Partida Rol por web

Aquellos aromas que llegaban hasta mi se mezclaban y danzaban por mi rostro y se adueñaban de toda mi atención, mi estómago parecía rugir de alegría. Miré a ambos samurais intentando disimular la sonrisa que me producía el pensar en un buen plato de comida.
-Muchas gracias por tomaros las molestias de acompañarme, samurai-sama, espero no haber interrumpido demasiado al grupo durante vuestro almuerzo pero me urgía el calmar algunas dudas - respiré hondo y volví a bajar la cabeza, no recordaba mucho el como tratar a las personas y me faltaba práctica con mi sociabilidad pero si algo tenía como una certeza es que si tanteas tus palabras, controlas tus expresiones y hablas desde una posición inferior con respeto te escucharan, o al menos conseguirás que te presten un mínimo de atención.

Higetora solo volvio a sonreir y luego se dirigió a una de las mujeres que parecían estar al cargo de la cocina.- Las fortunas les sonrían, señoras. Creen que podrían rescatar algo para que esta chiquilla coma? - En el tono del Kuni iba implícita la orden. Luego se acercó a una de las sirvientas mayores y le dijo algo en tono bajo, algo a lo que la mujer asintio en el mismo tono. El grulla se les unio al cabo de un momento.

Mientras, una de las otras sirvientas mas jovenes te prepara una bandeja con bocados de arroz, pescado en tiras con salsa, una botellita de sake y algunas galletas recien hechas, que pone en tus manos a la brevedad.

No logras oir lo que dicen bien, solo palabras

Kuni: ... darán cuenta, ..... Lanei-sama, ....espíritu. Estaríamos ....cuidar ....

Mujer: .....

Daidoji: - ..... Escorpión. .....preocupa .... dejar....

Asiente a la mujer a cargo de la cocina- Gracias por su ayuda, señoras. Pórtate bien, Suzue. - Se vuelve luego hacia el Daidoji.- Pongámonos en marcha. Se me ocurre un sitio donde podría estar.-

Seguidamente los dos samurai salen rapido de la cocina, dejandote alli. Las sirvientes te miran un poco,pero estan ocupadas en su mayoria cocinando. La mujer con quien hablaron, una señora algo mayor que el resto te sonrie.

-No te quedes alli parada pequeña, ven aqui. Podras comer y esperar que los samurai-sama vengan a por ti nuevamente, pero necesitamos un poco de espacio para trabajar, asi que te quedaras en el almacen de especias mientras tanto, de acuerdo?. +te dice, mientras con un gesto indica el fondo, invitandote a seguirla. A la izquierda hay una puerta sencilla, donde parece querer llevarte.

Miré a la mujer y le sonreí agradecida.
-Muchas gracias y espero no haber molestado demasiado - tras decir esto me puse a seguirla mientras me hizo gracia como los rugidos de mi estomago acompañaban mis pasos ya más calmados y seguros. Me sentía mucho más cómoda en la cocina con aquellas mujeres que entre los samurais, algo que le ocurriría a cualquiera, aunque aquellos dos se habían portado muy bien conmigo. Me paré a pensar en la conversación de la mujer y los samurais, intrigada por lo que escondían aquellas palabras a las que no podía dar sentido ni ubicar. Suspiré y dejé que la esperanza surgiera en mis interiores pero sin que me desbordara, sabía que nada bueno se encontraba tras aquello pero me hacía sentir bien el pensar en buenas noticias... por una vez no estarían mal.

LA habitacion donde te meten es pequeña, de unos 2x2 metros. Las paredes estan hasta el techo de anaqueles con jarros de ceramica sellados, asi como otros recipientes de vidrio, evidentemente caros. El lugar esta impregnado del aroma de muchas especias, algunas conocidas, otras que en tu vida habias sentido.

Una mesita en el centro, donde hay una balanza pequeña y algunos frasquitos, te sirve para apoyar la comida y disfrutarla. La señora deja la puerta entreabierta por si necesitas asomarte para pedir algo,  y vuelve a sus quehaceres, comandando a las sirvientas. Ahora puedes comer con calma.

No obstante, al cabo de un par de minutos, oyes unos ruiditos viniendo de detras de la pared a tu derecha, tras las alacenas. Es un ruido amortiguado de golpes. No es el de cosas golpeando la madera, no. Con un ligero escalofrio, recuerdas haberlos oido antes, en una tienda donde estabas sometida a unos rufianes... Son los bofetones que se dan con violencia contra la carne. 

Sin darme ni cuenta apreté mis puños contra la mesa y mis pensamientos comenzaron a revolotear con violencia, mi apetito desapareció en cuestión de segundos. Sabía que no era de mi incumbencia pero no pude resistir la necesidad de acercarme a ver que ocurría. Tragando saliva me levanté de la mesa y me acerqué con los nervios a flor de piel intentando hacer el menor ruido.

Escuchas el ritmo de los golpes,chas, chas, lentos, constantes, y los gemidos apagados de quien los recibe... ah, no, no, ah, basta... Luego de unos instantes, silencio.

...y entonces una frase, en un tono femenino y sugestivo.

-...Gomen, Ruri-chan... es que tu carne es tan suave y tierna... me emocioné. Sientate encima de onnesan, que te compensare.

-esta bien...+ contesta otra voz, femenina tambien, pero mas aflautada

un silencio, y el frufru de telas rozandose, asi como un ocasional mmm... Quizas no fuera violencia despues de todo.

Me quedé quieta sorprendida por lo que estaba ocurriendo, así que lo más silenciosa que pude volví a mi sitio y me estuve un rato observando la comida aunque tenía que admitir que me sentía aliviada por que los golpes no tuvieran que ver... con nada malo. Terminé el plato y medio sonriendo fui a buscar a la mujer que me había dado la comida para darle las gracias y seguir con lo que me había llevado a salir del cuarto, saber que había ocurrido con el samurai.

Luego del... curioso momento, puedes terminar de comer en paz, aunque ocasionalmente llega a ti algun otro gemido o ruido similar. 

Los sirvientes en la cocina ya parecen haber terminado lo que es preparar, ahora solo quedan un par lavando y acomodando. Aquella que te diera de comer te sonrie.

-Satisfecha, pequeña? O quieres mas?

-No, muchas gracias por molestarte - sinceramente prefería el bullicio de la cocina a las miradas altivas de los samurais del comedor y el olor estaba claro que era mucho mejor a pesar de las sorpresas que te podías llevar como la de antes, se me escapó una risita por lo bajo al recordarlo, luego sonreí a la mujer, poco a poco me iba acostumbrando a tratar con los demás aunque prefería estar sola con mi silencio pues este me protegía, al ir de allí para allá me sentía algo insegura, pero tenía que sacar fuerzas para poder llevar a cabo mis fines aunque aquel plato de comida me había venido sinceramente bien.

-Kuni-sama nos pidio que cuidaramos de ti mientras el hacia unas diligencias... Quieres ayudarnos? Para no estar muy aburrida mientras los esperas. O tal vez prefieres leer o hacer otra cosa...+pregunta con amabilidad la señora.

Me pensé mis opciones durante varios segundos, la verdad es que podría irme y salvarme de hacer tareas en la cocina pero no me apetecía demasiado ir por ahí, además quizás podría enterarme de algunas cosas.
-No importa, me quedaré a esperarlo aquí y ayudaré en todo lo que pueda - dije sonriendole.

-Por ahora, la mayoria fueron a despejar el salon. Ve con Nimue +indicando una de las chicas que quedan+ y trae lo que te vayan dando, bandejas vacias y eso. 

La otra joven assiente, incorporandose para guiarte

-Nimue, queda bajo tu responsabilidad. Si no la cuidas le daran tu cabeza al Cangrejo-sama, ya lo sabes. 

Un ligero escalofrio recorre a la chica, quien baja la cabeza simplemente

Sonreí a la chica intentando que se relajara.
-No te preocupes, seguiré las indicaciones que me digas- y me puse a su lado preparada para ayudar. En el fondo me hacía ilusión el sentirme util así que haría un buen trabajo para que no le pasara nada a Nimue.

Nimue te lleva rapidamente al mismo salon donde viste a los samurai hace un rato. No estna ya, ninguno de los cuatro... al parecer tu aviso los ha movido. Tampoco estan la mayoria del resto, salvo el hombre que hablaste, el que confundiste con el ide, terminando un sake de pie a un lado. Los sirvientes, una media docena, estan apilando raidamente cuencos, mesas, sillas, dejando todo en pilas para luego retirarlo.  

-Encargate de las botellitas de sake+pide amablemente la muchacha+, yo llevare los cuencos.

Miré detenidamente el trabajo de los sirvientes y sus expresiones. Luego me giré hacia Nimue y asentí.
-Eso está hecho
Me dirigí a la mesa y comencé a recoger lo que se me había mandado intentando llevar el máximo cuidado.

Hay muchas botellitas de sake, que rapidamente van llenando tus brazos... Se ha bebido no poco aqui, o son muchos los samurai. 

Al pasar junto al lateral, el Ide deposita su botella vacia en tus brazos, y al levantarla, su mano roza tu barbilla suavemente, deteniendote y haciendote girar el rostro hacia el. Te mira con una ligera sonrisa.

-Ahora asistiendo a los gorrion, pequeña? Vaya... mi colega si que te hace trabajar... Un tanto abusivo de su parte, para una joven tan bonita.