Partida Rol por web

Notas un rayo que cae no muy lejos, hacia el este. En el borde mismo de la aldea.

El camino al castillo va directo hacia el norte. La subida es empinada, y en la oscuridad es mucho mas dificil que de dia...

Ikku miró la subida y comprendió como el grulla terminó en ese estado.

Empezó a subir con relativa facilidad, ganando confianza a medida que avanzaba, pero una punzada de dolor en el momento imprevisto le hizo tropezar, arrojándolo por los suelos

La caida es estrepitosa, aunque por fortuna no demasiado larga... Solo ruedas sobre la grava y las rocas un poco, pero la misma friccion del terreno te detiene unos metros mas abajo... aunque ahora lleno de polvo y magulladuras. 

Ikku rueda por el asfalto, rebotando milgrosamente por encima de las piedras más afiladas, evitándolas.

Cuando por fin la caída se detiene, ya tiene varios moretones, algunos cortes y la ropa sucia.
Se levanta con cuidado, conteniendo el dolor y la rabia, revisando con cuidado no tener ningún hueso roto. Por suerte parecen estar intactos, aunque su pierna izquierda se llevó una considerable cantidad de daño, así como el hombro derecho y un leve raspón en la mejilla.
Terminada la inspección, mira a su alrededor y con firme determinación vuelve a encarar la pendiente con frustración.

Finalmente, haciendo honor al esfuerzo que caracteriza al Clan, logras llegar a la cima. Los bushi Suzume que guardan la puerta te reconocen de inmediato, y te llevan a tu habitacion. 

Esta es una de las del lado izquierdo. No es nada extravagante, una limpia habitacion con paredes de papel y madera, techo de tejas y tatamis de paja. Dos futones para dormir, un par de muebles para depositar las pertenencias, una mesa y poco mas. Al entrar, notas que de un lado, en la parte exterior, alguien pinto el mon de los Conejo. Al otro lado, esta pintado el mon de los Fenix.

Los soldados te dejan alli. Sin embargo, apenas pasan un par de minutos, cuando tres hombres se presentan....

A dos los viste sentados en la mesa del daimyo. Uno es un escorpion de un rojo sangre igual al tuyo en sus ropas. Un hombre alto, apuesto, con una mascara blanca que atrae mas que oculta. El otro es mas bajo, de aspecto delicado, casi afeminado, y con el celeste de los Grulla. 

El tercero es el enorme monje, que camina detras de los otros como una mole omnipresente.

-Usagi Ikku-kun, verdad?... Soy Bayushi Togo, juez de la competencia y Magistrado Esmeralda. Es una lastima que este primer encuentro se de en estas condiciones, pero necesito saber que ha sucedido. 

-Yaya, lo interrogaran enseguida, honorables... pero primero dejenme ver que puedo hacer por sus heridas. +dice la mole, metiendose entre los otros dos, y en la habitacion, que parece mas pequeña con el al lado. Trae en una mano una bandeja con un unguento apestoso, asi como vendajes y agua. Se arrodilla a tu lado, y comienza a mezclarlos.

-Esta bien Lanei-sama. Obrad tranquilamente, pero necesitamos respuestas deprisa...+acota el tercero. Luego te mira+ Mi nombre es Doji Chomei, maestro de artes, embajado del clan de la Grulla, pintor, escultor, literato, duelista, y tambien juez de esta competencia....+declara+ Debo advertirte, que si mi pequeño escolta ha sido herido por tu culpa, me asegurare que tu proxima corte sea en Kyuden Hida...

Ikku queda intimidado ante tanta presión aunque intenta que no se note, está por inclinarse para saludar cuando Lanei le interrumpe para atenderle las heridas
Titubeante, se apresura a intentar contestar

-Eh... un honor conocerlos, ehm... en cuanto a lo que sucedió... no lo tengo muy claro, creí que se trataba de unos ronin sin honor queriendo asaltar la posada, en el encuentro, un samurai fue gravemente herido y una de las jóvenes que atendía murió... oh, sí, tanto el samurai como el shugenja que enviaron a curarlo necesitan asistencia, por eso vine por mi cuenta... me pidieron que buscase a Kitsune-san, que era la única shugenja que quedaba

-¿Quien fue el gravemente herido y por quien?! Contesta! +pregunta con brusquedad. El Bayushi por su parte tiene las manos dentro de las mangas del kimono, escuchando con atencion.

Sin ninguna ceremonia el monje te despoja de la parte superior de tu kimono, exhibiendo claramente el torso. Rapidamente, aplica el unguento apestoso sobre tu herida, y seguidamente te venda con firmeza. Sus manos poderosas rodean tu pecho con el vendaje, comprimiendote las costillas con algo de dolor, pero una vez termina notas un gran alivio. El unguento es fresco y hace que tu herida se sienta mejor, a la vez que la firme presion del vendaje corta cualquier posible hemorragia.

Seguidamente aplica un poco mas de la pasta sobre tus moretones, aunque no los venda. Solo deja el unguento encima, el cual tiene el mismo efecto relajante sobre las partes golpeadas.

Ikku no se inmuta ante lo tosco del tratamiento del monje, lo deja hacer y siguiendo su filosofía (en obras), se limita a observar y aprender.
En cuanto el grulla lo acosa, se limita a responder, con el mayor respeto posible

-El herido fue un samurai, llevaba ropas marrones, lo llamaron Daidoji, creo... reaccionó lento y un flecha le ingresó, luego un golpe de katana, cuando cayó creí que había muerto, en cuanto al responsable, fue uno de los 3 ronins que mencioné, que por cierto, están muertos, ¿Satisface eso su curiosidad,Doji-Sama?

-Mejor que sea asi como dices, Usagi-kun! +responde, con acritud, para seguidamente retirarse.

Esboza una tenue sonrisa. Se queda mirando la espalda de Doji al irse, y luego se vuelve a ti.

-Habia otros invitados en la posada, Ikku-kun? +pregunta, al cabo de unos momentos.+ Tambien me interesa saber como es que se presentaron esos ronin, y si llevaban alguna marca o simbolo consigo que les identificara. 

El Usagi continuó contestando las preguntas, ayudando en lo que podía a los jueces, aprovechando que solo quedaban aquellos que lo escucharían con calma, procede a narrar la historia.

-A la posada ingresamos Tonbo Baku-san y yo, luego llegó el tal Daidoji, acompañado por un Escorpión tuerto. Baku-san comentó que la posadera estaba nerviosa y que los bushi solo simulaban beber, le sugerí que viniese a buscar ayuda aquí, cosa que nunca sucedió, al parecer. Por otro lado los ronin se presentaron disparando flechas, sabiendo que tenían arcos alcancé a cubrirme, pero cuando le avisé a los demás, Daidoji ya había sido alcanzado. Cuando terminó el combate revisé los cuerpos en busca de algo de dinero para dejarle a la posadera, su sirvienta había sido atacada directamente por el último de ellos, no encontré nada más, pero podría habérseme pasado algo por alto, lo único que sé, es que eran 3 hombres con ropas marrones, como casi todos en la zona, que nos atacaron sin aviso.

Asiente levemente.

-Entiendo. Entonces los presentes eran Daidoji-kun, el escorpion, Tonbo-kun y tu, asi como la posadera y su sirvienta, y claro, los 3 ronin asaltantes... Esos son todos los involucrados o hubo más testigos?

Ikku resume rápidamente.

-hmmm... había otros tres heimin, 2 estaban lejos de donde se inicio el combate, uno huyó por la puerta, supongo que es el que dio aviso, otro, se mantuvo debajo de la mesa todo el tiempo, la última fue una geisha, que se vio involucrada, tomó la katana de uno de los ronin caídos y ultimó con el que quedaba en pie.

El Bayushi asiente

-Dos hemin más y una geisha, que no cuentan... aunque esta le diera un apropiado final para un ser tan patetico como un ronin.

Suspira, moviendo la cabeza levemente

- En conclusion, un relato es poco interesante de una historia vieja. Es evidente que no tienes madera de narrador, Usagi-kun... aunque es suficiente testimonio, por el momento. Tal vez luego, cuando lo compare con los demas, te pida aclarar detalles. Ahora descansa. Quedas libre de faltar a la cena que se llevara a cabo en breve, y solicitare a los sirvientes que te envien tus alimentos aqui, para que puedas dormir comodamente. Tienes que reponerte plenamente para mañana...

Hace una ligera reverencia y te da la espalda. Sin embargo, antes de irse y dejarte con el monje, añade.

-Ah,... una cosa más. El Escorpion tuerto, es mi estimado discipulo, Bayushi Hiroto-kun... y estoy seguro de que estara de acuerdo, en que es muy descortes llamar a la gente identificandola por sus deformidades, Usagi-kun... Hasta mañana.

El monje junta sus cosas en la bandejita, meneando la cabeza calva.

-Bien bien, suficientes problemas por hoy para ti, Usagi-kun, como para que tambien te metas con los jueces del Torneo. En especial esos dos... podrian perjudicar tu vida más de lo que piensas. 

Te da una palmadita en el hombro, con una mano que facilmente podria agarrar tu cabeza... una mano grande y dura como una roca, aunque amistosa.

-No es como si me molestases a mi, que solo deberias preocuparte por tu salud fisica jajaja +rie jocoso, mientras se levanta.+ Come bien y descansa, nos veremos en la mañana.

Un heimin esta esperando en la puerta a que el monje se retire, con una bandejita que contiene alimentos diversos y sake.