Partida Rol por web

La Alianza Rota de Calebais

Escena I - La Búsqueda del Caballero

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03/02/2012, 21:24
Director

22 de abril de 1191
Las Gargantas Gemelas, en Val Du Bosque

Bajo el deslumbrante sol, las cuatro monturas no podían mostrar más claramente lo diferentes que eran sus jinetes. El imponente percherón de Ser Frithnand, blanco como la nieve, abría la marcha con sus poderosas patas levantando algo de polvo a cada paso. Sobre el equino, la armadura del noble captaba cada destello solar, reluciendo de tal forma que era difícil mirar fijamente al caballero, líder de la expedición.

Tras él, el destrier pardo de Markus von Vermeer seguía solícitamente el lento trote del percherón, como una alegoría de la lealtad y el homenaje que el guerrero de origen germano debía a Ser Frithnand. El blasón de su familia, un petirrojo sobre campo dorado, relumbraba en el escudo que protegía el costado de Markus.

Alberto de Salamanca cabalgaba sobre un elegante caballo árabe de pelaje grisáceo. El inteligente animal parecía reflejar la mayor virtud de su amo. El consejero era sabio, y así lo aparentaba con su canosa cabellera y sus amplios conocimientos, que iban desde los más mundanos a los más esotéricos. El salamantino, requerido por su señor, lo seguía en su búsqueda de gloria y honor.

La mula cerraba la marcha, con Saul Arnaud tirando de ella. El juglar, como la bestia de carga, podía parecer el menos importante del grupo, pero ambos habían mostrado durante la semana de viaje en busca de la Colina Hendida su valía, su provechosa influencia sobre el resto. El animal cargaba con tiendas, cuerdas, provisiones, antorchas y otras impedimentas, necesarias para el campamento que Ser Frithnand quería montar cuando llegara al bosque, mientras que Saul amenizaba con sus artes musicales y su bella voz las monótonas jornadas, manteniendo la moral, especialmente de su señor, elevada.

Las Gargantas Gemelas, mi señor —dijo al fin uno de los cinco lanceros que acompañaban a pie a Sir Frithnand. En efecto, ante todos se erguían dos enormes elevaciones rocosas, que cerraban el paso a todo aquel en, como ellos, quisiera alcanzar el Bosque de la Colina Hendida. Entre ambas pétreas prominencias, un estrecho sendero serpenteaba hacia el norte, perdiéndose tras varios recodos. Si eran ciertos los rumores, les esperaba una marcha de una o dos horas a caballo hasta salir al otro lado, donde una floresta maldita esperaba a los aventureros.

Y era allí justamente donde Sir Frithnand ansiaba conseguir alcanzar honor por la espada, gloria por la sangre.

Allí esperaba el dragón.

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06/02/2012, 02:02
Alberto de Salamanca

Alberto se estiró sobre su montura, con un gesto algo impropio del consejero de un noble, pero inevitable, dada la larga travesía que habían tenido que encarar. No estaba acostumbrado a viajar tan largas distancias a caballo, y desde luego ya no era tan joven como antaño.

- Mi señor. - dijo, dirigiéndose a Ser Frithnand - Hemos cabalgado un largo trecho para llegar hasta aquí. Tal vez sería sensato detenernos, y pensar con cuidado cuál es el siguiente paso a dar. - hizo un gesto reverente - Se dice que esos lares son peligrosos.

Alberto respiró, mientras le daba una palmada a su corcel en el lomo. Era, sin duda, una buena bestia, que había soportado generosamente su carga.

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06/02/2012, 02:07
Alberto de Salamanca
Sólo para el director

Notas de juego

Alguna tirada para recopilar en mi mente recuerdos "fiables" de estas tierras ? ;)

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06/02/2012, 21:47
Saul Arnaud

Murmurando quedamente, Saul va componiendo una tonada para la ocasion

-Entonces el caballero Sir Frithnand avanzó valeroso/ para acabar con la sierpe inmensa/infligiendole un tajo doloroso/ del cual fluyó la sangre, espesa- Cabeceó, negando- Muy sencilla, incluso un niño podria haberla echo. Ademas no me termina de cuadrar.

 

Entonces, cuando Alberto de Salamanca habla, llevanta la cabeza, sonriente- Una gran idea Don Alberto, por muy docil y fiel que este animal sea, siento que necesitaria el mas blando cojin de la corte Teutona para poder sentarme.

Mientras dice esto, palmea tranquilizadoramente a la mula, indicando de quien habla.

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06/02/2012, 22:33
Ser Frithnand

La marcha había sido bastante amena desde que se habían encontrado con aquel talentoso juglar. Su alegre música animaba el noble corazón del caballero, Las largas charlas con su fiel consejero y amigo Alberto y las enseñanzas que impartía a su joven escudero habían aliviado su resquebrajada alma. Desde el regreso de tierra santa y tras la muerte de su madre en extraña circunstancias se había sumido en una profunda depresión, la cual se agravaba con la falta de acción. En aquella etapa de su vida solo se dedicaba a conquistar a dulces mujeres que pasaban por su vida como el mar se acerca y se aleja de la orilla, y a administrar su aldea  eficientemente, tarea la cual le resultaba harto aburrida. La ideas de honor y gloria se desvanecían de sus pensamientos, pero la llegada de la noticia de aquel ser monstruoso la habían rescatado del olvido. Espada en mano se dirigía a derrotar a aquel dragón y traer la paz a la zona.

La larga cabalgata había hecho que su cicatriz se hiciera notar. El insignificante pero constante dolor le había traído gratos  recuerdos de sus pericias en tierra santa, lo cual le hizo dibujar una suave sonrisa de añoranza en su rostro. " La gargantas gemelas, mi señor-" Las palabras del lancero saco de sus pensamientos a Frithnand. Dirigió la mirada hacia donde señalaba el lancero, acarició el cuello de su montura y asintió levemente.

Examinó exhaustivamente el terreno en busca de el lugar apropiado para acampar y parecía que lo había encontrado. Frente a ellos había una ligera elevación de terreno rodeada de arboles que parecía fácil de defender, parecía ideal para acampar antes de poner en marcha aquella empresa.- Alberto tienes razón como "casi" siempre, mi querido amigo.-  Le dirigió una sonrisa burlona mientras Hacia hincapié en la palabra casi, todo ello debido a una discusión mantenida algunas noches antes, en la que el caballero creía estar en lo cierto. - Vosotros encargaos de montar el campamento.- Señalo hacia el claro.- Marcus encárgate de las monturas, que no le falte de nada , aun les queda un largo camino por recorrer.- Descabalgó de su montura con un ágil salto y agarró su las riendas esperando que Marcus las tomara.- Cuando termines con ellos reúnete con Alberto y conmigo, quiero que estés presente en la toma de decisiones- Mientras se acercaba a ayudar a desmontar a su consejero se dirigió a Saul. -Si nos quieres acompañar seras bien recibido, o si bien quieres encargarte de tu montura te estaremos esperando con los brazos abiertos- Le había caído en gracia aquel simpático muchacho.

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06/02/2012, 22:48
Saul Arnaud

Estaria encantado de acompañarle a usia y a Don Alberto, sir Frithnand. Si me da un momento para quitarle la silla a Lis, le acompañaré gustoso- Dice mientras desmonta, aunque algo torpemente. Con la pericia de quien lleva un tiempo que su placida montura, desensilla al animal, sacando luego un terron de sal del morral y dandoselo al animal para que lo lamiese. Tras esto, ata las riendas de Lis a una rama baja, con un nudo simple.

-Bueno, a la vuelta terminaré de preparar mi parte del campamento- Dice sonriente- No quisiera perderme nada de esta aventura.

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07/02/2012, 00:34
Alberto de Salamanca

Alberto agradeció con la cabeza el gesto de su señor, sonriendo para sus adentros por el comentario. Ser Frithnand era un hombre valeroso y ciertamente talentoso, para nada un noble cabezahueca de los que uno podía encontrar con frecuencia, pero aún era joven, y se dejaba arrastrar por el ímpetu de sus ideas con demasiada facilidad.

Pese a todo, Alberto no tenía dudas acerca de que, tarde o temprano, el joven caballero sentaría la cabeza, y de que sería un gran gobernante cuando lo lograse. Si es que sobrevivían a aquella empresa.

- Gracias, mi señor. - dijo Alberto, al recibir ayuda para desmontar.

Se apoyó en el suelo, estirando la espalda con un fuerte resoplar, y comenzó a caminar en pos de Ser Frithnand.

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07/02/2012, 16:26
Marcus von Vermeer

Vermeer asintió.
Asió las riendas en silencio, y dirigió lentamente al animal desde las bridas. Un roble próximo era su destino: una vez allí recogería los estribos y aflojaría la cincha, todo sobre el asiento. Tendría que repetir ésta tarea antes de asegurar toda la impedimenta.

Desde luego que el joven había pasado por mejores momentos, él no había aprendido sino de su propio escudero, cuando era recibido con alegría en cualquier ciudad de Renania...¡Un Vermeer revisando cascos de monturas!

Los tiempos haciagos le habían alejado de su mundo, empero no se sentía desdichado, de forma que espoleado por la recompensa de su cometido, había decidido cultivar la paciencia y aprender todo lo que aún desconociera de las Artes de caballería.

Depositó el escudo y parte de la impedimenta en el suelo. Cuando estuvo seguro, observó a los animales, ambos le devolvían la mirada, hasta que parecieron entender que era hora de comer. Entonces, se dirigió hacia el resto.

Conservaba la espada asida al cinto: le otorgaba seguridad... le recordaba quien era.

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09/02/2012, 18:46
Director

La soldadesca trabajaba afanosamente para montar el campamento. Mientras, Ser Frithnand caminaba por el claro que él mismo había elegido, con las Gargantas Gemelas esperando a los aventureros a poca distancia. Marcus, Alberto y Saul seguían a su señor, atentos a sus necesidades.

En aquellos momentos, Alberto de Salamanca advertía al noble sobre los peligros del bosque de la Colina Hendida.

En la floresta ha desaparecido gente desde que se recuerda, mi señor. Otros tuvieron más suerte y, tras pasar días, meses e incluso años vagando por el bosque sin hallar la salida, regresaron… contando historias sobre una bella dríade y un extraño acertijo. También hay relatos que hablan de espíritus animales, que asaltan a los viajeros que se atreven a cruzar el malhadado lugar…

Como si sus negras palabras convocasen su presencia, negras nubes empezaron a aparecer por el este, en dirección al claro. Se acercaba una tormenta.

Todos desearon que, cuanto antes, el campamento fuera montado.

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12/02/2012, 05:45
Ser Frithnand

Con las manos apoyadas en sus caderas Ser Frithnand contemplaba el sendero que los llevaba a los mas profundo de las gargantas gemelas, mientras escuchaba atentamente las palabras de su consejero "Que belleza".-Alberto sabes muy bien que no creo en esas historias de magia, hechiceros, Magos o lo que demonios sean- Se giró, su rostro mostraba algo de tristeza.- Solo es un camino peligroso y ellos personas descuidadas, nosotros tendremos cuidado.- Se dirigió al resto señalando a la espesura de las gargantas gemelas- Así que ojo avizor. No quiero fallos, no quiero que esto termine antes de que empiece.- Su obsesión por el dragón iba creciendo a la par que se aproximaba a su destino.

Camino un poco por el llano, tomo asiento en una pequeña roca y le hizo un gesto al resto para que le acompañaran. El noble parecía algo decaído, quizás fuera porque estaba nadando nuevamente por sus recuerdos.- Alberto él desapareció porque fue descuidado y tampoco sabemos si los rumores son ciertos- Miró hacia el cielo en busca de alivio y fue entonces cuando vio la tormenta acercarse con una velocidad sobrenatural.- ¡Lancero! Daos prisa con el campamento, si no queréis que nos calemos hasta los huesos.

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12/02/2012, 14:37
Saul Arnaud

Oh,vaya, un lugar peligroso parece- Dice cuando el caballero ha hablado- Pero no hay que cerrar la mente a lo desconocido, Ser Frithnand, puesto que algunas de las cosas que comenta es de todos sabido que existen, pues, ¿No estamos persiguiendo un dragon?- Su cara muestra una sincera sonrisa, su cuerpo tiene muestras de nerviosismo, aunque se le ve mas emocionado que asustado.

Se atusa el juglar un poco la capa, al mencionar la lluvia. Acostumbrado estaba, pero no hay por que estar empapado si se puede tener cobijo. Tras esto, pone una cara mas seria, y pregunta.

-Si es menester, y no es algo delicado, ¿Podria saber de quien estamos hablando?

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13/02/2012, 01:53
Marcus von Vermeer

Vermeer prestaba atención a la conversación, no en vano desconocía muchos aspectos de su señor, que hasta entonces se había mostrado muy reservado en la mayoría de sus asuntos.
Miró entonces a Alberto esperando la respuesta; lo cierto es que ninguna historia de caballeros dementes, poco diligentes, o familiares inexpertos extraviados harían de aquél bosque un lugar menos tenebroso. No estaban seguros allí.

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13/02/2012, 03:45
Ser Frithnand

- No te preocupes Saul, son divagaciones de este caballero cansado- Ser frithnand forzó una apagada sonrisa- En cuanto a lo otro, yo solo creo en lo que veo o en lo que esta totalmente demostrado-Esta vez la sonrisa si era mas sincera-No en cuentos de viejas que se exageran generación tras generación-.

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13/02/2012, 11:21
Director

Por fortuna, cuando la tormenta estalló, el campamento ya estaba montado. Ser Frithand se encontraba en la tienda mayor, junto con Marcus, Alberto y el juglar Saul, mientras los escasos lanceros que acompañaban su expedición, los pocos que el noble aún conservaba a su lado en estos tiempos aciagos, hacían guardia en la entrada, resguardados por la tela rojiza de la tienda, o descansaban en la tienda menor que habían montado cerca de la mayor.

La tormenta azotaba el exterior, con ensordecedores truenos y deslumbrantes relámpagos dorados cruzando el cielo, y asustando a los caballos, que relinchaban constantemente. Las gotas de lluvia caían desde el oscuro cielo nublado como finas lanzas de agua, rompiéndose contra la tienda, y zarandeándola levemente.

Pero bajo la tela, los aventureros observaban el viejo mapa desplegado en el suelo, sentados a su alrededor. Por desgracia, apenas indicaba algo más allá de las Gargantas Gemelas, por lo que tendrían que avanzar a ciegas una vez iniciaran la marcha. Superado el estrecho paso pétreo, según el mapa, se hallaba el Bosque de la Colina Hendida, pero su extensión no se había cartografiado. Y, en el centro de la floresta, había un nombre…

Calebais.

Junto al cual, el autor del mapa había dibujado un dragón.

Ahí se hallaba el destino de la compañía.

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14/02/2012, 16:37
Alberto de Salamanca

Alberto suspiró. Ah, la juventud. Creen saberlo todo, y sin embargo... 

- Mi señor, el mundo es amplio, y la vida de un hombre corta. - dijo Alberto, con tono calmado. - Si sólo confiasemos en lo que ven nuestros ojos, nuestra sabiduría estaría muy limitada.

El sabio sonrió, inclinándose hacia el mapa.

- No deberíamos ignorar lo que cuentan esas -hizo una pausa - leyendas. Al fin y al cabo, aunque quienes las cuentan pudiesen querer adornar con fábulas su propia torpeza, lo cierto es que a menudo tenían puntos en común. - hizo un gesto con la mano - Incluso de las historias más inverosímiles se puede extraer alguna que otra verdad.

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14/02/2012, 23:54
Marcus von Vermeer

Sobre la lona que les otorgaba cobijo, el agua goleaba con fuerza.
El escudero había escuchado con atención las palabras de Alberto; las recibió como sabias, y temió por primera vez en todo el viaje, que la encomienda fuera más peligrosa de lo que había calculado... y la lluvia no mejoraba las cosas.

Se limitó a asentir con la mirada fija en el mapa, sumando las posibles jornadas de viaje, asunto harto difícil si nadie había nunca calibrado la extensión del bosque.
No habría venido mal un agrimensor, pensó mientras esperaba respuesta.

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15/02/2012, 03:09
Ser Frithnand

El repiqueteo de la lluvia sobre la tienda siempre le había relajado, le recordaba a los largos días de caza junto a su padre. El olor a vida, a tierra mojada y el frescor que la lluvia proporcionaba al bosque siempre habían sido un buen augurio para el comienzo de una aventura, o eso decía un refrán de su región.

-De acuerdo Alberto ya estamos advertidos y estaremos atentos a cualquier cosa extraña o imprevisto, pero si no lo veo con mis propios ojos no lo creo- No iba a dar su brazo a torcer en aquella discusión o al menos no en aquel momento. Cansado de discutir se agachó sobre el mapa, acariciando su recortada barba con aire pensativo mientras examinaba la ruta.- Parece que la marcha no nos llevara mas de dos horas, quizás algo mas si nos surge algún imprevisto. No se puede sacar mucho mas de este pobre mapa- Sonrió a su escudero y señaló el dibujo del dragón- Allí nos espera la gloria- Estaba ansioso por partir, pero pronto sería de noche y el tiempo no acompañaba-Partiremos mañana con las primeras luces del alba, ¿Que os parece?- Se incorporó apoyando ambas manos sobre sus rodillas y comenzó a andar hacia la salida- Quizás mañana haga buen tiempo.-

Sacó ligeramente la cabeza por el hueco de la tienda y se dirigió con tono amable a los guardias- Turnaros cada dos horas si no queréis morir de frío, y así descansareis todos- Miró hacia el bosque.- Si sucede algo extraño, no dudéis en despertarnos, mañana partiremos al alba-. Se introdujo nuevamente en la tienda y fue directo a su equipaje que se encontraba allí. Sacó algunas viandas y se las ofreció al resto- Cenemos entre amigos, y luego si no es mucha molestia- Sonrió al juglar- ¿ No te importaría deleitarnos con algunas de tus canciones antes de ir a descansar?-. Sacó un cuchillo y comenzó a repartir.-Marcus encárgate de la bebida ¿quieres?- No sabía cuando sería la próxima vez que tuviera una cena tranquila como aquella.

"Al amanecer comenzara todo"

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15/02/2012, 16:37
Saul Arnaud

Al escuchar al caballero, el juglar sonrie quedamente- Claro Ser, gustoso estoy de amenizar la cena, y mas cuando mañana iremos a por unas botas de piel de dragon. Rie con la chanza, mientras prepara el laud.

Si tiene alguna peticion, puedo tocarla si la conozco. Si no, interpretare algunas de las mas populares.
-Tras lo cual comienza a afinar el instrumento. Una vez que sus cuerdas producen el sonido deseado, comienza a rasgarlas con delicadeza.

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17/02/2012, 20:37
Director

La noche de tormenta dio paso a un nuboso día. El campamento fue levantado rápidamente por los lanceros, y pronto los aventureros habían montado sobre sus animales.

Las Gargantas Gemelas los esperaban, alzándose como gigantes mudos, inmóviles y mojados tras una lluviosa noche. Guiando a la compañía, Ser Frithnand adelantó a su caballo de guerra, y el grupo se adentró en el estrecho paso. Los cascos de sus équidos resonaron entre las altas paredes de piedra, donde el tímido sol que a veces asomaba de detrás de las nubes no podía alcanzar con su único ojo dorado. A la sombra, y en fila, avanzaron hacia la salida que les esperaba, según un viejo mapa, al otro lado.

Casi inmediatamente, sintieron la opresión del lugar. Las elevadas paredes parecían, sobre todo en ciertas ocasiones, demasiado cercanas una a otra, creando una agobiante sensación de estrechez. La altura de las gargantas, inmensa, apenas dejaba ver un alejado cielo a través de una irregular grieta que mostraba nubes mezcladas con trazas de azul y amarillo.

Y el eco. El eco no ayudaba. Todo paso se magnificaba en aquel sitio, y hasta la más queda tos parecía un grito ante los guardianes de piedra que rodeaban a la compañía. Continuamente, podían oír guijarros caer, haciendo que alzasen la vista para ver el inminente peligro de derrumbe, pero nunca ocurría nada.

La primera hora de viaje fue eterna, agotadora, tensa.

Fue en ese momento cuando se encontraron con la bifurcación, inexistente en los mapas.

El sendero de la derecha ascendía levemente, en un camino zigzagueante. El de la izquierda, descendía suavemente para perderse en una brusca curva hacia la derecha a varios metros por delante. Tanto uno como otro estaban flanqueados por viejas estatuas, cuya piedra tallada había estado desmoronándose durante, por su apariencia, muchos años, quizás siglos.

La estatua de la derecha representaba un hombre alto, cuya barba y túnica estaban tan erosionadas que apenas eran distinguibles. En una mano portaba un bastón, y en la otra una corona rota. En su base, tiempo atrás, debía de haber existido algún tipo de inscripción, pero ahora las letras estaban demasiado desvanecidas para poder ser leídas.

La otra escultura mostraba a una pequeña y extraña criatura, similar a un hurón bípedo. En sus manos agarraba lo que en su día debió de ser una lanza o una vara, aunque la piedra se había roto por varios lugares. En la zona del corazón, una palabra había sido tallada: Ierimyra.

De alguna forma, el sol logró penetrar con su luz a través de las nubes del cielo, y de soslayo iluminó la estatua del hombre. Sus ojos, vacíos, parecieron preguntar al grupo qué camino tomarían en su búsqueda de Calebais, y de su dragón.

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17/02/2012, 20:47
Director

Al observar la estatua del hombre, Marcus sintió algo removerse en su interior. Sus ojos se pudieron en blanco durante un segundo, y una visión llenó su mente.

Fuego, una risa alocada, una torre invertida, cuervos devorando cadáveres.

Y antes de todo ello, una dríade, bella como el bosque que la rodeaba en paz.

Marcus regresó a la realidad, algo conmocionado.