Partida Rol por web

Joder, Dom! Te fugaste con una del poblado! digo sorprendido. Había visto a Zimbrea tan quietecita que pensaba que era un tuneado del avestruz, una especie de híbrido entre mascarón de proa y una silla de montar. Lara necesitaba urgentemente gafas,  Sonja no era Afflelou y  ,por supuesto, no ayudaba que Jacob fuese un empanao. Total.

Aunque con lo de que Zimbrea venía a ser montada no iba muy desencaminado

Hola, como te llamas? -me dirijo a ella vocalizando exageradamente. Vas a venir con nosotros? Es un camino muy chungo y luego al final tenemos que fundirnos a  Vrajito. 

Dom, colega.  Trata bien a esta chica que nos hace falta,  toda ayuda es buena.  Lo que pase en el juego, se queda en el juego. 

Al ver como finalmente la elegida para el sacrificio era Lara, me di la vuelta, tratando de no ver la escena. Era cierto que Jacob no era mi mejor amigo, pero sí que sentía aprecio por él, aunque fuera por ser hermano de Frances, y aunque fuera un videojuego y un personaje ficticio, no lo vería morir.

Me paseé por los alrededores, rezando en lo más profundo de mi ser para que no decidieran que se habían quedado con hambre y que me vieran como un postre adecuado, con sombrero decorando el plato del mismo modo que las sombrillitas decoran las copas de alcohol de los bares finolis.

Mirara donde mirara, veía personas de aquella tribu, tan preocupados por nosotros como de catar al pobre Jacob. Dirigí mi mirada al suelo, evitando a toda costa el contacto visual con cualquiera mientras de soslayo trataba de encontrar inconscientemente algo que pudiera resultar valioso, aunque no fue el caso. ¿O tal vez sí?

De las pocas veces que mi mirada se cruzó con la de alguna persona de la tribu, me quedé paralizado mirando a una en concreto que parecía estar mirándome de una manera extraña. No parecía tenerme miedo, ni dudar de mí, simplemente me miraba, casi con interés.

Durante unos instantes, luchando contra cualquier impulso, ojeé todas las pertenencias que pudiera llevar encima. Tal vez hubiera algo nuevo... y en el caso de que no fuera así, al menos me mantenía con la escusa de tener la vista ocupada en cosas que ajenas a la joven.

Aunque llegados a aquellos extremos, apenas tenía voluntad para resistir a los impulsos, por lo que sin darme realmente cuenta, me sorprendí a mí mismo yendo hacia la joven, agarrando su mano y dejándome arrastrar por ella hasta el sitio donde parecían descansar las avestruces cuando nadie las montaba.

Sin tener muy claro el cómo, me vi encima de un avestruz, con las manos aferradas a la cintura de la joven para no resbalarme y caerme. Por suerte, se veía que Zimbrea sabía manejar al animal. Porque como tuviera que hacerlo yo...

Volví a juntarme con Kimy y Jacob, sonriendo sin poder evitarlo al darme cuenta de lo extraño de todo lo que estaba pasando y la más que sorprendente realidad de que seguía con vida. - Esto... ¿estáis bien los dos?

Esto se torna cada vez más complejo y es imposible de manejar, intento pillar al camaleón pero es escurridizo. No importa mi objetivo es él y se verá como un hombre azul le sigue los pasos con total desespero. En medio de ello, aparecen unas motos, el sujeto de la escopeta se incorpora y comenzamos a correr. Es vertiginoso, letal y cuando Teo me sujeta la mano, de alguna manera perdemos ello porque soy muy gelatinosa.

Lo cual me desespera, pero al ver que mi hermana intenta ayudar, busco la forma de pillar al camaleón, así podemos subirnos encima. - Joderrr ven aquí... Ven aquí. - llamo a la criatura un tanto desesperada, está creciendo y con su lengua podemos hacer estragos. La cuestión es a ver cómo logramos convencerlo. - Avancen, quiero atraparlo. - indico a sabiendas de que no me hacen daño las balas, al menos la que recibí no me lastimó. 

Como Jonathan venía como un loco con su caballo emplumado, que se llamaba Estruz, y su chica caníbal, apenas se saludaron, a toda prisa, Red Sonja decidió soltarle una bofetada en las posaderas a la avestruz de KimyJones y Lara, que la hizo temblar tanto, la sacudió de tal manera que hasta relinchó, alzó las dos patas y se sostuvo en el aire sin sostén alguno durante un par de segundos. La agitación os llegó hasta vosotros, creyendo Lara que se le saltaba el sujetador y se le caían las flechas. El avestruz, de nombre Truz, saltó y brincó cinco metros hacia delante emprendiendo un trote ligero y coquetón, siguiendo la estela del pajarraco de Jonathan y su ligue.

Lara había conseguido una hermosa lanza, no obtuvo nada más de los caníbales salvajes de Jumanji, solo negativas, noes y noes, de cabeza y de manos. Le ofrecieron un collar de cabezas disecadas y reducidas, pero no era plan. Tampoco encontró ningún resto de su equipo anterior, ni ropa, pistolas, munición, nada de nada.Ni siquiera los calcetines o las bragas sucias. Que los selváticos tienen necesidad de harapos, como cualquiera.

Avanzaron por la selva a buen ritmo, pronto escucharon un alarmante griterío detrás de ellos, y al mirar, descubrieron una manada de avestruces conducidos por una docena de lugareños comecarne, aullando poseídos de ira y furia, blandiendo sus lanzas y sus arcos en vuestra persecución. Algunas flechas silbaron en vuestros oídos. Zimbrea los vio, se puso a reír a carcajadas - ¡Qué divertido! ¡Que divertido! -dijo, con su vocecita dulce. Y le dio duro a los talones para iniciar una carrera veloz y trepidante.

A la carrera, como locos, van como locos, van. El viento os despeinaba y azotaba los mofletes. La jungla disminuía su espesor, el sendero se ampliaba y ya cerca se divisaba la llanura. Pero, oh, delante se encontraba un puente de un largo y estrecho tronco de unos cinco metros, de orilla a orilla sobre un foso, protegiendo los terrenos de los Ketekomo Ñan Ñan. Y flanqueando el puente, dos enormes leones dormitaban, despertándose ante tanto clamor y algarada. Abrieron sus enormes bocazas y rugieron, defendiendo el puente igual que un par de caballeros medievales.

-¡Corred, corred! -chillaba la novia de Jonathan, toda alegría ella -¿Qué hacemos, querido, pasamos por el puente o saltamos? ¡Jajajajaja! -lo malo era que al otro lado del puente, antes de penetrar en el yermo, esa zona de orilla estaba a rebosar de cocodrilos tomando el sol. Justamente estaba despejado el caminito que daba al puente.

Los moteros dispararon pistolas, recortadas, e incluso un tirachinas. Pero ya se sabe que los malos son malos hasta para apuntar. Las balas silbaban cerca de nuestros héroes, sin acertar. A Mr Bean le pasó por las narices el camaleón, no lo pudo pillar, luego rodó evitando que un par de ruedas la planchasen la americana. Ram Ram ayudó a levantarse, emprendieron la carrera junto con Momi/Adèle. El bichejo les pasó al lado, el animalejo es que era un cachondo, iba y venía, creciendo cada vez más. Esquivó también a Frances/Momi, quien para colmo la alcanzaron con un tiro en el culete, pero oye, lo notó sin sufrir daños. Aunque la gelatina en esos puntos se iba perdiendo.

Cuando el camaleón fue consciente de que algo no iba bien en su barriguita, que iba a sufrir una explosión interior, demasiada dura la digestión, abrió la bocaza y vomitó el pequeño coche del inglés, ya crecidito. Un Alien. El camaleón, pobre, salió de allí rodando, mareado, muy malito. Y el coche continuó dando vueltas ya aumentando de tamaño. Creció, creció, se hizo adolescente y después adulto en un plisplás. Un cochazo.

Para entonces Maxine recibió un buen disparo en la espalda y fue proyectada precisamente contra el coche, empotrándose en la parte trasera del mini. La gelatina azul absorbió la mayor parte del impacto, si bien la iba perdiendo lo mismo que le pasaba a Frances.

Adèle saltó com un gamo sobre el coche, lo mismo hizo Mr Bean con la ayuda de Frances/Momi. Ahora por fin iban motorizados, y eso les iba a costar una vida, mejor que no perderlas todas por la pólvora de los locos de la jungla del sanguinario Van Pelt. Los motoristas chungos se pusieron las pilas y emprendieron la persecución del Mini, con un Val Pelt todo loco pegando escopetazos a diestro y siniestro y riéndose de forma muy malsana y demencial.

El coche aceleró y pronto se abría ante vosotros la amarillenta llanura. Pero había que traspasar, oh, cielos, una muralla de troncos que algún graciosos puso ahí, entre escenarios.

Os la vais a comer sí o sí, eso, o meterse por un agujero que abría su boca de pozo ominosamente oscuro y presumiblemente daba al otro lado como ruta de escape.

La situación me puso los pelos de punta.  Nos acercabamos a gran velocidad montados en Truz, el  simpático avestruz con cara de Emú.

Y nuestras opciones eran:  Acercarnos mogollón, intentando esquivarlo a la vez, a un animal acostumbrado a cazar bichos que normalmente se alejan de él o saltar un río hacia una orilla llena de cocodrilos. Ser comida viva...ni de coña.

Por un momento pienso en disparar a los leones,  pero aparte de lo monos que estaban recostaditos, si los mataba tendríamos tribales para rato detrás de nosotros

A los cocodrilos!- gritó Lara. Están descansando, les pasaremos por encima antes de que se den cuenta y los despertaremos a todos..eso hará que los tribales no nos persigan más.

Me agarro bien bien a la cintura de Kimy y suelto cuatro tiros a los crocs se pongan chulitos, abriendo la boca antes de tiempo y que no nos dejen correr por encima de ellos.

Y el coche apareció al fin, escupido por el lagarto de lengua larga antes de explotar, permitiéndonos contar con un más que merecido medio de locomoción; entre la ayuda de Cora, los movimientos espasmódicos de mi cuerpo y algo de suerte logro subirme al vehículo con un "¡HOP!" y sin pensármelo tomo el volante

Con la lengua fuera cual perrete satisfecho de su premio empiezo a apretar el acelerador hasta llegar al fondo, girando el volante con pericia hasta que se nos planta delante una muralla de troncos... el coche no la va a poder atravesar ni loco ¡Es un mini, no un tanque! Con lo que tomo la decisión de ir hacia el agujero en el suelo emulando al conejo de Alicia

- Al agu... jero- farfullo entre volantazo y volantazo, no quedado claro si es una pregunta o una declaración de intenciones

El bicho se me escapa y siento que estoy abusando un poco del poder gelatinoso, es que ese disparo en mi nalga me ha dolido bastante. Y mientras corro a tropel intentando subir al auto que ha vomitado el amigo indignado (Camaleón), intento dar un salto y zas, caer más que bien. No sé conducir, es una asignatura pendiente y me he colgado en verdad porque debería. No obstante sé que Teo sabe, así que nada me dejo llevar por ellos mientras avanzamos por un sendero que tiene un límite inquietante. 

- Agujero. ¡Si! - digo mientras señalo hacia ese oscuro lugar, puede pasar cualquier cosa y si se parece al Diablo II ya me doy por vencida. Pero el que no arriesga no gana y yo quiero llegar hacia donde se encuentra la bruja. En ese instante pienso en mi hermano. ¿Estará bien? Seguramente sí, pero me da cosa por él. - No tenemos opciones. ¿Hay algo para iluminar aquí? - pregunto al revisar la guantera del coche, es que si nos metemos en un sitio oscuro, necesitamos ver y los faros del auto ayudan, pero si hay que bajarse... 

Salimos a toda caña del poblado caníbal y aún así nos perseguían por culpa de que Jonathan había raptado a aquella mujer. Cuando parecía que las cosas no podían empeorar surgió el dilema del puente.

¿Leones o cocodrilos? - Lara prefería no dañar a los leones y enfrentarnos a aquellos cocodrilos que aparentemente estaban tomando el sol - ¡Estás loco! ¿Sabes cuando tomo yo el sol? Antes de comer, casi siempre - y no muerdo, así que, imagínate qué perspectivas tan halagüeñas cuando dijo que por encima de los cocodrilos, como si las avestruces volarán. 

¡¡Que no, que no... Por los leones!! - Además solo eran dos, y estaban recién levantados, si es que no hay animal más vago que un león, y además llevaba mi látigo... Como en el circo. 

Blandí mi látigo para apartarlos, con la seguridad de que se irían, además había leído que los leones cazan de noche y era de día. 

¡¡Zis-zas!!  ¡¡Zis-zas!! 

Pero kimyyyyy!! Grito horrorizada cuando veo que se dirige hacia los leones..

BLAMBLAM!! Retumban las Heckler & Koch De Lara Croft.  Me cargo a los leones y confío que los KeteKomo no nos sigan a las llanuras.  Si paramos un segundo, nos quedaremos mucho peor que Ángel Cristo.

¡¡Simba!! ¡Ayúdanos! - o lo que es lo mismo: RedSonja ponte las pilas y despeja el camino, que sales muy cara para lo poco que haces. 

Sin darme cuenta, me agarré con más fuerza a la cintura de la joven mientras cerraba con aún más fuerza los ojos, ante las molestias que ocasionaba el aire golpeándonos.

Sin duda aquellos animales eran más veloces de lo que me podía imaginar, a pesar de haber visto documentales y haberlos visto en el zoo, realmente era complicado saber a ciencia cierta cómo eran en campo libre, y la verdad era que se trataba de animales increíbles. Más de una vez, casi como un acto reflejo, me llevé la mano al sombrero para evitar que se me volara. Con los ojos abiertos de tanto en tanto trataba de ver cómo estábamos, aunque tardé más de lo esperado en darme cuenta de que nos estaban persiguiendo, y aún más en ver el panorama que se presentaba por delante de nosotros. Todo lo de los cocodrilos y leones me enteré por la conversación lejana que me llegaba de Kimy y Jacob.

Sin duda ninguna de las dos opciones era buena, por lo que nos veíamos en la obligación de decidir la menos mala. Y lo cierto era que enfrentarse a dos leones tirados que con un poco de suerte aún estaban algo adormilados, era mejor opción que los cocodrilos... sólo de pensar que aquellas aguas podían ser pantanosas y convertirse casi en arenas movedizas, hacía que los pelos se me pusieran como escarpias acompañado de un escalofrío generalizado por todo el cuerpo. Sin duda el agua fangosa sería territorio hostil para nosotros, y desde luego no para lo cocodrilos. - ¡Los leones!, ¡mejor los leones! - grité hacia mis compañeros mientras no podía evitar sentir cierta incomodidad por el estado de ánimo de la joven a la que tan férreamente me agarraba. ¿Cómo podía estar tan contenta e ilusionada con todo esto?

¡Uf! Cuando he volado por los aires al principio no sabía ni qué había pasado, hasta que me he dado cuenta de que el capullo ese del arma me había metido un tiro. Me quiero mirar el brazo, pero no parece bueno momento hasta que estamos dentro del coche. ¡Que mola millones! ¿Quién se iba a imaginar que el señor inglés tenía un coche de verdad en el bolsillo? Es muy fuerte. Debería haber mirado el equipo del personaje antes de darle al botón pero ni me di cuenta cuando aún estábamos en el desván de Kimy. 

Yo me siento atrás y respiro profundamente. Luego me miro las vidas y respiro otra vez. Sigo con las dos de Maxine, perfecto. La gelatina de la delfina era un asquito, pero ha sido bastante útil. Me asomo por delante ya con algo de pachorra, dando por hecho que dentro del coche todo irá bien y entonces veo la valla. 

—¡No! ¡Una valla!

¡Drama! ¡OMG! ¿Qué dice Teo? Joder, no se le entiende nada, menos mal que yo sé lo que es estar ahí dentro de Bean y lo comprendo. Suerte que Frances sí se ha enterado. Miro al agujero y da un mal rollo que flipas. ¿Pero qué otra opción tenemos? No creo que el coche tenga un inyector para saltar vallas, ¿no? No, mejor el agujero. 

—¡Sí, al agujero! Con suerte no nos podrán seguir las motos. 

Me agarro con fuerza a los laterales del asiento de Teo y me preparo para las turbulencias.

-¡A los cocodrilos! ¡Pues vale! –Acordó a grito pelado la caníbal Zimbrea. Se lo estaba pasando de muerte, la jovencita.-¡Agárrate bien, mi amorcito!

Pero luego no, se cambiaron los planes. Kimy y Jonathan preferían a los leones del circo. Y para allá que se fueron, contra las pobres y asombradas bestias recién levantadas de su plácida siesta. 

En cabeza iba Estruz, el pájaro lindo de Zimbrea y Jonathan, resonaron los disparos del par de pistolas de  una acertadísima Lara, hiriendo a los dos leones y abriendo el paso a su amigo y novia. No estaba claro si Jonathan disfrutaba o estaba flipando, pero el chico se sujetaba muy tunante a la delgada cintura de su inesperada chica. Olía a resina y a pompas de azucena. Al otro lado del puente se toparon desgraciadamente con otra pareja de guardianes. El ruido y aullidos y gritos despertó a las dos leonas que custodiaban ese extremo. ¡Rugieron! Cabreadas, ¡GRAaaogaaagg! ¡ROARRARRRR! 

El avestruz pegó un salto de longitud olímpico, evitando a las felinas, salvando el foso y descendiendo con gracia y donaire, sin perder el impulso, entre los reptiles mosqueados. A todo esto, la pareja de enamorados también pasó gracias a los latigazos sin escrúpulos e inigualable habilidad de Kimy sumados al fuego que escupieron las armas de la loca Lara. Crueles, sin pena, sin compasión, tumbaron a los dos peluches y los dejaron fritos en un charco de sangre escarlata.

Su avestruz también decidió por sí mismo, y pasó, entrando en pánico, de enfrentarse a la pareja de leonas. Brincó para sobrepasar a las gatitas, pero una de ellas alcanzó la  bolsa de India, desgarrándola. El cáliz se perdió por el hueco rebotando en el suelo de troncos y desapareciendo por ahí. Menos mal que Kimy se había comido la gominola y el relator no hizo que la devorase el animalito.

Dr. Jones y Lara escapaban a las dentelladas de los cocobichos, a la vez que una Lara de nuevo tremendamente avispada, se cargó a tres de las lagartijas con tiros en sus cabezas. Corren como la fómula 1, desesperados pero felices de evitar esas sierras hambrientas. No les sucede lo mismo a la pareja en fuga. Su avestruz, Estruz, también saltó ágil sin problema alguno, pero al pisar el otro lado lo hizo sobre el cráneo de un cocodrilo. Los otros se revolvieron y le dieron lo suyo, mordisco aquí y allá. Desplumaron un poquitín al ave , aunque no detuvo su frenético avance. Eso sí, gritando la pobre por las heridas y notándose que se ralentizaba su velocidad punta. Comenzaba a quedarse atrás. La cara de horror que compuso Zimbrea daba ganas de llorar.

-¿Qué hacemos, qué hacemos, qué hacemos! –repetía, rallada. Y -¡Qué divertido, qué divertido!

No se qué iban a hacer, lo que sí se pudo ver es que la banda de salvajes caníbales cabalgando avestruces que los persigue saltan también, persisten en su persecución, ululando, chillando, cantando. Y no solo ellos, sino las dos leonas, y hasta los cocodrilos van tras de vosotros y vuestros huesecitos. 

A todo esto, Red Sonja, no asomó la nariz, ni la espada, ni las uñas. Al menos no la veis.