Esta partida está en revisión. Si el director no da señales de vida o es aprobada por un cuervo será borrada esta noche
Alguien que no conociese a Irasue no sería capaz de percibir cambio alguno en su semblante, pero para Hanako queda claro que sus ojos se han entrecerrado en un gesto de preocupación. Para la veterana cortesana, esas noticias parecen sonar como una grave amenaza. Cuando el daimyo se dirige a ellas, no duda un instante su respuesta.
—El Clan del Cisne es nuestro vasallo, debemos apoyarlo —dice tajante—. Lo contrario sería un desdoro imborrable. Y además debemos evitar la guerra entre el Cisne y el Tigre. Creo que, en esta ocasión, es necesaria una representación mucho más cuidadosa del Clan de la Grulla en la corte que discutirá la ratificación del tratado. Es mucho lo que está en juego.
Después de que Irasue se manifieste, la mirada del daimyo se enfoca en Hanako. Es su turno para responder.
Escucha atentamente. Parece que la situación es realmente preocupante y deben responder en consecuencia. Una guerra no beneficiaria a nadie, aunque sabe que el Clan del León y el Clan del Tigre son belicosos. Sobre todo cuando tanto el Clan de la Grulla como sus clanes vasallos están en medio.
-Un enfrentamiento abierto entre ambos clanes no sería beneficioso para nadie. Como ha dicho Doji-dono, el Clan del Cisne necesita nuestro apoyo. Deberíamos estudiar la situación y el documento antes de emprender acción alguna. Nos daría ventaja en cuanto a posibles peticiones y posibles soluciones. Entiendo el punto del Clan del Tigre. El tratado se firmó hace mucho tiempo y los intereses cambian con los años. Debemos intentar que ambas partes estén de acuerdo con lo redactado.
Aunque entiende que la prioridad es no perder las tierras, cree que se perdería mucho más si se viesen envueltos en un conflicto. Ambos clanes perderían valiosas vidas, tanto de samurais como de heimin. Tardarían años en recuperarse.
Daidoji-sama asiente a las reacciones de sus cortesanas. Por la expresión de su rostro, queda claro que está satisfecho con la opinión de las dos Doji.
—Sin duda, Doji Irasue-san y Doji Hanako-san están en lo cierto —dice—. Este invierno no podremos enviar una simple representación testimonial. Así que vosotras mismas acudiréis a la Corte Ámbar, la corte de invierno del Clan del Tigre.
Esto era algo esperable, dado que Irasue tiene fama de ser la más habilidosa cortesana al servicio de Daidoji Teizaburo.
—La ratificación del tratado se ha hecho de forma alterna en los territorios Cisne y los Tigre, y durante este invierno es turno de los Tigre ejercer como anfitriones. Esto sin duda dificultará las cosas... pero no es de extrañar, teniendo en cuenta lo que Irame-san me ha transmitido.
Hace un gesto de asentimiento en dirección al samurái Cisne, para que él mismo explique los detalles.
El bushi toma la palabra y habla con voz que denota aprensión.
—Tenemos sospechas de que lo que en realidad persiguen los Tigre es un enfrentamiento —dice—. Sólo así se explica que pretendan renegociar el tratado. Hay realmente muy poco en lo que podamos ceder, y ningún motivo honorable para hacerlo. Lo comprobaréis cuando acudáis a nuestras tierras.
Se detiene un momento.
—No me interpretéis mal... estamos dispuestos a hacer concesiones en aras de mantener la paz. Pero no podemos permitirnos demasiadas, y los primeros contactos con el Tigre no están siendo amistosos. Teníamos la esperanza de que sus señores del Clan del León les hicieran recapacitar... pero el apoyo que les han mostrado nos hace pensar que la negociación en realidad no es más que una pantomima para intentar justificar la guerra, alegando que el acuerdo es injusto y que el Clan del Cisne no está dispuesto a ceder en nada.
Escucha las palabras del emisario y recapacita.
-Irame-san, entiendo la urgencia de la situación, pero no podemos actuar presa de la premura. Dejarnos llevar puede llevarnos a dar un paso en falso y todo se echaría a perder. Ayudaremos en todo lo posible en este cometido. La prudencia y la tranquilidad son nuestras mejores aliadas, de momento.
Deben decidir cuál es la mejor forma de proceder. Está claro, desde el principio, que el Clan del Tigre quiere un enfrentamiento y sus señores apoyan dicho enfrentamiento. ¿No hay nadie con cabeza en esos clanes? ¿Tienen que pensar siempre en la guerra y en la confrontación? De todas formas, está Corte va a ser demasiado tensa. Ella hubiese sugerido tratar este tema en un territorio neutral, en una Corte que no perteneciese a ninguno de los clanes, pero las tradiciones son muy difíciles de romper.
El bushi del Clan Cisne está a punto de replicar algo, pero finalmente no dice nada y se inclina levemente. Se nota que está preocupado y tenso, pero que acepta la opinión de Hanako. Daidoji-sama asiente a las palabras de la joven.
—Has cumplido tu misión, Irame-san —dice el señor—. Regresa e informa a tu señor de que el Cisne cuenta con nuestro respaldo. Las alas de la Grulla os cobijarán de la tormenta.
Ante estas palabras, Irame hace una profunda reverencia y se retira de la sala. Luego, el daimyo se dirige a las cortesanas Doji.
—Vuestro cometido es claro. Hay asuntos importantes que atender en las cortes, como ocurre todos los inviernos... pero en esta ocasión el lugar de Doji Irasue-san estará en las tierras del Tigre, para cerrar sus fauces antes de que saboreen la sangre del Cisne. Y su discípula estará a su lado, demostrando que ya no es una niña y que es digna de su daisho.
El daimyo hace un gesto para indicar que no tiene nada más que decir, así que la reunión ha terminado. Irasue se inclina al momento y lo mismo hace Hanako. Daidoji-sama corresponde a su reverencia con una leve inclinación de cabeza, y Hanako sigue a su mentora para retirarse de la sala.
Cuando abandonan la sala de audiencias, los hombros de Irasue se relajan, pero no demasiado. Bajo su máscara de estoicismo, Hanako puede distinguir aún un gesto de preocupación. Sin embargo, Irasue le sonríe levemente.
—Bueno... no está mal para tu primera audiencia, Hanako-san —dice—. He aquí tu primera tarea como cortesana samurái. Y no es precisamente sencilla.
Tras recibir su tarea por parte del daimyô, hace una reverencia antes de seguir a su maestra. Siente que el peso de la tarea es demasiado grande para sus hombros. Al fin y al cabo, no hace mucho que ha comenzado su instrucción con Irasue y aun quedan muchas cosas que aprender. Además, no es solo el peso de la misión. También es el de las vidas que podrían llegar a perderse por un error en la Corte Ambar.
-Irasue-dono, siento que es muy grande para mí. ¿Crees que podré? Aun tengo mucho que aprender.
Se siente nerviosa con tan solo pensar en todo ello.
Irasue no responde a la pregunta de Hanako. Ambas continúan andando en silencio, hasta que llegan una vez más a los aposentos de la cortesana veterana. Una vez dentro, sonríe a su discípula y asiente.
—Podrás —dice—. Recuerda, te has preparado para esto, y aunque aún te quede mucho por aprender, esta será una oportunidad para ello. Es normal dudar y tener miedo, pero recuerda el bushido: el miedo forma parte del mundo, pero el coraje nos permite enfrentarlo para cumplir nuestro deber. Entonces somos samurái.
La mentora se vuelve y se pierde en sus pensamientos durante unos instantes. Hanako no puede retirarse hasta que no reciba permiso, así que debe haber algo más que Irasue quiere decirle. Finalmente, la cortesana se dirige a ella de nuevo.
—Hay algo que no me gusta en todo esto —dice—. No sé qué es, pero mi instinto me previene de que debemos ser extremadamente cautas si queremos cumplir nuestro cometido con éxito. La corte se reunirá en poco más de medio mes, y el viaje hasta las tierras del Tigre nos llevará al menos una semana. Es un tiempo muy justo...
Cavila durante unos segundos más, dándose golpecitos con el abanico naranja en la manga izquierda del kimono. Un gesto desenfadado que jamás se permitiría en público, pero con Hanako hay suficiente confianza para dejarse llevar un poco. Al final asiente para sí misma.
—Decidido —dice—. Tengo otros asuntos que no pueden esperar, y no puedo partir con tanta premura. Pero tú sí. Prepara todo lo que necesites, saldrás hacia las tierras del Tigre lo antes posible. Lo dispondré todo para que Daidoji-sama te provea de un salvoconducto oficial y una escolta que te proteja durante el viaje. Una vez allí, abre bien tus ojos y oídos. Pide una copia del tratado y estúdialo en detalle. Yo me reuniré contigo en cuanto pueda, y me informarás de todo cuanto hayas visto u oído. El tiempo apremia y no podemos dejar nada al azar.
Se siente aliviada por los ánimos que le da su mentora y figura a seguir. Que ella opine que está lista para ese trabajo vale más que si el daimyô opina lo mismo. Al fin y al cabo, ella es una de las mejores cortesanas del Imperio. Sonríe ante el halago y lo acepta con humildad, segura de tener que aprender mucho más.
-Creo lo mismo... hay algo que no encaja en todo esto. Creo que tu intuición es la correcta, pero sin pruebas no podemos comprobar la verdad...
No puede decir mucho más porque se queda sin palabras cuando Irasue le dice que tendrá que partir ya para poder llegar a su destino con tiempo. Tarda unos segundos en cambiar su cara de sorpresa a una más adecuada para alguien de su posición. Un montón de cosas se le pasan por la cabeza. ¿Tiene los kimonos adecuados para dicho evento? Solo tiene uno lo bastante elegante como para servir en una corte y es el que lleva en ese momento. Los otros, aunque bonitos, no son adecuados para reuniones formales como las que se llevarán a cabo en la Corte Ambar.
-Pediré a Akiko que lo prepare todo para mi partida, Irasue-dono. Tomaré notas y redactaré un informe con todos los detalles, listo para tu llegada.
Hace una reverencia y se dispone a salir de la habitación para prepararlo todo para su viaje.
Irasue sonríe ante la seguridad de Hanako. Sabe leer la expresión de su discípula mejor que nadie, lo que le revela que está haciendo verdaderos esfuerzos por mostrarse valiente y digna de esa confianza. Asiente, realmente esa chica está aprendiendo rápido. No cabe duda de que la sangre de la Dama Doji corre por sus venas.
—Llévate esto —dice, y le pone en la mano su abanico naranja—. Descuida, no es necesario que lo rechaces dos veces. No es un regalo, es un préstamo. Me lo devolverás cuando todo haya pasado, pero hasta entonces te recordará mis lecciones aunque no esté junto a ti. Y cualquiera que lo vea en tus manos sabrá que cuentas con la confianza de Doji Irasue, y que será mejor que no te tome a la ligera.
La cortesana Doji se despide de Hanako y la joven abandona los aposentos de su mentora con el precioso abanico entre los dedos. Tiene por delante una tarea abrumadora y muchos preparativos que hacer. Pero ha esperado toda su vida este día y hará todo lo posible por estar a la altura. Muchas cosas dependen de ella, y Daidoji-sama tiene razón. Es el momento de probar que es digna de su daisho y de servir al Clan de la Grulla.
- Fin del Capítulo 1 -