Partida Rol por web

Escuché toda la historia desde los brazos de mi hermanito sintiendo que Glaius repetía una y otra vez la misma historia sin parar. Al final no pude evitarlo y tuve que soltarlo - El maestro nigromante Glaius, creador de discipulos y abandonador de responsabilidades. ¿Como no pudiste predecirlo? Después de tu marcha en el castillo ocurrieron cosas buenas y cosas malas, y una muy gorda sobre ti denominandote el traidor y estando actualmente en esta situación. ¿Ahora te sorprendes de que un discipulo tuyo quiera tu cadaver? - resoplé mirandole por una vez por encima de el. Siempre lo había tomado como un maestro a pesar de que nunca le tomara en serio al cien por cien, pero la diferencia entre mi forma de evadir la realidad y la suya, es que yo soy consciente de lo que hacemos mi hermanito y yo.

Suspiré mirando a Fio y Elizabeth. - No sé vosotros, pero creo que Glaius debería confesarlo todo ante los reyes - me estaba empezando a doler la cabeza ¿Cuando fue la última vez que estuve tan seria y hablando como la máxima responsable del lugar? Nunca... probablemente Fio me miraría mal. - Y no solo eso. Todo. Deberías decirnos todo lo que sea necesario para detener a ese discipulo tuyo. Donde vivia, algún sueño que tuviera, cualquier detalle, por nimio que sea. Pero si quieres que la familia real te vuelva a tomar confianza, empieza a ser responsable de tus actos. - y tras decir todo aquello me crucé de brazos con una expresión seria y con enormes ganas de cometer alguna travesura para volver a ser yo

Con el bandido viniendo de frente, Perceval no dudo en seguir las indicaciones de Ameline, corriendo hacia la otra salida del callejón con la princesa, siendo seguidos también por Sutera quién planeaba escoltarlos.

Mientras tanto, Feris arremetía contra el bandido a la vez que la pelirroja se recuperaba y lanzaba un tajo desde un costado al enemigo. Aquel gran hombre apenas y soltó un quejido ante el ataque que nisiquiera se esforzó en esquivar, pero no quitaba la vista de encima a la princesa que huía junto a Jujin. Seguramente esto fue lo que no le permitió actuar a tiempo para intentar evitar el letal ataque de Feris a su cuello, terminando con un profundo corte que rápidamente le hizo desangrarse.

Se mantuvo en pie más de lo esperado, presionando la herida para intentar no sangrar. Incluso fue capaz de alzar una última vez uno de sus puños para intentar lanzar un ataque más al lobo, pero finalmente cayo arrodillado antes de yacer en el suelo. El ataque de Feris fue la gota que colmo el vaso de heridas que ese cuerpo había soportado; parecía hasta inhumano que una persona pudiese seguir luchando frenéticamente con tantos daños.

Para cuando Ameline y Feris comprobaron que el cuerpo ya no tenía vida, Sutera había tomado buena distancia del lugar junto a Perceval y la Princesa.

El bandido había caído muerto al suelo, cubierto por la sangre que derramaba de sus terribles heridas. De la casa de Perceval solo quedaban escombros ardientes, y sentían que por fin podían tomar un pequeño respiro luego de tal combate.

Ya con la situación un poco más calmada, podían identificar al bandido como un posible humano, dragón, o gigante reducido por magia. El hecho es que fuese cual fuese su raza, en esa forma era sorprendente que pudiese durar tanto en combate. Incluso ahora que estaba muerto aún podían escuchar como algunos de sus huesos se terminaban de romper, como si ahora que se habían relajado ya no soportaban más estar unidos.

En todo caso, la amenaza ya había sido reducida, pero aún les quedaba ir a proteger a la princesa. Si se apresuraban, no tardarían en alcanzar a Sutera, Perceval y la escoltada.

Perceval guiaba al grupo a través de las calles para dirigirse al castillo. Por suerte no parecía haber nadie más esperando para saltar de la nada y atacar, o al menos no a ustedes...

No muy lejos de donde estaban vieron a aquel bandido que había escapado tirado en el suelo, siendo interrogado por una chica pelirroja que empuñaba un hacha. No tardaste en reconocer a esa chica como una Caballero Real Diamante.

-Si siguen usando los mismos planes que usaban antes en estos casos, seguramente la habrán enviado a ella para reunirse con la princesa y comprobar que se encuentre bien -comentó Perceval, sacando a relucir su conocimiento sobre los protocolos de los caballeros.

-Vamos con ella, noqueen al bandido, y vayamos al castillo -decidió la princesa mientras te hacia una seña con la mano para que fueses delante con el escudo por si el bandido intentaba algo al verle llegar.

El bandido no tuvo suerte para escapar, cayendo al suelo antes de levantar las manos en señal de ir desarmado.

-¡N-No diré nada a un caballero real! -te respondió algo temeroso el bandido, sin quitarte la vista de encima.

Por casualidad alzaste la vista brevemente para ver hacia adelante, encontrándote así conque la princesa venía hacia ti, escoltada por una Jujin Beta tipo Lobo de escudo y ballesta y un Jujin Alfa tipo Zorro de edad mayor.

El bandido vio de reojo hacia arriba, percatándose de los tres que venían, pero rápidamente volvió su mirada hacia ti mientras continuaba con las manos levantadas.

La lanza del esqueleto hizo pedazos al caballo, pero esto dejo al jinete en una posición donde dejaba un punto vulnerable que aprovecharías: estando en el aire, tu espada atravesó finalmente el cráneo del enemigo antes de que aterrizases al otro lado. La cabeza había quedado clavada en la espada, pero ya no se movía: el cuerpo no tardo en caer al suelo, haciéndose pedazos pues ya no había nada que uniese los huesos. Finalmente, la tormenta empezó a disiparse, y tras varios segundos el lugar se encontraba despejado y podías identificar nuevamente el bosque.

Entonces, un ruido llegó a tus oídos: era alguien forcejando y quejándose. Al seguir a esta persona, te encontraste conque no muy lejos donde se llevó a cabo el combate se encontraba la mujer ciega tirada en el suelo, con un pie atrapado entre unas ramas.

-¡N-No! ¡¿C-C-C-Como llegaste hasta aquí?! -a pesar de tener los ojos cubiertos, pudo identificar tu presencia al instante. -. T-Tsk... -hizo un esfuerzo por estirarse y alcanzar su bastón que estaba más adelante, pero lo había tirado lo suficiente lejos para no ser capaz de tomarlo mientras su pie siguiese atrapado. -. ¡No pienso d-d-delatar a mi amo!

Se encontraba totalmente indefensa y vulnerable. En ese estado podías capturarla sin problemas si considerabas que usar nigromancia contra un caballero real ya era suficiente para llevártela, pero seguramente nada pasaría si decidías interrogarla un poco para confirmar que era lo correcto.

Al estar más apartado, Muramasa no tuvo que preocuparse mucho de la explosión causada por el hada. Eso no significaba que no se acercaría a ver como estaban en cuanto pudiese.

-No fue nada. Mientras todo esta calmado puedo curar esas heridas que se hicieron -dijo el hombre mientras pasaba a sujetar su colgante. -. Debo decir que esa teoría del hada que crea clones me suena muy... alocada. No se mucho de ese tipo de magias: ¿es posible manejar clones desde tanta distancia, y usar hechizos tan poderosos a través de ellos?

-Estamos hablando de un hada fugitiva -intervino Marshall. -. Debemos esperarnos cualquier cosa de ella.

Entonces, el jefe de mayordomos de dirigió a una de las paredes de la sala. Tras colocar su mano en esta, apareció un gran circulo mágico.

-Puerta Ilusoria: Apertura -en unos segundos, parte de la pared empezó a desvanecerse, dejando ver al otro lado unos escalones que llevaban hacia abajo. -. Este pasadizo lleva a una de las salas más ocultas y seguras del castillo: Majestades, les pido que nos acompañen hasta allí mientras nos aseguramos de que todo se ha calmado.

El rey asintió, y entonces la familia real presente se puso de pie para ir al pasadizo. Además de los caballeros que cuidaban la sala del trono, Mark también los acompañaría.

Luego de bajar lo que podrían ser varios pisos, llegaron a una sala amplia con la imitación de los cuatro tronos, en donde la familia real tomaría asiento. Los caballeros menores se colocarían alrededor del salón como acostumbraban a hacer. Marshall y Mark estarían junto a la familia Aztora, aconsejándoles y dándoles apoyo. Ustedes, por otro lado, estarían sentados con Muramasa junto a una mesa de madera esperando recibir las curaciones de este.

-No creo que alguien pueda encontrarnos aquí fácilmente. Supongo que podemos relajarnos un poco -opinó Muramasa antes de quitar de su cinturón su bota de cuero(Cantimplora) para destaparla y tomar un par de tragos, luego la coloco sobre la mesa; se podía oler el licor que había dentro... -. Tomen un poco si quieren. Comenzaré enseguida con las sanaciones.

Ahora solo quedaba esperar a que todo se calmase.

Si Alteza. Contesto a las órdenes y avanzo tal y como me indican hacia la Caballero Real. Viendo que parece tener la situación controlada, con mi escudo por delante y mi ballesta pequeña en mano apuntando al bandido, proclamo en tomo serio: Saludos compañera. Este bandidos nos ha atacado hace un momento. ¿Ha revelado algo importante?

El caballo explotó y el jinete…bueno, el caballero no tardó en aprovechar aquel salto y atravesarle la cabeza con la espada. Aquello provocó que su cuerpo se desmoronase, la tormenta se disipase y el cráneo terminara clavado en su espada. Baeric chasqueó la lengua y agarró el susodicho cráneo, sopesándolo con la mano antes de lanzarlo contra un árbol. Fue un enemigo formidable…pero el era mejor, el siempre era mejor.

Entonces, escuchó un ruido, nuevamente parecía que la mujer ciega se había quedado atrapada y así fue…la encontró tirada en el suelo con el pie entre unas ramas, notando su presencia y increpándole al respecto. Estaba indefensa y seguía diciendo que no delataría a su amo.

-Señora…a pesar de que usted haya intentado matarme, sigo siendo un caballero, uno de los más amables a decir verdad…si no me dice que hace aquí, no podré ayudarla…y eso significa que mis compañeros tal vez…le hacen daño, mucho daño, ¿comprende?-Exclamó arrodillándose frente a ella.-Soy el caballero halcón, Baeric, seguramente haya oído hablar de mi, ¿verdad?

Me puse delante del bandido con cara molesta de haberle escuchado decir que no me iba a decir nada -Yo que tu me replanteaba esa respuesta... el tiempo es oro, y tu me estas haciendo perder dinero- le dije mientras giraba mi hacha entre mis manos con la mirada clavada en él. Encima que he tenido que salir de mi tienda para ir a por la princesa, como para ahora perder el tiempo con este cojo.

Separé un momento la mirada de él cuando vi que llegaban del otro lado otra caballeros más y un jujin perro bastante viejo, además de la princesa -¡Ey! Hola princesa Artanis, me alegra ver que está bien- exclamé contenta. ¡Bien! Ya tenía la mitad del trabajo hecho al encontrarla... ahora solo debía escoltarla hasta el castillo -Hola Sutera... no, no me ha dicho nada, aún...- saludé a mi compañera caballero mientras volvía a mirar seria al bandido -Supongo que la flecha de su pierna es cosa tuya, buen disparo- le dije a la jujin mientras me acercaba al que estaba en el suelo, poniendo mi hacha a la espalda -Bien amiguto... una caballero diamante me ha dicho que has atacado a la princesa del reino, ¿eso cuantos años son de cárcel? Será mejor que hables ahora... Y si no quieres, pues bueno, siempre podemos cachearte y ver que nos estas ocultando...- le dije al cojo acercándome cada vez más a él.

Mientras observaba el cadáver Ameline alzó una ceja, tratando de reconocer la raza a la que pertenecía aquel ser que se había transformado. Por suerte habían estado ellos allí porque sino las cosas habrían salido mal, primero hadas y ahora esto. ¿Que estaba sucediendo? La profecía estaba bien, pero alguien estaba tirando de los hilos, por desgracia no había mucho que pudiesen saber. 

Movió el pie tratando de buscar algún bolsillo donde hubiese una pista de su procedencia, o de quien podría haberle contratado pero al menos que quedase algo simplemente se aseguraría de que estaba muerto antes de asentir a Feris.

— Parece que no tenemos que preocuparnos mas por él... reunámonos con la princesa. 

Tras decir eso se dio la vuelta dando largas zancadas para alcanzarla y esperando que no hubiese aparecido otro problema.

Dijo antes de darse la vuelta y dar largas zancadas 

Suspiró pesadamente a la explicación de Glaius, sabía que era algo por el estilo lo que estaba sucediendo desde el primer momento aunque no entendía bien qué clase de conexión era. Se apartó de su hermana y de una de las esquinas agarró una soga, acercándose al Nigromante. - Hay... Que salir de aquí, Faith... Faith tiene razón e.en todo pero... Primero... Primero hay que a-ayudar al resto así que... Cuando estuvo a pocos centímetros de el se puso rojo como un tomate pues no era habitual en el hacer esas cosas y la amenaza y el cabreo ya habían desaparecido. Si el nigromante se dejaba, Fío le ataría las muñecas así como dejó estas a medio unir con su torso gracias a la soga para que no tuviera demasiada movilidad. -Se... se necesita de... tus manos para a-actuar así que... e-esto será... seguro. ¿Cre...creo?... Miró a ambas chicas y le dio el extremo de la cuerda con la que llevar a rastras a Glaius a su hermana calmándose al estar ya todo hecho por fin. - Todo... tuyo. Debemos... Debemos ayudar al resto... La mejor guardiana de Glaius por el camino era su hermana, después de todo la magia de luz era el punto más débil de los Nigromantes, Fío pensó muy bien en eso antes de pensar en salir hacia el exterior. 

Aún no sabemos lo que ocurre en el castillo. No se hasta que punto sacarlo de aquí es buena idea.- Dije refiriéndome a Glaius como si ni si quiera estuviese allí.- Creo que lo mejor, antes de llevarlo ante presencia del rey, seria enterarnos de si ha ocurrido algo mas.

-¿Podéis ir uno de vosotros a comprobarlo? Iría yo, pero creo que volando tardareis menos en llegar.- Comente explicando mi pensamiento.- Mientras tanto vigilaremos que no piense en hace ninguna estupidez.

Tras observar los rasgos físicos del bandido, y tomar en cuenta su desempeño en combate, los comparaste con tus conocimientos sobre el resto de razas y llegaste a la conclusión de que se trataba de un humano.

-Ameline -te llamó Bhlade aún en su forma de arma. -. Creo que pensarás lo mismo que yo: ¿es posible potenciar a alguien así de rápido? Conozco la existencia de hechizos y pociones, pero... Ninguna como esta. Sospecho que el bandido no pudo resistir más los efectos: un aumento físico que causa un alto estrés al cuerpo, al punto de romperlo...  ¿Quien seria capaz de hacer algo así?

Entonces, te dispusiste a revisar el cuerpo en busca de pistas.

La pelirroja revisó bien el cuerpo del bandido, sin encontrar nada de interés: tres monedas de oro; una foto rota del hombre abrazando a alguien que seguramente aparecería en la otra parte, la cual él no llevaba; y un cuchillo desgastado.

No le gustaba darle la razón a Faith, pero en ese momento no le quedaba más opción que dejarla opinar; por lo menos actuaba con seriedad y eso solo reafirmaba la razón que tenía, cosa que no pasaba a menudo.

-Cooperaré y contaré todo a la familia real. No tengo relación con mi ex-discipulo además de las enseñanzas que le di en su momento, la verdad es que no me importa lo que pase con él si eso eso evita problemas al reino -confesó mientras ofrecía sus manos a Fío para que las atase, sin oponerse en ningún momento.

Finalmente, Elizabeth comentó otra perspectiva que las hadas no habían tomado en cuenta, y el asentir de cabeza de Glaius hizo saber que estaba de acuerdo con ella: alguien debía ir a ver que estaba pasando.

La presencia de otra caballero y de la propia princesa solo pusieron más nervioso al bandido, quién temblaba ante la amenaza de Cytla.

-¡E-Esta bien! ¡Les diré todo! -el hombre observaba con miedo a Sutera. Era normal: sabía que seguramente el amigo o familiar de la chica loba que vio durante el combate terminaría llegando tarde o temprano, y si se enteraba de que no estaba colaborando seguramente se saltaría la amenaza y directamente le sacaría la información a golpes. -. N-No conozco a los otros bandidos de nada... Fue e-el hada quien nos recluto: cabello rojo, alas de colores, magia de fuego... T-Tres monedas, nos dio t-tres monedas de oro a cada uno a cambio de matar a la princesa... -para demostrarlo, metió y saco muy lentamente la mano en uno de sus bolsillos para sacar las monedas. -. E-Era pobre, n-necesitaba el dinero... Pero no pensé que estaría tan protegida, ni q-que las piedras mágicas que el hada me dio causarían esos efectos tan b-brutos en el otro bandido... ¡E-Eso es todo lo que se! P-Por favor, e-estaba n-necesitado... -suplicó finalmente el hombre por piedad, mirando a la princesa en un intento de que tomase en cuenta su situación.

-Mátenlo -ordeno fríamente la princesa, mirando al hombre que no tardó en retroceder un poco aún en el suelo.

-¡P-Por favor! ¡T-Tengan piedad! -suplicaba el bandido arrepentido de sus actos.

-Princesa... -Perceval mostraba en su expresión que le preocupaba un poco la decisión que estaba tomando Artanis.

-Es una orden -sentenció la chica mirándolas, esperando que alguna de las dos cumpliese y acabase con el indefenso bandido. -. De haber sido Arthas el emboscado de esa forma no se hubiera podido defender de la misma forma en la que lo hice yo. No puedo permitir que las personas piensen que volverse criminales es una opción para superar sus problemas...

No había nada de interés. Sólo quedaban restos de pertenencias mundanas. Por desgracia de momento su investigación terminaba ahí. En el castillo tendría que investigar más para intentar llegar hasta la persona encargada de aquello pero ahora tenía asuntos más urgentes. Y esos eran proteger a la princesa.

Miró a Frey y negó con la cabeza. No tenían mas que hacer allí de forma que lo siguiente que hizo fue darse la vuelta y alejarse dando largas zancadas en la misma dirección donde Sutera y la princesa se habían marchado, buscando reunirse con ellos lo antes posible para escoltarla a la seguridad del castillo. 

— No tengo ni idea, y eso me preocupa bastante. Es algo que tú no has visto y que a mi tampoco me suena, y hemos estado en el reino de los dragones.

Respondió preocupada a Bhlade mientras trataba de pensar en el curso de acción a medida que iba corriendo en búsqueda de la princesa.

— Cuando llegue al castillo investigaré. Tiene que haber algún registro. Sería muy raro que esa magia fuese nueva, quizá fuera de uso... pero dudo que esté sacada de la nada. Si no encuentro nada podría preguntarle a Yvieroth, no creo que vaya a mostrarse muy colaborador de primeras pero es un dragón que ha vivido muchos años... puede que haya visto algo así. 

Tomé la cuerda con cierta confusión de manos de Fio, hasta que entendí todo. Mi magia era la única capaz de hacer frente a la suya de igual a igual, a pesar de los no muertos que se resisten a dejar de existir por ella. Sin embargo aunque estaba dispuesta a ir tirando de el, Elizabeth empezó a dar su voz de razón también. Gruñi al no ver las cosas claras. No quería separarme de ninguno de los dos. Fio era mi hermanito y cada vez que me separaba de el era una tortura, mientras que Elizabeth... parecía buena compañera. Mejor incluso que su hermano. Pero también lo que decía tenía razón. Nosotras volando eramos casi iguales de rápido que un caballo trotando

Me revolví los pelos y al final alcé una mano hacia delante convocando un portal que daba al cielo justo entre la ciudad y el castillo. - Hermanito... ¿Serás capaz de hacerlo? C-confio en ti y se que puedes hacerlo sin mi. A fin de cuentas solo es echar un ojo. - Le di la cuerda por un momento a Elizabeth y luego le cogí la mano a mi hermanito. - Además, estaré cerca por si me necesitas, y me puedes sentir - acerqué su mano a mi pecho justo a la altura del corazón - dentro tuya, igual que sientes tu corazón palpitar - A fin de cuentas, eramos hadas gemelas.

Ya la decisión de ir, era solo suya, pues el portal estaba abierto.