Partida Rol por web

Los guerreros descansan despues de una batalla contra dragones y la caida de Nurim, notais un ambiente de guerra y venganza...

Con presteza, nos hemos dirigido de vuelta a Erebor para informar de nuestra victoria y del precio que hemos pagado.
En la sala del trono, Dain Pie de Hierro asiente en silencio mientras escucha nuestro informe.
Y nosotros, nos hemos dado cuenta de los preparativos que bullen por toda la Montaña Solitaria.
Marchamos de camino hacia nuestros aposentos y antes de entrar en la sala que se nos ha asignado, yo me giro y le digo a mis compañeros.
Todos nos hemos dado cuenta, ¿verdad?. La guerra se aproxima. Sera mejor que recuperemos fuerzas pues algo me dice que vamos a necesitarlas

-Sí, creo que después de lo ocurrido nos merecemos un cierto descanso.

Antes de entrar en el cuarto que me han asignado, me quedo un rato observando la sala en la que estamos, se trata de una típica construcción enana, perfecta y funcional hasta el más mínimo detalle, permitiéndose sólo un grabado decorativo en forma de cenefa de ángulos rectos que recorre las paredes.
-No es que me guste demasiado la arquitectura enana, ni su extraña manía de rehuir la luz del sol construyendo sus moradas bajo tierra, pero creo que disfrutaré del tiempo que duré nuestra estancia aquí, aunque sólo sea por la novedad de no estar bajo peligro continuo de ser atacados y poder dormir tranquilamente.
-¡Alassëa lómë compañeros! Que paséis una buena noche, yo descansaré un rato y después veré si puedo convencer a los guardas enanos para que me dejen salir a contemplar las estrellas.

tras el duro combate, logramos al fin conquistar la victoria es una noche triste, pero logramos llevar a cabo nuestro objetivo dice con aire de triztesa

toma sus cosas descancen todo lo que puedan y se dirige a su habitacion esto aun no termina, solo fue una batalla, la guerra perdurara siempre

A través de una ventana excavada en la roca de la ladera de la montaña solitaria, me llegan los primeros rayos del amanecer.
Me levanto del catre en donde he dormido toda la noche y contemplo mi equipo ordenado y listo sobre una silla. Los enanos se han encargado de dejarlo como nuevo.
Me voy vistiendo y, finalmente, me coloco mi cota de malla. Me ciño mi cinturón con mis armas a la cintura y, después, me coloco los guanteletes.
Veo entonces que en la mesa al lado de la silla hay un trozo de cram y un jarro de vino. Sonrío levemente y me como el cram en un par de bocados. Hecho esto, me deleito con el vino acabando con toda la jarra en una serie de lentos y largos tragos sin interrupción.
Me seco la barba salpicada de gotas de vino con mi guantelete izquierdo y, en ese momento, resuenan unos golpes en la puerta.
Camino hasta la misma y la abro. Frente a mi hay un enano. Y este enano me dice.
Nuestro Rey Dain pie de Hierro heredero de Durin el seis veces nacido convoca a los enviados de Elrond en medio elfo a un consejo de guerra.
Asiento al oír al enano y replico.
Adelante. Guiame hasta ese consejo de guerra.
Salgo de la habitación cerrando la puerta detrás de mi y en el salón al que desembocan todas las puertas puedo ver a mis compañeros. Todos listos y descansados para la gloriosa batalla que se avecina.
Inclino la cabeza ante todos los presentes y digo.
Saludos, amigos mios. Un nuevo amanecer ha llegado y una nueva oportunidad se nos presenta para hacer, una vez mas, lo que se nos da tan bien.
Y dicho esto, a través de mi rojiza barba aparecen mis dientes en esa mueca tan característica que todos mis compañeros ya han visto mas de una vez.
Miro entonces al enano y digo.
Si nada nos retiene, y parece que no. Guianos a todos hasta el Rey Dain de Erebor.

Me levanto despues de una noche de sueño reparador antes de que los rayos de la fruta dorada pasen por la ventana y procedo a colocarme la cota de malla que recien encontre con la demas armadura, salgo a paso presto y empiezo a caminar un poco, para estirar las piernas, cuando un enano se acerca camino a mi habitacion, se sobresalta de verme levantado y replica, El Rey Dain pie de Hierro lo necesita, señor, esto ultimo lo dice con timbre frio, como si llamar señor a un elfo fuese demasiado para el, yo replico Gracias, Enano, en un tono tambien frio pero igual de cortes al que el me mostro y le digo finalmente, guiame por favor, pues aun no conozco bien los dominios de tu rey, caminamos por oscuros pasajes, por murallas adornadas con el abarrotado estilo de los enanos de antaño hasta que finalmente llegamos a una sala en la que hay una gran cantidad de puertas.

Al parecer soy el primero en llegar, hay en la mesa varias frutas y un par de jarras, una con agua y la otra con hidromiel, tomo una manzana verde y una copa con hidromiel y tomo un desayuno frugal esperando a mis compañeros, que no tardan en llegar, el primero es Thim, que al igual que yo, ha de haberse levantado temprano a caminar un poco, mas tarde llega Kercen con paso cansado y asi poco a poco llegan todos, el ultimo en llegar es Ulbar y yo sonrio al verlo, Salve Ulbar, como fue tu noche? y escucho la peticion de Ulbar al enano con el que llego, que de inmediato nos conduce hasta la sala del rey.

Llegamos frente a Dain, Me coloco de rodillas y me quito el yelmo, Es la primera vez que mi pierna se dobla y mi rodilla se postra para saludar a un Enano, y no es a cualquiera, es al Rey Durin, maestro de su pueblo y sabio entre los Sabios, asi pues, no es mi rodilla lo unico que se postra a tus pies, mi espada se pone a tu servicio para acabar con la nueva amenaza que se cierne sobre los pueblos libres, porque hemos de acabar con el mal del mundo, y esta vez no esperaremos la ayuda de los Valar, ellos tienen que saber que defendemos lo que nos es caro y que no descansaremos hasta que la Tierra Media vuelva a ser propiedad de los seres libres!

Termino mi discurso y me pongo de pie esperando las sabias palabras de nuestro anfitrion, rey de los Enanos.

Y el Rey de Erebor, Dain pie de Hierro heredero de Durin el seis veces nacido, nos contempla a todos en silencio desde su trono tallado en granito puro.
Todos podemos observar que va vestido con una recia cota de malla forjada en el acero gris propio de los enanos de Erebor.
Alrededor del trono, hay mas enanos todos ellos ataviados de forma similar.
Y apoyada contra el lado derecho del trono de Erebor, hay un hacha. Su filo brilla rojizo a la luz de las innumerables antorchas que iluminan el salón del trono.
Finalmente, Dain pie de Hierro se pone en pie. Su escrutinio sobre nosotros ha terminado.
Agarra su impresionante hacha y se la sujeta al cinto. Y entonces, el poderoso enano habla.
Mientras estabais fuera cumpliendo con valor vuestra misión, inquietantes noticias han llegado hasta mi corte. El Rey Brad de Valle ha tenido que movilizar a sus ejercitos y partir lejos hacia el este. Hacia las lejanas fronteras en torno al rió Rojo. Pues un gran numero de orcos y orientales aliados de Sauron, maldito sea su sucio nombre, avanzan hacia aquí en son de guerra.
Pero hay mas. Antes de vuestra venida, un emisario de Sauron, Ojala arda en los fuegos de Mahar por toda la eternidad, se atevio a amenazarnos si no le ayudabamos en la búsqueda de cierto objeto codiciado por el enemigo.
Y ahora, el rostro de Dain enrojece.
¡Me amenazo a mi!. ¡A las puertas de mi propio reino y delante de todo mi pueblo!.
Y la voz del recio enano va enronqueciendo.
¡El perro De Sauron tiene que recibir el justo trato!. ¡Todos en los reinos libres han de saber que la cólera Kuzdhuk no se conjura en vano!. ¡Y la rabia de los herederos de Durin sera terrible!. ¡No han debido provocarnos!
Las ultimas palabras del Rey de la Montaña solitaria retumban por todo el salón del trono. Y mientras el Rey hablaba, mas y mas enanos se congregaban en el salon.
Ahora, un rugido parecido al de cien dragones brota del salón del trono. Es el rugido de los guerreros de Erebor. Listos para la batalla.
Y yo, mirando a mi alrededor, casi siento compasión de los imbéciles que hayan cometido la tontería de despertar tal poder. Casi, pero no del todo.
Y, naturalmente, una sonrisa muy caracteristica va apareciendo en mi rostro.
Finalmente, el rey parece controlarse, no mucho por cierto, y volviendo a mirarnos dice.
Y sin embargo, de mi dependen no solo las mujeres y los niños del pueblo de Durin. También han quedado bajo mis custodia los hijos del pueblo de Valle. No puedo ir a la guerra. Todavía no.
Y entre dientes yo digo.
Pues menos mal. Por que si llega a ir, a saber donde acaba.
Apenas termino de decir esto, noto como alguien me da una colleja. Yo miro para atrás pero no me da tiempo de decir nada.
Dain pie de Hierro habla de nuevo.
Sin embargo, la situación es grave. Mis fuerzas no bastarían para detener un ataque de ese ejercito de orientales y de orcos y de mas orcos surgidos del monte Gundabad.
Y de nuevo, brilla la colera en los ojos del Rey bajo la montaña. A punto estoy de decir algo cuando miro de reojo hacia atrás y decido callarme.
¡¡Gundabad!!
Grita el rey de los enanos.
¡La cuna de Durin el inmortal!. Ahora dominada por la escoria sierva de Sauron, ¡Así pueda arrancarle las entrañas con mi hacha!.
El fuerte enano nos mira y, finalmente, vuelve a hablar en un tono mas o menos normal.
Os pido a vosotros emisarios del sabio medioelfo, que dirijáis a un grupo de quinientos de entre mis mejores guerreros para atacar Gundabad. Antes de que lleguéis a sus laderas, se os unirán mas guerreros de entre los hombres de los bosques, los Beornidas y los elfos de Thandruil. Pues todos hemos comprendido el peligro que representa un ejercito intacto del enemigo bajando desde el norte. ¿Y bien, que decís?
Y dicho esto, el Rey vuelve a sentarse en el trono de piedra.
Yo me adelanto entonces y respondo.
En Gondor tenemos por costumbre no rehuir una pelea. Mas aun si se trata del gran enemigo que a todos nos amenaza. Por lo que a mi respecta, estoy listo para entablar combate contra quien sea donde sea. Es que pensar demasiado no es lo mio.
Y tras decir esto, me hago a un lado y espero las opiniones de mis compañeros.

Cuando terminan de hablar Durin y Ulbar se oye un cuerno por las laderas montañosas asta que se puede oir en la propia sala, un montaraz enano entra apresuradamente ( perdon por esta palabra si me lio ^^), va ataviado con una armadura de cuero, dos hachas arrojadizas y un pequeño arco de caza, ve que hay reunion importante y se presenta ante Durin en una rodilla al suelo y empieza a hablar:

-Mi Señor Durin mil perdones por pasar en una importante reunion, se supone que habeis oido el cuerno ¿ verdad?, si es asi os tengo que decir buenas noticias, Los Hijos de Eorl el Joven unos valientes Rohirrim daran su servicio por La Montaña Solitaria, estan en camino una escolta de caballeros del Arbol Blanco de Gondor, vendran dentro de un día, Thranduil nos dejara pasar por su reino, Gundabad esta repleta de orcos mi señor no seria posible necesitaremos a Harald y sus RompeArmaduras ( Guardia de Khazad pero mas bestias). ¿ Mi señor?

Como ya dije mi espada esta a tu servicio digo sacando el mandoble y colocandolo al frente con las dos manos, con la punta del filo contra el suelo.

Escucho las palabras del enano que acabo de entrar, Pues yo propongo que nosotros vayamos a la vanguardia y partamos hoy mismo, atacaremos Gundabad por sorpresa y seremos los encargados de provocar el mayor numero de bajas, sonrio, el ataque furtivo y frontal es nuestro fuerte, camino entre la sala, observando a los enanos que estan alli.

Cuando lleguen los Rohirrim ustedes los redireccionan a Gundabad y seran los refuezos, que llegaran con el ejercito enemigo mermado y acabaran con los orcos que nosotros no hayamos podido acabar... sea por fuerza o por tiempo, porque mi amigo Ulbar, con el suficiente tiempo, es capaz de acabar con toda resistencia de la tierra media, sonrio levemente mientras miro el pelirojo y despues fijo mi mirada en el rey esperando su respuesta a este ofrecimiento.

Asiento en silencio con los brazos cruzados mientras escucho las palabras de Thelion. Y no puedo evitar que una sonrisa típica me aparezca en el rostro al oírle decir cierto comentario.
Cuando Thelion termina de hablar, yo me adelanto entonces y digo.
Aun no han hablado ninguno mas de nuestros compañeros. Pero esto es lo que yo opino. Contando con los refuerzos que llegan desde Gondor y Rohan, seguiremos estando en una proporción desfavorable. Quizás, incluso, cuatro a uno en contra.
Y no puedo evitar soltar un reniego por lo bajo al decir esto.
La entrada a Gundabad es un estrecho valle de laderas muy escarpadas. Es como un embudo. No podremos lanzarnos a la carga y tomar al asalto las puertas. No, intentarlo supondría una masacre. Hemos de lograr que el enemigo acepte salir a campo abierto. Para intentar cazarlos en ese estrecho valle. Por tanto, cuando todas las tropas de los pueblos libres se reunan ante las puertas de Gundabad, hemos de idear la manera de lograr que acepten el combate en campo abierto.
Y cuando termino de decir esto, un enano de recio porte y barba totalmente negra y trenzada se adelanta.
También viste una potente cota de malla que le llega hasta las rodillas. Al cinto, lleva una gran maza de acero macizo que debe pesar una enormidad.
Pero lo mas característico de su indumentaria, es la mascara de guerra enana que lleva, en estos momentos, subida para que podamos verle el rostro. Y esa mascara, esta hecha con el granito de la propia Erebor.
Y Dain al ver quien es el que se adelanta, sonríe. Y alzando la voz, dice,
He aquí a Thorin III Yelmo de Piedra. ¡Mi propio hijo y heredero al trono de Erebor!. Podéis creerme si digo que es sobradamente conocido por las ratas cobardes que osan profanar con su presencia las entrañas de Gundabad. Y cuando el enemigo vea quien es el que esta al mando de los guerreros del pueblo de Durin, saldrá. Claro que saldrá.
Y tras decir esto, la ronca voz de Dain retumba por todo el salon del trono. El fuerte enano ríe. Y esa risa, no presagia nada bueno para los orcos de Gundabad.
Yo inclino la cabeza ante el príncipe de Erebor y digo.
¡Salve!, joven heredero de Durin. Indudablemente, ocuparas la primera linea en el campo de batalla. Permiteme formar a tu lado. Sera un honor empuñar mi espada junto a vuestra maza de guerra.
Y Thorin III se pasa la mano por las barba lentamente y replica.
Acepto. Todos los enviados del medio elfo que quieran formar junto a los guerreros de Erebor, son bienvenidos. Pues no olvido vuestra demostración de fuerza y valor al derrotar a esos dragones.

-Mi señor ¿ no decis nada acerca de Harald?.- hablo el montaraz enano.

Y Dain Pie de Hierro se gira para contemplar al montaraz enano que le ha hablado y responde.
De todos es conocido el profundo odio que existe entre los rompedores armaduras y los orcos.
El poderoso rey de Erebor asiente con la cabeza y añade.
Si, no se me ocurre a nadie mas apto para enviar a esta batalla. Ellos serán la vanguardia comandada por mi hijo frente a la cual, se estrellaran inútiles todos los ataques que la escoria miserable de Sauron sea capaz de lanzar.
Ahora, la mirada del Rey de Erebor, se pasea por todo el salón del trono y, alzando la voz, termina diciendo.
¡Fuerte es el enemigo!, ¡y no podemos olvidar el odio que los impulsa!. ¡Sin embargo!. Aquí y ahora puedo decir que todavía queda esperanza. ¡Si!. Esperanza sostenida por el filo de nuestras armas, el poder de nuestros brazos y el valor de nuestros corazones. ¡Y ese es un poder, que el enemigo lamentara haber provocado!. ¡Por que no importan las artimañas y los engaños que use para tratar de obtener la victoria!. Esta se le escapara como siempre de entre sus necias manos por que jamas, !jamas nos someteremos a su dominio!
Y tras decir esto, todos los enanos presentes en el gran salón del trono irrumpen vítores. Y pronto, muchos de ellos empiezan a entonar una extraña canción en su lenguaje.
Yo nada entiendo de esta lengua, pero puedo imaginarme el significado de la letra juzgando el brillo de las miradas de los enanos que nos rodean. Si, es una mirada que presagia sangre y muerte para los enemigos de los reinos libres.
Y yo, girándome hacia mis compañeros, no puedo evitar comentar gritando para que me oigan en medio de la algarabia.
¿Sabéis una cosa?. Me cae bien esta gente. No lo puedo evitar. Puede que sean bajitos, pero yo no los cabrearia.

Que tanto te cabrearias con la palabra Bajito?, pregunto con una sonrisa a Ulbar, si hemos de partir, que sea ya, sin dilacion, y espero que todos salgamos de alli.

Despues de la reunion un guardia de Khazad-Dum os vuelve a lelvar a vuestras habitaciones, quedais todos callados durante largo rato asta que el mismo montaraz dijese las nuevas de Rohan y Gondor y de Harald entra en la habitacion, os dice con tono nervioso:

-Bien el Rey Dain me ha dicho, hem que os lleve junto con mi compañia de montarazes al campamento de Harald, su intencion es atacar hem una cueva de goblins. ¿ Que decis? hem...

Tras la reunión con el Rey Dain, volvemos a nuestros aposentos. Ya estamos descansados y listos para la batalla una vez mas. Yo me dedico a buscar algo de vino pues el del desayuno me pareció una ración insuficiente, cuando, a través de la puerta abierta de mi dormitorio, veo como todos mis compañeros se reunen alrededor del enano que había informado ante el Rey de la llegada De los Jinetes de Rohan y de unidades del ejercito de Gondor.
Salgo rápidamente de mi habitación y me uno al grupo justo a tiempo de oír al enano.
Naturalmente, doy un paso adelante y respondo.
¿Una cueva de Goblins?. Supongo que a medio camino desde aquí hasta Gundabad. Cuenta conmigo. Pues si atacamos el monte Gundabad, hemos de tener previstas todas las posibilidades. Y si hemos de retirarnos rápidamente hacia aquí, un obstáculo a medio camino es lo ultimo que desearía encontrar.

Ademas la cueva podria servirnos de refugio en caso de que debamos atrincherarnos, no has escuchado que si peleas en una garganta el numero no influye?, podrian atacarnos uno o mil y aun asi podriamos vencer. Digo a Ulbar al escucharlo, estoy descansado y listo para partir, asi que se lo hago saber al montaraz, Cuando deseen podemos partir, o al menos yo estoy listo para hacerlo.

Asiento con la cabeza al oír a Thelion y replico.
Bien pensado compañero. Dejaremos libre nuestra retaguardia y tendremos un lugar al que retirarnos en caso de que nos vaya mal.
Dicho esto, miro uno por uno a mis compañeros y añado.
Pues bien, si ya esta todo dicho, por mi podemos iniciar la marcha ya mismo. Hay un montón de orcos que masacrar y no se van a morir solos. .
Y dicho esto, palmeo la empuñadura de mi nueva espada con mi mano izquierda mientras sonrío. Si, el combate será salvaje.

Solis ir a las armerias y os fijais como se arman el Ejercito de Erebor.