Partida Rol por web

Cojo el cuchillo y me lo escondo, me pongo en posicion de defensa para cualquier cosa que pueda pasar

Máscara siguió al hombre por los pasillos, memorizando el recorrido por si luego tuviera la oportunidad de recorrerlos de vuelta. Nunca se sabía cuándo se presentaría una oportunidad. Al llegar a la habitación entra con desconfianza, y su mirada recorre toda la estancia. Ese trono de hierro no le da buena espina, pero no dice nada. Todo se parece demasiado a un escenario donde pudieran torturarle de nuevo. Su cuerpo al menos, mientras su Máscara se fortalecía de odio y rencor.

Cuando el hombre comenzó a hablar él se movió por la estancia. Despacio, que pareciera que simplemente estiraba un poco más las piernas mientras reconocía el terreno. Cualquier cosa le sería de utilidad. Un clavo salido, una hierro fuera de lugar. Ellos aún no debían saber que no tenía las manos libres, o habrían vuelto a esposarle.

Miró al hombre con cierta desconfianza en medio de su discurso. Incluso para alguien que no hubiera aprendido a desconfiar como él aquello olía mal. Las piezas ni siquiera terminaban de encajar. Tu nombre no me importa... Pero he usado mis enlaces para darte otra oportunidad. Si algo de lo que salía de la lengua de serpiente de aquel hombre era cierto, estaba claro que no le querían por quién había sido. Y nadie se jugaría nada por alguien si no era por quién era. ¿Qué movía entonces a aquel hombre de manos inseguras? Sin duda no era el altruismo. Él pertenecía a Atlas.

Luego llegó el aluvión de información. Experimentos. Pruebas de alta mortalidad. Nicolai. Vivir. Y entonces el cuchillo.

El primer impulso de Máscara fue lanzarse a por él, incluso separando las manos y demostrando que estaba libre. Es algo que Polk habría hecho. Incluso lanzárselo al hombre directamente a la garganta, como habría hecho Manto con cualquiera que amenazase a los suyos. Testa probablemente habría tratado de tomarlo como rehén... Pero aquello podría ser otra prueba.

Máscara se acercó despacio al arma, con una cautela que Justicia no habría tenido, sin quitar ojo del hombre. Y una vez estuvo a su altura esperó un par de segundos antes de agacharse a cogerlo. Si le estaban dando un arma, poco importaba que supieran que estaba suelto. Probablemente lo supieran desde el principio.

Lentamente buscó con la mirada los ojos del sujeto. Su propia respiración le resultaba confusa, pesada. La presencia del arma en su mano le hacía sentir poderoso. Pero al mismo tiempo le hacía consciente de que aquello a lo que se enfrentaba no era algo que conociera de antes. Tendría que usar lo aprendido a través de todos sus otros nombres si quería salir con vida.

- ¿Por qué yo? - Preguntó al hombre con una voz grave, casi gutural, sin esperar realmente una respuesta.

Tomo el cuchillo en la mano y examino la hoja. Después sonrió.

-Un reto físico e intelectual de cruda supervivencia, ¿eh? Sólo lo más fuertes sobreviven, así que podéis contar con mi triunfo. 

Yo era una persona atenta y precavida como para que cosas de extraña naturaleza me tomarán desprevenida. Apenas perdí de vista el mendigo para ocuparme de mis cosas cuando una sensación de peso me puso en guardia al hacer unos pocos pasos, acto reflejo me gire, más era un desperdicio ya, puesto que el sujeto había desaparecido quizás para siempre. Con una sonrisa en el rostro guarde la nota luego de pensar hasta el último detalle.

Tuve que tragarme un par de horas en el trabajo y luego pedí licencia, estaba lista para cumplir mi destino. Aún con la desconfianza encima, me tome el resto de la jornada para averiguar el tipo de lugar, los peligros y guardando los datos me presente ya equipada con el cuchillo, un block de notas diminuto con una lapicera no muy llamativa. Era cuestión de que los guardias me creyeran y que el pase no fuera falso. 

Pronto, pronto Atlas estarás bajo mis pies y todos los que intenten frenarme de mi objetivo yacerán con los cadáveres. Me enteraré de que tanto puedo confiar en mis informantes y evaluare que tan leal eres con ellos Marina, Jajajaja. - Lo siento, estoy emocionada por la recompensa - Aclaré porque me miraban como a una loca, probablemente se me halla escapado la risotada.

La noticia cogió por sorpresa a la chica, que respiró hondo al escuchar las palabras del burócrata. - Menos mal... - pensó para sus adentros mientras les seguía hasta llegar a la habitación plana. Torció el gesto dudando de que aquello fuese en serio y se sentó temerosa de lo que pudiese ocurrir...

Entonces escuchó las palabras de aquella voz: hablaba de si misma en femenino así que debía de ser alguna mujer. No sabía si eso la tranquilizaba o no. Pronto comenzaron las 'acusaciones'. ¿Hasta qué punto conocía Atlas sobre ella? Su test no había servido de nada, entonces. La angustia duró hasta que la mujer dijo que no le importaba su historial y dejó caer un cuchillo frente a ella. Realmente no entendía nada, pero cogió el arma como si fuese oro. Si tan real era el peligro que allí iba a correr realmente valdría más que el propio metal dorado.

Asintió al aire y se sintió estúpida porque no sabía si aquella mujer la estaba viendo o no. - Gra...gracias por la información. Tendré cuidado en las pruebas. - le daba terror saber en qué consistían... pero tenía que dar lo mejor de si misma - ¿A dónde debo ir ahora? -

El hombre te mira sonriendo y te responde. Parece deseoso de hablar y que ha pensado lo mejor de ti- Mi nombre es Arthur, he trabajado durante veinte años en una fábrica del sector J. Hace menos de un año tuve un accidente y perdí, junto a parte de mi cuerpo, mi trabajo. Ahora mi familia no tiene para comer y no he encontrado otra salida que este absurdo experimento.

Antes de que puedas responder la puerta se abre y entra el secretario acompañado por tres guardias -Ambos habéis sido seleccionados. Tu irás conmigo Reina. Tu con ellos -dice el burócrata señalando al hombre y a dos de los guardias de seguridad.

Salís al pasillo y os alejáis del otro candidato, recorriendo nuevamente las instalaciones bajando más pisos. El camino acaba junto a una gran puerta que tu guía abre para que entres.

La habitación es amplia y sencilla, pintada entera de blanco. En ella solo hay una gran trono de hierro, justo en medio de la estancia.

Reina, sentaos. Es un orgullo para mi que una persona como tu participe en mis experimentos pues ambas somos mujeres de ciencia. No te engañaré, aún te queda mucho por aprender y puede que no salgas viva de esta pero, si lo haces, te pondré a trabajar a mi lado, codo con codo. Os enfrentaréis a mis mayores creaciones y a otras pruebas, trata de ayudar a tus compañeros pues toda ayuda es poca, aunque puede que algunos de ellos traten de asesinarte. Puede que te interese buscar a dos de ellos, Endor y Grar. Toma este cuchillo y mucha suerte, tengo grandes esperanzas respecto a tu intervención en esta investigación. -concluye una voz que no sabes de donde sale. Frente a ti, por un agujero que se abre en la pared, surge un pequeño y afilado cuchillo.

Marina sonríe a la mujer, comprendía su situación, y comenzaba a ponerse tensa. Quizás no hubiese sido buena idea venir a este lugar después de todo. Iba a decirle su nombre en respuesta a su clara pregunta cuando las personas entraron.

Asintió con la cabeza y siguió al secretario, mientras se despedía con la mano de aquella mujer, más preocupada al ver que ella se iba con soldados. Por un instante, lo peor paso por su mente.

Sus temores se hicieron realidad cuando, tras la orden de sentarse, la voz que hablaba le comenzó a hablar con reproches por sus actividades. Necia, ¿como pudo creer que se salía siempre con la suya? Bueno, parecía tener alguna oportunidad.

No mencionó nada, no le iba a dar el gusto de mostrar arrepentimiento o orgullo herido con sus palabras. De forma estoica se puso de píe, mientras repetía en su cabeza el nombre "Julius" para no olvidarlo. 

El hombre te mira sonriendo y te responde. Parece deseoso de hablar- Mi nombre es Mike, he trabajado durante veinte años en una fábrica del sector J. Hace menos de un año tuve un accidente y perdí, junto a parte de mi cuerpo, mi trabajo. Ahora mi familia no tiene para comer y no he encontrado otra salida que este absurdo experimento.

Antes de que puedas responder la puerta se abre y entra el secretario acompañado por tres guardias -Ambos habéis sido seleccionados. Tu irás conmigo Robin. Tu con ellos -dice el burócrata señalando al hombre y a dos de los guardias de seguridad.

Salís al pasillo y os alejáis del otro candidato, recorriendo nuevamente las instalaciones bajando más pisos. El camino acaba junto a una gran puerta que tu guía abre para que entres.

La habitación es amplia y sencilla, pintada entera de blanco. En ella solo hay una gran trono de hierro, justo en medio de la estancia.

Robin, sientate. No te voy a engañar, estás seleccionado porque no le importas a nadie. Eres un paria sin apenas familia o amigos, un parásito de nuestra sociedad que malvive de los esfuerzos de los demás. Seguramente mueras hoy aquí, chico, durante los experimentos, aunque quiero creer que estoy equivocada contigo y eres más útil de lo que pareces. Prepárate pues la muerte acecha en cada esquina, incluso en manos de tus propios compañeros. Coge ese cuchillo y dame un espectáculo digno. Tal vez te interese buscar a una cría endeble como tu, se llama Fiora -concluye una voz que no sabes de donde sale. Frente a ti, por un agujero que se abre en la pared, surge un pequeño y afilado cuchillo.

Firior miro con la cabeza torcida la marcha de ese personaje, él se iba con guardias mientras Firior con el secretario ¿Y aun así ambos eran contratados? No comprendía mucho o mas bien nada, él esperaba una oportunidad de un trabajo mejor y mas cercano por lo que ha luchado toda su vida, incluso contra sus propios sentimientos, pero eso... eso parecía cualquier cosa menos una entrevista de trabajo.

Finalmente llegaron a una habitación donde tal y como se le pidió tomo asiento, estaba frio pero no mas frio que su propia cama.
-Espera un momento.-No sabia a quien dirigirse.-¿En esto consiste ese experimento? Un circo donde nos batimos en duelo y quien sobreviva gana esa estabilidad que un día tuve? ¿Es así? Y quienes son mis contrarios, ¿Fieles a los rebeldes? Fieras modificadas por laboratorios, u otros como yo, para divertir a gente que era como yo.-Era verdad, Firior no comprendía mucho de lo que estaban diciéndole, solo vio su martillo, y entendió que debía sobrevivir y matar, la gran pregunta era por que razón.

-Dame al menos una razón de porque debo matar a otra gente.-Ya lo hizo antes en el pasado, pero siempre con una buena razón, la salvación de la sociedad actual. Ahora necesitaba otra igual de buena.

La jugosa recompensa había atraído a cientos de habitantes, incluida a ti, hartos de su posición social o deseando tomar atajos rápidos para ascender. Atlas había tenido que ofrecer un sistema de transporte pues la zona de los laboratorios estaba alejada de la ciudad por bastantes kilómetros. Por desgracia para ti no estás acostumbrado a tener que recorrer kilómetros para conseguir tu objetivo y, mucho menos, a que no te esperen, por lo que has perdido los transporte y te has visto obligado a caminar durante tres horas hasta que unos policías se han apiadado de ti y te han llevado hasta las pruebas.

Una vez en las instalaciones los burócratas te hacen esperar, discutiendo ante sí puesto que has llegado más de cinco horas tarde a las pruebas y muchos de los que se han presentado ya se han descartado. Durante media hora todo continúa igual, sin que te den una respuesta válida. Finalmente parece que alguien se apiada de ti y un secretario te pide que lo sigas, que has sido seleccionado finalmente pese a tu demora.

Salís a un pasillo y os alejáis de la entrada, recorriendo las instalaciones bajando pisos. El camino acaba junto a una gran puerta que tu guía abre para que entres.

La habitación es amplia y sencilla, pintada entera de blanco. En ella solo hay una gran trono de hierro, justo en medio de la estancia.

Jonathan, siéntate. He estado apunto de dejarte a las puertas pero, por suerte para ti, mis informadores son rápidos y tu historia me ha atraído bastante. Eras un hombre importante que ha caído en desgracia por culpa de terceros. Tal vez esta sea tu única oportunidad de volver a tu antiguo nivel, incluso podrías mejorarlo. Pero no te será fácil, los experimentos a los que vais a ser sometidos son mortales y vuestros propios compañeros pedirán la cabeza de algunos de vosotros. Tal vez te interese buscar a un par de hombres de alto nivel, simplemente para ganar aliados. Uno de ellos es Noah, otro es Owen, aunque te advierto que tal vez te maten al encontrarte. Coge este cuchillo y mucha suerte, te hará falta -concluye una voz que no sabes de donde sale. Frente a ti, por un agujero que se abre en la pared, surge un pequeño y afilado cuchillo.

Vivir. No te pido que mates a nadie, te advierto de que tal vez debas hacerlo. Y que posiblemente tengas que defenderte de bestias -responde la voz justo antes de que de la extraña silla broten unas argollas que te inmovilizan mientras una parte de la habitación, en la que tu estás, descienda hacia algún lugar.

Se agito molesto, sin llegar a comprender esas ultimas palabras.
-¡Que coño!

Me sentía insultádo e indignado quería rebanarle el cuello a esa bocecita.

Pero aun así me levante y cogí el cuchillo lo guarde en mi pantalón y tape el mango con la camiseta. 

y dije:

-¿y ahora que?-dirigiendome a la salida

Ahora duerme -contesta la voz mientras tratas de salir. La puerta está cerrada y comienzas a sentirte mareado hasta que, finalmente, solo ves oscuridad.

Pantera siguió al hombre en silencio, todavía pensativo. Quizá debería haberse encargado realmente del tullido. Algo especial debía tener si había sido seleccionado. Caminó con paso flexible hasta la sala blanca y allí miró a su alrededor desde la puerta, antes de avanzar cautelosamente, buscando con la mirada. ¿Iban a comenzar las pruebas ya?

Mientras se preguntaba esto, la voz habló y Pantera obedeció, caminando con paso lento hasta el trono de hierro y sentándose en él. Dobló una de las piernas, apoyando el tobillo sobre el muslo de la contraria y mantuvo la mirada baja, concentrado en mantenerse impertérrito. En no dejar que sus ojos traslucieran sus emociones. Al escuchar las primeras palabras de la voz, hablando sobre su nombre, su ceja se enarcó levemente. Pero cuando terminó, dejando caer que había visto una pantera en alguna ocasión, no pudo evitar levantar la mirada, buscando el lugar del que salía la voz, con los ojos abriéndose durante un instante por la sorpresa. Habían logrado sorprenderlo y se reprendió mentalmente por ello, mientras volvía a la posición indolente anterior y escuchaba las últimas palabras. 

Le molestó darse cuenta de que su tapadera había caído tan rápido. Por lo que parecía Atlas sabía perfectamente quién se movía en los bajos fondos y lo habían calado desde el principio. Pero no parecía importarles, o quizá eso fuera precisamente lo que buscaban. Quién sabía lo que pasaba por la mente de esos malditos burócratas... Una pequeña sonrisa de medio lado se dibujó en los labios de Pantera al escuchar que Lisa Garra Mortal también estaba en el programa. Había oído hablar de ella, claro, y tener cerca a alguien "de la profesión" sería interesante. Aún estaría por ver si sería una aliada... O una rival. Pero en cualquiera de los dos casos, era una baza a tener en cuenta cuando los experimentos comenzasen. 

Al ver el cuchillo y escuchar las últimas palabras de la voz, Pantera soltó una pequeña risa entre dientes y se levanto, para acercarse al objeto con el mismo paso tranquilo y tomarlo con la naturalidad de quien está acostumbrado a llevar armas blancas encima. Se giró entonces, buscando con la vista alguna cámara a la que dirigirse. - ¿Es espectáculo lo que quieren? - Preguntó, y su sonrisa se volvió afilada y lupina. - Tienen al hombre indicado entonces. - Terminó, mientras se metía el cuchillo en el bolsillo de los pantalones negros, asegurándose de que su forma no se veía desde fuera. 

A pesar de las dudas al rellenar el cuestionario y al escuchar que sabían cuáles eran sus ocupaciones, ahora se sentía de nuevo seguro de sí mismo. Armado. Letal. Poderoso. Una cierta diversión juguetona cosquilleaba en su estómago. Como la de un gato jugando con un ratón, se dijo. Y era así como se sentía. La caza parecía a punto de comenzar y a Pantera sólo le faltaba relamerse los bigotes de pura expectación. 

Venga...¿enserio? ¿Pero qué clase de transporte es este? Es lo que pienso al llegar tarde y percatarme de la caminata que me queda por delante. Trago saliva y reuniendo el valor posible comienzo a caminar.

Cuando veo que los burócratas discuten entre sí hago varios intentos de convencerles de que me permitan el acceso: -¿Sabéis quién soy? ¡Soy Jonathan Salander! Espero que tengáis la suficiente cultura para que mi nombre os suene...¿Y sabéis qué? ¡Yo no lo hice! ¡Se cometió una injusticia que debe ser reparada! Las pruebas sobre la verdad saldrán pronto a la luz...y si estoy aquí es sencillamente para agilizar el proceso. ¿Queréis tenerme como enemigo para cuando recupere mi posición? -aunque por mucho que insista de nada sirven mis intentos aparentemente...hasta que finalmente tengo suerte.

Entro en la sala y me siento en el extraño trono cuando la misteriosa voz así lo pide, y escucho con atención. Sin embargo cuando finalmente calla me quedo mirando al cuchillo, dubitativo, sin moverme todavía. -¿Quién eres? -pregunto con intriga mirando hacia todas partes. -Necesito saber más. ¿Qué pretendes? ¿Cuál es el objetivo concreto de todo esto? ¿En qué consiste concretamente este experimento social? ¿Qué nos sucederá? -dejo un instante de silencio en el que pienso bien antes de hablar y añado: -Y en cuanto al cuchillo...no, gracias. Rechazo consciente y voluntariamente el uso de ningún arma, si tengo libertad para hacerlo. Me juzgan de asesinato, para demostrar mi inocencia tengo que empezar por los detalles. Y gracias por la oportunidad...aunque desearía saber más antes de entrar, si fuese posible.

Escuchas una risa que envuelve la habitación. Poco a poco vas notando como los párpados te pesan cada vez más hasta que, finalmente, la oscuridad se cierne sobre ti.

Quiero que los mates a todos, al resto de los participantes. En esa tarea te ayudarán Noah y Carol, serán tus aliados. Coge este cuchillo y cumple tu cometido. Suerte -concluye la voz que no sabes de donde sale. Frente a ti, por un agujero que se abre en la pared, surge un pequeño y afilado cuchillo.

Señora. Tendrás dos aliados para destruir al resto de los participantes. Sus nombres son Keyla y Carol, encuentralas y haz tu trabajo -concluye la voz. De una pared se abre un hueco por el que cae un cuchillo.

Unos días antes.

Caminabas sin un sentido fijo por la zona pobre de la ciudad, buscando nuevas presas o cualquier otra cosa de interés. El barrio era una zona triste y gris, sucia y llena de basura, el hogar de los trabajadores más pobres o de las personas que fueron apartadas por Atlas o renegaron de ella.

En una esquina encontraste un mendigo, un oficio extraño por estos lugares pues allí nadie ejercía esa labor, aunque era una de las zonas donde el mayor porcentaje de población se dedicaba a mendigar.

Buen señor, deme una moneda -dice el hombre acercándose a una pobre mujer que pasaba por la calle y que no dudó en apartarse de su camino. El mendigo se acercó a ti, ya solos en la zona -Te he estado buscando, Pantera. Mi organización cree que eres el candidato perfecto para hacer un trabajo, algo que sabemos que puede gustarte. Queremos que te infiltres en unos experimentos de Atlas y, una vez dentro, vueles las instalaciones. También deseamos que mates a todos los participantes, con excepción de uno de los nuestros, Carlos, que te ayudará en la tarea. Por último queremos que rescates a un hombre, Julius, llevado allí contra su voluntad ¿y que ganas tu de todo esto? Piensa, si logramos arrasar con Atlas quedará un vacío en el poder, uno que solo podrán ocupar las personas más inteligentes, fuertes y capaces de hacer los mayores sacrificios. Y yo creo que Pantera encaja en ese perfil.