba a contratar para nada a un manco? No podía ejercer ningún oficio, ni herrero, ni leñador, ni cazador, ni alfarero, ni panadero... nada. Fuera cual fuera el oficio que intentara, era rechazado. 

Hasta ahora. Valeris trabajaba como doncella en la casa de aquel noble menor, y le había conseguido una oportunidad a Phelis. Uno de los criados había caído enfermo y necesitaban reemplazar su puesto. Les había dado igual que Phelis fuera manco, siempre y cuando hiciera las tareas bien y a tiempo. Y el joven no se lo pensó dos veces. Se esforzó como nunca había hecho en su vida, y tras varias semanas a prueba logró su objetivo. No era un trabajo importante... no era su trabajo soñado, pero ser criado le daba de comer. Portaba el equipaje de los señores, les ayudaba en todo lo que necesitaran, limpiaba, servía la comida... en definitiva, era un hombre para todo.

Gracias a ese trabajo Phelis fue feliz. Incluso comenzó a plantearse el coger valor y pedirle matrimonio a Valeris. Lo había sabido desde siempre... tenían que estar juntos. Él estaba completamente enamorado de ella, y esperaba que ella de él también... a pesar de que le faltara una mano. Pero nunca se había atrevido a decirle nada. Y nunca sabría sus verdaderos sentimientos si no se arriesgaba. Ahora, con un trabajo que la propia Valeris le había conseguido, Phelis se sentía con confianza, un hombre completo de nuevo. Ahora se atrevía a intentarlo.