Partida Rol por web

El no haber llegado a un acuerdo aún acerca de si volverían al puesto en unas pocas jornadas, o en unas semanas —dependiendo de lo que al final se extendiera la exploración, no se fiaba—, le ponía de mal humor. El cabalgar, otro tanto. Cuando se pusieron en marcha de nuevo, después de haberse alimentado por a saber cuantos días consecutivos de raciones secas, se le veía taciturno sobre el caballo, callado y mirando mal al bosque que tenía a su alrededor. Tal vez era que no le gustaba aquello en general, o tal vez que esperaba encontrarse con un oso a cada paso que daba, pero tampoco soltó la empuñadura de la espada en ningún momento. O al menos no hasta que llegaron al claro.

La imponente vista, sin duda alguna, era suficiente para dejar sin aliento a cualquiera con algo de sangre en las venas. Era magnífica, enorme y, se dio cuenta repuesto de la primera impresión, peligroso. De un salto, emitiendo un gruñido entre lastimero y molesto, descabalgó y desenvainó la espada. Malak no sabía nada de dioses y cultos —sus conocimientos eran de otro ámbito, una esfera parecida pero completamente distinta—, pero tenía claro que las viejas ruinas solían entrañar viejos peligros. Sobre todo cuando les habían mandado a buscar un templo y ya les habían avisado que podría ser peligroso.

—No tengo ni idea —miró de reojo a Shallana un instante y, en seguida, devolvió la atención hacia el lugar dónde las astas del alce se perdían en la espesura; presumiblemente, la entrada de lo que fuera estaría por allí—. A lo mejor es lo que teníamos que encontrar.

Al ver eso dentro de la espesura del bosque, asiento mirando a Malak

Podría tratarse del templo del que habló el sacerdote Kavken. Según afirmaba se trataba de un templo dedicado a Erastil.

¿Alguien sabe si Erastil tiene como avatar un ciervo? comento girándome hacia Mara o Helena, quienes podrían saber algo más al respecto.

Nada más preguntar, y recordando lo que que dijo el sacerdote, saco la espada y pronuncio unas palabras mágicas Si se trata de ese templo, debería de haber un oso enfurecido. Así que cuidado.

Rennor desciende de Brisa y prepara su arco, intenta escuchar el bosque para ver si le llega algo raro.

Helena mira hacia la cabeza grabada en la piedra con gran interés. -Ummmm... interesante... Si... lo mas seguro es que se trate de un templo dedicado a Erastil... La elfa mira a Khastal y le dedica una media sonrisa. -Erastil es uno de los dioses que menos representaciones tiene, ya que sus fieles suelen ser bastante mas prácticos, pero una de sus representaciones mas antiguas es la de un hombre con cabeza de alce o ciervo... Con cuidado la elfa desciende de su caballo y con cuidado se acerca hacia espesa maraña de maleza que se extendía por delante... -Vamos, dejemos los caballos aquí, esta zona es demasiado espesa para ir con los animales con comodidad...

Conforme Rennor y Shallana se acercan hacia la elfa, ambos escuchan el gruñido inconfundible de un oso, el cual suena distorsionado por el eco... Por el sonido, podríais asegurar que el animal se encuentra en el interior de alguna caverna o edificio grande...

Con precaución empezáis a avanzar hacia el lugar, y tras cruzar un espeso muro de zarzas, os encontráis en un claro delimitado por una serie de columnas en un avanzado estado de deterioro, dejando ver la antigüedad de este lugar. En medio del claro se podía observar un estanque, cuya agua esta estancada y es infecta, desprendiendo un desagradable olor. 

Mas adelante veis como las astas del erosionado rostro del alce, descienden hasta la entrada de una cueva, hacia la cual conduce un tramo de escalones tan desgastados como el resto de construcciones...

— Helena tiene razón, ¿Tendrá esto que ver entonces con el colgante de venado que nos encontramos en la cueva de las arañas y los bandidos? 

Mara pregunta en voz baja mientras todos se agrupan alrededor de la cueva. Ahora debían encargarse del oso, liberandole de su maldición. Después sería el momento de investigar. 

— Y bien, ¿Entramos a la cueva? ¿En que orden lo hacemos? 

-Es posible, deberíamos investigarlo-dijo la semielfa- la última cueva en la que estuvimos estaba llena de bichos, yo no quiero ir la primera. Si estuviera llena de dragones quizás pero nada de insectos, gracias-bromeo, dejando claro, eso si, que no iría en cabeza. Solo le faltaba encontrarse de frente con otro cienpies gigante.

Suspiró y se encogió de hombros. Cienpiés, enanos de piel azulada u osos furiosos. Al final, él estaba allí para eso. Ni más, ni menos. Era una tontería echarse para atrás, o dejar ver el poco apreció que tenía a los animales cabreados, especialmente después de ser casi empalado por un jabalí.

—Yo iré primero —dijo prácticamente a regañadientes, pero moviéndose para colocarse delante con huraña decisión.

Ya delante de todos, inspiró profundamente, se acercó hasta la entrada de la cueva y soltó todo el aire que tenía. Sigo vivo. Pero podía dejar de estarlo, si no se preparaba. Antes de dar un solo paso más, conjuró sobre si mismo un escudo mágico, una pequeña barrera invisible, hecha de fuerza cinética que hacía rielar el aire frente a él. 

Más seguro, sonrió a su espalda, a los demás, y borró el gesto de su rostro en cuanto volvió a girarse. Sin dioses, simplemente rezó en su fuero interno a quien quisiera escucharle mientras ponía un pie en su interior y mantenía la espada en alto, brillando por la magia que había inconscientemente vertido sobre la hoja a través de sus manos, preparada para un golpe perpendicular que decapitara a lo que se acercara, hombre, bestia o cualquier otra criatura.

Parecía que por fin habíamos encontrado el templo maldito y, por supuesto, a su guardian, ese maldito oso.

Chicos, si ese oso es quien guarda este lugar ¿por qué no hacemos que salga él? de esa forma tendremos nosotros la ventaja. Creo que vale la pena intentarlo antes que entrar en la cueva donde está ¿no creeís?

Comento llevando una mano al hombro de Malak para detenerlo en su avance Los arqueros, colocaros sobre los flancos, y en el frente nos pondremos Malak, Khastal y yo. Cuando estemos listo, comencemos a hacer ruido para que salga digo mirando al resto para ver si están de acuerdo.

Una vez todos preparados, asiento a unos y a otros venga

¡¡¡EEEEEEEHHH!!! ¡¡¡SAAAAAAL A CUIDAR TU TEMPLO!!! ¡¡VAMOOOOS, EEEEEEOOOOO!! golpeo mi espada contra la armadura haciendo más ruido

Respondiendo a la provocación de la joven aasimar, un fuerte rugido emerge desde las profundidades del templo abandonado, y momentos después un enorme oso aparece en lo alto de las escaleras del templo, mientras mira hacia vosotros con la mirada enloquecida y llena de rabia...

Sin embargo aun a pesar de la distancia, podíais ver los ojos de la criatura... Unos ojos azules de apariencia humana, los cuales os miraban enrojecidos por la locura y el dolor

Rennor avanza por el lado derecho preparado a disparar si el oso carga contra él o sus compañeros: Erastil maldice a la gente que le decepciona transformándole en animales, creo que ese oso era antes un clérigo o seguidor de la diosa.

El movimiento de Rennor capta la atención del oso, el cual con un fuerte rugido, empieza a correr pesadamente hacia Rennor, mientras que de sus enormes mandíbulas se abrían rugientes, mostrando una mortífera dentadura capaz de aplastar la cabeza de un ser humano de un solo bocado.

Con el cuerpo tenso y alerta, la joven elfa tenso su arco con lentitud mientras que su mirada no se apartaba del enorme oso, el cual se lanzo a la carrera hacia Rennor. Con la flecha ya cargada en el arco, Helena tenso su arco lo mas que pudo, haciendo que todos los músculos de sus brazos se tensaran casi tanto como la cuerda de su arco.

Conteniendo la respiración la elfa apunto con cuidado hacia la feroz bestia y soltó la flecha... Con un fuerte silbido, el mortífero proyectil salio despedido del arco de Helena y se clavó en el grueso pelaje de la bestia, la cual soltó un gruñido de dolor...

Maldición o no, sacerdote o animal, poco importaba en aquellos momentos lo que aquél oso hubiera sido, en otra vida, en otro tiempo, antes de ser la bestia que en esos momentos podía acabar con todos si no la detenían antes. El feroz rugido que aquella enorme criatura soltó de sus fauces abiertas era todo lo que necesitaba para saber que no había posibilidad de diplomacia alguna, que si había habido un rastro de humanidad, ya no existía. Era lo único que necesitaba... Para acabar con ella.

Con un gruñido gutural, se lanzó con la espada por delante sujeta con ambas manos. Sus largas piernas dieron poderosas zancadas hacia el monstruo que tenía delante, y elevó el arma, tensando los brazos, a medida que se acercaba. Y en el último instante, la dejó caer con un poderoso sablazo y un grito de rabia.

Khastal se lanzó contra el oso aprovechando que se había girado para atacar a Rennor y tendría una oportunidad de herirle facilmente. Claro que la distancia era demasiada y le costó más acercarse al animal, Rennor tendría que aguantar unos minutos sin su ayuda.

Los golpes de mis compañeros parecen golpear sin hacer mella en el enorme cuerpo de la bestia, avanzo decidida a defender a mis compañeros, y sobre todo a Rennor, que con el arco es quizás el más indefenso.

Gracias a las bendiciones y protecciones de Gorum, avanzo hasta situarme junto al resto y descargar un golpe fuerte que, al igual que el resto, parece rebotar sobre la dura piel del monstruoso oso.