Partida Rol por web

Vaya trepas que estaban hechos Víctor y la Enana.  No puedo sino flipar con la forma en que ascienden.  Mis opciones son intentar hacerlo descalzo o con un calzado completamente inadecuado y, tras un triste amago, decido que mejor paso de intentarlo.

La otra vez ya nos separamos, unos desvelando misterios y otros saltando abismos infranqueables.  También hubo una cabeza parlante entonces, aunque más lista que ésta. Aún así, me da la impresión de estar siguiendo el Juego, de algún modo que no puedo explicar.

—Kimy, son parásitos.  Intentarán meterte sus huevos en el cuerpo.  O algo de eso.  

Lo tenemos crudo si son tan cabrones como los peces.  Aunque no son demasiados y llevo un arma ancestral exterminadora de insectos.

«Parasitomontes, os presento a la chancla».

Al llegar arriba me estremezco. Estoy jadeando por la subida, pero lo peor es el frío, un frío que de repente me siento como si me hubiera metido dentro del congelador o vete a saber. Vamos, que si aparece un pingüino agitando las alitas ni me extrañaría.

—Joder, vaya puto frío. —Me sale vaho de la boca al hablar y creo que se me está congelando hasta el cerebro, esto es de locos—. Eh, Fran, ¿has visto eso?

Me acerco a las cabezas de animales con esas velas abajo y ladeo la cabeza, mirándolas. Esto tiene que ser un acertijo de esos de darle al coco. Son mis favoritos, lo que mejor se me da en todos los juegos. Así que entrecierro los ojos y las estudio con atención. 

—Hmmm… Seguro que con esto liberamos los espíritus animales. ¿Pero cómo funcionará…?

No había manera de ascender, igual es que había un camino oculto donde colocar los pies de tal modo que sería fácil subir. Pero si existía, desde luego yo no lo había visto. Aparte tanto Frances como Víctor habían subido sin mirar si los demás les seguíamos o no. Y ahora aunque les gritásemos, parecía que no nos oían – ¡¡Si hay algún árbol ahí arriba, buscad ramas o cuerdas!! – si pudieran ayudarnos a subir mediante algún utensilio, pero aquí abajo no veo forma humana de seguirlos.

Jacob parece resignado, al igual que yo, no ha sido capaz de ascender – ¿cómo vas a matarlos a zapatillos, estás loco? – no me parecía que eso fuera a solucionar el problema – se volverán más hostiles si su instinto de conservación les dice que somos el enemigo – igual la cosa era hacerles ver que no formábamos parte de su dieta – los escarabajos comen hierba, pero no son carnívoros.

Que comieran vegetales los seguían haciendo enemigos pues podían comerse a VegetalMan – pásame la cabeza del bicho verde, si vas a arremeter contra ellos, no puedes ir con ella – el riesgo era evidente.

– Se me ocurre una idea, si no son muchos y vienen más o menos todos reagrupados, podemos escondernos detrás de la torre y esperar a que suban por ella sin vernos – presuponiendo que al encontrarse la torre sigan hacia arriba y no la rodeen, claro – otra idea es hacer que nos persigan, damos vuelta con ellos a la torre y volvemos por donde hemos venido – el problema de esa opción es que nos seguirían persiguiendo – igual así los cansamos. Pero si volvemos por donde hemos venido, acabaríamos separándonos de Frances y Víctor – acabaríamos yendo por el otro pasadizo por donde se había ido George – también puede ocurrir que los cansemos definitivamente – eran pequeños y el desplazamiento que nosotros hacíamos no podría ser nada comparable al suyo, sin duda tendrían que estar cansados y tarde o temprano se detendrían – otra opción es que los zapatilleees a todos o los pises – aunque muchos venían volando.

– También podemos darle la vuelta a nuestros jerseys, enrollárnoslos en la cabeza creando una especie de armadura textil para evitar que nos muerdan ahí y tratar de escapar o derribarlos.

Sin darse cuenta subió demasiado rápido la pendiente y cuando quiso acordar, tenía a Víctor a su lado. 

—¿El qué?—preguntó, se había distraído—. No escucho nada. 

Estaba completamente sorda y muerta de frío, quizás ella lo sentía más porque estaba pasada por agua, de todos modos se le notó gracias a las diversas expresiones de su rostro que no estaba entendiendo nada. 

Hasta que vio lo que parecía indicarle su amigo y le hizo una seña de que no podía escucharlo. Eso sí, se acercó a buscar algo para ayudar a su hermano y Kimi, separarse podía ser un problema. 

Quizás alguna rama caída, una liana, lo que sea. 

—Perdona, ¿Me estabas contando algo? —Yo ya estoy arreando a los bichos, total, mejor cargarse a estos diez no fuera que pudiesen comunicarse con el resto del enjambre. ¡PLAS!¡PLAS!

—Tenemos que darles tiempo a resolver lo que sea de arriba.  Luego volveremos a tirar y la niebla nos..¡PLAS! Sacará de aquí ¡PLAS! putos bichos

Es que Kimy era una tía de puta madre, pero era muy de estar con sus planes y sus objetivos y sus deberías hacer esto, Jaco. Y yo me movía por impulsos y corazonadas. 

—Tu vigila que no me hagan nada chungo, ya los mato yo.  Sigo con la cabeza en la mano.  Era ya casi como un colega para mí, pero me sirve como un conveniente escudo/señuelo/cebo

¡Plas, zas, zas, plas !  De un golpe maté a siete, como en el cuento. O de un chanclazo. Por algo Jacob está en el top de los gamers. Él cargándose a los bichejos dorados mientras Kim con su repertorio de ideas a lo suyo. Grandes ideas y posibilidades, sin duda. 

Que la chica sabe un montón de planificación, sin duda. Menos mal que ahora su ex se concentra en los parasitomontes. Cuando se quieren dar cuenta, solo queda uno, que se aleja unos metros, mosqueado, según parece, que empieza a vibrar y engordar y a relucir brillando con más intensidad. Igual es lo que pensaba Jacob, que se está comunicando. Y Kimy dale a la lengua.

Arriba las cosas están muy frías entre la pareja de escaladores. A Frances se le hielan hasta las pestañas y el jeans como que comienza a endurecerse con el agua congelándose. Pronto no va a tener movilidad. Se afana en encontrar algo en la desolación de la torre, pero nada de nada, más vacío que la despensa de su hermano. De lo que sí se da cuenta, y Víctor también, aparte de que no se oyen entre sí ni sus propias voces, s que los torsos de los animales están suspendidos del humo que procede de las gruesas velas. Tal vez Víctor intuye que las llamas tienen algo que ver en este asunto. Llamas de un fuego que no irradian calor alguno.

Un zumbido lejano se escucha apagado...solo audible por Jacob y Kimy.

Veo a Frances mover los labios, pero no la oigo y abro los ojos más al darme cuenta de que tampoco me oigo a mí mismo. Joder, qué movida más rara de la hostia. Así que le hago señas para que entienda que me voy a acercar a las velas. Esas velas no calientan nada y que tengan así los animales en el humo me hace pensar que tal vez es su forma de tenerlos atrapados. 

Alargo la mano y cojo una de las velas, la del halcón. Soplo la llama, intento apagarla para que el humo suelte al bicho para que pueda ¿volar libre? Yo qué sé, pero voy probando cosas. 

Frances estaba a los gestos y al parecer tampoco Victor podía oírla o ella no lo escuchaba, ya dio igual porque en cuanto lo vio con la vela también se acercó a hacer lo mismo. No entendió demasiado bien de que iba aquello, pero sí había que soplar la vela, ella lo haría imitando a su amigo. Algo seguro había descubierto, pero al estar más preocupada por encontrar la forma de que suba su hermano y Kimi, se perdió los detalles significativos de este juego. 

También el frío no ayudó en nada, estaba tiritando y con miras de convertirse en una estatua de hilo. 

Las velas no se mueven del sitio, ya puedes tirar lo que quieras, ancladas al suelo de piedra. Y con un soplido no se apagan. Ni con dos. 

No vale aquello de soplaré, soplaré y soplaré, y las velas apagaré.

No en Jumanji. 

Las malditas velas no se quieren apagar, ni mover. Frunzo el ceño con fastidio al comprobarlo y le hago un gesto a Frances para que vea lo que pasa. Pero esto es solo un acertijo de un juego, tiene que haber solución, así que intento apagar la llama pinzándola con dos dedos y también hago aspavientos en el humo a ver si se esparce.

¿Y si es uno de esos acertijos colaborativos, en los que hay que hacer dos cosas a la vez? Quizás haya algo abajo, alguna palanca que active algo aquí arriba. Porque por aquí arriba no hay ninguna palanca, ¿no? Por si acaso, echo un vistazo alrededor en busca de cualquier cosa con la que interactuar. He entrado en el modo que todo gamer conoce, el modo: tócalo todo a ver qué pasa. 

Jacob estaba entretenido matando parasitomontes y yo trataba de buscar algo para poder subir a lo alto de aquella torre – ¿Realmente se trata de subir allí arriba? – no sé si me escuchaba o no "pequeño saltamontes" pero ¿Y si no había que subir? ¿Y si la resolución a aquel acertijo se encontraba aquí abajo? O peor incluso ¿Y si habíamos escogido el camino que no era?

Ya habíamos jugado a Jumanji y las cosas no siempre eran lo que parecían. Salvo cuando te perseguían que entonces, la persecución sí que era real, y los perseguidores. Pero en los demás casos se daba a veces sí y a veces no.

Jacob seguía masacrando aquellos bichos a golpe de chancleta y ya sólo quedaba uno. Eso sí, empezó a brillar de manera misteriosa – ¿Qué le ocurre a ése? – igual era la reina del enjambre o el líder supremo. Estaba haciendo un ruido extraño – igual está pidiendo refuerzos.

Los de arriba, no sé si es que habían subido más y por eso no nos oían – ni los veo, ni los oigo. Y parece que ellos tampoco a nosotros – igual habían seguido avanzando, escalando o que había un camino y lo habían seguido – vamos a tener que resolver esto por nosotros mismos.

—Va, venga Kimy. Vamos a subir antes de que venga todo el enjambre. Le doy un chanclazo al último parasitomontes antes de que vengan los demás y salgo raudo hacia la torre, pero nada.  Parece que, en el reparto de genes arácnidos, todos le tocaron a la enana.

—Joder, así no hay quien suba. Miro a Kimy,  buscando una solución al problema. —La prueba es despertar a los espíritus, sacarlos de ¿Un sueño? Habrá que destruir lo que los mantiene dormidos.  O simplemente tirarlos de la cama.  Ni puta idea.

Mmm...No se si se podría tirar la Torre de algún modo.

Por intuición o por tocarlo y probar todo, Víctor apagó una vela con los dedos. El fuego no quema, a pesar de que lame y se enrosca en sus dedos unos segundos. El humo se confunde con los jirones de bruma y…

El torso del halcón desaparece confundido con la pegajosa y helada niebla. De él nace una ave, un auténtico halcón. Bueno, su espíritu.

Alza el vuelo. Con su característico agudo gañido.

El resto es coser y cantar. Uno tras otro Frances y Víctor apagan y liberan a los espíritus de Jumanji. El oso, el tigre, el lobo. Enormes animales que crecen, que rugen, que aúllan. Pero no son físicos, no tienen consistencia material. A pesar de eso, cuando se lanzan de la torre al suelo, o saltan descendiendo por sus muros de piedra, hacen que las rocas tiemblen. 

La torre amenaza con desmoronarse. Las piedras que la forman se resquebrajan, se caen a pedazos.

Entretanto, Frances sufre un vahído. Está completamente helada y a punto de perder el conocimiento.

Abajo, Jacob no ha nacido para trepar. No hoy. Pues no. Y sus chanclazos no aciertan al último superviviente de los saltamontes. Que se hincha más. 

El zumbido lejano le responde. Se acercan. Refuerzos.

Los tambores resuenan de pronto desde el interior del juego.

Y Kimy, perseverante y desesperada, no encuentra otra salida oculta. Pero la exploración da su fruto cuando su naricilla se topa con una moneda entre todos aquellas piedras y pedruscos y rocas por el suelo de la caverna.

¡Toma ya! ¡Ha funcionado! Primero me quedo mirando con cara de idiota al espíritu halcón, pero enseguida con ayuda de Frances terminamos de liberar a los cuatro. Estoy maravillado, este juego es una puta pasada, pero pronto se me tambalea la fascinación, precisamente cuando los espíritus empiezan a saltar y a impulsarse para alejarse y todo se tambalea, pero de verdad. 

Miro a Frances con el susto metido en el cuerpo otra vez y al ver su expresión, cómo le está afectando el frío, me acojono del todo. 

—Eh, eh —digo, aunque no me oiga, lanzando los brazos para sujetarla y que no se caiga. 

La aprieto contra mi pecho, sosteniéndola por la cintura, y saco el juego, que ya está retumbando otra vez. 

—Frances, Frances, no te desmayes. Tienes que lanzar los dados —digo sin voz. Le tomo la mejilla con la otra mano y la miro a los ojos, vocalizando mucho con los labios—: LAN-ZAR—DA-DOS. 

Sobre todo no la suelto, para que no se vaya al suelo. Pero con la mano libre hago que coja los dados y le acerco el tablero, para que pueda hacerlos rodar. Según lo que dijo Kim, es el modo de salir de aquí, de ir a otra casilla. Es lo único que se me ocurre para que no nos despeñemos tropecientos metros cuando caiga la torre.

Se está rompiendo...

No había más accesos. Salvo que volviéramos por donde habíamos venido y escogiéramos el otro camino, por el que se había ido George – habrá que subir o esperarles a que bajen – ni intenté subir tras comprobar las nulas habilidades de escalada que tenía Jacob, si él no era capaz de ascender, tampoco yo iba a dejarlo solo, no – me quedo contigo, Jacob. Esperaremos a que bajen.

– Ese que has dejado vivo, creo que ha llamado al resto. Van a venir, tenemos que pensar algo – entre tanto, fruto de la búsqueda por hallar alguna salida o algo que nos sirviera de ayuda, me encontré con un objeto brillante – he encontrado una moneda – Jumanji no dejaba nada al libre albredío, seguramente la necesitara en algún momento de la partida. Ya saldría. Aunque traté de buscar algún compartimento a modo de "insert coin" que hubiera en las cercanías, más no encontré nada.

– ¿Has escuchado eso? – había habido como un temblor. Pronto se escucharon los tambores – eso es señal de que Victor ha superado el reto, los tambores siempre avisan de una nueva tirada – era la forma de avisar del juego de pasar a otro el turno.

De pronto, aquella torre de tierra se empezó a despedazar sola, empezaron a caer cascotes de tierra – se cae, se cae – esperaba que Frances y Victor no aterrizasen de manera abrupta; mucho menos se nos cayeran encima. Quizás pudieran agarrarse a algo o deslizarse sobre aquel corrimiento de tierras sin sufrir ningún percance – que se caiga la torre puede hacer que los parasitomontes desaparezcan entre los cascotes – mejor ellos que nosotros, sin duda.

Me acerco a alguna zona de la cueva donde no haya peligro de derrumbamiento, me llevo a Jacob también.

Habían apagado aquellas velas y aún así, Frances no podía más con el frío, en verdad estaba entumecida. Pudo ver a Víctor, le decía algo pero era difícil entenderle ya que no sabía leer los labios y su gesto apenas evidenció la confusión de lo helada que estaba. 

Hasta que de repente cuando le sujetó la mejilla y luego le indicó con un gesto sobre los dados, cayó en la cuenta de que la única manera de salir rápido de allí era meterse en otro berenjenal con una tirada de dados. Así que como pudo los lanzó para ver si la buena fortuna ahora los llevaba a las cálidas aguas del Caribe. Mínimo necesitaba eso para sacarse el condenado frío que tenía en todo el cuerpo. 

Esperó, miró a Víctor y a los costados, algo se iba a venir. Lo presentía. 

—¡¡Franceeees!! — mierda, la torre se cae como yo quiero pero con ella encima. Y con Víctor también, vale. 

Me quedo absurdamente parado.  No se, por si la veo caer y puedo agarrarla en brazos.   Eso es todo lo que se me ocurre. 

Afortunadamente, Kimy, aparte de ser una organizadora compulsiva, también tiene un huevo de sentido común. Me arrastra fuera de la zona de derrumbe.

Joder, como mi melliza la palme creo que me da algo.   

Si volvemos con Cora, me aseguraré de convertir el juego en astillas, quemarlo, enterrarlo y romperlo para siempre.  Este juego es un puto peligro.