Partida Rol por web

Se encogió de hombros, mirando a unos y a otros pero sin decir nada, pensando. Era difícil ponerse de parte de alguien, cuando todos allí tenían su parte de razón... 

Los bandidos, a los que no había visto aún pero que allí estaban. El fortín de aquellos salteadores era un problema que, tarde o temprano, iban a tener que solucionar, y ahora que tenían una posible aliada para hacerlo dudaba que hubiera un momento mejor. No tenía ni idea de lo que era capaz Helena, pero por sus palabras y su forma de ser, algo le decía que sería tan capaz de infiltrarse a través de las defensas del campamento y asesinar uno a uno a los bandoleros como de descargar una lluvia de fuego sobre ellos. Si, no tenía ni idea de que podía llegar a hacer y el alcance de su poder, pero estaba convencido de que ella y su mascota eran los suficientemente peligrosos como para que incluso ellos cinco, juntos, tuvieran problemas contra ella. Tenerla de su parte, tanto sus habilidades como sus conocimientos, eran algo a tener en cuenta, algo que era mejor no arriesgarse a perder por tratarla mal o que les viera como simples aficionados y cobardes. Había aprendido a fiarse de su instinto, y su instinto en esos momentos gritaba que hiciera caso a quien sabía más que él. Además, aunque Shallana tenía razón en que ahora el puesto de Oleg contaba con una férrea guardia, esos soldados no estaban allí para eso. Era a su pequeño grupo a quienes les habían encargado evitar los ataques y acabar con la amenaza, y el que hubiera una guarnición solo servía, tal como el capitán les habían explicado, para asegurar la zona ya explorada y evitar nuevas infestaciones. Si dejaban en manos del ejército a los bandidos mientras ellos se dedicaban a pasearse como simples recaderos, podían perder el favor de los Señores de la Espada de Rostland, cosa que estaba convencido no les vendría nada bien de cara al futuro.

Por otro lado, era cierto que se habían comprometido a ayudar al sacerdote, y la palabra dada era tan importante como la misión encomendada. Aunque Jhod Kavken les había dicho que aquello no corría prisa alguna, su insistencia cada vez que volvían con Oleg daba a entender que ansiaba tener respuestas. El templo abandonado que buscaban tenía que estar por algún lado en esos bosques, cerca de dónde se encontraban, aunque no tenía ni idea de cuan profundamente escondido. Ese, principalmente, era el problema: no quería internarse en aquella oscura arboleda sin tener en su cabeza un mapa de lo que había alrededor. Tampoco, además, quería alejarse demasiado del Puesto mientras no tuvieran claro que ocultaban los yermos más cercanos a este, pues no quería volver, malherido y cansado, de enfrentarse con un oso guardián enloquecido, sólo para encontrarse con que algo peor acechaba cerca de su destino esperando su momento.

Lo mismo, en realidad, se aplicaba a una horda de rufianes y canallas. Ya habían hecho algo parecido avanzando sin pensar contra la guarida de los canijos, y habían estado a punto de morir. Era mejor no repetir. Pero también... Si dejaban, por ejemplo, el bosque a medias explorado, podría ser que las bestias que lo habitaban simplemente se volvieran a mover cuando ellos se marcharan, y eso haría inútiles sus esfuerzos. Era tan complicado... Pero al final tomó una decisión. 

– Creo que deberíamos terminar de explorar esta zona un poco más, pero sin alejarnos demasiado. Si avanzamos hacia el sur sin cuidado, puede que nos cierren el paso al querer volver, y eso no sería bueno si estamos débiles. No perderemos más que unos días, y nos aseguraremos de que no dejamos a la espalda nada peligroso. ¿No? Después, si no hemos tenido la mala suerte de cruzarnos por sorpresa, regresaremos y decidiremos si seguir el curso del río buscando a los bandidos o avanzamos por el bosque. ¿Qué os parece? – sonrió a la mujer –. La verdad es que agradeceríamos tu compañía, si no tienes nada mejor que hacer.

Podía pecar de precavido, pero había leído suficientes libros –aunque tal vez ese era el problema– como para no fiarse de las apariencias, y sabía que por muy tranquilo que pareciera todo desde hace unos días, eso solo podía significar que algo horrible y peligroso acechaba. Era una sensación, una a la que prefería hacer caso si la otra opción era jugarse la vida de manera alocada; eso solo lo hacía en batalla, dónde la adrenalina del combate le llevaba a poner en riesgo su propia integridad y dónde nada había más importante que medir la voluntades de sobrevivir de uno contra el enemigo, pero no era un buen consejo cuando se trataba de estrategia. 

La elfa asintió conforme sin poner muchas mas pegas en acompañar vuestra exploración, variando el rumbo os encaminasteis hacia la siguiente zona inexplorada en vuestro mapa. 

En uno de los descansos de cabalgar, la elfa se acerco y pidió ver el mapa que llevabais hasta ahora, y cual era la zona a la cual os encaminabais ahora. Cuando le respondisteis, esta sonrío y asintió. -Ohhh, conozco esa zona, estuve allí cuando investigaba lo de las trampas... Es allí donde esta el cuerpo del pobre desgraciado que puso las trampas... La elfa mueve su dedo hacia la izquierda del mapa señalando hacia el noroeste. -En esta zona ya son llanuras, las cuales se extienden algo mas hacia el sur, donde vuelve a aparecer zona de bosque... Mas allá hacia el Oeste hay un enorme cenagal conocido como el Lengua de Garfio... La elfa se rasca la barbilla. -Pero si no recuerdo mal, había un grupo de mercenarios que habían acudido para tomar el control de la zona, y acabar los continuos ataques del los Señores de los Tigres contra Brevoy...

Mara se detiene, escuchando a la mujer y mirando hacia sus compañeros sorprendida por aquellas declaraciones. - ¿No será ese el grupo de mercenarios que después se ha convertido en la gente que está asaltando el puesto de Oleg..
Por.. por algún motivo que desconocemos. Ah, hablando de eso. ¿Tenéis el símbolo del venado para enseñárselo a Helena? Igual ella lo reconoce.

- La tumba que hemos encontrado era de los Señores de los Tigres ¿no? - las tareas lejos de ir resolviéndose se estaban complicando a cada paso que daban.

-No serían los primeros mercenarios que se convierten en bandidos al no encontrar trabajo-dijo la semielfa que lo sabía bien por experiencia- eso explicaría por que saben combatir mejor que los típicos asaltantes de caminos-comentó mientras le mostraban el símbolo del venado a Helena.

No entendía prácticamente nada de lo que había dicho Helena. ¿A qué mercenarios se referían? porque lo único que habíamos encontrado habían sido bandidos, a no ser que.....esos bandidos anteriormente fueran los mercenarios que habían venido a acabar con los señores de los tigres.

La tumba que nos encontramos fue de mucho tiempo atrás. Quizás, tal y como apuntáis, aquellos mercenarios luego se quedaron en la zona y, sin trabajo se dedicaron al saqueo y lo que tenemos ahora puede incluso que sean sus descendientes.

Sea como sea, ahora mismo debemos de centrarnos en lo que tenemos delante. Si has estado en esa zona digo señalando hacia donde nos encaminamos ¿Nos puedes decir si has visto algún templo abandonado? ¿o huellas de un oso tal vez? por lo que dices, hay bosque todavía por explorar.

Sus palabras habían sido bien acogidos, o al menos aceptadas sin queja alguna. De momento era más de lo que esperaba, así que podía conformarse con ello. Además, hasta Helena parecía querer ayudar en la tarea de la exploración, aunque Mal'ak suponía que, más que por cualquier otro motivo, era debido a que aquellas interminables tierras se hacían solitarias, incluso con la compañía constante de un extraño animal como el que la acompañaba. Él no se quejaba: le gustaba hablar, era curioso, y la elfa tenía tantas cosas que contar, tantas cosas que enseñar, que le recordaba a su maestro. Al menos si su maestro siguiera vivo, no hubiera dejado la juventud hacía una eternidad, y hubiera sido una bella mujer. Es decir, que no se parecían en nada en realidad, pero su recuerdo le había vuelto a la mente igual.

Intentando deshacerse de ello y volver al presente, miró el mapa que estaba señalando su nueva compañera y asintió.

– Estoy seguro de que el Templo va a estar metido en el bosque – lo dijo sin ningún tipo de ánimo; todo aquello de ir a por el oso, seguía sin hacerle gracia alguna –. De momento me parece bien recorrer esos páramos – señaló con el dedo hacia dónde creía que había dicho, o si no daba igual porque es lo que él había propuesto –. Un poco al menos, y después regresar en  hacia el puesto, desviándonos un poco para explorar esta línea – volvió a marcar en la hoja lo que decía, arrastrando la yema varias veces para explicar sus palabras –. Con suerte en una semana, puede que algún día más, podremos haber regresado dónde Oleg...

Un jergón mullido bajo techo –y no esas interminables noches a la intemperie con el suelo por colchón–, una comida caliente preparada por la agradable Svetlana en el momento –en vez de las insípidas y duras raciones de viaje consistentes en fruta seca, tiras de cecina rancias, queso enmohecido y manteca, día tras día– y un poco de paz. No era tanto pedir.

– ¿Qué os parece? – miró a Shallana y se encogió –. Y a lo mejor hasta nos damos de bruces con el Templo igualmente.

La elfa os miro con cara de extrañeza cuando escucho vuestras conclusiones. -¿Que? No... ¿De donde demonios habéis sacado esa estúpida idea? Esos mercenarios fueron enviados por Brevoy al igual que vosotros y otro grupo mas a colonizar toda la zona del Cinturón Verde... En cuanto a los Señores de los Tigres, son un grupo de tribus barbaras, las cuales se asientan en las zonas mas al norte de las Tierras Robadas, haciendo continuos ataques a las fronteras de Brevoy y Numeria... Ademas es una de las tribus barbaras mas antiguas teniendo su origen en la Era del Destino, hace casi 7000 años atrás. 

La elfa os miro montada en su caballo y negó con la cabeza ante la pregunta de si había visto algún templo o huellas de oso. -No... la verdad es que no he visto nada así

El anochecer se acercaba, por lo que decidisteis hacer un pequeño campamento y continuar vuestra tarea a la mañana siguiente.

Montasteis vuestro campamento, y tras asignar el orden de las guardias os fuisteis a dormir, sin que la noche trajera ningún percance... Estaban apareciendo las primeras luces del día cuando vuestro grupo se puso en marcha de nuevo para explorar el siguiente cuadrantes siguiendo el plan inicial... 

La zona estaba despejada y transcurrió sin mayor percance, hasta el momento en el cual Helena os señalo hacia un montón de troncos caídos y un cadaver, el cual por el aspecto parecía llevar muerto varios días, y los carroñeros habían empezado a dar cuenta suya...

Al fijaros, los troncos parecían haber caído aplastando su pierna derecha y dejándolo atrapado a una muerte lenta y agónica... El cadaver mostraba un profundo gesto de desesperación en su ultimo intento de alcanzar su hacha de mano, la cual descansaba clavada en un tronco a escasos centímetros de su brazo extendido...

Otra noche más a la intemperie. Otra noche metido en un saco junto a los rescoldos de una hoguera que apenas lograban dar el calor suficiente para alejar el frío del ambiente, y mucho menos la humedad del rocío de la madrugada. ¿Cuantas van ya? Si sigo así acabaré enfermo, y aquí eso puede suponer la muerte. Una lenta y dolorosa muerte mientras me miran con lástima. ¿Cuántos mercenarios habrán acabado así?. En la ciudad jamás había tenido problemas; la malnutrición, la soledad, el dolor, cualquier dolencia de cualquier tipo, todo aquello había acabado cuando su maestro le había recogido y acogido, apartándole de aquella familia que jamás le había querido. Durante años había sido feliz y no había temido jamás a nada, pues se sentía protegido, aunque su guardián fuera un loco que todos repudiaban por ser un lisiado. Ahora, en cambio, era difícil saber que sentía. Tengo a mis compañeros. No estoy solo. Sonreía, pero por alguna alguna no lograba sentirse mejor con aquello. No le conocían y no les conocía, no de verdad, y no eran amigos. Se habían unido por una causa, y si a él le pasara algo, lo que fuera, ellos simplemente seguirían con su misión. Él haría lo mismo. Era lo que había que hacer. Así era su trabajo.

¿Por qué estoy pensando esto ahora? No tiene sentido. Este incómodo suelo, apenas descanso y me pone de mal humor. Las primeras luces del amanecer asomaban por el horizonte cuando se pusieron en marcha tras un desayuno igual al resto de días: fruta deshidratada y que agrio. Un trago de agua, y adelante. Otro día más. Otra caminata a través del bosque, con solo el trinar de los pájaros, el zumbido de los insectos y el corretear de pequeños animales como compañía, eso, y con el culo tieso por culpa del ligero bamboleo del caballo. ¡Menuda diversión!. No había con que entretenerse si no era contando las hojas de los árboles o, mejor aún, buscando huellas de osos, de bárbaros, de bandidos o de otros mercenarios. Las Tierras Robadas a ese paso iban a estar muy concurridas, y él había ido allí para alejarse de la sociedad, no para tener que abrirse camino a través de una nueva, más dura y peligrosa que la anterior.

Helena les llamó la atención, y al menos él agradeció tener otra cosa en la que ocupar su mente. Sus ojos, entrecerrados para sobreponerse a la luz del sol, el cual ya empezaba a estar alto sobre ellos y pegando con fuerza en aquella zona más descampada, se fijaron en troncos caídos primero, en los carroñeros después, en el hacha en tercer lugar, y en el cadáver a medio comer por último. Una sonrisa asomó a sus labios al acordarse del comentario de la elfa sobre que había recibido su propia medicina, y luego abrió mucho los ojos.

– Espera. ¿Estaba preparando una trampa? – ¿Que clase hace esto? ¿Qué quería cazar? –. Me parece un poco excesivo. Osea, no es que sea un experto, ¿pero que puedes querer matar tirándole eso encima? – se encogió de hombros. Helena ya lo habría hecho pero... –. ¿Miramos a ver si tiene algo de interés? Total, después de excavar una tumba, no creo que tengamos ya reparos en expoliar muertos más recientes.

-Desde luego no parece un terrible hechicero que pudiera haber maldito el suelo tras su muerte... asi que echa un ojo si quieres Ma'lak. Preferiría saber quien es, quizás alguien del puesto lo conozco. lo que no me gusta tanto es que la zona parece estar bastante más habitada de lo que nos habían dicho-dijo con preocupación torciendo la nariz.

Asintió, bajando del caballo con un largo, tal vez demasiado, suspiro de alivio. Llevaban tantos días que ya no sentía nada de cintura para abajo, nada más que rozaduras y pinchazos, que para el caso preferiría no notarlas, y cada vez que desmontaba y pisaba suelo firme, cuando la sangre le volvía a circular al frotarse él con las manos los muslos, era como si volviera a la vida. No quería saber lo que disfrutaría de un baño caliente en esos momentos, y evitó pensarlo antes de que se le hiciera la boca agua.

Se centró en pensar en el cadáver y su registro, una tarea mucho menos agradable eso si, y caminó lentamente, no del todo seguro por si había más trampas, para registrar sus bolsillos, y ver si tenía algo de utilidad que pudiera dar pistas de algún tipo.

AL ver al pobre diablo allí, atrapado entre unos troncos sin poder salir mientras sus fuerzas le abandonaban poco a poco, negué con la cabeza pobre hombre. Que muerte más horrible debió de tener

Vayamos a sacarle de ahí y darle sepultura comento siguiendo a Malak hacia el cadaver

Su instinto le advertía de la situación y aunque no era un grito clamoroso si era un pequeño runrun en la nuca así que preparó su arco y se quedó observando alrededor.

- Id a mirar, esta vez yo haré guardia por si acaso.

Con un una cierta cautela, Malak se acerco al cuerpo y empezó a registrar los bolsillos del cuerpo, sin demasiado exito en su empresa, encontrando unicamente un par de monedas de cobre y de plata, la unica cosa de valor que parecía llevar encima, era esa hacha de mano, la cual al verla de cerca, parecía de buena manufactura...

Sin encontrar nada mas de valor, excabasteis una tumba para el podre desgraciado, al cual enterrasteis, ante la mirada de Helena, la cual os observaba sentada bajo la sombra de un arbol, con la cabeza de su mascota sobre sus rodillas, recibiendo caricias por parte de su ama... -Sinceramente, eso ha sido un gasto de energía que no creo que se mereciera... Pero lo echo echo esta... Venga, continuemos un poco mas...

Tras volver a preparar todas vuestras cosas, la elfa se coloco delante vuestro mirandoos. -Me acabo de acordar de una zona bastante buena, que esta cerca de aqui... Se trata del nacimiento del rio cercano, el cual nace en un par de fuentes termales, las cuales si no recuerdo mal, se encuentran cerca de aqui... La elfa mira a Malak y sonríe divertida. -Creo que a todos les vendría bien un descanso de cabalgar... Nadie ha pensado en el pobre tieflin... No debe ser comodo cabalgar, cuando cada centimetro de tu culo, esta cubierto de escamas, jejejeje...

A Mal'alk no le pareció un gasto de energía. Que aquél desgraciado no se merecía nada en absoluto en vida era algo que no dudaba, pero en la muerte, cuando tan solo quedaba el frío cuerpo y nada más, todos merecían un digno final. Enterrado, quemado o como fuera, volvían a la tierra y allí se volvían iguales. Amigos o enemigos, mejores o peores, poco importaba cuando su último aliento se escabullía de entre los labios y el corazón daba su último latido. Él, al menos, prefería pensar así. Aunque seguramente, cuando yo muera, seré echado a los perros en un intento por no dejar rastro de mi. Puede que hasta los chuchos se nieguen a devorarme. Se encogió de hombros y volvió a su caballo, montando con desgana. Así eran las cosas, y al menos sabía que cuando llegara ese momento ya le daría igual. Todo me dará igual. Y además ya no me dolerá el maldito trasero. El gesto de su rostro debía de haber sido bastante expresivo, pues en seguida Helena volvió a intervenir, casi como si hubiera visto sus pensamientos. Mmm.

– Mmm. – ¿Podrá leerme la mente?. Era un pensamiento perturbador, no podía negarlo, pero posible. En realidad, más posible de lo que muchos imaginaban. Si era así no podía hacer nada, y si no era así era mejor no caer en la paranoia. Resopló –. La verdad es que sería un grato cambio... – entornó los ojos y frunció los labios; no era bueno adivinando las intenciones de los demás, pero tanta insistencia en cambiar de rumbo empezaba a resultar sospechoso incluso para él. Y si el pensaba que resultaba raro, no quería imaginarse las sospechas que tendrían los demás, algunos mucho más suspicaces que él. Antes de que se generara una nueva discusión, se decidió a intervenir, conciliador e incluso un pelín esperanzado –. ¿Nos pillan de camino esas aguas termales?

-No conocemos esas aguas termales, asi que es terreno por el que no hemos pasado. Si no hemos pasado, tampoco lo hemos cartografiado asi que... -le respondió con una sonrisa- además lo último que esperaba es poder darme un baño en unas aguas termales, no estaría mal aprovechar la oportunidad-dijo mas animada.

Esa era una buena noticia. No me había gustado lo que había dicho aquella mujer, que cada vez más parecía que su única preocupación era ella misma y solo estaba haciendo lo que hacía porque la interesaba a ella, de alguna manera.

Me parece una gran idea. Si esta por aquí, aprovecharemos para darnos un pequeño homenaje. No es muy normal poder disfrutar de un baño caliente para quitarnos el polvo del camino, y descansar nuestras posaderas acabo sonriendo y asintiendo tanto a Malak, helena y Khastal.

La joven elfa sonrío y asintio con la cabeza. -Si, nos pilla de camino, es mas, seguramente si hubierais seguido vuestra exploración hubierais dado con las termas, pero asi me quedo con el merito de haberos guiado hasta ellas, jejejeje... Si vamos directos tardaremos un dia, si quereís continuar con vuestro plan de exploración tardareís cuatro dias en llegar... Lo que prefiraís... si no recuerdo mal, a partir de aqui ya empieza de nuevo la zona de llanura...

Encogió los hombros y se mordió el labio inferior, todo a la vez en un gesto que pareció hacer que su cuello desapareciera y se achatara. Era algo así como su expresión de estar a medio camino entre querer salir disparado a las termas para olvidarse de las llanuras, del bosque, y de todo lo demás, mientras que por otro lado no estaba seguro de tener claro que fuera la mejor idea. Al final, pudo la cautela al placer y de nuevo movió la cabeza, esta vez para negar apesadumbrado. Sus doloridas nalgas iban a tener que esperar y seguir unos días más como si le hubieran azotado con un remo durante horas.

– Creo que será mejor que acabemos de explorar esta zona. –y luego no volver a pisar jamás estas malditas tierras. Suspiró–. Después podremos ir a las termas. No van a moverse de ahí, espero, y así no tendremos que volver por aquí más –miró a los demás–. ¿No os parece?