Partida Rol por web

- Oh, vengo de eso mismo, Harot - la escudera se sienta con sus compañeros de viaje y les cuenta las noticias - Mi padre me ha contado que el rey partirá a resolver un asunto entre dos clanes que no pinta bien, al parecer el llamamiento iba en ese sentido. Él está entre los elegidos, sin embargo, también me ha dicho que el magistrado de Edoras busca grupos de jinetes para investigar los ataques a la familias del Folde Oeste. ¿Recordáis la conversación de aquellos mercaderes en el camino? Nosotros podríamos presentarnos.

Viendo que todos habéis escuchado de diferentes fuentes sobre el trabajo que ofrece el magistrado y que los siete estáis de acuerdo en aceptarlo, acordáis tomaros la mañana libre y luego reuniros en la posada para ir todos juntos hacia la casa del representante del Rey.

Tras pasar el resto de la mañana dedicándoos a vuestros asuntos, ya sea visitar familiares, dar una vuelta por la ciudad o relajaros con una jarra en la mano, os volvéis a reunir poco antes del mediodía en la Casa de Cépa para luego poneros en marcha y dirigiros hacia la casa del magistrado, la cual se encuentra al pie de la escalera que lleva al castillo del Rey.
Siguiendo el camino ascendente que lleva a Meduseld, avanzáis tranquilamente y a buen paso hasta que de una calle aledaña surgen un grupo de seis jinetes que se ponen a vuestro lado. Los desconocidos son la esencia misma de los habitantes de la Marca, altos, con mechones de cabello rubio o rojizo atados en gruesas trenzas, armados con lanzas, espadas y escudos, equipados con largas y brillantes cotas de malla, y con sus hombros cubiertos por pieles y sus brazos y dedos llenos de brazaletes y anillos de oro. Son feroces hombres y mujeres de Rohan, listos para la guerra y gloriosos de contemplar.

Mientras continuáis con vuestra marcha, el líder del segundo grupo os mira de arriba abajo hasta que finalmente os habla.

-La hija de Horngrim, el hijo del herrero, el hijo cantarín del criador de caballos, un crío del Valle Sagrado, un gondoriano, un extranjero y, por supuesto, el mercenario -dice simpáticamente y con voz armoniosa el desconocido aunque mirando al final a Barald y a Aldor con cierta desconfianza- Un curioso grupo sin lugar a dudas, aunque hasta donde sé ninguno ha demostrado todavía su valía… -agrega el hombre de forma pensativa- ¿Me equivoco o vosotros también estáis interesados en el trabajo del magistrado?

A pesar de su carácter descarado, fanfarrón y algo altivo, el desconocido no solo tiene cierto carisma que hace que a algunos de vosotros os caiga bien sino también una rápida y confiable sonrisa y una melodiosa voz.

-¿Dónde están mis modales? Ulfúr, antiguo bardo de la corte y ahora jinete errante, a vuestro servicio -os dice con una breve inclinación para luego señalar con la mano abierta a los demás miembros de su grupo- Y ellos son mis valientes compañeros, todos hábiles y osados jinetes de la Marca.

Al ser quienes habéis pasado más tiempo en Edoras, conocéis un poco de la historia del tal Ulfúr: Era un bardo de la corte en los tiempos de Fengel que tras haber asesinado a un bardo rival fue expulsado de Meduseld aunque curiosamente no sufrió ningún castigo ni tuvo que pagar un wergeld por la muerte del hombre. Según se dice, Ulfúr cometió tal crimen porque el bardo le robó una de sus canciones y la hacía pasar por propia, pero otras versiones sostienen que lo asesinó por simples celos ya que tenía mejor voz que él o porque el bardo tenía sangre dunlendina y Ulfúr no estaba dispuesto a soportar que alguien con tal ascendencia cantara en Edoras.

Heruwyn mira a sus compañeros desde su montura. Vuelve los ojos hacia Úlfur con la misma sonrisa que el bardo dibuja en su cara.

- Sí - suspira - Todos tenemos un pasado y, por lo visto, eso no es impedimento para servir al rey - la escudera hace una pausa mientras acaricia las crines de su caballo y sonríe a Úlfur como quitando importancia a sus palabras anteriores - Estáis en lo cierto, Úlfur. Nos dirigimos a ver al Magistrado de Édoras. Pero dónde están mis modales... - Heruwyn imita el gesto del juglar para presentar a sus compañeros y los presenta uno a uno utilizando los calificativos que usó Úlfur, pero con sus nombres y sus virtudes.

La mañana ha ido avanzando y por fin nos dirigimos a la casa del magistrado para intentar echar una mano en estas horas de necesidad.

Por el camino nos encontramos con un grupo guerreros de Rohan fuertemente armados y parece que su destino es el mismo que el nuestro.

El que tiene pinta de ser el cabecilla se dirige a nosotros con palabras sarcasticas para al final terminar de presentarse el mismo y a sus compañeros.

Extraño caracter tiene este hombre, al principio me causa rechazo pero su sonrisa parece franca lo que hace que atenue mi primera mala impresión hacia él.

Y mirandole a los ojos. -Como muy bien has observado somos un grupo bastante heterogeneo pero no por ello somos menos competentes que vosotros, en estos momentos de incertidumbre todo aliado de corazón valeroso puede ser de ayuda. Le digo esto mientras apreto fuertemente, con mi mano derecha, mi larga lanza que sobresale un metro por encima de mi cabeza. -Por cierto, como muy bien ha dicho mi compañera, mi nombre es Barald viento de lanza, del pueblo de los Beornidas. Y le dedico una leve inclinación.

Saboreo con gusto el licor de hierbas que me trae Inwine, la verdad que lo echaba de menos, los licores que sirven en Casa de Cepa son espectaculares. Las horas se consumen deprisa, envuelto en el calor de la hoguera, y el del fuego que me corre por las venas, acunado con el ronroneo de las conversaciones y el agradable olor que sale de la cocina. Aldor se mece rítmicamente sobre dos patas de la silla, la mirada perdida en un pasado de besos oscuros, susurros cadenciosos en la noche. Vasallo y señora despojados de linaje, historia, diferencias culturales y artificiales hablando el lenguaje primitivo de la pasión, de la entrega del amor.

Cuando se hace la hora, pago religiosamente lo consumido y me dirijo a mi caballo dando de nuevo una propina al mozo que ha aprovechado el tiempo para limpiarlo y alimentarlo. De camino al Meduseld, nos encontramos con Ulfur, un bardo de la corte de Fengel que fue expulsado del Meduseld al asesinar a un bardo rival, aunque no tuvo que pagar wergeld ya que adujo que el bardo le había robado una canción, las malas lenguas dicen que lo hizo por celos y despecho.

Es hábil con las palabras, pero yo lo soy con los silencios. Así que le mantengo la mirada, los ojos ligeramente entornados, el rostro severo y las manos apoyadas en la silla de montar.

Heruwyn muy hábilmente le responde con ponzoña aludiendo a su oscuro pasado, mientras que yo pienso que mejor ser un mercenario que un asesino envidioso. Barald rebaja un poco el tono…

Manteniendo el semblante firme espoleo ligeramente a mi montura para que comience a andar y continuando hacia el Meduseld, digo a mi grupo: -Vamos, hay cosas más importantes que atender. – El tono de mi voz es seco y áspero, como el aguardiente. 

Monto en mi caballo, tras mis compañeros. El tal Ulfrur no parece el ciudadano más respetable, pero eso no implica que haya que ser descortés. Mis compañeros hablan. Yo le observo, a él y sus compañeros.

Eothred no conoce a Ulfur, pero aunque la apariencia de su banda es claramente algo que deja al muchacho con la boca abierta, su actitud con segundas no agrada al chaval, que adopta una postura capaz. Aun no siendo aun alguien que haya probado sus espuelas, no se deja amilanar, y muestra su bien porte cuando Heruwyn alaba sus dotes de monta y su arrojo de rohirrim de pura cepa frente a los orcos. Su porte es digno, mostrando actitud y el fuego rohirrim en los ojos. 

-Compañeros, pero si es el mismísimo Ulfur, estamos frente a la famosa "lengua de azúca"- comenzó a endulzarle el oído Dengal -Tuvo que huir raudamente de Edoras porque su talento no podía no oirse en tierras lejanas- le explica con una sonrisa a sus compañeros que no lo conocen-Señor Ulfur, siempre quise ser como usted- termina diciendo con una reverencia.

Mientras que Heruwyn os presenta a cada uno de vosotros, Úlfur permanece en silencio y se dedica a escucharle y miraros atentamente. La mayoría no percibís nada raro pero Galadan y Eothred se dan cuenta que el antiguo bardo parece como si os estuviera evaluando, no para realizar alguna acción contra vosotros sino más bien como si tuviera valorando que tan hábil es la competencia.

Tras las palabras de Barald, Úlfur responde con un ligero movimiento de la cabeza afirmando lo dicho por el beórnida y acto seguido se gira hacia Dengal.

-Yo nunca he huido, amigo mío, ni siquiera cuando hice justicia con ese bardo bocazas que se atrevió a robarme -le responde el jinete a Dengal con un tono sosegado y melodioso aunque pareciera que también lo hace con un doble sentido similar al de vuestro compañero- Y que sepas que me honra que quieras ser como yo pero ya he abandonado el oficio hace tiempo, ahora solo ejecuto la canción de la batalla.

Viendo que Úlfur y su grupo van en la misma dirección que vosotros, os veis obligado a compartir el resto del camino con ellos aunque este no resulta ser tan incómodo ya que el antiguo bardo no os vuelve a hablar y se dedica a silbar una alegre y rítmica canción. Luego de un breve tiempo, finalmente llegáis a la casa del magistrado, la cual se asienta al pie de la escalera que lleva a Meduseld y tiene la misma arquitectura que cualquier otra casa de la ciudad aunque esta es más amplia y decorada que las demás, demostrando así el estatus de su ocupante.

Debajo de la galería que da a la puerta principal de la casa se encuentra el magistrado, un hombre mayor de cabellos y barba grisáceas vestido con ropas opulentas y anillos, brazaletes y collares de oro acordes a su posición. A pesar de su aspecto, está claro que en su tiempo el representante del Rey en Edoras fue un guerrero, tal y como atestiguan las cicatrices que se ocultan entre sus arrugas, su rostro serio y su recta postura. Además, justo enfrente de la galería se ubica un grupo de cinco jinetes listos para la batalla y de semblante sombrío liderados por una escudera de cabellos oscuros, Eothred reconoce inmediatamente que son jinetes del Sagrario y que su líder se llama Léora.

Tras bajar de vuestras monturas, tanto vosotros como el grupo de Úlfur os acomodáis frente a la galería a la espera de las palabras del magistrado.

Luego de un largo tiempo de espera y viendo que ningún otro grupo ha llegado, el magistrado comienza a hablar aunque no sin antes aclararse la voz.

-El invierno ha sido duro y los jinetes del Rey están ocupados en asuntos urgentes en el este. Por eso, el Rey Thengel os solicita a vosotros, jinetes libres, que toméis esta moneda y uno de estos mapas que os llevarán al Valle del Folde Oeste, de donde se escuchan noticias de caballos y compatriotas asesinados brutalmente -dice el magistrado mientras os muestra una pequeña moneda de oro con el símbolo del caballo de Rohan y os señala un grupo de huesos unidos por unos anillos de bronce- Aquellos que acepten y sean leales a la Marca, deberán descubrir a los culpables de estos asesinatos y detenerlos en nombre del Rey Thengel.

El magistrado hace una pausa pero antes de que pueda continuar, Úlfur escupe al suelo.

-¡Dunlendinos! ¡Todos ellos asesinos y comedores de caballos! Demasiado tiempo el Rey les permitió reproducirse en la Marca Occidental -dice al antiguo bardo con un claro desprecio- Bien, entiendo esta misión y hace mucho tiempo que deseo algo así. Sin lugar a dudas los culpables son esos perros oscuros y sucios de Dunland y nosotros montaremos y les mostraremos nuestro acero a esos salvajes -Úlfur se gira hacia sus seguidores- ¡Hoy es un buen día, compañeros!

Mientras que sus seguidores golpean el piso con sus lanzas y aporrean sus escudos y la líder de los jinetes del Sagrario lo mira con claro desprecio (aunque desconocéis si es por su interrupción o por su opinión sobre los dunlendinos), Úlfur se acerca al magistrado y este con un cierto gesto de molestia le entrega la moneda y uno de los mapas de hueso. Sin perder más tiempo, el antiguo bardo y sus compañeros montan a caballo y se marchan a paso tranquilo.

Moviendo la cabeza de manera negativa, el magistrado se gira hacia vosotros aunque no sin antes sacar de su bolsillo dos monedas más.

-Como iba diciendo, aunque esta moneda no os hace representantes del Rey, si os identifica como guerreros a su servicio y si en algún momento necesitáis refugio, mostrádsela al dueño de la granja más cercana y recibiréis alojamiento por una noche. Además, si necesitáis un caballo, podréis adquirir uno en los establos aunque cuando terminéis el trabajo tendréis que devolverlo en las mismas condiciones que fue entregado -aclara el magistrado con una todavía más clara seriedad, dando a entender que no debéis abusar de la hospitalidad de los habitantes de la Marca ni atreveros a perder el caballo prestado- En cuanto a los mapas, cada compañía recibirá uno. Y si no sabéis usarlos, os diré que solo tenéis que viajar al Folde Oeste y alinear su forma con los picos de las montañas, los agujeros os indicarán el camino por las estribaciones de las Montañas Blancas y las cruces son las granjas que deberéis visitar, investigar y si es necesario, proteger -explica el magistrado mostrándoos mejor los mapas tallados en hueso.

Sin pronunciar una palabra, la líder de los jinetes del Sagrario se acerca al magistrado y tras recibir una moneda y un mapa, monta en su caballo al igual que sus compañeros y se marcha en silencio y paso rápido pero seguro. Siendo los únicos presentes, el representante del Rey en Edoras os habla.

-Si tenéis alguna pregunta, este es el momento para hacerla. De lo contrario, solo tenéis que aceptar el trabajo o marcharos -dice el magistrado, con una clara intención de terminar con este asunto y volver a su trabajo.

Heruwyn sigue los pasos de la líder de los hombres del Sagrario y toma una moneda y un mapa.

- Por toda la Marca se habla de los ataques y muchas versiones corren de boca en boca - la escudera desvía la mirada por un momento hacia Úlfur y su compañía recordando la conversación de la noche anterior en el camino a Édoras - Decidnos, magistrado, ¿se inclina el rey a pensar en un culpable?¿Ha llegado alguna noticia que nos permita concretar la búsqueda por sensible que sea?

Llegamos al Meduseld y esperamos en la galería a ser atendidos por el magistrado. Escucho con atención lo que nos tiene que decir, el necio de Ulfur haciendo gala de unos pésimos modales, sobre todo un hombre que se ganaba con el pan con su voz en los salones del Medusled, interrumpe al magistrado y prácticamente arrebatándole la moneda y el mapa sale con sus hombres raudo y presuroso.

Me quedo unos segundos pensando, ordenando mis pensamientos y luego le pregunto al magistrado:

Quien es el Señor de esas tierras?, se sabe si los ataques fueron de día o de noche? Podría indicarnos en el mapa la localización exacta de donde sucedió el último ataque conocido?

-A pesar de lo que diga Úlfur, todavía no hay nada que nos indique quienes son los verdaderos culpables -le responde el magistrado a Heruwyn- Y no, todavía no tenemos ninguna noticia nueva, justamente por eso os enviamos.

Acto seguido, el representante del Rey se gira hacia Aldor.

-En teoría, Éogar gobierna todo el Folde Oeste pero desconozco si las granjas atacadas tenían algún señor local. Con respecto a los ataques, no lo sabemos con certeza pero sospechamos que fueron de noche -le dice el magistrado para luego señalarle un lugar en el mapa- No estamos seguro pero creemos que el último ataque fue aquí, aun así ese lugar ya fue investigado y lo único que se encontró fue una granja destrozada, sus ocupantes muertos brutalmente y sus caballos robados o mutilados. Tened en cuenta que no hemos tenido más noticias y es por eso que vuestro trabajo no es investigar las granjas ya atacadas sino asegurar las que siguen ocupadas o investigarlas en el caso de que haya pasado lo peor.

Tras darle las gracias al magistrado y una vez nos hemos quedado a solas me dirijo a mis compañeros.

-Partiremos inmediatamente hacia las granjas del oeste. Si estos ataques son dirigidos por orcos el siguiente ataque llegara por la noche- sentencio con seguridad- deberíamos explorar la zona de noche, y luego dedicar parte del día a descansar y la otra parte a visitar los lugares atacados ver si hay un patrón, un modus operandi, buscar huellas u otros indicios y si los hubiera hablar con los vecinos, también debemos localizar al Señor Local y presentarnos. Normalmente nada sucede en la tierra de un Señor sin que este tenga una buena sospecha de lo que está ocurriendo. Que os parece?

-Sinceramente, espero que esto sea un trabajo sencillo, una banda de orcos. Asunto rápido y limpio, porque como sea… otra cosa… 

Después del encuentro con el antiguo bardo por fin llegamos a casa del magistrado. Una vez que estamos en su presencia nos explica los problemas que hay y lo que se espera de nosotros.

Una vez ha terminado de hablar, mis compañeros Heruwyn y Aldor toman la palabra y cuando estos acaban me dirijo hacia el magistrado y realizo una inclinación con mi cabeza en señal de saludo. - Mi nombre es Barald y pertenzco al pueblo de los Beornidas, por lo que cuenta, mi opinión coincide con la de Aldor. Durante muchos años en las tierras de mi gente hemos sufrido el azote de esos seres y su conducta y fechorias se parecen enormente a las que usted nos ha descrito. Hago un pequeño parentesis y continuo. -Durante largo tiempo he cazado orcos y otros seres parecidos, será un honor poner ese conocimiento al servicio de Rohan y aprovechandome de su infinita generosidad tomaré prestado un caballo mientras dure la misión. Y una vez he finalizado me vuelvo a colocar al lado de mis compañeros.