Partida Rol por web

- Por supuesto Señor. Deje mis cosas a un costado sabiendo que tenia mi primera mision.

Escoltar al Capitan no parecia ser algo digno de una medalla pero no me importaba. Estaba seguro que era algo importante y si necesitaba ir en una moto necesitaba ser rapida.

- Usted dira Señor, dije al Capitan. Ahora era mi nuevo jefe.

De seguro el sabia donde estaban las motocicletas y un par de cascos para salir pronto de alli al destino que me indicara.

- Sabe a donde vamos Señor? Es que no conozco la ciudad, sino, tendremos que pedir direccion.

Si el Capitan no lo sabia seria bueno pedir un mapa tambien.

Se despidió del coronel y el resto de miembros de aquel extraño y ajetreado "Estado Mayor" y os marchásteis. Bajando por las escaleras te comentó:

- Si hija si, se donde vamos. Su voz de resignación indicaba un pesar. Como que ya había estado allí, y no le gustaba lo más mínimo. Luego, como si le hubieran dado un pellizco, se reanimó y recobró energías: - Recoge todas tus cosas, nos vemos en la entrada en 5 minutos.

Motivada por sentirme util y alegre de que el oficial supiese el destino recogi mis cosas en dos instantes y sali casi detras de el hacia la entrada.

De camino estaba un poco nerviosa. No sabia que motocicleta tendria que conducir, y no tenia mucha experiencia, ademas tampoco habia llevado a nadie conmigo, pero confiaba en mis habilidades.

Estaras bien Alia....

Me dije a mi misma para darme animos y mantener mi sonrisa.

Mientras recuperabas tu petate, te das cuenta, nada más salir del "puesto de guardia", que el oficial no estaba.

19 de marzo de 1938. Martes. 01:44. Nueves y claros. Sin viento. 17ºC. Vladivostok [Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas]. Centro de Mando (Cuartel General de la 11ª División de Protección).

Al medio minuto o así se escuchan unos pasos. Este bajaba por las escaleras con un subfusil en el costado derecho, un fusil a la espalda, y un correaje, colgado de cualquier manera. Nada más verte, te pasa el correaje, y esperó a que lo pusieras, que no tardaste gran cosa. No había manera. Te lo quitaste y hubiste de ajustarlo a tu altura. Esto le sacó una sonrisa amagada al oficial, que vio con satisfacción que pudiste tomar las medidas oportunas, rápida y diligentemente, sin ayuda. Al quedar lista, te pasó el fusil, pero dijo algo que no se escuchó, por el ruido que hacía una moto que acababa de parar frente al edificio, y usó su claxon con una exagerada y profusa insistencia.

- ¡Ya va!, ¡ya va!. Contestó el capitán simulando estar algo airado. De todas maneras, tú, al menos en principio pensaste que se había cabreado. Luego te miró, y con una sonrisa te aconsejó: - No olvides el equipaje.

Con el fusil en el hombro recogi las cosas para aproximarme hacia la moto. Mientras avanzaba reconocia el freno, y demas componentes. No tendria problemas con ella. Ademas la moto estaba en buen estado y tenia un sidecar, mucho mas sencillo de conducir y de llevar equipaje.

Tras asegurar las cosas en la parrillita trasera y las pequeñas maletas me dispuse a partir cuando lo indicara el Capitan y con una sonrisa espere a que se sentara.

- Usted dira Señor, a donde vamos!

Lo notas reirse. Ya se había metido en el sidecar y mientras ve como "montas el chiringuito" te dice: - Anda trae eso antes de que se caiga. La verdad es que el equilibrio era bastante precario, y si no es una frenada, en cualquier saltito o curva, iría todo de "excrusión". Lo miraste. Tu maletita podría en el espacio entre sus piernas, pero el petate no veías como. A no ser ... que se lo pusiera encima.

Viendo que no habia donde amarrar nada tuvimos que acomodar las cosas entre nosotros, entre sus piernas y tal vez amarrar algo a mi cintura con mi cinturon. Seria incomodo pero no mas que estar en el sidecar.

Lo mejor para ambos seria que me diera prisa en llegar a destino, solo para que pudiera estirar las piernas prontamente asi que cuando estuvieramos listos partiria hacia la direccion que me indicara.

- Señor, yo puedo dejar mis cosas y venir por ellas luego si es necesario. No tengo nada de mucha importancia.

Mis papeles podia tenerlos encima y mi fusil estaba en mi espalda, y mi mision era transportarle. Podia dejar mi maleta en la base y venir por ella luego.

- No, no; que es posible que no puedes regresar aquí en un tiempo.

Hizo un gesto con la mano para que avanzases. Con las luces encendidas, como lo trajo el soldado, ya no te tenías que preocupar por ello. La carretera saliendo de la ciudadno era mala, pero en un momento dado te hizo girar hacia la izquierda. Salísteis de la via A189 y tras una media hora de caminos de tierra, regresasteis hacia el sur en la A189, otra vez. Es como si hubiera sido un atajo.

19 de marzo de 1938. Martes. 04:27. Nueves y claros. Sin viento. Relente marino. 16ºC.  Novokiyevskoye (Región Primorsky Krai) [Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas]. Carretera Principal Regional (A189).

Acabábais de bordear el pueblo de Novokiyevskoye. Una nueva ciudad, que tenía pocos más años que tú. Sabías que era pequeña, pero su moderno diseño era uno de los ejemplos de desarrollo zarista. Un intento por modernizar el país. En la distancia se pudieron ver varios destellos. Sabías que eran explosiones, pero no se llegaban a escuchar. No podíasa verlo, ya que con la luz que había, sabías donde estaba, pero poco más. Incluso tus sentidos estaban más atentos al suelo que a él; pero aún así sabías que estaba frunciedo el ceño.

Atenta conduje por todo el camino siguiendo las indicaciones que me daba el Capitan. Se notaba que iba incomodo pero nada podia hacer mas que apurarme en llegar a destino.

Mas aquellas explosiones que pude escuchar me pusieron un poco nerviosa. Confiaba en mi, y en muchas cosas mas, pero no me sentia segura de ir a la batalla mi primer dia. Ademas, acababa de pasar aquel pueblito, no me parecia logico tener enemigos tan cerca, pero tampoco sabia realmente que estaba ocurriendo en aquella region.

Y no era el momento de preguntar.

- Lo siento.... dije al pasar un bache.

Y trate de conducir con mas cuidado aunque el terreno no ayudase. Era una buena moto, pero no para ir en un sidecar.

Cuanta faltara?

19 de marzo de 1938. Martes. 05:00. Nueves y claros. Sin viento. Relente marino. 15ºC.  Jasán  [Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas]. Carretera Principal Regional (A189).

LLegando al pueblo, tras unos tres cuartos de hora tras pasar la anterior localidad grande, os encontráis un puesto de control militar. Frenas, pero saludan militarmente al oficial, y hacen gestos para que pases sin decelerar. Casi amanenciendo, un par de minutos antes había podido ver un lago. No lo tenías muy claro, pero sabías que en la frontera entre Rusia y China, habían lagos. Era un lugar táctico extraño, con montañas altas solitarias e inmensas planicies de bosques y prados, con algunos lagos. También sabías que los sinos estaban en guerra con los nipones desde hacía ya varios años.

- Me han mandado a una guerra que no es nuestra.

El capitán te indica por donde correr. Nada más llegar a una casa de piedra destartalada, que tenía dos guardias en la puerta te hace parar. Los soldados se cuadran mientras el oficial baja del sidecar, dejando tu petate dentro del lugar donde el hombre había permanecido sin quejarse la última hora y pico de baches y curvas. - Strashina, este es su destino. Ignoró a los soldados, que estos se mantenían en primer tiempo de saludo, mientras entraba en la "casita". 

No te parecía una ciudad grande, menos aún para tener estacionada una unidad militar, pero, ahora, con la guerra cerca, esa opinión, (Ciudad grande = tener unidad militar) ya no tenía tanto sentido.

Este era mi lugar.

Por un momento me quede mirando aquel lugar con sus guardias quienes ahora serian mis compañeros. Esperaba un poco mas de relevancia en lo que seria mi nueva mi vida pero trate de mantener mi buen animo.

Pero no lograba tener buen resultado.

Estaba en medio de la nada, en un lugar completamente desconocido. Al menos los alrededores eran bonitos, los paisajes de lagos siempre me habian gustado, y aun asi no podia obviar el hecho de que tal vez tendria que matar gente por la Madre Patria, y para eso me habian entrenado.

Estaba lista y estaba en el lugar correcto, no podia ser de otra forma.

Tal vez hubiese otras chicas... tal vez....

Salude a los guardias y entre tras el Capitan.

Cual sera mi primera labor?

Tenia que tener paciencia. Como cuando miraba a traves de mi mira y mi respiracion se relajaba pausandose para esperar el momento exacto en que el dedo acariciara el gatillo para eliminar a mi enemigo.

Paciencia..

Los soldados te saludaron, conforme a tu rango, pero también notaste que miraban, cuando pasabas. - ¿Me están mirando el trasero estos ... ? No sabías si insultarlos (Cerdos, niñatos ... ) o reirte. Seguiste al compañero de viaje. Nada más entrar, lo recibe un Teniente Coronel, que tras saludarme militarmente, se dan un abrazo y los típicos 3 besos protocolarios en ciertas zonas.

Empiezan a mirar un plano, en el que JASÁN está casi en la esquina derecha. Vosotros estais donde la X de Xacahckoe.Tras enseñarle donde está el "Fregao", le comenta, así, picaronamente, el TCOL al capitán que había venido de viaje contigo: - Muy guapa tu chófer. Hizo un gesto, y le contestó: - Tío, usted, siempre igual, como su hermano y padre mio. Mientras sacudía la cabeza. Su ademán, había sido extraño, pero su voz era en extremo distante y formal. Es como si el capitán hubiera reñido al mando. Tras eso, y sin darle tiempo a más protestas, le preguntó: - ¿Has traído la moto? Fue una pregunta sibilina. 

Mientras asentía, el teniente coronel, salió disparado, dando un saludo más informal de lo que esperabas. La moto arrancó.

El oficial dejó pasar un momento, el cual era aprovechado para el sidecar, alejarse, hasta perderse el ruido en la distancia.

- Bueno, strashina. Puso las manos sobre la mesa donde varios mapas, pero el que dominaba era este, descansaban. El lugar no era muy grande, pero estaba realmente poco iluminado. Las paredes no tenían más que unas pocas mesas, y los dos únicos focos, colgaban del techo y proyectaban sendos haces de luz, directamente sobre los planos y mapas. El puesto de mando era una sola habitación, con mesas contra las pareces, que tendrían varios equipos de radio, algún lugar sobre el que escribir, y poco más. Todas las sillas daban espalda a la mesa central, pero, nadie las ocupaba. - Vamos a tener que empezar. Pregúntele a los soldados de la puerta. Le dirán donde dejar sus cosas y se tendrá que hacer cargo de unos soldados. Se giró hacia ti y te indicó: - En el mismo alojamiento que deje sus cosas, le estarán esperando. Cambió la voz, como si te fuera a dar una decepción: - No se haga ilusiones, son pocos. Te hizo un gesto para que te acercases y mirases los planos. Señaló un punto un poco más al sur: - Tendrá que vigilar este puente. Si recibimos un asalto o invasión, deténgalo. Es el único puente en mucha distancia, y preferimos que siga intacto. No había duda. Seguía la línea ferroviaria, y era un puente para los trenes. Se giró otra vez hacia ti y añadió: - No tenemos permiso para cruzar, pero, tenga en cuenta que los chinos no son enemigos, y los japoneses, aunque queramos, si nos nos atacan, tampoco. Se apoyó con una mano en la mesa, cruzó la pierna derecha sobre la espinilla, de la otra, siendo una poustura totalmente informal y despreocupada y preguntó: - ¿Dudas? Agachó la cabeza, intentando meterla entre los hombros, acortando el cuello. Una detonación no había sonado lejos, pero tampoco se alarmó ni salió corriendo a ver donde había caído el "pepinazo". Sonrió, con algo de vergüenza y se le escapó: - Creo que se están dando entre ellos un poco de calor. Señaló hacia donde tenías que ir a los alojamientos: - Allí tendrá el equipo y un fusil acorde.

Mi llegada no habia sido tan emocionante como hubiese deseado pero no importaba ya. Apenas una mueca hice cuando deje a los soldados atras. Me miraban el trasero? O tal vez era desprecio por ser mujer. No seria la primera vez y al ser sargento ya habia tenido que lidear con tontos retrogados, aunque nunca habia tenido a alguno bajo mi mando.

Era la primera vez para muchas cosas.

Enfocada en lo importante entre a aquella sala de mando o sala de todo, porque no habian mas salas.

Escuche atenta todo lo que me indicaba. Era mi primera mision, iba a estar al mando de un pequeño grupo para resguardar un puente. No tenia que porque ser dificil, no creia que los chinos o incluso los japoneses llegasen hasta alli, y si era asi, de seguro no querrian no se meterian con nosotros.

- No hay problema Señor, cuidare ese Puente con mi vida, ningun chino o japones podra dañarlo o tomarlo, pero realmente cree que quieran tomar el puente? Al parecer estar entusiasmados entre ellos como para meterse con nosotros.

Hice nota mental del mapa sobre la mesa.

- Partiremos de inmediato. Hay soldados en el Puente? algun traductor por si tenemos contacto con los orientales?

Confiada de que tendria un buen equipo y buenos hombres sali de la Sala para conocerlos y prepararnos para salir.

 pero realmente cree que quieran tomar el puente?

Sin levantar la vista del mapa, contestó, como un padre resignado: - Realmente no sabemos lo que quieren, pero tenemos que mantener íntegra la Madre Patria. Por ahora nos conformaremos conque no lo dañen. Recuerde que los chinos no son enemigos ... en principio. Inspiró profundo: - Con los japoneses nunca se sabe que son. Aún había resquemor de la última guerra con ellos, de la cual habían pasado unos 30 años. - Pero entre ellos si lo están.

- Partiremos de inmediato. Hay soldados en el Puente? algun traductor por si tenemos contacto con los orientales?

Se empezó a reir, cosa que duró un instante. - ¿Y nosotros que somos, norteños? La risa apagada que aconteció no auguraba nada bueno. Tan poco, que temiste que tu pregunta fuera una impertinencia. Con esto te quedaba claro que ... te tendrías que valer por ti misma.

- Suerte strashina y usa a conciencia cada bala. Para ser una despedida, o una orden de "vete ya", estaba siendo muy amable. También se denotaba un fondo de melancolía. Era como si dijera a una hija "adiós", y no supiera si la va a ver otra vez, o si entre este momento y el reencuentro, pasarán años. Veías pena en su corazón.

La actitud del Capitan me dejaba un poco desconcertada. De momentos parecia paternal y otros.... no tanto.

Recogi mis cosas para ir a conocer a mis soldados, hombres valerosos que darian la vida por la Madre Patria, y guardar mi pequeña maleta, no necesitaba mas que un par de cosas y las podia llevar conmigo.

En la puerta me quede pensando en la ultima frase del Capitan.

Uno de los instructores de tiro me habia enseñado que no se malgastaban balas. Si iba a disparar era a la cabeza o al pecho buscando el corazon. No tenia sentido herir a una persona. Eso era maldad, irracional e imprudente, un enemigo herido era erratico, podia hacer cualquier cosa, y te obligaba a gastar una nueva bala, despues de haber rebelado tu posicion, ademas se convertia en un objetivo en movimiento si antes no lo era. Todas eran malas situaciones que se evitaban al no errar la primera bala.

Yo no fallaba.

- Puede contar conmigo Capitan. Salude antes de salir a los aposentos a guardar mi maleta y conocer a los que me iban a acompañar a cuidar ese puente.

No tardaste en llegar. El lugar era poco más que una caseta improvisasda, con piedras apiladas, a modo de mampostería de un ribazo, un poco de adobe y un tejado que no era otra cosa que unas tablas aseguradas con con unas piedras, y se fijaba precariamente por el propio peso de las piedras que tenía encima; algunas, casi tan grandes como tu cabeza. El lugar estaba oscuro, y la única luz, una vela de sebo, ardía mortecina al fondo, iluminando el candil de cobre que lo mantenía separado de la mesita y limitaba hasta donde desplazarse la grasa ya usada. Entre sudor y el olor a la vela, te desilusionaste bastante, pero pronto empezaron tus ojos a acostumbrarse. Eran 8 camas, de las cuales, todas las del lado derecho estaban ocupadas por alguien que estaba sentado o recostado. Estaban todos vestidos, con el arma cerca y con pocas intenciones. O no se habían dado cuenta que estabas allí o no se habían querido dar cuenta.

Las camas del otro lado eran poco más que jergones de paja, sin colchón, sábanas ni nada de nada.

La imagen que contemplaba desde la entrada de la casucha no podía mas desalentadora. Si bien debíamos ser el orgullo de la Madre Patria aquellos hombres parecían todo… menos soldados.

Me tome unos segundos mas mientras miraba alrededor dándome cuenta que todo dependía de mi, tanto la moral de aquellos que ahora estaban a mi cargo, como aquel condenado Puente.

• Atención SOLDADOS!!!

Grite desde la entrada sin emoción alguna. Mi voz no era un clamor desesperado, ni siquiera un llamado de atención, era una llamada determinada de un superior que espera sea atendida su llamada a funciones.

Mientras caminaba entre aquellas camas mire con detenimiento sus rostros. No tenia porque juzgarlos, de seguro ahora mismo me juzgaban a mi misma y por ello me mantuve estoica frente a ellos mostrando mi rostro y mi rango.

La moral de todos dependía de mi y en cierto modo eso despertaba un sentimiento maternal para con esos hombres pero no estaba allí para darles cariño y ternura.

• Soy Strashina Makarova. El Capitan Uldeyev necesita que cuidemos el Puente y asi lo haremos, es nuestro deber y no lo haremos como se espera de nosotros.

Desde el otro extremo espere que mis palabras despertaran un poco mas aquellos adormilados cerebros hasta que encontré al que debía ser el líder del grupo. Seria mi mano derecha y con el debía comenzar por ganarme su respeto.

Al identificarle me acerque para estrechar su mano y esperar que se presentara. Luego le solicite que me presentara a los demás. Con el también debía verificar si todos estaban armados y listos para partir hacia el Puente.

• Algo que deba saber antes de partir?. Le pregunte.  

Los hombres se pusieron en pie de un bote. La verdad, no se esperaban el irrumpir de un mando en sus "aposentos". El "penetrante" olor fue disipándose, según tu nariz se acostumbraba a ello, pero pensando como ventilar el lugar ... lo dejaste estar : "Ni ventanas, ni ostias. Bastante que no se derrumba".

Todos estaban junto a su cama, con el fusil y en posición de firmes. Es como si fuera una academia militar. Eso te hizo pensar: "Son novatos, novatos ... muy novatos". Te acercaste al único que tenía unos galones. Era un "Soldado Distinguido". Ni si quiera lo habían ascendido a cabo. Tenía cara de "ratón de biblioteca", y no tenías ni idea de él, pero era el único que estaba haciendo algo "mental". Tenía un manual en las manos, un libro o algo así. No eras capaz de distinguir que era. No había, a esta distancia, bastante luz. De todas maneras, lo guardó, medio escondiéndolo, entre las sábanas y un poco bajo la almohada.

El hombre, de cierta edad (Más de 40) se presentó: - Marinero Distinguido Angilav Sukalenko. Primer pelotón, 13ª Compañía de Fusileros. 100º Batallón Oriental del Regimiento Varsula, de la 11 División de Protección. Podías ver que las ropas no eran las de soldado, sino la "faena" oscura, y la boina negra de lana en su cinturón, que usaba la armada. Bajo su ropa podías distinguir la camiseta. Típica de franjas azules y blancas que usaban todas las Fuerzas Armadas de la Madre Patria. Podías ver que aunque vistiera así, de marino, estaba integrado en el pelotón de infantería. Incluso, en su hombro, un parche rojo, circular tenía dos banderolas. No te los habías aprendido bien, pero sabías que era un distintivo de especialidad ... aunque no recordases de cual.

Caminar entre aquellos hombres me dio muchas emociones encontradas pero trate de no reflejar ninguna en mi rostro.

Era un grupo decepcionante, el lugar era hosco, triste, y para nada el reflejo de lo que esperaba. No me amilane.

- Todos afuera. Ordene con firmeza pero amigablemente.

Ahora yo era su jefe y ellos eran mi responsabilidad, y sacaria de ellos el mejor hombre posible, aunque fuesen de la marina. Valgame Dios si es que existian esas cosas. 

Espere que se acomodaran en una fila afuera.

- Descansen.....

Esto de ser la jefa era nuevo para mi tambien, y lo peor era no tener un oficial en quien apoyarme, pero recorde una maxima del liderazgo, nunca mostrar debilidad con subalternos. Tus problemas son para tus superiores, para tus hombres tu eres un dios y solo un dios puede salvarlos.

- Bien. Tenemos una tarea que hacer, El capitan necesita ese puente protegido y estamos aqui para ello, pero primero tengo revisar lo que tenemos antes de partir. 

- Sukalenko seras mi jefe de escuadron (*) despues me contaras que hace un chico de la marina entre nosotros. Cada uno diganme su nombre y si tienen alguna habilidad.

Los deje hablar tratando de que fuesen un poco mas informales, no habia necesidad de ser estricta en ese momento y queria tener algo de empatia para comenzar. 

Luego de escucharlos, les ordene revisar sus armas, ropa y municiones para que estuvieran listos para partir. En el camino me encargaria de aprenderme los nombres y de donde eran cada uno de ellos. Era extraño tener hijos tan grandes, y aunque nunca tuve un instinto maternal como tal, me daba cuenta que aquellos hombres necesitaban de una Sargento que los pusiera a punto, y tenerlos en activo en un puente me daria el tiempo para irlos puliendo. O al menos eso esperaba.

La fila era corta, ya que con 4 hombres, no había mucho que pedir. Todos disponían de Mossin-Nagant, una granada y unas cartucheras en su correaje, pero nadie tenía de de 6 cartuchos.

- ¿Què puente precisamos proteger Strashina? Preguntó el cabo, con una pizca de temor en su voz.