Partida Rol por web

Khastal volvió a atacar a la criatura. Por suerte para ella el ciempiés no se movía tan rápido como parecía y podía aprovechar para golpearlo justo después de sus ataques.

Tras el impresionante corte de un enfadado Mal´ak el insecto cayo al suelo casi partido en dos, a lo cual Khastal decidió atacarle "por si se le ocurría fingir su muerte"

Al igual que vosotros los kobold habían acabado con los canijos y con cuidado se acercaron hacia vosotros con Nakpik a la cabeza, mientras miraba con cierto asombro a Mal´ak y al ciempiés muerto...

-Wow... Eso ha sido impresionante... Cada día estoy mas convencido de que fue una genial idea el intentar dialogar con vosotros y no haberos intentado atacar. El kobold miro a su alrededor y sonrió mirando el cuerpo del líder enemigo... -Bueno... supongo que los canijos ya no nos molestaran mas... supongo que los supervivientes que están de patrullas fuera huirán en cuanto vean el panorama... El kobold miro a los dos heridos con gesto preocupado... -Ummmm... en ese estado dudo que podáis enfrentar a Tartuk... ¿Que hacemos? Nosotros no somos sanadores... no sabemos nada de eso... Por cierto... ¿Habéis encontrado la estatua? 

   La tensión de sus músculos despareció, una vez más, a medida que toda la ira que sentía desaparecía, como volutas de humo en el viento. Volvía a notar el cansancio en su cuerpo, el dolor de sus heridas, y la sangre manando por estas y empapando sus ropas. Ahora que el peligro parecía haber pasado, se sentía debilitado y lejos de estar preparado para ningún otro enfrentamiento; en esos momentos, seguramente hasta aquella pandilla de insignificantes kobolds podría con él. 

   Nakpik le devolvió a la realidad, primero con sus innecesarios – aunque agradecidos – elogios, y después con las novedades. No quiso hacer mención alguna al comentario sobre que habría pasado si les hubieran atacado, pero sí pensó que entonces, en vez de estar en la cueva de los canijos con una docena de víctimas en el camino, estarían del mismo modo pero en la madriguera de aquellas lagartijas. Como fuera, no importaba, habían ido con una misión y aquellos alfeñiques la estaban recordando. 

   Suspiró. 

   – La estatua creo que está allí – dijo, apoyándose en la espada a modo de bastón, mientras con la mano libre señalaba la mesa de mando del hora muerto líder canijo –.  Y respecto a Tartuk, coincido en que un descanso nos vendría bien, entre el jabalí y estos bichos, he tenido suficientes posibilidades de morir por un día.

Al ver caer al monstruo, me dejo caer yo de rodillas, apoyándome en mi espada Bueno golpe Malak, aunque ya lo podías haber dado antes no puedo evitar decir estas últimas palabras. Aunque lo que había hecho era algo espectacular, no podía evitar pensar en que, por su culpa, casi estamos a punto de morir.

Con un suspiro, me siento sobre la piedra, apoyándome la espalda. Con una sonrisa veo a Nakpik, como siempre, valiente y hablador. 

Asiento a las palabras del tieflin, señalando el mismo lugar que el indicado por Malak.

Creo que deberíamos de esperar unos días. No olvidemos que también tenemos que asegurar otros caminos hacia el puesto, y hay muchas zonas que no hemos inspeccionado.

   _^<<Ya lo podías haber dado antes – repitió las palabras en su mente; una tercera vez –. Ya lo podías haber dado antes_^>>. Y era verdad. No podía negar que, seguramente, él había causado gran parte de aquella matanza al prácticamente gritar su presencia en los túneles, y preparar a aquellos canijos para su llegada. Lo cierto es que el gusano sólo había sido el postre, la guinda del pastel, y que lo peor se lo había llevado debido al cacique de aquellas criaturas y su fastidiosa montura araña. Contra esos dos – jinete y montura –, otros se habían llevado una parte incluso peor que él. Contra el ciempiés, no había sido así, pero otros habían arriesgado cuando él había podido evitarlo. No hacia falta que se lo recordaran...

   Ya se sentía mal.

   – Lo siento – dijo, incorporándose del todo, para a continuación dar unos pasos hacia Shallana e hincar una rodilla frente a ella, a modo de servicial disculpa –. Siento lo que ha pasado. Y siento haberos puesto en peligro – esto, en el último instante, lo dijo mirando a todos, paseando la mirada entre cada miembro del grupo y deteniéndose en cada uno durante un par de segundos –. Juro defenderos a partir de ahora con mi vida y no dejar que ninguno se arriesgue mientras a mi me quede un halo de vida para hacerlo en vuestro lugar. 

   Permaneció en aquella posición, a la que había añadido el agachar la cabeza, durante un momento, y luego se puso en pié. Pese al dolor que le provocaban las tirantes heridas, sonrió. Se encontraba mucho mejor, en paz consigo mismo. Y lo haría, mientras pudiera mantener su palabra.

   – Ahora deberíamos revisar esto, a ver que podemos llevarnos de utilidad de este lugar, y regresar al puesto comercial. Prefiero no estar cuando regresen las patrullas, no vayan a decidir hacerse los valientes y tengan suerte – _^<<o se lleven a nuestros caballos para la cena y nos toque volver a pie..._^>>.

El kobold asiente a vuestras palabras, pero veis como se queda unos segundos mirando con gesto pensativo la estatua. -Ummmm... ¿Podeis quedaros vosotros la estatua? Si Tartuk se entera de que hemos recuperado la estatua con ayuda y que no os hemos llevado ante su presencia, posiblemente nos castigue por ello... El kobold señala a su congénere herido y torturado, el cual apenas se tenia en pie. -En caso de que volvierais a vuestra hogar, os pedimos que lleveís a Mikmek con vosotros, ya que nosotros no tenemos nada con lo que sanarle, y si lo llevamos ante Tartuk, este hará preguntas... El kobold se queda un momento en silencio y veis como os mira con carita lastimosa. -También... otra opción es que podamos ir todos a vuestro hogar y cuando esteis listos, guiaros a todos hacia nuestras cavernas...

   De nuevo, prefirió callarse el comentario que surgió en su mente acerca de la estatua y el porque pensaban los kobolds, ni de lejos, que iban a permitir que se la llevaran si no iban ellos también. No es que desconfiara de ellos en concreto, sino de cualquier ser traicionero y ladino en general, lo que, por descontado, incluía a todas las razas vivas de las que tenía constancia. Pero como se notó, se mordió la lengua, y se calló: estaba poniendo en práctica eso de no meterles en líos. Sin embargo...

   – Claro, podéis venir – dijo con una sonrisa sarcástica, pero en serio – . Seguro que Oleg, su esposa, y todos los soldados que hay en el puesto comercial están encantados de tener una banda de kobolds pululando por allí unos días – rió en voz baja –. Total, ya tienen un demonio. 

Khastal sonrió ante las palabras de Mal'ak. Razón no le faltaba, y tampoco le gustaba la idea de que los kobolds conociesen la ubicación de su "fuerte", si es que podían llamar fuerte al puesto de Oleg.

-Estos kobolds están bajo mi proteción y Oleg no tendrá nada que decir en contra si ellos se comportan-dijo la semielfa- pero no estoy segura de que esta sea la solución. ¿Que deberíamos hacer?-le preguntó al resto.

Todavía agotada y respirando con dificultad, asiento a Malak y a Khastal Creo que no habría ningún problema en llevarlos con nosotros. Es más, así podremos demostrar que la amenaza Kobold ha desaparecido y que no deberán de preocuparse más por ellos. Es más, quizás Oleg se alegre de saber que va a tener aliado comerciales, aunque se Nakpik y sus amigos.

Levantándome con dificultad, Si está todo claro, lo mejor será ponernos en marcha, llegar al puesto cuando antes y descansar, recuperarnos y asegurar un poco toda la zona antes de ir a por ese brujo.

El kobold se giro hacia Mal´ak mirandolo con alegria. -¡Ohhhh! ¡De verdad! No estaba seguro de que todas las personas grandes fueran como vosotros... El kobold se queda quieto y mira a Mal´ak con gesto dramatico. -¡Espera!... ¿Estabas siendo sarcástico?

El grupo se reagrupa para marchar, no sin antes tomar la estatua, el saco de loneta y el papel escrito en infracomún (quien sabe, quizás fuera algo de interés) Al revisar rápidamente el saco de loneta, visteis unas doce lanzas de tamaño pequeño, así como un montón de monedas, principalmente de cobre y de plata (193 pc, 120 pp y 32po).

Tomando el escaso botín de los canijos, recorristeis la silenciosa madriguera sembrada de cadáveres, hasta llegar al exterior y poder estirar vuestros cuerpos sin temor a pegaros un cabezazo contra el techo. Los caballos ajenos a vuestras anteriores penurias, pastaban tranquilamente atados a sus correas...

Nakpik os mira mientras soltáis a vuestros caballos preparándoos para volver al puesto y tomar un buen descanso, pues para cuando llegarais al puesto estaría casi amaneciendo... -No os causara problemas nuestra presencia en vuestro hogar ¿no? Con poder sanar las heridas de Mikmek, luego podemos ir a acampar en el claro de los rábanos...

  Rió ante las dudas de Nalpik, y quitó importancia al asunto con un gesto de la mano mientras caminaban hacia el exterior. 

  — No os preocupéis, podréis quedaros allí —dijo convencido. Luego se explicó—. A mi aún no me han echado, ¿no? 

  Después continuó el camino, andando con una leve cojera, mientras reía de vez en cuando pensando en lo fácil que era tomar el pelo a aquellos kobolds. Sería divertido tenerles por el fortín. 

El combate había acabado rápido, Mal'ak partíó en dos al ciempiés y Nakpik apareció para liberar a sus congéneres....todos unos héroes. Lo cierto era que seguía sin ver por qué se habían involucrado en el ecosistema entre kobolds y canijos, aunque esperaran que los primeros dejaran sus ataques. Recorrió el lugar con los demás buscando algo de valor y recuperando las flechas que pudo para reutilizarlas.

Una vez fuera la propuesta de llevar los kobolds al puesto le pareció irónica al principio pero cuando se dio cuenta de que los demás se la tomaban en serio le pareció absurda: Vamos a provocar una situación tensa innecesaria con los soldados y puede haber malentendidos, dijo oponiéndose. En estos momentos los kobolds son un problema para Oleg y llevar unos cuantos no creo que sea buena opción.

No pensó en ningún momento si sus comentarios herirían la sensibilidad de sus pequeños aliados pues no era lo que buscaba.

Estoy muy cansada para discutir ahora sobre eso. Yo creo que sería un error dejarles solos cerca del puesto. Si los ven sin nosotros, sí que tendrán un problema

No veo tanto inconveniente, pero si todos pensáis en que es una mala idea, como ya he dicho, ahora mismo solo quiero descansar.

Tras comentar mi opinión, me subo al caballo esperando al Kobold que iba a llevar. Si pensáis que es lo mejor, vamos a llevarles al campo de rábanos lunares. Allí deberían de estar seguros. ¿Estáis de acuerdo? digo dirigiéndome a Nakpik.

La joven barda contempla la escena pensativa antes de mesarse la barbilla, intentando encontrar una solución. - Dejad que me adelante y hable con Oleg primero. Quizá sea mejor, dado que no he salido muy malparada del combate puedo apretar el paso y avanzar mas rápido. Hablaré con él y le explicaré la situación antes de volver al campo de rábanos lunares a buscaros a todos para daros la noticia. ¿Estáis de acuerdo? - 

Está bien, pero llévate a Rennor o Khastal contigo. No sabemos lo que te puedes encontrar, y cualquiera de ellos está en buenas condiciones para acompañarte. Me quedaría más tranquila, la verdad.

Dicho esto, miro a Rennor y Khastal por si están de acuerdo y alguno quiera acompañarla.

- Lo que quieras, le dice a Shallana'ha y cruzándose el arco en la espalda. Estoy listo si quieres que te acompañe.

- Bueno, quizá no está bien dejaros a los heridos sin guardia, pero tenéis a Nakpik y al resto de kobolds y es cierto que estos lugares son peligrosos. - Dice mirando hacia Shallana antes de asentir a sus palabras. No quería decidir por ellos así que cuando el explorador dio un paso hacia adelante para evitar postergar la situación asintió. - Está bien. Cuanto antes salgamos, antes llegaremos. Gracias por venir. - Le dijo mientras se ponían en marcha, despidiéndose del resto.

- Nos vemos en unas horas. - 

Asiento levantando la mano a modo de despedida

Suerte y no tardéis.

Acto seguido, me siento bajo la sombra de unos de los árboles para descansar.

Tomando a los kobold en los caballos, todos os encaminasteis hacia el bosque, con intención de descansar un poco en el claro. Tras hablarlo entre vosotros, tomasteis la decisión de que Mara y Rennor avanzaran de regreso al Puesto para informar a Oleg del asunto de los kobold. Tomando sus respectivos caballos, ambos marcharon en dirección al puesto, viendo como el sol empezaba a despuntar frente a vosotros.

Mientras tanto, el resto del grupo, junto con los kobold, permanecían en el claro descansando el rato que pudieran hasta el regreso de Mara y de Rennor.