Partida Rol por web

Despertásteis.

El sol os golpeó en la mejilla, y enseguida notásteis vuestras ropas totalmente húmedas. Estábais tumbados de cualquier manera; Helen y Calvin bocabajo, y Roy bocarriba. Todos estábais en una orilla, y el río corría justo delante de vosotros. Aquella caída os provocó a los tres tamaño impacto que perdísteis el conocimiento, no supiendo si por el golpe o por un poco de ahogamiento. El caso es que ahora habíais desperado varias decenas de metros más abajo. El sol no estaba en lo alto, pero ya había amanecido hacía, seguramente, un par de horas. Alrededor la selva de la isla Muerta os absorbía por completo.

Calvin se levantó y vislumbro la situación sentado aún en la orilla. Comprobó que estábais vivos, y, sobre todo, que no había animales a vuestro alrededor. La paleontóloga tenía una brecha muy fea en la cabeza, de la cual sangraba un poco, mientras que Roy tenía un gran dolor en un hombro. Temió que se le hubiera desencajado, pero no fue así (tal vez algún tipo de esguince en el brazo). Calvin tenía magulladuras en general y un diente roto.

¡Maldición! ¡El helicóptero! -dijo acordándose del contrato con el piloto-. Y es que toda esperanza de volver en el helicóptero se había esfumado. Esto ha ido de mal en peor. No sólo estamos heridos, mojados y en constante peligro, sino que nada sabemos de otros supervivientes... lo cual me da un poco igual. Emma y Casey, muertos ¿quién será el siguiente?

Entonces se llevó las manos a la cabeza, tratando de pensar.

-No pensemos en eso ahora, Calvin -dije, en tono asustadizo, al escuchar la pregunta del militar-. Puede que lo logremos. Aunque después de lo de Casey, tengo cada vez menos esperanzas de que podamos salir de esta isla... Y para colmo ya no podemos seguir el rastro de esos supervivientes que escaparon en los vehículos...

La cabeza me dolía mucho, probablemente porque me había golpeado en algún momento después de la caída. Aunque lo peor de todo fue que mis prismáticos estaban rotos.

-Mierda -murmuré, dejándolos caer a un lado-. Esto va de mal en peor, chicos.

Seguíamos vivos, estabámos a salvo del spinosaurus...uff sentí un dolor profundo en el hombro. Lo último que recordaba era un gran salto pero de la caída en sí no me acordaba. Estaba amaneciendo, los tres nos miramos aliviados, estábamos empapados y doloridos. Miré alrededor, el paisaje se extendía a nuestros pies de un verde precioso que el sol que salía lo hacía aún más brillante...A pesar de lo canutas que lo habíamos pasado desde que pisamos esa isla, en esos momentos me pareció un lugar muy bello...quizás deliraba por la caída...

Ví a Calvin como se lamentaba de lo ocurrido y no me pude callar- Amigo no hace falta que nos recuerdes que estamos bien jodidos- le dije a Calvin amablemente- mejor pensemos algo para salir de aqui. Estamos en mitad de la isla, sin coche ni refugio, debemos buscar algún otro lugar donde resguardarnos y poder ponernos en contacto con el piloto. O quizás podemos caminar siguiendo la dirección del río.

Debíamos seguir, quedarnos parados en la inmensidad de la isla podría ser nuestro fin.

Tras meditar un rato, haciendo acopio de fuerzas para continuar, oísteis una ráfaga de disparos no muy lejos de su posición, en la ladera de la montaña. El sonido procedía del sureste, alejándose un poco diagonalmente a la orilla del río. Calvin tomó su ametralladora, la cual había hecho comprobar (quitándole el cargador para revisar la munición),y se quedó apuntando hacia delante, quieto todo el (como intentando averiguar más cosas del sonido). Los disparos eran también enviados en ráfagas, aunque se notaba (al menos así se dieron cuenta Calvin y Roi por su experiencia militar), que quien los hiciera no tenía demasiada práctica de combate.

-¡¿Habéis oído eso? ¡Disparos! -exclamé, sorprendida-. ¡Vamos, tenemos que dirigirnos rápido hacia el sureste! ¡Puede que sean los científicos que escaparon de la base!

Sabiendo que, dada mi condición de civil, no era prudente que me lanzara a correr sola, hacia lo desconocido, aguardé a que Calvin y Roy tomaran una decisión antes de decantarme por echar o no a correr junto a ellos en aquella dirección.

Si Helen, son disparos. Vayamos a ver, puede que necesiten ayuda o puede incluso que sea el piloto en busca nuestra...vayamos, rápido.

Saqué mi pistola de la mochila y la guardé en el bolsillo de la cazadora, para tenerla más a mano. Ojalá no estuviera demasiado mojada. Nos dirigimos al sureste, de allí provenían los tiros. Por un momento hubo un rayo de luz al escuchar esos disparos...sería el piloto llamando nuestra atención, o quizás los científicos...pudiera ser que el piloto haya avisado de nuestra misión fallida y hayan mandado un equipo a recogernos...mil ideas se me pasaron por la mente. De lo que estaba seguro era que esos disparos no eran de militares ni soldados. Se notaba en el sonido y la repetición que eran de gente inexperta.

Calvin no dijo nada más, tan sólo se limitó a asentir cuando ambos, Helen y Roy, corrísteis en dirección a los disparos. Éste último colocó su pistola fuera de su cartuchera, y la colocó en uno de los bolsillos de su cazadora. El caso es que, una vez os alejásteis de la orilla, o adentrásteis en un bosque de pinos, no muy frondoso pero sí algo enmarañado. Segundos después aparecísteis en un claro, donde podía verse el cielo de aquella mañana, pero os quedásteis quietos e impactados: dos personas, una mujer y un tipo con uniforme de seguridad y ametralladora, salían de entre los árboles, corriendo hasta vuestras posición. Calvin exclamó que "había gente viva", pero aquella pareja hacía advertía, mediante aspavientos con los brazos, que corrieran al igual que ellos.

En esos momentos, detrás de aquellos dos nuevos sujetos, apareció de nuevo ese gran animal, el Spinnosaurus. Aquel dinosaurio era el mismo que por poco os engulle horas antes.

¡Corred, corred, corred! -el tipo os instaba a que hicíéseis lo mismo que ellos, pero éste se paraba a disparar al aire unos microsegundos, entendiendo que así disuadiría al animal (pero era más bien al contrario).

Tras adentraros en el bosque de pinos, cruzándolo por su linde ahora en dirección sur, vísteis finalmente en una gran explanada de hierba un jeep similar al del puesto avanzado, así como una motocicleta detenidas en un pequeño claro. Efectivamente, aquellos dos seguramente fueran los vehículos que huyeron del puesto avanzado. Sobre la moto había otro hombre y al volante del jeep se encontraba otra mujer. Ahora todos corríais hacia ese jeep, con la intención de subiros a él y, por vuestra parte y muy a vuestros pesar, rememorar aquella huida en plena noche en el famoso Puesto Avanzado.

El spinosaurus hacía temblar la pradera a cada paso y destrozaba árboles con su enorme corpulencia. Sin embargo, pese a los traspies y lo errático de la carrera lográsteis todos subir a los vehículos. Vosotros habías actuado por intuición, siguiendo las reglas de superviviencia de aquella dantesca escena. El jeep arrancó, la mujer pisó a fondo y, finalmente, comenzásteis todos a huir. El guarda de seguridad volvió a gastar otra ráfaga de balas para que el gran dinosaurio dejara de perseguirlos... y esta vez así fuera: el animal, que parecía algo cansado y patoso, viraba su cuerpo en otra dirección, hacia el noreste, hacia las montañas.

Solo respiré tranquila una vez que el Spinosaurus desapareció de nuestro campo de visión, virando en la dirección noroeste. Dejé escapar un ligero suspiro en el interior del jeep, aunque sin llegar a relajarme en mi asiento. Sabía que, tal vez de un momento a otro, cabía la posibilidad de que otro peligro apareciese en nuestro camino.

-Sois el personal del puesto de observación, ¿verdad? -pregunté, intrigada, pese a que ya me imaginaba que la respuesta sería probablemente afirmativa-. ¿Qué sucedió?

Montados en los vehículos que la noche anterior perseguíamos, pudimos respirar tranquilos por fin...el spinosaurus parecía que finalmente había desistido y nos daba algo de tregua. Divisé el coche y a nuestros nuevos acompañantes..eran los desconocidos que quisimos atrapar tan solo unas horas antes...la situación era un tanto surrealista. Permanecí atento a lo que contestaban a Helen. Sin duda alguna eran ellos.

-Sabemos que algo pasó en el Puesto, nos gustaría que nos contarán que ocurrió, lo que ustedes sepan. Me mostré tajante y un tanto distante, no me fiaba mucho de ellos. Esperaba equivocarme, no estábamos para más contratiempos.

Yo soy María, científica de INGEN -dijo la mujer que conducía el jeep-. Trabajo en esta isla.

El que conduce esa moto -decía el guardia de seguridad señalando al motorista a varios metros en paralelo al recorrido del jeep-, es Marcus, uno de los comisarios de la Unión Europea.

Yo también soy Comisaria de las Naciones Unidas -dijo entonces la mujer rubia bastante seria-. Soy Rachel Wan.

Y aquel nombre os resultó familiar. Rachel Wan era una antigua activista pro derechos de animales que había sembrado grandes dudas sobre la carrera de John Hammond desde sus inicios en el campo de la ingeniería. En los medios de comunicación mundiales era considerada una gran enemiga mediática de INGEN. Había salido en infinidad de entrevistas acusando de irregularidades en el trabajo de Hammond. Y ahora estaba escapando de un dinosaurio, como vosotros. Parecía, al fin y al cabo, tener razón en cuanto al magnate de los dinosaurios.

Entonces María, que tenía un inglés con gran acento mexicano, os siguió hablando, respondiéndoos a la pregunta sobre qué paso en el Puesto Avanzado.

Tras un apagón en la insatalación los dinosaurios lograron penetrar en el perímetro: uno de los pteranodones desde el aire, y el Spinnosaurus y dilophosaurus rompiendo la valla exterior -entonces entendísteis aquellos agujeros en la estructura-. Alertados, y antes de poder informar a Isla Sorna, tuvimos que escapar en los vehículos del garaje. El resto de trabajadores del centro y otros comisarios han desaparecido en la huida.

Entonces, el comisario que iba en la moto, señaló con la mano hacia delante, queriendo comunicar que habrían de atravesar toda aquella pradera verde. El joven no debía llegar a los treinta años.

Y otras personas que estaban en el Puesto han perecidos... devorados por los dinosaurios -añadió el guardia de seguridad-. ¿Y ustedes... quién diantres son? -dijo Gambit muy extrañado, sabiendo que no érais científicos de la isla ni comisarios-.

-Hammond nos envió para comprobar qué había sucedido después de que no hubiera ningún informe más desde el puesto de observación -expliqué, con cierto nerviosismo.

Aunque ya había imaginado lo sucedido en el puesto, resultaba desgarrador oír lo ocurrido por boca de los supervivientes. A juzgar por sus palabras, podría haber otros trabajdores y comisarios vivos en la isla, aunque a cada minuto que pasaba, la posibilidad era cada vez más remota.

-Mi nombre es Helen, soy paleontóloga -me presenté-. Ellos son Roy y Calvin. Formábamos parte de un grupo de cinco, pero dos de nuestros compañeros no lo lograron...

Saludé con la cabeza a los desconocidos cuando nos presentó Helen. Efectivamente ellos eran los que estaban en el puesto. Al escucharles hablar no noté nada raro, aunque seguía sin fiarme de ellos. Algo que no me encajaba era la presencia de Rachel Wan en la isla, de todos era conocido su enemistad con Jonh Hammond, no me cuadraba que estuviera aquí.

- Hacía donde nos dirigimos? pregunté a la conductora. Estaba intranquilo sin saber hacía donde nos llevaban. Supuse que ellos al ser trabajadores de la isla conocerían mejor el lugar. - Nuestro piloto quizás aún este esperando, aunque no sabemos exactamente por donde puede estar- Les hice saber que nos esperaban por si ellos sabían el paradero del piloto, si es que aún seguía en la isla.