Partida Rol por web

Rennor despierta y mira a Malaka asintiendo como gesto de que ya está activo. Se despereza sin moderación ninguna; recoge su manta y la coloca en la grupa de Brisa que saluda a su dueño piafando.

- Bueno, esperemos que no se retrasen mucho o tendremos que hacer también la comida.

Sonrió ante el comentario de Khastal, y la sonrisa se convirtió en una suave carcajada cuando le habló de cocinar. No sería capaz de cazar nada que no hubiera decidido atacarlo primero, mucho menos lograr que después fuera apto para comer. Si un conejo se hubiera lanzado sobre él y hubiera acabado ensartado por casualidad en su espada, seguramente después lo habría quemado cuando intentara prepararlo. 

- Me temo que, al no ser que Rennor cace algo, vamos a tener que seguir con las raciones secas. - Dijo con marcada alegría, no por el hecho de tener que comer eso, sino por que la mañana no había cambiado el humor de sus compañeros, y eso, para él, era un alivio.

- Dado que tenemos que esperar por aquí, no tengo problemas en buscar algo de comer decente...ahora vuelvo.

Al abrir los ojos y ver la cara de Malak, la reacción inicial iba a ser muy distinta a la que realmente tuve, si bien, recordé a tiempo con quién estábamos viajando en esos momentos, pudiendo devolverle la sonrisa, si bien un poco más forzada 

- Gracias respondo mientras comienzo a levantarme y, con cerrando los ojos, estirara los brazos, uno hacia cada lado mientras ladeo la cabeza

Una vez desperezada, me levanto y comienzo a guardar las cosas Un poco de café si que tomaría, mientras esperamos a la comida. Si queréis ahora lo pongo al fuego para que se vaya haciendo.

Una vez recogido el saco, hurgo en la mochila hasta sacar un cacharro de metal y un bote donde guardo el café. Tras echar un poco, cierro la tapa y la pongo al fuego, utilizando una rama para no quemarme.

Rennor, si no encuentras nada, no te alejes demasiado. Al fin y al cabo, tenemos rábanos que podemos calentar en la lumbre digo sonriendo mientras con la mano señalo el campo de rábanos.

Ya puesto el café al fuego, cojo mi espada y, sentándome contra un árbol comienzo a pasarla la piedra de afilar ¿Creéis que esos Kobold vendrán o ya estarán muertos? lo cierto es que esa historia que contaron parece interesante, y sin duda puede que sea la causa de todos los problemas que están ocasionando y que han provocado que los señores de la espada da una recompensa por finalizar con esa molestia. Quizás si descabezamos a la serpiente, esas molestias se acaben.

La verdad es que cada vez me sentía más cómoda ahí sentado, junto al resto, tras una noche tranquila en la que había podido descansar y ante la expectativa de poder entablar una especie de relación comercial. Estaba claro que con los Kobolds eso no es gran cosa, pero siempre podría ser un comienzo.

- Eres una aburrida. - Sentenció, dejando de reír, al ver que Shallana no respondía a su provocación como esperaba. Luego sonrió, guiñandola un ojo de nuevo, y se apartó para ir a sentarse junto a la hoguera, sintiendo como el calor acariciaba sus manos extendidas y dejando que el  olor del café haciéndose inundara todo a su alrededor. 

Observó como Rennor se preparaba para salir a cazar algo en respuesta a las claras sugerencias, y luego miró a la celestial, que se había puesto a afilar su espada. Él no necesitaba hacerlo, pues cuando se requería mantenía su arma con magia, pero era un ritual que admiraba de aquellos que cuidaban de sus armas con mimo día a día. Era más cariño el que algunas personas ponían en simples herramientas que el que había tenido él en toda su juventud. Si hubiera podido sentir envidia de un objeto, tal vez hasta lo habría hecho, pero no era el caso, por lo que simplemente tenía de vez en cuando pensamientos como aquellos. Pensamientos que amenazaban con hacerle caer en una profunda pena. 

Suspiró. Era mejor no dejarse llevar por aquello. En ese instante estaba bien, rodeado por gente buena que le aceptaba. Era lo único que debía recordarse, no un pasado atroz que ya había dejado atrás.

Volvió a sonreír, y ladeó la cabeza en dirección a la inquisitiva mujer, que había hecho una pregunta que no sabía muy bien si necesitaba contestación. ¿Interesaría su opinión? Tal vez no. Si por él fuera acabarían con todos y cada una de aquellas lagartijas, pues aunque mataran al cabecilla, seguramente antes o después surgiría otro que hiciera lo mismo, y esa vez no estaría tan dispuesto a ser atrapado por sorpresa. Si los kobolds les daban la oportunidad, tendrían que aprovecharla hasta el final. Ni más, ni menos. Rió por lo bajo. Tal vez, aunque su opinión importara, era mejor no darla.

Así que se quedó en silencio esperando que dirían los demás. 

-¿De que te ries ?-le preguntó la semielfa a Malak con curiosidad al verle sonreir para si mismo. O quizás estaba demasiado dormida aún y se lo había imaginado- Yo creo...-dijo dirigiendose al resto- que deberíamos intentar aliarnos con ellos. ya tenemos bastantes problemas con los bandidos y no me gustaría ser la culpable de arrasar una aldea sin motivo. ¿Que es lo peor que nos podrian hacer? ¿Comerse los rábanos del huerto? No se por que os ponen tan nervioso, a mi me parecen muy monos... o me lo parecerían si no oliesen a fango y tierra mojada.

Al oir a Khastal detengo la piedra de afilar, justo cuando llega a la punta, para llevarla al principio sin dejar de mirar a la semielfa después de posar durante un instante la mirada en Malak, aunque la sonrisa ya había desaparecido

- Nadie ha hablado de arrasar ningún poblado. Por todos los dioses ¿de dónde sacas eso? me incorporo un poco apoyando la punta de la espada en el suelo si queremos forjar esa alianza, mucho me temo que tendremos que acabar con ese líder del que hablaron nuestros amigos, pues ese es el culpable de los males que están ocasionando por la región. Como dijeron ellos, antes de que ese llegara no había habido ningún problema.

Nerviosas, porqueee...... no llego a acabar la frase mientras vuelvo a recostarme sobre el árbol y continuo afilando la espada.

-Ah vale, estoy aún demasiado dormida disculpa. En ese caso, si se trata de ayudar a nuestros adoradores del rabano lunar favoritos estoy de acuerdo-dijo sentandose esperando para poder comer algo.

Se encogió de hombros ante la conversación. Había hecho bien en no intervenir con sus más que extremas ideas sobre que era aconsejable y que no. Si querían ayudar, ayudarían a los kobolds, pero cuando volviera a pasar, que no se quejaran cuando les dijera "os lo dije". Claro que no había dicho nada, y sería injusto decirlas algo así. Por lo que finalmente ni dijo ni diría nada, y simplemente recuperó la sonrisa. 

- ¿Qué se os ocurre entonces para acabar con el caudillo de aquellas lagartijas? Es probable que no nos deje acercarnos con las armas, es posible que ni siquiera sin ellas, y si queremos entrar sin permiso tendremos que abrirnos camino por la fuerza. ¿Qué proponéis? - Estaba claro que él tenía la piel escamosa, pero no iba a conseguir hacerse pasar por uno de ellos, así que era mejor tener un plan por si los que iban a ser sus nuevos amigos no tenían uno. 

-Propongo esperar a ver que dicen nuestros amigos comerábanos. Ellos sabrán en que momento podemos actuar-dijo justo antes de bostezar por tercera vez en pocos minutos. Si una cosa había que odiaba de aquel trabajo era tener que madrugar.

Mientras el grupo se iba despertando y empezaban a preparar las cosas para el desayuno, así como recoger un poco el campamento, Rennor tomo su arco y salió a revisar las zonas cercanas al claro donde habían acampado. 

Había pasado apenas unos quince minutos, cuando el cazador volvió cargado con un suculento conejo, así como con una bolsa, la cual contenía algunos frutos silvestres comestibles.

Tras un desayuno bien completo y delicioso, preparasteis todas vuestras cosas y os mantuvisteis a la espera de que llegaran los kobolds...

Varias horas después de que hubierais desayunado, empezasteis a escuchar como varias voces chillonas se acercaban hacia el claro canturreando alegremente en dracónico...

Al oir el canturreo, sonrío mientras miro a Khastal, pensando en lo que había comentado anteriormente. Ciertamente parecían una criaturas simpáticas, pero no había que olvidar que, en la mayoría de los casos, su naturaleza era malvada, por lo que habría que tener cuidado. No entendía lo que decían, pero ese idioma no me gustaba nada.

Con la mirada, busco a Malak y a Rennor, pensando en qué sería lo mejor, si que se escondieran o que estuvieran presentes. Finalmente, y pensando que en caso de descubrirles se iría todo al traste, opté por que permanecieran allí, en una actitud tranquila Creo que será mejor que os quedéis, pero sentaos y no mostréis signos de amenaza, no queremos que se asusten estas últimas palabras iban dirigidas claramente a Malak y su apariencia monstruosa, aunque prefería que ninguno de los dos mostraran cualquier signo o acción que pudiera tomarse como una amenaza.

Levantándome, enfundo la espada y, haciendo un gesto al resto, me levanto para esperar a que aparezcan. 

Me desperté sintiéndome un poco pesada y cansada. No sabía muy bien por qué si generalmente era de buen sueño y rápido despertar pero aquel día las cosas habían sido distintas. Por suerte el explorador nos trajo un desayuno delicioso que me ayudó a despejarme y a sentirme mejor. Tras acabar, mientras nos poníamos en pie le dediqué una amplia y honesta sonrisa. - Gracias Rennor. -

Avanzamos tras eso hacia el lugar de encuentro. Me sentía nerviosa y expectante por aquella situación mientras mi cabeza era surcada por cientos de preguntas sobre lo que podría ocurrir. Esperé pacientemente junto al resto y en ese momento escuché los comentarios de Shallana que me arrancaron una sonrisa. - La belleza es algo subjetivo y los kobolds no son paradigmas de la belleza a nuestros ojos precisamente, no sabemos como la juzgan. No creo que se sientan incómodos con ellos. Podría haber problemas si dicen algo inapropiado pero han demostrado ser lo suficientemente listos como para no hacerlo. No tenemos que preocuparnos de eso. -

Y tras añadir eso me levanté junto a ella y avancé con mi sonrisa mas encantadora. Lista para la reunión.

Sonrió ante la natural reacción de Shallana cuando los silbidos y canturreos en dracónico -los cuales él si entendía- empezaron a acercarse. Podía entender aquellas miradas y lo que ocultaban, y aunque Mara intervino de manera amable y razonable, decidió que, por el momento, era mejor que se cubriera. Los kobolds podían no ser los más bellos seres del mundo, pero por las historias que había oído eran tan cobardes como malvados, y estaba convencido de que un demonio les haría correr tanto como una espada. Era su sino, pero ya estaba acostumbrado, o al menos resignado, a que fuera de ese modo. 

Por ello, haciendo caso al sentido común, se apartó un poco, volvió a cubrirse con sus negros ropajes que apenas dejaban un centímetro de su piel a la vista, y se recostó contra un árbol mientras cerraba los ojos, fingiendo estar dormido pero atento a lo que allí se diría. 

Sonrió bajo el embozo. Con la buena mañana que estaba haciendo...

Como sospechaba, Rennor no tuvo mucho problema en encontrar algo de caza y frutos silvestres para amenizar el desayuno. Comieron en silencio con fruición y sólo Mara le agradeció la comida por lo que le dedicó un intento de sonrisa. Posteriormente ocupó su tiempo revisando a Brisa, las herraduras, los enganches, las cinchas, ... puede que tuvieran que salir pitando de allí y no quería caerse de nuevo.

Cuando escucharon los cánticos su primer impulso fue esconderse pero Shallana'ha lo desaconsejó y le hizo caso. Se sentó y dejó el arco a su lado mientras ocupaba sus manos con algunos de los frutos sobrantes del desayuno.

Khastal escuchó las voces de los kobolds hablando en dracónido y se puso en pie, se estiró un poco y avanzó unos pasos en su dirección para darles la bienvenida. Al fin y al cabo era la única que hablaba su idioma asi que se había autonombrado embajadora del puesto de Oleg... o algo parecido. En realidad era bastante triste ser embajadora de un puesto comercial perdido en el culo del mundo pero era lo que había.

Por cierto, ahora que lo pensaba quizás Malak también hablase Dracónido... sería divertido.

Estabais escuchando como los kobold se acercaban, cuando de repente uno de los kobold dio un chillido, al cual sus compañeros pronto se unieron, en constestación a los agudos chillidos de los kobold escuchasteis un fuerte gruñido parecido al de un cerdo muy grande.

Los tres kobold irrumpieron en el bosque mientras que estos eran perseguidos por un enorme jabalí el cual los miraba con sus diminutos ojos inyectados en sangre. Los tres kobold al veros hay parados corrieron hacia vosotros a una velocidad sorprendente para unas criaturas tan pequeñas.

-¡AHHHHHH! ¡NOS QUIERE COMER! ¡SOCORROOOO!

La verdad es que me sorprendía la tranquilidad con que esos Kobold iban por el bosque, hablando animosamente entre ellos y ausentes de cualquier tipo de peligro, o incluso una traición por nuestra parte. 

Junto con el resto, permanecí por detrás de Khastal, quien había demostrado conocimiento en ese idioma de reptiles, de forma que pudiera llevar la voz cantante ella, pero atenta a sus palabras, que no siempre llegaban a sus interlocutores como debían de llegar.

Sumida estaba en estos pensamientos cuando un agudo chillido hizo que me sobresaltara. Cuando intenté enfocar el origen de los chillidos, vi cómo los Kobolds venían corriendo, y detrás de ellos un cerdo gigante.

Pe...ro ¿de dónde demonios ha salido eso?

Todo parecía demasiado bonito para ser verdad: kobolds amistosos, noche tranquila, comida asequible...hasta que apareció el jabalí con los ojos inyectados en sangre. Rennor se levantó rápido cogiendo su arco.