Partida Rol por web

Los primeros en llegar a aquella sala de control fueron los reservistas. Se trataba de un equipo de la Fuerza de Intervención Rápida de la policía, que acudía normalmente para avisos de cierta gravedad en la arcología. Eran diez e iban armados de forma ligera, con protecciones de lo mismo.

Los mandaba un sargento de policía de apellido Krausser que, éste si, iba con un exoesqueleto de combate. Mientras el equipo se preparaba y discutían la estrategia (bajada por un ascensor diferente, un poco más alejado de la puerta marciana y uso de un dron para escanear posibles trampas dejadas por el enemigo), llegó otra robot, en éste caso un costoso modelo de análisis y supermente cibernética conocida por las siglas EVA.

Ahora si, todos esperaban sus órdenes concretas. Tenían delante de ellos todos los mapas de las galerías de la mina. Y mientras esperaban, mensajes constantes de la radio y sonidos de disparos en la lejanía. Dudaban que los miembros de la resistencia opusieran una resistencia tan fiera. Y, de hecho, lo que podía verse a través de algunas cámaras tácticas de los ángeles de la muerte es que se estaba reuniendo a los mineros como ganado, identificándoles, matando a cualquiera que opusiera resistencia y decidiendo si a los cabecillas se los iba a interrogar o ejecutar.

El grupo se dividió. Gotrek y Minerva fueron hasta "el templo de las armas", con cuidado de no pisar nada extraño o hacer demasiado ruido. El resto se quedó por aquella zona, acercándose a la misteriosa sala central donde supuestamente estaba "lo que estaban buscando", sea lo que fuere que ésto significara.

Fueron lo suficientemente discretos como para no hacer saltar las alarmas, sea como fuere que éstas funcionaran. De cualquier forma, al llegar a la entrada de ambos recintos tuvieron que enfrentarse a una especie de escáner, que les hizo un barrido de energía verde parecida al láser, sin que ellos pudieran evitarlo.

Hubo un momento de vacilación, por parte del sistema de seguridad, pero nuevamente el láser escaneó a dos personas en particular: Reeva y Gotrek. Luego, un silbido anunció la apertura de la puerta correspondiente. ¿Estaban dejando pasar a los mutantes?, ¿Y por qué un sistema de seguridad de los antiguos marcianos reconocía a los mutantes humanos?

La respuesta a las preguntas de Reeva estaba dentro de aquella sala. ¿Árboles de turbinio? Sea lo que fuere que allí dentro había, hacía el turbinio creciera siguiendo aquellas formas. De hecho "hacía crecer" el turbinio desde aquel punto central, parecido a un pulsante reactor que se alimentaba con energía. ¿Que energía?

El abismo que se abría en el centro de la sala circular no dejaba lugar a dudas. Era la energía del planeta, la energía tectónica. El agujero parecía no tener fin, se hundía hacia un vacío oscuro y frío.

Y a su alrededor, computadoras alienígenas, extrañas e incomprensibles para el no-iniciado. El viejo sabía que retazos de aquella tecnología se habían encontrado en otras excavaciones, pero nunca las había visto "funcionar" de aquella manera. No como en aquel lugar.

Un holograma se materializó entonces, rompiendo totalmente los esquemas de Tricia y los presentes, que alzaron instintivamente sus armas. Pero Reeva sabía perfectamente de quien se trataba, o al menos lo intuía.

-Saludos, hermanos rebeldes. Ruego disculpéis que me presente con ésta forma tan arcaica, un recuerdo de lo que una vez fui y nunca volveré a ser. Pero quizá es mejor así, para que seáis capaces de conceptualizarlo mejor. Estáis dentro del arca, que guarda los conocimientos de una raza ya desaparecida, a la que un día pertenecí, de la que muté y me escindí. No sin antes acariciar con mis dedos el secreto de la inmortalidad...

Parpadeó con sus ojos alienígenas, que no eran si no una mera ilusión informática. Reeva no podía contener las lágrimas.

-No lloréis, por que no todo está perdido. Lo perdido será hallado y el grito de los mutantes será escuchado. Y ahora, hijos de la rebelión, ayudadme. Tenemos poco tiempo, y mucha es la información que debéis procesar. Y luego, al término de ese trasvase, deberéis destruir éste reactor... deberéis privar a Coohagen de su más codiciado tesoro. La pirámide está a punto de dejar de ser útil. Esa será nuestra primera gran victoria, pero tendrá un alto coste. Apresúrese, señor Monakar, no tenemos mucho tiempo.

Con una larga mano le indicó una consola, a cuyos mandos se situó Reeva. Ella sabía como interactuar con la interfaz, pero solo él podía emitir los sonidos adecuados para activar los protocolos. Había que pasar del abecedario a la teoría computacional, sin paradas intermedias.

-Debéis buscar LA FUENTE, de la que todo emana, la que todo lo hizo posible. Y cuando sea hallada, el planeta podrá volver a latir...

Entraron dentro del templo, que no era si no una sucesión de salas en vertical, al estilo de una estantería, un gigantesco armario de puertas de energía cerradas. En el centro de la misma, un pedestal, con una bola de piedra azul tallada y la forma de una mano con tres largos dedos.

-Espero que ésto venga con manual de instrucciones...

Se giraron casi al unísono, al escuchar los pasos mecánicos. Un robot delante de ellos, con una forma vagamente antropoide, que se debatía entre apuntarla a ella o a él, como si todavía no hubiera decidido si les iba a matar o no.

Su ojo de energía pulsante parecía analizarles, pero sin llegar a comprender lo que eran. ¿Era la primera vez que una máquina así veía a un humano? Era realmente posible. Sin embargo, en la mano sostenía algo muy parecido a un arma.

-¿Qué... que hacemos, jefa?

Intentaría hablar con esa cosa, pero no conozco el Marciano antiguo... - dice antes de hacer la acción, mirando a su compañero y al robot.. -..por intentar que no quede, sino funciona , pasamos al plan b..

Oye, lo que seas... - hablando en Marciano -..tenemos que llegar ahí y conseguir las armas, Kuato nos ha mandado aquí, si queremos proteger este sitio, vamos a necesitar armas, ya que gente que quiere destruir y apropiarse todo esto, va entrar tarde o temprano y no hará miramientos con nada... -termina por decir Minerva.

La verdad que siempre fue mas de acción que de dialogar.

Así que, si nos permites, déjanos pasar y mejor que vigiles, zonas de acceso a este sitio por otros lados, ya que no creo que falte mucho, para que un grupo de humanos, los angeles negros de la Federación, entre aqui a lo bestia y dispare con todo lo que se mueve, ya sea mutante, humano o lo que sea , seas tu... - termina de decir en marciano.

Hace gestos con la mano a su compañero, para prepararse, en caso de que el robot vaya a la suya, no le haga ni caso y quiera no hacer miramientos con ellos.

Indica a su compañero, que si el robot no cede, que cada uno vaya en una dirección.que ella ira hacia la dirección del brazo izquierdo del robot y que él vaya a la dirección donde el lado derecho del robot, para que dude mas el robot de a quien disparar y que el objetivo, es poner la mano en lo que sea lo de la mano.

No puedo creerlo. Esto es como una cápsula del tiempo. Aquí hay dispositivos completamente funcionales que solo he visto hechos trizas y devorados por el turbinio. A duras penas alcanzo a imaginar para qué pueden servir. ¿Cómo es posible que todo esto siga aquí y en un estado tan fantástico? ¿Cuánto hace que nadie entra en este lugar? 

Algo se enciende, se está formando una imagen. ¿Es un holograma? Es la forma de uno de los antiguos marcianos. Existen algunos registros que los describen así. Pero, ¡si es el mismísimo Kuato! ¿Esa ERA su verdadera naturaleza? ¿Desde dónde esta emitiéndose? Parece tan vivo... pero a su vez él dice que nunca más volverá a tener esa forma. ¿Cuál tiene ahora? ¿Dónde está? ¿Qué es eso de una escisión cuasi-inmortal de la raza marciana? Esto es una locura.

Escucho mi nombre y sigo la dirección del dedo de Kuato hasta la consola. Hay que hacer un trasvase de información desde este reactor a algún otro sitio. Tengo que enviarla usando las ondas que acabo de aprender a manejar hace escasos minutos. 

- Vamos, chiquilla -dije mirando a Reeva- la fuente nos espera y no hay tiempo que perder. Confía en ti, ¡sabes cómo hacerlo!

La cinturionana asintió con fuerza ante el comentario de su compañero y dejo de mirar el hueco del ascensor. Trago saliva  durante un momento, daba igual el rango que le hubieran puesto, le faltaba experiencia y confiaba en que el robot tuviera mas que ella… Aunque fuera programada en su sistema.

Su mirada se volvió a enfocar en el hueco de las escaleras vigilando que no pareciera ningún rebelde. No paso mucho tiempo hasta que empezaron a llegar los refuerzos que había pedido el robot. Pensado en ese momento con la cabeza fría, haberse lanzado a lo loco a por aquellas personas que estaban abajo hubiera sido un suicidio.

Solo un rápido vistazo hacia los que habían llegado fue dirigido por la muchacha antes de seguir con su atención enfocada hacia donde la habían encomendado. Había mucha mas gente con mas experiencia y mas capaz que ella para lo que les había encomendado Cohaagen

El recién ascendido "viejo trasto" le indicó al personal del grupo de asalto los lugares de acceso a la estancia donde se encontraban. La verdad que no esperaba encontrar tan pronto allí a aquella gente. - Si ha de ser esto importante, si. Se podía haber imaginado que la orden y demás que Cohaagen les había encomendado, tuviera más de farol o de impulso anímico para tirar hacia delante, pero el aparecer casi de inmediato allí el grupo de asalto, teniendo en cuenta que se reservaban como tropas de choque y de eliminación de puntos fuertes, derivándolas para aquello, es que tenían algo demasiado gordo entre manos. El acabose fue ver allí a E.V.A. Esto si era una unidad robótica extraña. Incluso había visto sus planos y demás, pero eran tan ... místicos que incluso pensaba que había más fantasía que realidad en aquellas unidades. No tenía dato alguno de siquiera se hubieran construido de verdad.

Un saludo entre ellos, por la red, le indicó a E.V.A. la ubicación de su misión: - Hola hermana. Esta es la unidad a filtrar y replicar. Había mucha leyenda sobre "ella", y puede que no pudieran ver toda la realidad, pero por lo menos sabía, ahora, que existían.

Esperó a que todos tomasen posiciones y cuando "ella" empezó a trabajar, le encomendó al resto por la radio táctica: - Elementos rebeldes abajo. Ascensor lento y poco seguro. En todas las emergencias, los ascensores eran material o vías prohibidas. Demasiado frágiles, previsibles y sensibles. Les repartió. Dos para la vía de escape, repliegue o exfiliación. Dos para la escalera. Uno para el ascensor y otros dos como protección general, junto a la unidad mística informática. El resto, los otros tres, vendrían con ellos. La mejor forma de mantener al enemigo a ralla es no darle posibilidades de iniciativa, y eso empezaba por atacarles. BiCiDi hizo que los que quedaban de "perrito guardián" repartirán la mitad de sus granadas entre los que avanzarían, eso eran entre los otros tres, la muchacha, que parecía emocionada y asustada a partes iguales, que le había acompañado desde el principio y él mismo. Además, un 20% de la munición de los "vigilantes" también fue repartida. Así sería más fácil hacer fuego de supresión y mantener cabezas enemigas gachas.

 - Napoleón dijo que jamás defenderás tus fronteras desde dentro de estas. Vamos a llevar la guerra a sus escondites. Sin más, empezó a bajar, con cuidado, buscando cobertura, por las escaleras y les ordenó: Movimiento de cobertura táctico por fases, en apoyo de tres. Lo tenían más que ensayado. Eran tropas de asalto. Avanzarían por turnos, siempre habiendo uno vigilando, otro apuntando, para cubrir el avance y uno, que vendría desde atrás, para alcanzar un nuevo punto. Cada esquina, cada poste, cada cosa dura, sería un fortín, para dar un paso más, y un lugar desde el que saltar al siguiente.

Tras eso le comunicó a la andoriana por un canal privado: - Hermana, ¿Te quieres quedar o nos acompañas? No quería poner vidas de más en riesgo, pero, tras ver su rostro, que pedía tanto emociones como protección, igual, acompañarles era lo que deseaba. Además, no sabía por qué, pero veía futuro en ella ... o algo especial. Algo diferente. Aquella "niña" podría llegar a ser un líder, o alguien especial, pero ... tenía que aprender, sobre todo a controlarse, y sabía que podía. Igual que les acompañara era la manera de tenerla bajo su tutela, pero igual precisaban que alguien con un poco de "liderazgo" quedase allí para impartir órdenes, cuando "su hermana" hubiera terminado con su misión.

Kuato... ¿era él realmente?

Algo me decía que bien podía ser él. No lo podía saber a ciencia cierta. Lo que si veía era la importancia de todo el asunto en ese sitio: Tecnología.

Estaba mas que claro que Cohagen sabía algo de ese sitio y lo quería para él. Las estructuras, los árboles... todo.  a nuestro alrededor el Turbinio había tomado forma de las cosas que más se necesitaban. Como química que era, al principio pensé que el Turbinio en su grado de expansión bien podría haber invadido esa zona, como un parásito, haciendo emigrar o extinguirse a los marcianos primigenios. Pero no era así.

Habían llegado a controlar el Turbinio de manera que adoptara al forma que quisiera. Eso era un nivel tecnológico muy avanzado. Algo que nunca había visto. Y eso significaba mucho dinero. Dinero que Cohagen querría para él.

Mis manos tocaron el panel de control, dubitativamente. No sabía si iba a ser capaz, pero en cuanto el abuelo me animó, asentí, mirándole con una sonrisa algo forzada. Mis ojos se dirigieron a la otra mercenaria y mis ojos naranja radioactivo se iluminaron levemente al ver como intentaba proteger a unos desconocidos.

No podíamos fallar.

-Adelante- Asentí al informático para que empezáramos la secuencia.

Los federales se acercaron hasta la gran puerta. Era uno de esos monumentos marcianos, muy espectacular, pero que parecía abandonado. Supuestamente, los rebeldes habían entrado por ahí después de desactivar un campo de fuerza o algo parecido.

Los soldados se desplegaron por el largo pasillo y recelaron de los canales de energía pulsante que veían a su alrededor. Tenían órdenes y pesaba mucho el cumplirlas, pero se estaban metiendo en algo totalmente desconocido. Más allá, una explanada de grandes proporciones, llena de templetes y monumentos insertos en lo que parecían ser árboles hechos de turbinio.

Minerva parpadeó y vio como el robot dejaba de mirarla a ella. Sin más, emitió una especie de señal repetitiva, como una alarma, y salió fuera del templo.

-¡Cuidado, movimiento a las seis! -dijo un soldado federal, antes de reventar de torso para arriba debido a una especie de descarga eléctrica.

Inmediatamente, Tricia se puso en alerta, pues escuchó ráfagas de armas de fuego. Tras un parpadeo, que a ellos les pareció largo como un día, el viejo científico y la doctora habían tomado el control de la interfaz marciana. Tenían acceso a todos los datos, todos los sistemas de seguridad, todas las armas...

-¡A las tres, a las tres! -dijo un federal, que se interpuso justo delante de Julianne para ser abatido por un arma de energía alienígena.

Parecían robots, o quizá eran cyborgs, pero el diseño no era ninguno de los que usara la Federación o los sistemas no-alineados. Sus extrañas carcasas recordaban a las pinturas que representaban a los antiguos pobladores de Marte. Pero lo cierto es que éstos perros guardianes, totalmente automatizados, estaban armados hasta los dientes y parecían muy interesados en no dejar a un solo federal con vida. Venían de todas las direcciones: de frente y por los lados, y serían unos seis. Más que suficiente para matarles a todos si seguían usando aquella potencia de fuego.

"La fuente". Fuera lo que fuera, había más de un lugar candidato a contenerla. Repartidos por el planeta, en un mapa del que ahora disponían las coordenadas exactas, había arcas como aquella, que contenían la tecnología de los antiguos. ¿Debían descubrir alguna en particular o quizá juntar todas las piezas? Tenían acceso a demasiada información, y sus cerebros eran incapaces de procesarla tan rápido. Tendrían que volcarla, copiarla a un soporte conocido y sacarla de allí para que los analistas dedicaran su tiempo y esfuerzo a investigar la inmensidad que se abría ante ellos: el conocimiento de los antiguos marcianos, ahora en manos de la rebelión.

Reeva sintió que podía "ordenar cosas" a aquellos robots defensivos, y Monakar no perdió el tiempo, desbloqueando a Minerva el acceso a las armas alienígenas. Había muchas y no serían capaces de llevárselas todas. De momento, se concentró en que la maquinaria de "paletización" les mostrara aquellas de un tamaño proporcional al ser humano, que pudieran ser usados por éste.

Había muchos diseños, muchas posibilidades. El sistema seleccionó intuitivamente dos armas que resultaran familiares a los humanos: una especie de fusil de asalto, que disparaba unos haces de plasma o láser. La otra arma generaba un arco eléctrico dirigido de energía de fusión, que excitaba los atómos del blanco de modo que lo "pulverizaba" por así decirlo. Era el arma principal que usaban los robots de defensa que se estaban enfrentando a los federales ahí fuera.

No era la respuesta que esperaba pero, quien soy yo para decir nada.. - sonrió Minerva a su compañero.

Al ver como se alejaban los robots por arte de magia y los dejaba tranquilos.

Al cabo de un rato, tenían un buen arsenal delante de ellos, el sitio donde estaba guardadas las armas se abrió, mostrando interesantes armas..

Como dicen.. - pone una gran sonrisa.. - .. a caballo regalado, no le mires los dientes, vamos a coger las armas que mas o menos podemos cargar y usar sin problema, el resto, mejor destruirlas, lo que menos quiero que esa escoria se apropie de estas armas y tecnología. - dice a su compañero de la resistencia

Habías echado un ojo al sitio y la mejor manera de defenderlo en caso de ataque. El punto de entrada del enemigo era el mismo que el vuestro, pero han desactivado o pasado las trampas que hubiérais dejado. Una vez dentro el espacio es bastante diáfano, pero tiene sitios donde buscar cobertura y posiciones elevadas desde donde poder disparar.

Además, en éste momento no tienen visual sobre vosotros, así que no saben donde estáis. Están demasiado ocupados con los robots marcianos.

Dentro de su alma, su programación base, y lo dilucidado, tras lo aprendido, es que tenían que proteger la población, y en este caso, estaban siendo sus tropas atacadas.

A grito, para que todos los presentes, fueran del bando que fueran, pudieran oírlo, aunaran fuerzas y así pudieran contrarrestar la nueva amenaza: - Fuego concentrado. Lanzar todo lo que tengáis a mano. Él mismo lanzó un par de granadas en contra del objetivo más cercano. No tenía esperanzas de neutralizarlo con aquello, pero si de marcar su posición, de distraerlo si no lo conseguía herir, y así, el resto poder empezar a hacer su trabajo.

No sabía si los rebeldes atenderían a sus palabras, pero en estos momentos era un riesgo para la vida, y ellos mismos, los rebeldes, serían su siguiente objetivo. Sabía que estaban por allí, aunque no los veía. Sabía que, a pesar de la situación, de estar asaltando sus posiciones los federales, ahora tenían un enemigo común. Un ente que no sabía de donde salían, y que había que hacer frente.

Mientras eso sucedía comunicó con los "Guardianes de E.V.A." por el canal táctico de la sección: - Desglosarse y reforzar mi posición. Urgente. No era otra cosa, que los puestos en los que había dejado más de uno, se acercasen para ayudar.

Tras eso comunicó con el Estado Mayor de la misión:

- Señor, entes desconocidos, no sabemos si personal con armaduras personales o entes robóticos están atacando nuestra posición.