Partida Rol por web

Aquel lluvioso sábado por la mañana recibes un paquete certificado. No viene de tu misma ciudad. Ni del país donde vives.

El sello de origen es de Madagascar. Por el tamaño y forma asegurarías que no contiene un pingüino.

Hay una nota en el interior de un pequeño sobre. La letra es nerviosa y muy poco firme.

Hola, Jacob.
Lo encontré. Al fin, lo encontré. Estoy muy enfermo, mi cuerpo es piel y huesos quebrados, es probable que cuando leas esto, haya muerto. Pero encontré el maldito juego. Es el original. El que lo inició todo. Reúne al grupo y salvad a Cora.
Teo.

De crío eras un tonto del culo. Pero se que amabas a Cora casi tanto como yo. Tráela de vuelta a casa.

Cuando abres el paquete de resistente y duro cartón, aparece a tu vista su sorprendente contenido.

Jacob os reune en su enorme loft de dos plantas. Víctor suele venir con cierta frecuencia, las chicas muy poco. La vida diaria, los estudios, el trabajo y las prioridades de cada cual, os ha distanciado. 

Sin embargo, ha sido suficiente que el prestigioso gamer mencionase a Cora, Jumanji y Teo, en su urgente mensaje, para que ese sábado a media tarde tanto a su melliza, Frances, como a su amor adolescente, Kimy, les faltase tiempo en acudir a la cueva de Jacob.

Y, el destino, hizo que también apareciese minutos antes Víctor, el colega de Jacob, con la intención de instalarle un teclado nuevo con unos switchs que lo iba a flipar.

—Vale. Adiós. 

Le cierro la puerta en las narices al repartidor.  Me tiemblan las manos al agarrar el paquete, una mezcla explosiva entre ansiedad, acojone y excitación.

—Mierda, mierda.  No me atrevo, Ñam-Ñam, tengo que llamarles a todos, hacerlo juntos.  

Ñam-Ñam gira la cabeza al oír su nombre, haciendo esa cosa tan graciosa con las orejas, confundido por el nivel de estrés que percibe en Jacob.  

La nota de Teo no ayuda a tranquilizarme añade una profunda preocupación, una horrible certeza, a la ya explosiva mezcla.

Por supuesto, no puedo esperar tanto tiempo y abro la caja, su contenido sobre la mesa de salón/sala multiusos de mi loft.   Repito el mensaje de voz que les he mandado y me maravillo de lo calmado que parezco.  En él, hasta me rio un par de veces.  En mi mano, la nota que iba con el paquete, no me atrevo a soltarla ni a leerla de nuevo.

Llaman al timbre y pienso que será Frances.  Podría llegar a tele-transportarse aquí por una pista sobre Cora.  

—¡Victor! ¿Qué haces.. aquí ? — mi mirada se desvía hacia la bolsa de la que sobresale el envoltorio de una GeForce RTX 360. —Uh. Entra, entra.  Tengo visita y eso.  Familiares.  Sírvete lo que quieras y me vas instalando eso. Luego ya me dices cuánto es.

¿La verdad? Hace ya mucho que no me molesto en avisar a Jacob antes de ir a su casa. ¿Para qué? Si siempre está ahí. Y hoy, además, tengo muy buenos motivos para aparecerme allí por sorpresa: acabo de recoger en Correos un pedido nuevo alucinante. Es que ni he pasado por mi piso, me he ido directo al loft. Así que ahí me he plantado en su puerta, enviando algunos whatsapps mientras espero a que abra. 

—Eh, tío —saludo y cuando pregunta qué hago aquí, levanto un poco el brazo con la bolsa—. Soy tu jodido Papá Noel. 

Me río y voy pasando para dentro. 

—¿Reunión familiar? Bueno, yo me pongo con esto y no os molesto, tranqui. ¿Va a venir Frances?

Dejo la bolsa en la mesa y los dos paquetes, tratándolos con el cuidado infinito que se merecen. 

—Vas a flipar, te van a volar los dedos sobre estos switches. ¿Has visto la agenda? Tienes partida este finde. —Lo miro mientras empiezo a desempacar la tarjeta—. ¿Tienes una birra?

Apurada como de costumbre así andaba por la vida, no era desordenada con sus cosas pero los horarios de trabajo y los conciertos a veces le complicaban la existencia. De todos modos no pudo negarse al llamado de su hermano, una vez al mes iba a visitarlo para ver si respiraba al menos y le ordenaba el piso porque sentía la necesidad de cuidarlo ya que lo de Cora la destrozó en parte y buscó de alguna manera superarlo, aunque estaba lejos de hacerlo. 

Aún así ella era pura actitud y sonrisas, se había acostumbrado a no revelar lo que sentía por dentro y pese a no saber cuando podía caerse la máscara que llevaba consigo, se mantenía en pie. No obstante como era momento de pasar un rato con su hermano, al parecer había tenido un momento de nostalgia y recibir ese mensaje sí que le había alegrado un poco la existencia, adoraba pasar tiempo con él. 

Una vez se adentró al edificio, no dudó en subir con su café en mano y el bolso lleno de partituras. Frances era de esas mujeres que si la ponías patas para arriba, no caía maquillaje sino notas musicales debido a su profesión. No estaba elegante vestida según su forma de pensar, era del estilo más bien casual, yendo a lo cómodo. Al llegar usó la llave de su hermano, no solía tocar timbre jamás en la vida y cuando vio que estaba Victor, quedó sorprendida. 

—¡Hey Vic! Que guay, estás aquí—dijo al dejar el vaso y el bolso sobre la mesa, así lo saludaba con un beso en la mejilla. luego buscó a Jacob—. ¿Anda por aquí o ya se esfumó? 

Sacó la lengua divertida, imaginando que estaría haciendo alguna cosa con el ordenador. 

—¿Va a venir Frances, va a venir Frances? —me burlo, imitando su tono de voz, mientras deja su preciada carga  

—Si, va a venir, tranquilo —  y me dirijo hacia el rincón donde está la nevera ( y unos fogones nunca usados ).  Oigo tintinear unas llaves en la entrada y luego el crujiente sonido del cerrojo girando.

—Ves, ahí está — digo mientras me hago com unas cervezas y una lata de Monster. Voy para el salón.

—Hola, enana. ¿Una cerveza? —mierda. Demasiado casual. Ahora Frances ya sabe que estoy cagadito de miedo.

De algún lugar cercano se comienza a escuchar el tamborileo de tambores...

Ominoso sonido, demasiado conocido por los mellizos y su amiga Kimy. Os pone los pelos de punta. 

Víctor, a pesar de no saber de qué se trata, intuye que no es algo bueno.

Me río entre dientes cuando Jacob se pone a hacer el mamón, sin darle ninguna importancia. Y al ver aparecer a Frances le devuelvo el beso en la mejilla. 

—Sí, está ahí —digo, haciendo un gesto con la cabeza hacia su hermano.

Pillo una de las cervezas y le doy un trago antes de seguir desempaquetando la tarjeta. En eso que escucho algo raro y miró alrededor. No sé qué es, pero da como mal rollo, como algo chungo que te cagas. 

—¿Qué es eso? ¿Estabas viendo una peli?

Tras saludar a Victor, escuchó la voz de su hermano sin poder evitar poner los ojos en blanco. 

—Hola bobo—dijo al acercarse y lo abrazó—. No puedo creer que me hayas invitado, esto es un milagro. ¿Que ha pasado?

Abandonó el abrazo luego de dejar un beso en la mejilla de Jacob y se acomodó junto a él con su vasito. Seguía sorprendida, más que nada porque era raro todo. 

—No, tengo mi latte y... — respondió y al escuchar aquel sonido familiar, su piel se erizó—. No me digas... No me digas Jacob. Acabo de escuchar eso, ya me estás diciendo que tramas. 

Para Francés era remover una herida, todo le recordaba a su hermana y no podía olvidarlo con facilidad. Después miró a Víctor preocupada, no estaba al tanto si su mellizo le había comentado, era un asunto muy delicado y esperaba que solo fuera el ringtone del móvil, no el juego en si. 

Tendría que estar lanzando a gente al vacío (puenting) y sin embargo por culpa de un mensaje de Jacob, estaba dirigiéndome hacia su casa a toda prisa. ¿El motivo? El mensaje hablaba de Cora, Jumanji y Teo. Me había despedido del grupo que estaba celebrando una despedida de soltero. "Asuntos personales, es urgente. Lo siento. Me tengo que ir". Por supuesto, llamé a la empresa para que mandasen a otro a cubrirme, no me podía quedar.

Conduje con cierta temeridad el coche hasta la casa de Jacob. Cuando aparqué y me acerqué a su puerta, comprobé que era la última en llegar – Toc, toc – simulé golpear la puerta con mi mano – No has cerrado la puerta – Jacob era así de descuidado. Entré en su búnker para descubrir que desde la última discusión, no sólo no se había curado de su vicio por los videojuegos sino que había ido a más Había convertido todas las habitaciones de la casa en zonas de juego – no me lo puedo creer – normal que no me hubiera llamado durante todo el tiempo: "Estaba entretenido" – pero qué inmaduro, joder. Sigue igual que siempre.

Parece que estaban en el piso de arriba – espero que no haya sido una de tus bromas, Jacob – crucé los dedos para que no se tratara del enésimo truco para llevarme allí para recuperar una relación que se había ido al garete por culpa de que su adicción a los juegos había convertido nuestra relación en "el plan B".

Según subía los escalones, identifiqué a Frances, mas había otra voz que no me sonaba para nada. Eso sí, antes de llegar a la habitación empecé a escuchar un inconfundible sonido de tambores – ¡¡JUMANJI!! 

Corrí hasta el interior de la habitación buscando el origen del ruido y saludando con la mano sin más – ¡¿Lo tienes?!

—Ahora te cuento, Enana. En cuanto llegue Kimy.  No, no me tramo nada.  

Los putos tambores.  El juego original sobre la mesa debía ser el origen, pero no habían empezado NADA, nadie había hablado de jugar a NADA. Todavía.  

Sonreí a Kimy cuando llegó.  Le tenía mucho aprecio, a pesar de su incapacidad de ver que ser gamer era un trabajo tan válido como el que más. Ya hacia tiempo que no era una afición para mí

—Si, es el juego.  Esa caja encima de la mesa.  Me lo ha mandado Teo hoy mismo.  

Guardo la nota de Teo en el bolsillo del chándal/pijama.  No hay nada en ella que sirva para nada en estos momentos.  Excepto para deprimirse.

—Es el juego original, el origen.  El auténtico Jumanji. No sabía si partirme el culo o llorar.  Me había pasado todos los Tomb Raider y todos los Uncharted en modo pesadilla cada seis meses, desde hace diez años.  

—Parece que es un juego de mesa. Hay que ser hijo de puta  Me acerco, las chanclas haciendo flop flop mientras los tambores suenan.

Miro a todos.  Por una vez, parece que estoy pidiendo permiso para abrirlo, para ver de qué se trata.

Jaja, pedir permiso. ¿Es que no me conocían?

Abro la caja a ver lo que hay dentro.

Sobre la mesa estaba el contenido del paquete enviado por Teo

De él, al acercaros, era indudable que nacían los tambores y sonidos de la selva. En sus notas bailaba el dolor, el miedo y la esperanza.

Y la aventura.

Y Cora.

Jacob abrió el juego.

Al ver que también llegó Kim, se incorporó del sillón para darle un sentido abrazo. Se alegró de verla aquí, aunque le llamó la atención el motivo por el cual Jacob la llamó, más allá de que estando el juego aquí, era una obviedad. 

—Parece que volvemos a los viejos tiempos—dijo a Kim sin añoranza incluida, hasta le provocó escalofríos—. ¿Vamos a recuperar a Cora? ¿Esto es para recuperarla, no?

Ya la dulzura habitual se le había evaporado, los recuerdos volvían a atormentarla y lidiar con ello era muy difícil. No quería perder a su hermano, incluso a alguno de los presentes. El asunto es que no había caído en la cuenta de que para Víctor esto era algo nuevo, desconocido. 

—Jac, explica a él. Tiene que saber todo antes de nada—indicó. 

El juego estaba delante suyo como si no hubieran pasado estos diez años, no sabía que pensar era una locura. 

Miro hacia la chica desconocida que aparece como un torbellino. Su energía de aquí para allá me saca una sonrisa, me recuerda a algunos de mis alumnos con TDAH. Como nadie me presenta, subo una mano como saludo.

—Hola, soy Victor, el agente de Jacob y amigo de Frances. —Agente suena mejor que niñero, desde luego, aunque hago más cosas que llevarle la agenda y los contactos. 

Sigo a lo mío, ya con la tarjeta gráfica en la mano, dejando que hagan sus cosas y sin meterme en su conversación. Al fin y al cabo es una reunión familiar y no sé de qué hablan. Pero cuando se ponen a mirar una caja, de la que parece que salen los tambores, ya no lo puedo evitar y me acerco con curiosidad. 

—Woooo, ¿es un juego de mesa? —«"Jumanji", no me suena nada»—. ¿Vais a probarlo en un directo en streaming? 

Miro a Víctor, saliendo por momento del tenso momento en que observo las fichas. Este pavo no me va a creer. Comienzo a hablar, volviendo al juego, los brazos cruzados sobre el pecho

—Nah, nada de streaming— Rio fríamente. El ambiente se enrarece.

—¿Te conté que mi hermana desapareció?. Una vez, hace un tiempo.  Desapareció mientras jugábamos a éste juego. 

Los recuerdos se agolpaban, junto con ellos muchas emociones que estaban ahí, latentes.

Volví a él.  Completamente serio.

—Cora desapareció dentro del juego, literalmente. Parece una fumada, lo se.

—¿Has visto Tron? —Yo no pude acabar de verla, me puso de los nervios, por razones obvias —Pues algo así.  Nadie lo sabe, todo el mundo cree que la raptaron, que desapareció cerca de la casa del viejo ese.  Mucha gente la vio rebuscando en la basura junto a su casa. Daba por sentado que Víctor había cotilleado los titulares o googleado al respecto.  

—Nosotros tres sabemos la verdad. Nosotros, Parker que decidió pasar página ...y Teo. Ella se quedó dentro para salvarnos.  Era una buena historia, muy resumida. Que no explicaba la cenefa de runas, cuyo significado era FUCK VRAJITO, que llevaba en el hombro.  Pero cuánto más dijese, menos me iba a creer

—Frances te lo puede confirmar. Sonrío torcidamente.  Victor estaba a punto de pirarse de allí como quien se encuentra con que sus colegas tienen carne humana en la nevera.

Hay cuatro caminos que llegan al centro, convergen en una sección de una esfera de color verde oscuro. Parece cristal. O vidrio. Podéis contar treinta casillas en cada camino, donde un cuartero de figuras en cuanto se ha abierto el juego se han recolocado ellas solas en los diferentes senderos y posiciones. Cada una en un camino. 

El elefante está en la casilla número cuatro. El mono. en la siete. El rino, en la 9. Y el cocodrilo en la 12. 

También hay dos dados normalitos, de seis caras. Todo el conjunto se nota limpio y cuidado. No da la impresión de haber sido usado muchas veces. Si bien, hay cierta sensación de que es antiguo, de que el tiempo ha dejado su poso en todos los elementos.

El aspecto es de misterio e intriga, suscitando la curiosidad de cualquier persona. Incluso sin ser jugón. No estaría mal una partida. 

Si no fuese por los tambores que no cesan en su golpeteo. Si no fuese porque conocéis la verdad. Menos Víctor, claro.

A los costados, una mínimas frases. Las sencillas reglas del juego.

—Es verdad, todo lo que dijo mi hermano y no es una broma, existe la posibilidad de que algunos de los presentes o todos no regresemos más—dijo un tanto nerviosa, haría lo que sea por encontrar a Cora—. No es fácil, Vic, pero es una decisión que debes tomar antes de lanzarte a esto... Aunque ahora mismo te necesitamos, debemos ser cuatro. 

Tras decir aquello, señaló al Rinoceronte que estaba en la posición nueve e indicó que esa sería su pieza. Había muchísimas emociones encontradas, entre ellas el anhelo de hallar a su hermana, pero también era consciente de que podía suceder cualquier cosa dentro del juego y no iba a ser nada fácil para nadie. Tenían una ventaja, menos su amigo, pero la tenían. 

—Este… 

No sé ni qué decir mientras Jacob suelta todas esas locuras. Lo peor es que su cara está totalmente seria, como si de verdad creyese posible que alguien hubiera desaparecido dentro de un juego, como en una peli de ci-fi. Me rasco la nuca cuando Frances interviene, apoyando a su hermano. Joder. ¿Se han metido algo? A lo mejor están puestos de anfetas hasta las cejas. Eso lo explicaría. Que me estén tomando el pelo también. 

Miro hacia la puerta, la idea de largarme y dejarlos con su fiesta psicotrópica es elocuente en mi expresión. Pero qué coño, no me creo nada, pero a lo mejor es algún tipo de juego de escape. O de rol, alguna cosa de esas raras. Como sea, podemos jugar un rato. Ladeo la cabeza y señalo hacia el tablero. 

—Va, tíos, vamos a jugar. Me pillo el elefante. Pero me dais una caladita de lo que os habéis fumado, eh. —Me río, es que me lo tengo que tomar a cachondeo, no hay otra opción—. Lo de los tambores mola, eso sí. ¿Tiene altavoces por debajo la caja o qué?