Partida Rol por web

Les sucede algo raro- piensa Zeki. Sus sonrisas no le parecían naturales. Pensó que quizá podría averiguar algo más... cuando despertaran...

Empezó a recitar una palabras en infernal en voz muy baja, al tiempo que movía las manos como quien cierra los ojos a alguien. Enfocó su hechizo un poco más atrás de donde se encontraban los dos bandidos que aparecieron en primer lugar para evitar que pudiera afectar a alguno de sus compañeros.

Veis como Afvaldr cae al suelo y su cimitarra hace un ruido metálico al chocar contra las piedras del camino. Por su parte, Alana parece que abre la boca para decir algo con la ballesta pegada a su hombro pero repentinamente sus ojos se cierran y cae lentamente. La ballesta se acciona y el virote sale despedido, el cual se clava en la tierra peligrosamente cerca de uno de los pies de Khasar.

Por poco...- pensó Zeki cuando el virote perdido casi le da a Khasar.

Una vez los dos bandidos estaban sumidos en su mágico sueño, se movió hacia el espacio donde había lanzado el conjuro para alejarse de los otros compinches.

Sí, sabes dónde están :)

Zeki estaba en lo cierto... Pensó, mientras sus ojos se movían rápidamente a los distintos puntos donde había escuchado las hojas desenvainarse. Cinco. No eran quince como habían intentado colarles, pero tenían que andarse con ojo igual.

Por suerte Zeki se deshizo, aunque momentáneamente, de dos. El primer instinto de Althaea era el de tirarse a ellos y hacerse con sus cosas, sobretodo con aquella ballesta, pero tomó aire y puso en orden sus prioridades.

Llevó sus manos a la espalda y cogió el arco y una flecha disparando contra el bandido que, salvo por el arbusto, se encontraba mejor posicionado en su campo de visión*.

La flecha de Althea impacta en el bandido y atraviesa su endeble armadura. El hombre gruñe y casi desfallece, pero en el último momento se recompone.

Althaea apretó el puño y una sonrisa apareció en su rostro cuando escuchó al bandido quejarse, aunque le habría gustado verle caer en el suelo. Bueno, no le quedará mucho.

No esperó demasiado para ocultarse en el arbusto más cercano*.

Debes tirar sigilo para ver si has podido esconderte y que no te vean 1d20 + modificador de habilidad sigilo ^^

De repente, un bandido sale debajo de la roca sur y corre hacia Khasar dando vueltas a la hoja por encima de su cabeza mientras una carcajada sale de su boca.

Casi a la vez, el bandido que había sido herido por la flecha de Althea sale del matorral para ponerse en mitad del camino y disparar un virote de ballesta hacia el gnomo. El cual sale disparado y roza profundamente el brazo de vuestro compañero.

Khasar, que parecía aturdido por el inicio de la batalla y el virote que casi le alcanza silbando al lado de su oído estaba algo absorto, quizá por una especie de fatiga momentánea.

No obstante sus instintos se despertaron al ver que se acercaban a atacarle y alzó su hacha para detener la hoja del bandido que estaba a punto de acuchillarlo, echándolo hacia atrás y mostrándose agresivo.

Si algo había aprendido Zorpex a lo largo de estos años, es que no era el tipo adecuado para estar en mitad del meollo en un combate. El ataque de aquel bandido le había dejado bastante tocado, por lo que más le valía alejarse a una posición más segura. Eso, o librarse lo más pronto posible de la amenaza. De momento optó por esa opción, y así fue como el pequeño mago comenzó a conjurar un hechizo de proyectil mágico.

Tres dardos surgieron de sus manos. Dirigió los dos primeros al rufián que le había disparado, y el último al que tenía justo al lado, atacando a Khasar.

El primero de los dardos mágicos se clavó en la cabeza del bandido que había disparado su ballesta provocando un chisporroteo que duró hasta que el segundo atravesó por completo la cabeza del humano. Este calló al suelo con un agujero humeante en la cabeza.

Mientras el tercer dardo que salió disparado de la mano del gnomo empezó a corroer la pierna del bandido el cual acababa de rechazar Khasar. A todo esto, otro bandido más apareció por el norte del bosque, el cual lanzó un espadazo al semiorco.