Incursores del Río

Oestemnet

Habiéndoos despertado a primera hora de la mañana, os tomáis un tiempo para equiparos y luego salís de vuestras tiendas y os acercáis a la fogata más cercana para desayunar, encontrándoos en ella a Esmund quien, acostumbrado a despertarse con los primeros rayos de sol, se ha levantado antes que vosotros.
Después de finalizar el desayuno y de comprobar que va a hacer un buen día ya que, exceptuando unas pocas y pequeñas nubes, el cielo está despejado, comenzáis a planear el viaje. De acuerdo con lo que os ha dicho Earn durante el almuerzo con el Rey Thengel, Éogar no se encuentra en la fortaleza del Abismo de Helm sino que está en los fuertes de los Vados del Isen y por lo tanto solo tenéis dos posibles caminos: El primero es el más directo e implica ir en línea recta y atravesar las agrestes y ligeramente onduladas planicies de Oestemnet, mientras que el segundo consiste en seguir el tosco camino que bordea el Río Nevado, el mismo que habéis recorrido hace unos días, hasta las proximidades de Edoras y luego avanzar por el empedrado y bien cuidado Gran Camino del Oeste hasta los Vados. Según vuestros cálculos, el primero implicaría cinco días de viaje a campo a través mientras que el segundo constaría de cuatro y medio gracias al buen estado del camino pero también debido a que tendríais que avanzar con mayor rapidez a causa de la diferencia de distancia.

Antes de que empezáis a poder discutir que camino tomar, Esmund os habla.

-Aunque preferiría llevar la propuesta de matrimonio en persona, lo mejor es que permanezca aquí. Los hombres de Éogar me conocen y si me presento ante él, lo único que haría es avivar la enemistad y dificultaros las negociaciones -os explica el capitán- Además, si me quedo aquí podré empezar a calmar poco a poco los ánimos y a unir a la gente de ambos márgenes del Entaguas. Vosotros habéis hecho bien en intervenir en el flitan entre Maerstan y el tal Ashgar pero en el campamento del Vado siempre hay disputas por el más simple asunto y si permanezco aquí creo que podré evitar cualquier conflicto hasta que vosotros regreséis con la respuesta a Éogar y puede que incluso con Mildryd -agrega Esmund- Y también, si queréis, podréis dejar aquí los caballos que no vais a usar y me encargaré de cuidarlos hasta vuestro regreso.

Contemplo el amanecer reflejado en el río Entaguas, y la planicie que se extiende a mi alrededor en todas direcciones: los pequeños saltos que hace el agua sobre las piedras del vado cuando el caudal se estrecha, las ondulaciones que el viento provoca en las altas hierbas, los interminables montículos que engalanan el terreno plano,... Entiendo el amor que las gentes de esta tierra sienten por su hogar. Echo de menos los mallorn dorados, y el rugir del Anduin cuando el Celebrant choca con él, pero las vistas que ofrece Rohan pueden resultar igual de encantadoras, como un mar verde sin fin. El Mar...

Aldor me saca de mi ensueño al acercarse a mi en la hoguera. En estos días he comprobado que es un hombre acostumbrado a las faenas duras, que se levanta antes del primer rayo de sol y no se acuesta hasta que la oscuridad de la noche impide la realización de más tareas. Me pregunto si disfrutará con este estilo de vida, o si le resulta tan amarga como lo sería para mí.

- Buenos días, Aldor -lo recibo mientras se sirve un cuenco de gachas templadas. He aprendido que la media sonrisa que me concede es un saludo de confianza en él-. Veo que no os cuesta prepararos para las largas jornadas de esfuerzo. Parece que tenemos por delante varios días de cabalgata, esperemos que sin incidentes. ¿Sabéis algo sobre los Vados del Isen? He oído con son algo así como el final de Rohan, o al menos de la parte pacífica y civilizada del Reino. ¿O quizás alguno de nuestros compañeros de la Marca, Dengal, Eothred o Heruwyn, han estado alguna vez tan al oeste de Edoras? -añado incluyendo a los demás Jinetes del grupo, mientras éstos se aproximan a compartir su desayuno con nosotros.

La mañana des del campamento en el Entaguas es agradable, con un cielo despejado y sereno, alguna nube en el horizonte pero ningún indicio que el clima fuera a cambiar. Eso puede ser un buen augurio y tengamos un viaje apacible. Tras desperezarme un  poco veo a Narieth en la hoguera y me acerco para darle los buenos días. Ésta me da un cuenco de gachas y yo le respondo con una sonrisa y una inclinación de cabeza:-Gratitud.-empezamos a desayunar un poco apaciblemente y me pregunta por los Vados del Isen. 

.-Lamentablemente no se mucho más que la disposición geográfica de Rohan. De los quéhaceres de los Vados del Isen no se mucho. Normalmente suelo estar por los alrededores de Edoras.-le respondo a la joven elfa.

Eothred llena sus alforjas para el camino. Cargando en el caballo que piensa montar las armas y en el otro los viveres y las herramientas. Pone las sillas y los arreos y espera al resto del grupo. Cuando Narieth se dirige a él baja la cabeza por su ignorancia.

La noche llega a su fin y  por fin amanece en la Marca, parece que va a ser un buen día.

Miro a mi alrededor y veo en la hoguera más cercana a Narieth y a Aldor hablando amistosamente con Esmund, parecen que han sido los más madrugadores.

A medida que me voy acercando veo que el resto de los compañeros están en pie y van en busca de su desayuno. Escucho atentamente lo que Esmund tiene que decir y una vez finaliza me dirijo a él.-Capitán de la Marca hay mucha sabiduría en tus palabras, aún queda mucho que hacer para que esta empresa tenga un buen final, entiendo que aquí hay que cerrar muchas heridas espero que tengas todas las venturas en tus próximos cometidos y que cuando nos reecontremos las historias que intercambiemos sean benignas con todos y podamos brindar por tu futura boda. Espero pacientemente a que mis amigos terminen de hablar y luegos nos separamos para preparar el viaje, me dirijo hacia mi fiel caballo, coloco todo lo necesario para la cabalgata y me dirijo al punto de partida donde se encuentran el resto de compañeros preparados para partir.
 

Luego de responderle a Barald con un silencioso asentimiento, Esmund le habla a Narieth.

-Los Vados del Isen no son el final de Rohan pero si una de sus fronteras -dice el capitán con su habitual tono serio- Más allá se encuentran el Valle del Mago y la fortaleza de Isengard, controladas por nuestro aliado el mago Saruman, y luego el Paso de Rohan, una tierra deshabitada entre la Marca y los dominios de los dunlendinos -explica el primo de Cenric- No conozco mucho los dominios de Éogar pero os recomiendo que una vez estéis cerca del Isen no os separéis de vuestras armas, los dunlendinos son peligrosos y siempre saben cómo cruzar el río y eludir las patrullas.

Tras terminar de desayunar, os dedicáis a preparar vuestras monturas y una vez que estás listos, os despedís de Esmund y de los jinetes de Cenric y emprendéis vuestro camino.

Después de cruzar el Vado del Entaguas, giráis hacia el sur tomando el camino que lleva hacia el Gran Camino Oeste y a las cercanías de Edoras, el mismo camino que habéis transitado hace ya una semana cuando el propio Rey os encomendó la misión de convencer a los Mariscales.

Recuerdo varios consejos de Earn para no fatigarse al cabalgar en estas tierras. Especialmente hacía hincapié en distribuir las energías a lo largo del día, dependiendo del terreno a atravesar. Valía la pena tomarse con calma los pasajes más pedregosos, donde los caballos podían dañarse las patas, y contener su brío acortando la brida. Así, cuando por fin se alcanzara la pradera abierta y llana, que abundaba en Rohan, correrían con renovadas fuerzas sin ningún peligro, y el viaje recuperaría el tiempo perdido anteriormente. Esos cambios de ritmo permitían no aburrirse, y mantenerse alerta durante más horas.

Sin embargo, los tramos de camino que recorremos durante la segunda parte del trayecto me resultan repetitivos en comparación, siempre iguales y sin variaciones. Noto que mi cuerpo no cambia de posición en horas, cabalgando al mismo ritmo constantemente, y eso acaba por hacer mella en mis músculos doloriéndolos. Además, mi atención se pierde en ensoñaciones propias, y peligrosamente dejo de prestar atención a lo que nos rodea...

Una vez estamos todos montados a los lomos de nuestras monturas comenzamos el viaje, poco a poco vamos dejando atrás el campamento mientras que nos adentramos en lugares apenas habitados.

Eothred no deja pasar el consejo y coloca sus armas a mano en la parte delantera de la silla para no tener que girarse a por ella si entran en combate.

La marcha, supone que lenta para no cansar a los caballos, puede tener encuentros no afortunados y deben esperar lo peor.

La primera jornada de viaje transcurre sin ningún inconveniente o problema y el único hecho remarcable es que las nuevas monturas de Eothred y Heruwyn parecen no acostumbrarse a sus jinetes, resistiendo a las órdenes dadas con las riendas con la fuerza propia de los caballos jóvenes, lo cual hacen que vuestros compañeros finalicen el día con los brazos cansados. Tras montar vuestro campamento debajo de un frondoso y solitario aliso que hay a un lado del camino, cenáis juntos y luego de repartir las guardias os retiráis a descansar aunque no sin antes dedicarle una mirada a los oscuros nubarrones que parecen acercarse hacia vosotros desde el sur.

Luego de despertaros con los primeros rayos de sol, levantáis el campamento y retomáis vuestro viaje siguiendo otra vez el camino aunque en esta ocasión éste no trascurre en dirección sur sino que lo hace con rumbo sudoeste ya en vez de ir paralelo al Río Entaguas, ahora sigue el curso del Nevado. Aunque en esta ocasión tampoco surge ningún inconveniente, veis como los nubarrones se acercan poco a poco hacia vosotros y pasada la media tarde todo el cielo al sur resulta estar totalmente cubierto de negro, lo que además de señalaros que se aproxima una fuerte y violenta tormenta también os indica que solo tendréis poco más de una hora antes que descargue su furia sobre vosotros.
En cualquier otra región buscaríais cobijo en alguna cueva o en un frondoso bosque pero en las amplias llanuras de Rohan vuestras opciones se reducen bastante, además alcanzar Edoras será imposible ya que os llevará horas llegar y la tormenta se interpone en vuestro camino. Por eso, luego de pensarlo y compartir opiniones, llegáis a la conclusión de que vuestra mejor opción es que algunos de vosotros se separen del grupo y busquen en los alrededores alguna aldea o incluso una pequeña granja en la cual podáis cobijaros hasta la mañana siguiente mientras que el resto se queda en el lugar con los caballos de refresco y con toda la carga que os podría ralentizar.

Eothred engancha las bridas de su caballo de carga a la silla de Galadan.

- Avanzaré por el norte para ver si encuentro algún peligro. 

El tranquilo viaje parece que se va a tornar movido, otra tormenta se hacerca lentamente en nuestra dirección y medio de la pradera no hay lugares donde resguardarse, tenemos que buscar un refugio y siguiendo el ejemplo de Eothred parto al galope con la esperanza de encontrar cobijo de la tempestad para todos.

-Iré al oeste, volveré lo antes posible.

Espoleo a mi fiel montura y me alejo de mis compañeros.