Partida Rol por web

Aquella embestida del jabalí contra Malak provoca que la barda se muerda el labio con frustración. Lamentando no haber sido lo suficientemente ágiles para impedirlo. Viendo que la bestia se tambaleaba y que Rennor le lanza un disparo certero que impacta en la frente de la bestia alzo mis manos, preparada para conjurar mis poderes sobre mi compañero herido y lanzando sobre él un conjuro de sanación.

Con rapidez todos atacan al jabalí, el cual gruñe agónico, mientras que flechas, lanzas y espada cortan y perforan su carne... Incluso para vuestra sorpresa, uno de los kobold se sobrepone a su miedo y cobardía, y con un agudo grito de guerra se lanza contra el jabalí clavando su pequeña lanza en el espinazo de la bestia.

Tras los ataques del grupo, la bestia emitió un gorgoteo lastimero, antes de caer muerta al suelo. El kobold que había atacado al jabalí, se trataba del propio Nakpik. -¡Wow!... Me alegro de no haber peleado contra vosotros cuando nos conocimos... 

Mientras el kobold hablaba, Mara aprovecho para usar su magia y curar a Malak, haciendo que su herida sanase casi por completo, quedando únicamente algunos pequeños cortes, donde antes había una herida terrible...

El dolor fue insoportable, pero incluso en ese estado una sonrisa afloró a su rostro cuando Shallana gritó su nombre y Mara corrió hacia él para sanarle. Cuando las energías curativas pasaron a su cuerpo y recompusieron su herida hasta no dejar más que unos molestos arañazos, el jabalí ya estaba en el suelo, muerto, y él rió entre dientes.

– Nunca había tenido tan buena compañía – dijo cuando paró, poniéndose en pie con gesto alegre –. Gracias. A todos. Incluso a ti, ¿eh?..., uhmm, lagartija – terminó, ladeando la cabeza en dirección a Nakpik.

Luego miró al animal, tendido en un charco de su propia sangre, aplaudió y guiñó un ojo a Rennor. 

– Así se caza, y no lo de antes. Parece que hoy comeremos bien. 

Por último desvió la mirada, otra vez, hacia el kobold que había demostrado algo más de valor, y que bien podría ser el cabecilla de esa comitiva. 

– Pero primero lo que nos ha traído a todos aquí, aunque espero que el cerdo no fuera importante para la misión, vaya. 

El kobold se giro hacia Malak, mientras que tiraba de su lanza para sacarla de la bestia. -¡Hey! ¿A quien llamas lagartija? ¿Acaso yo te he llamado mono sin pelo? El kobold se quedo en silencio al ver el extraño aspecto de Malak y se acerco hacia el semi-infernal con ojos brillantes. -¡Ohhhhhhh! ¿Eres alguna especie de mestizo draconico? Había oído que había mestizos entre dragones y las razas grandes, pero nunca había visto uno de verdad...

Nakpik mira al resto del grupo, mientras que sus kobold compañeros se colocan a su lado. -Si... es cierto traemos un mensaje de nuestro lider... El kobold carraspea un poco y os mira unos segundos... -Nuestro gran jefe Escamahollín estaría encantado de poder hacer una tregua con la gente grande, pero que con la presencia de Tartuk, posiblemente el brujo lance al resto de nuestra tribu contra vosotros... Ya ha reducido nuestra tribu a casi la mitad de los que eramos, y meternos en una lucha con los humanos es lo ultimo que desea nuestro jefe... El kobold mira a sus compañeros y vuelve a posar la vista en vosotros. -Pero si queréis que kobold podamos estar en paz con la gente grande, nuestro jefe pide vuestra ayuda para recuperar la estatua maldita ya que muchos de la tribu temen morir si no obedecen... A cambio, nuestro jefe os contara información de otros humanos que hay en el lugar... El jefe nos ha ordenado compartir con vosotros información acerca de un campamento de humanos bandidos en el que guardan bastantes riquezas, y si nos ayudaís, estaría dispuesto a revelar donde esta su base principal, ya que según cree, ellos tienen muchísimas riquezas robadas... Ademas de ello, también nos ha ordenado que os acompañemos y que os ayudemos...

Enarcó una ceja – o al menos hizo el gesto, ya que no tenía –, y ladeó la cabeza mirando desde arriba al pequeño reptil. Le resultaba divertido que le confundiera con un mestizo con sangre de dragón, y no dijo nada para evitar aquella insignificante confusión; _^<<al fin y al cabo, tampoco somos tan diferentes, ¿no?_^>>. Rió entre dientes antes sus pensamientos, negando finalmente. _^<<Bueno, tal vez algo distintos, ji, ji_^>>. 

– ¿La estatua maldita? – miró a sus compañeros, dirigiéndose a continuación a ellos –. ¿Pero no íbamos a matar al brujo ese y ya está? 

Suspiró, echándose hacia atrás y cruzando los brazos sobre el pecho. 

– Vaya rollo...

Entre todos, incluido el pequeño Kobolds, habíamos logrado acabar con el jabalí, que ahora yacia tirado a nuestros pies. Por otra parte, respire un tanto aliviada al ver que Malak se encontraba bien y Mara había conjurado algún tipo de curación. 

Con un suspiro silencioso, me acerco a Nakpik escuchando sus palabras y las del recuperado Malak.

- Me alegro que tu jefe haya accedido, y eso demuestra que es inteligente. Lo que nos pide es que acabemos con el brujo Tartuk, pero antes deberemos recuperar una estatua ¿maldita?. Bien ¿dónde está esa estatua? O mejor dicho ¿quien os la ha robado? 

No se me había pasado por alto lo que disfrutaba Malak con el combate. Quizás fuera la única cosa en la que realmente era bueno y solo así estaba en su elemento, pero no llego a entender por qué no le gustaba lo que tendríamos que hacer.

- Malak, piensa que todo lo que hagamos nos acerca a limpiar la zona de problemas y conseguir las recompensas de los señores de la espada. Si tengo que restituir esa estatua, acabar con los que sean que se la hayan llevado, y luego matar al brujo ese para saber el paradero de dos asentamientos, uno de ellos quizás de los más importantes, de esos asqueroso bandidos, estoy dispuesta a ello. 

- Ademas, pensad que ahora tenemos unos guías que se conocen la zona y nos permitirá explorarla mejor, al menos esta parte  comento mirando a Nakpik y sonriéndole.

- Está bien Nakpik, ¿a donde nos vas a llevar ahora? ¿Al lugar donde están los Ladrones de esa estatua? 

Khastal limpió la sangre de su kukri. Aquel jabalí les daría comida para varios días pero temía que no tuvieran tiempo para detenerse a trocearlo y sangrarlo debidamente. Se acercó igualmente al jabalí y arrancó uno de sus colmillos, cuando volviesen al campamento quizas lo colgase en una de las paredes como decoración o trofeo, pues era demasiado grande como para usarlo de colgante.

-Bueno-dijo al cabo de unos segundos tras escuchar al kobold- lo de la estatua maldita no suena tan mal. Hace tiempo que no veo una maldición... y quizás nos facilite la entrada a su pueblo para poder encargarnos del tal Tartuk... o quizás podamos hacerle entrar en razón. en cualquier caso no lo veo tan mal-dijo la semielfa a sus compañeros.

Miró sorprendido ante el comentario de Shallana, incapaz de creerse que acabara de decir aquello. ¿Tan fácil era suponer, erróneamente, que lo único que le importaba era matar? Suspiró. Podía parecer que si, pero no era eso. La muerte para él carecía de interés, él no mataba por placer ni encontraba en ello consuelo alguno. Para él no era más que el desenlace necesario de un combate; si podía evitarse, no tenía inconvenientes en ello, si no podía evitarse, o si evitarlo podía ocasionar problemas en el futuro, entonces lo hacía, pero no por la euforia de arrebatar una vida, como les pasaba a otros, sino por la mera necesidad de hacer aquél mundo un poco mejor y dar un final a quienes buscaban tenerlo.

Pero no, a él acabar con otros no le interesaba, y si los kobolds de verdad no eran una amenaza, como pensaba hasta poco antes, tampoco les quería muertos. Lo importante para él era luchar, el combate en sí mismo, era donde podía superar a los demás pero, sobre todo, así mismo. Matar a un puñado de sabandijas sería una carnicería, pero enfrentarse a un brujo poderoso, eso si sería un reto. Por eso se había sentido decepcionado, y por eso la promesa de una matanza no le animaba.

Sin embargo no dijo nada ni dio muestra de ello, simplemente asintió...

... Hasta que Khastal habló y no pudo evitar una carcajada. 

– Deberías mirar más atentamente a tu alrededor – dijo mientras la guiñaba un ojo nada más lograr parar de reír –. Tienes una maldición justo enfrente de ti, ji, ji.

Podía sentir la tensión de aquella situación mirando de Malak a Shallana, parecía que les costaba llevarse bien pese a que esta mañana había habido mejor ambiente, iba a decir algo pero dada la importancia de lo que les estaban contando prefirió guardárselo para sí.

- Así que al final todo se reduce a eliminar el papel de Tartuk en esta historia, a partir de ahí además nos diréis donde está el campamento de los bandidos. Es como una especie de plan de paficicación a gran escala. - Se mesa la barbilla. - Suena interesante. Ahora bien.. ¿Por que no hacemos que el brujo y los bandidos se maten entre ellos? Eso nos adelantaría parte del trabajo y ninguno de los dos parecen personas que merezcan un trato honesto. El brujo está esclavizando y destruyendo a los kobolds y los bandidos han aterrorizado a la gente de por aquí.-

- Tendríamos que buscar en el campamento bandido alguna prueba incriminatoria que desatase la ira del brujo. -

Ummm, pero no creo que ese brujo se enfrente a los bandidos. Por lo que ha dicho Nakpik se mantienen al margen y no se enfrentan. Incluso sería más sencillo hacer que los bandidos les atacaran a ellos, pero morirían muchos Kobolds que nada tienen que ver con esa locura de Tartuk niego con la cabeza ante la idea de Mara. No iba a utilizar a esos Kobold para enfrentarse a los bandidos, no solo por los propios Kobolds, sino porque quería ser ella quien acabara con ellos.

- Y si te soy sincera, prefiero acabar yo con ellos un brillo especial ilumina mis ojos al hablar sobre los bandidos

- Estoy con Shallana'ha, comenta Rennor que estaba recogiendo sus flechas, por ahora lo kobolds no han echo nada más allá de seguir las órdenes de un dictador y ofrecen paz si se les ayuda...los bandidos son otro cantar.

Jamás me atrevería a utilizar a los kobolds. Son nuestros aliados. Me refiero a hacer que el propio brujo intervenga solo.

- ¿Teniendo toda una tribu bajo tu control vas a ir tú solo a pegarte con un campamento de bandidos?

Al oir a Rennor, le señalo con el dedo touché

Por eso decía, Mara. Ese brujo se aprovechará de la pobre tribu, como ya está haciendo, para conseguir sus intereses. Si no ha sido capaz de ir a buscar ese ídolo maldito ¿cómo esperamos que se atreva él solo a ir a por esos bandidos?

El kobold os miraba con curiosidad, mientras discutíais acerca de como afrontar esta posible alianza y de la misión que os habían solicitado. -Si... si hubiera enfrentamiento directo entre Tartuk y los bandidos, usaría nuestra tribu como carnaza... Cuando esteis listos, os llevamos hacia la guarida de los canijos... Esta a unas 12 horas andando de aquí... bajo un enorme Sicomoro  

Con un pequeño sobresalto, miro a Nakpik Si, si, claro. Estaba esperando que nos guiaras. De repente, miro a los pequeños Kobols, con sus pequeñas piernas y se me ocurre una idea.

¿Queréis subiros con nosotras y vamos a caballo? ¿Alguna vez habéis montado a caballo? digo con una sonrisa mientras le miro alzando las cejas.

El kobold miro a la enorme bestia que era el caballo para las pequeñas criaturas... -Ummmm... no... nunca había montado en una de esas cosas... aunque seguro que así llegamos mas rápido...

Tomasteis a los tres kobold en vuestros caballos y estos os fueron guiando hacia el sur saliendo del bosque y dirigiendoos hacia un enorme sicomoro de casi 30 metros de altura, el cual se divisaba desde varias millas a la redonda y el cual parecía tener cientos de años, ya que el arbol parecía estar en sus últimos años de vida...

Resignado después de tanta charla, montó para que pudieran continuar el camino. Shallana ofreció a los kobolds ir con ellos en los caballos, cosa que ellos aceptaron entusiasmados y él recibió con un bufido, uno que se acrecentó cuando una de las pequeñas lagartijas decidió ir con él, sin duda confiado en que como debía de tener sangre de dragón como ellos, estarían seguros. _^<<Maldita sea, tenía que haberles sacado de su error antes, me pasa por listillo_^>>, se dijo, por tercera vez, durante el camino, mientras permanecía totalmente callado en un intento por evitar cualquier tipo de conversación con aquél reptil. No fue amenazador sin embargo – algo que en otra ocasión si habría sido sólo por echarse unas risas –, no, fue, simplemente, taciturno, metido en su mundo pero sin dar ningún tipo de motivo para que el pequeño bichejo le temiera a él o a cualquier otra cosa. Lo cierto es que seguía dándole vueltas a si de verdad había parecido ser un frío asesino o sólo había entendido mal a Shallana; quería pensar lo segundo, no por los demás, contra los que no tendría nada de cualquier modo, sino por si mismo.

Enfrascado en ese interesante debate interior estaba, cuando llegaron a escasa distancia de un enorme y anciano árbol que, aún sin haber estado atento, tendría que haber visto desde varios kilómetros atrás. Como todo ser en algún momento, parecía estar llegando al final de su vida, y durante un instante miró el tronco de aquél gigante arbóreo con lástima y a la vez con envidia; aquello había estado durante siglos allí, muchas más vidas de las que incluso un elfo viviría, y habría visto pasar tantas cosas que apenas podía imaginarlas. Era una pena que algo así muriera, pero era el destino de incluso los más sabios. Cuando le llegara a él el momento, sería feliz si llegara a albergar una ínfima parte del conocimiento que un druida podría sacar de aquellas ramas retorcidas. 

Pero aún era joven, y lo que les había llevado allí era menos trascendental y más sangriento. Debían recuperar la estatua maldita de ¿canijos había dicho el tal Nakpik? Que una criatura de su tamaño se atreviera a llamar a otra de esa manera, eran como si un enano llamara a un gnomo tapón, pero prefirió no decir nada y ver si entre sus conocimientos – no muy extensos en cuanto a nada en concreto, pero si los suficientes para defenderse en cualquier tema –, había algo que pudiera asemejarse a una criatura de pequeño tamaño, relacionada con kobolds, que pudiera habitar aquellos parajes. 

Estas criaturas feericas  miden apenas unos 90 cm,  y a pesar de su desagradable aspecto, son provenientes del primer mundo... hogar de las hadas...

Son criaturas muy sensibles a la luz del sol, por lo que siempre viven en cuevas y solo salen en la oscuridad de la noche, también su origen feerico les ha dotado de una resistencia a las armas normales, siendo su única debilidad un arma de hierro frío. 

Si bien han perdido la mayoria de sus capacidades sortilegas, aun son capaces de usar prestidigitación y fatalidad.