Partida Rol por web

El paladín se mantuvo concentrado en su misión. Mientras se acercaba a la granja y la rodeaba examinaba cualquier punto que pudiera ser una vía de escape.

--esto es extraño..-- piensa Glohrim al ver las ventanas tapiadas --.mmh, una manera muy eficaz para evitar que los curiosos vean lo que hay dentro, lo que nos confirma que estas aquí, y estás tramando algo--

Mientras se situaba en la parte trasera de la vieja granja se percató de la presencia de otra vivienda cercana, pero al estar semihundida en el barro hizo que la descartara por un momento, centrando toda su atención en la granja.

Las miradas suspicaces de los aldeanos no se le asemejan muy pacíficas a Furen.

Por su parte, Glohrim no descubre ninguna otra entrada a ese lugar.

Allí estaban, el cuervo se había parado en una destartalada y apartada casa... 

- Bueno, en lo viejo hay sabidiria - Habló en un susurro. 

Dejó que los fuertes enanos explorasen alrededor. Sin embargo, dos de ellos se aproximaron a la entrada al sótano. 

¿Sótano? - Se preguntó en un pensamiento.

- ¡¡Os sequetos tan ajo ierra!! - Dio un brinco al darse cuenta de lo que había dicho y sin dejar de brincar, se aproximó hacia los enanos, pero intentaría contener su curiosidad, si es que eso era posible, intentando estar unos pasos tras los rudos y fuertes enanos.

Furen comprueba que la puerta no está abierta y probablemente está asegurada por dentro mediante algún tipo de tranca. Habría que emplearse a fondo para tratar de abrirla

Furen no quiso demorarse más y, tras comprobar que la puerta estaba atrancada por el otro lado, cogió impulso para intentar derribarla.

Furen aprieta los músculos para desatrancar la puerta desde fuera. Justo en ese instante oís un silbido de aviso. En su interior alguien estaba espiando por entre las rendijas de la ventana tapiada.

Los sofás, sillas y mesas de esta habitación están dispuestos de forma caótica. Parecen en un estado lamentable aunque no se han usado con frecuencia. Un estrecho hogar en una esquina junto a las escaleras está teñido de hollín.

Oís como varios bandidos bajan las escaleras rápidamente pero aún no podéis verlos con claridad.

Otro bandido sale de una estancia cercana y desenvaina su espada corta para atacar. El bandido que os ha delatado, hace lo propio.

Cuando Dain accede a la casa, dos bandidos estaban esperando con las espadas en ristre. Un falló, pero el otro aprovechó el desconcierto para clavar su espada corta en el lomo del enano, que empezó a sangrar considerablemente.

-¿Así se da la bienvenida a los invitados en esta maloliente madriguera?--se queja dolorido el guerrero cuando recibe la puñalada trapera--Mucho me temo que voy a tener que enseñaros modales.

Luego Dain entra hasta el centro de la sala al tiempo que gira el mazo sobre su cabeza para destrozar por error el sofá que tiene adyacente.

-¡Cáspita! Apenas tengo espacio de maniobra aquí dentro.