Partida Rol por web

-B¡en, ¡hemos barrido un buen monton de capullos!- Agradeció con un gesto la ayuda del monje. A l ver a Walter en mal estado se alarmó. -Señor, ¿está bien?- Pero al ver la sangre se dió por respondido. -Ve a ayudarle, ya usé esta ametralladora sin ayuda podré hacerlo, además solo nos queda una última ráfaga antes de replegarnos.- Dió ordenes al monje y pasó a operar el solo la ametralladora lanzando una última oleada de plomo  hierro a los atacantes. Se les echaban encima, aunque habían reducido su número seguían siendo demasiados.

-Mierda. Esos cabrones se dividen.- Tenía que elegir a que grupo atacar y no podía pensárselo demasiado, optó por el grupo más cercano teniendo en cuenta que debía ganar tiempo para retirarse. Giró la ametralladora y lanzó otra ráfaga, intentó alargarla al máximo ya que era la última.

La defensa exterior había caído pero sin duda en los últimos compases de la batalla muchos atacantes fueron abatidos, Steve era de poca utilidad ya allí por lo que decidió cambiar de estrategia.

Dejando su posición en lo alto se dirigió al interior del castillo hacia las catacumbas lo más rápido que podía.

El sonido de la batalla retumbaba ya en el interior del recinto, debían aguantar todo lo que pudieran.

Frank utilizando el regalo de Tyrael logra aplacar el dolor y reducir la gravedad de sus heridas. Luego de eso, en su nueva posición reanuda su maniobra defensiva al disparar sobre los enemigos del patio interior que momentos atrás habían invadido la zona. Desde la posición elevada podía cubrir toda el área de la planta baja.

 Entretanto, a un par de metros de allí, Billy y su compañero Brannagh montaban rápidamente la ametralladora pesada para frenar el avance sobre el amplio pasillo que conectaba la muralla frontal con la sección habitacional del monasterio.

En la prisa Billy solicita ayuda a los monjes para que realicen fuego de cobertura con todo lo posible y de esta manera ganar algo del valioso tiempo hasta terminar el ensamble de la ametralladora.

En el otro lado de la planta alta Boris vuelve a la defensa luego de buscar cobertura tras su retirada. Ahora reanuda su fuego defensivo e insta a los monjes a no ceder otro metro al enemigo. Pese a esto el número de enemigos parece no disminuir.

Abajo, en la planta baja, Mike termina su última salva antes de replegarse y envía a su ayudante hacia Walter, para que lo asista en todo lo posible. Entonces el novato apuntó directamente al grupo que iba directo a él, y su descarga eliminó a la mitad de los atacantes.

Ese ataque dirigido permitió al resto de los invasores ingresar por los pasillos laterales del monasterio al superar a los monjes. Pronto llegarían hasta Mike y Walter…

También llegarían hasta Steve, quien se dirigía a toda prisa a las catacumbas, en donde podría continuar atacando furtivamente al utilizar los largos pasillos de allí.

El combate en los pasillos adyacentes al patio interior comienza a volverse una masacre sin precedentes. Los monjes en su lucha cuerpo a cuerpo son condenados a morir sin opción alguna por ser superados ampliamente en armamento y habilidad.

Tiempo atrás, el sumo sacerdote había propuesto un plan de acción en caso de ser invadidos y donde su futuro sea nefasto. Por consecuencia los monjes ocultaron barriles de pólvora en los accesos de la planta baja con la intención de cortar los accesos y eliminar a tantos como sea posible.

-Padre nuestro…que estas en el cielo. Santificado…sea tu nombre – rezaba Sebastian al sostener su vientre sangrante y arrastrarse hacia un costado de pasillo donde sus hermanos luchaban y morían heroicamente.

En su mano lleva una antorcha…

-…venga a nosotros tu reino…hágase tu voluntad – recitaba con la voz débil y la lengua ensangrentada. Su visión comenzaba a nublarse cuando finalmente llega hasta una mecha y unos barriles ocultos.

-…en la tierra como en el cielo…- finalizó al encender la mecha.

Entonces la noche se iluminó con una explosión sin igual, cuando todo el sector frontal de la muralla voló por los aires entre lenguas de fuego y metralla de hierro oculta dentro de los barriles de pólvora.

El derrumbe posterior de la sección frontal del monasterio y el fuego siguiente dio la posibilidad a los americanos a reorganizar sus pensamientos y decidir sus próximas acciones.

Porque entre las llamas y los escombros algunas figuras se alzaban del suelo y volvían a avanzar…

Sabiendo que la ofensiva estaba tomando un rumbo que no íbamos a poder contener por mucho, debíamos seguir con la retirada pero en ese momento una columna de fuego ascendió por el patio central, junto al particular sonido de una explosión realmente grande, sacudiendo a todo el mundo, aliados y enemigos por igual. 

Los oídos pitaban y todo parecía ir más lento pero sacudí fuerte la cabeza para despejarla. Empecé a agarrar monjes a diestro y siniestro y azuzarles a que bajaran por las escaleras, debíamos reunirnos con el resto a toda costa:-Quién haya sido nos ha dado un tiempo realmente valioso así que aprovechémoslo. Venga abajo todos!-les grité y saqué otra granada. Quité la anilla y la lancé hacia el enemigo que teníamos delante, el cual empezaba a levantarse después de la explosión pero ahora estaban a punto de recibir otra. 

Retiré el cargador vacío del fusil y lo cambié por otro lleno. Miré al enemigo y vi cómo algunos salían volando otra vez debido a la explosión de la granada:-Si seguimos haciéndolos explotar igual acabamos con ellos antes de que se internen más.-dije esperanzado antes de empezar a bajar por las escaleras y reunirme con los monjes. 

El sacrificio de los clérigos les daba una oportunidad magnífica para hacer mella en las lineas enemigas, pero no conseguirían mantener la posición por más tiempo. Debían replegarse hacia el interior donde el enemigo no podría aprovechar de forma eficaz su superioridad numérica. Así que disparó una ráfaga, en este caso para barrer al enemigo.
 

La invocación de los poderes divinos ha sido más lenta, quizás por su desesperación momentánea y sus dudas constantes. Fe, piensa Walter incorporándose. Un milagro nos vendría muy bien, además de éste, concluye el médico palpándose el estómago. Un edema supurante del que arranca la bala, pero todo superficial. De algún modo, los tejidos han cicatrizado de dentro a fuera, expulsando el metal.

Una explosión atronadora hace temblar el rellano donde se encuentra, al pie de las catacumbas. Walter cae de rodillas. Un monje tambaleante acude en su ayuda, el rostro aterrado.

-¡El hermano Sebastián! -grita-. Ha hecho explotar los barriles de pólvora.

Walter, algo aturdido se incorpora, recuerda el plan de contingencia que contó el hermano. Pero no hay tiempo para pensar, reconoce al sacerdote como el que amunicionaba a Doherty.

-¿Dónde está Mike?

El monje señala hacia la puerta.

-Me mandó venir a ayudarle -explica.

-Hay que replegarse a las catacumbas. ¡Mike! -grita el doctor- ¡Vente corriendo para acá, como si fueras DiMaggio!

Walter mira a su alrededor buscando dónde atricherarse para poder cubrir a sus compañeros en el repliegue. Enarbola su 1911. Y señala un lugar protegido al monje.

-¿No llevará algún arma, hermano?
 

Las defensas se replegaban mientras las hordas enemigas avanzaban al interior del monasterio.  Steve corrió lo más rápido que pudo hacia las catacumbas, sería el último lugar de resistencia y muy a su pesar no había podido dañar al líder enemigo.

El francotirador accedió a la planta baja y se dirigió hacia la mismísima Cruz donde hacia un rato habían jurado protegerla con su propia vida.

Sin dar tiempo a los Nephilims a recomponerse del ataque suicida de Sebastian, una granada, arrojada por Boris los hace volar por el aire. Su movimiento deja a unos cuantos enemigos despedazados, los cuales tardaran un momento en juntar sus extremidades y volver al ataque. También esa explosión elimina a los que estaban en el centro de la explosión.

En su retirada hacia las escaleras Boris es nuevamente herido. Esta vez por un disparo certero de aquellos que actualmente han invadido la planta alta del monasterio en ruinas. Pese a sus heridas el ruso aun puede moverse…

Desde su ventana Franklyn continua vaciando cargadores a destajo; barriendo con los grupos del patio interior que han sobrevivido a la explosión previa. Desde su posición la cobertura en esta ocasión le salva la vida un par de veces cuando el enemigo centra su atención en él. Sin embargo el pasillo adyacente, donde la ametralladora de Brannagh aun no está preparada, comienza a llenarse de enemigos.

Junto a las escaleras de las catacumbas Walter ve pasar a Steve, que rápidamente baja en dirección al subsuelo. También se percata del peligro que corre Mike, porque su posición será superada en cualquier instante ahora que los Nephilims han vuelto a reagruparse. Increíblemente sus heridas han sanado rápidamente y esto le permite moverse sin problemas.

-Sí, señor. Tengo esto – responde el monje de temprana edad y muestra su arma al doctor. Un garrote forrado en metal y una rodela. El muchacho tiene un corte sobre la frente y algo de sangre. Pese a la herida menor sus energías por ayudar al americano no han mermado, aunque el miedo está presente en su mirada.

Entretanto Billy y Brannagh continuaban perdiendo tiempo del que no disponían, y que la pobre defensa de los monjes ya no servía.  El enemigo estaba a escasos diez metros de la ametralladora y los religiosos ahora se batían en combate cuerpo a cuerpo contra aquellos Nephilims que habían llegado hasta la improvisada trinchera…

Esa ala de la planta alta, como la del otro lado donde disparaba Boris, estaban a punto de caer...

Todo se estaba desmoronando. Nuestra ruta de escape se estaba viendo comprometida. Teníamos que irnos ya, lo que implicaba haber perdido un tiempo precioso en el montaje del arma en un mal lugar. Fue un fallo difícil de aceptar. Éramos buenos soldados. Siempre lo habíamos sido, pensar en que nuestro error pudiera dar al traste con todo... era... era... triste. 

Disyuntiva.

Eso era lo que se nos presentaba. La disyuntiva de elegir si correr y luchar abajo con lo puesto, o quedarnos, abrir fuego contra todos esos malnacidos, y vernos después en el Eliseo. Sería una forma como cualquier otra de morir. No por nuestro país, eso ya quedaba atrás, sino por la humanidad.

Miré a O'Connor, que andaba trasteando en la ametralladora.

¿Qué? ¿Hermano? ¿Nos vamos o... rock and roll?

Brannagh ni siquiera levantó la vista, como si no me reconociera, o como si estuviera tan abstraído que, sencillamente, no prestaba atención a estímulos externos. 

Le toqué el hombro y le dije, alto y claro, con pocas palabras.

Hermano. Dos ráfagas, y salimos perdiendo el culo. Vive hoy. Lucha mañana. ¿Ok?

Por detrás de Billy y Brannagh llega Marcus. En cada mano tiene un subfusil Thompson y su aspecto dista mucho de de sus compañeros. El centurión tiene la ropa hecha jirones por múltiples impactos de bala. Pese a esto el hombre mira a sus compañeros y con voz alta les habla.

-¡Rápido, a las catacumbas! – les ordena e inmediatamente abre fuego sobre el enemigo que acaba de abatir a los últimos monjes que ayudaban a los sirvientes de la ametralladora.

-¡Yo los contendré todo lo posible! ¡Salgan de aquí ahora! – repite mientras sus armas escupen fuego mortal.

-Si seguimos haciéndolos explotar igual acabamos con ellos antes de que se internen más.-dije esperanzado antes de empezar a bajar por las escaleras y reunirme con los monjes

...

 En su retirada hacia las escaleras Boris es nuevamente herido. Esta vez por un disparo certero de aquellos que actualmente han invadido la planta alta del monasterio en ruinas. Pese a sus heridas el ruso aun puede moverse…

-¡Hey! No te mueras. Aun no. – habla quien entra en escena y ayuda a Boris a bajar por las escaleras al sujetarlo del brazo.

Vincent, quien tiene un vendaje improvisado en la cabeza que le cubre un ojo y una oreja, ayuda a Boris a bajar.

-Vámonos de aquí. Debemos plantar cara a esos bastardos en las catacumbas, donde hemos plantado los “obsequios”- le recuerda el importante dato al soldado de origen ruso.

-¡Rápido! ¡Yo cubro la retirada! – añade su compañero, Aaron, que abre fuego con su subfusil MP44 desde la entrada a la escalera.

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Recuerdo haber lanzado la granada en la planta alta y al girarme para meterme en las escaleras todo se volvió negro. Me desperté escaleras abajo con la cara de Vincent frente a mí:-Descuida, me han pillado por sorpresa. Ay....-acabé quejándome por el dolor de las heridas pero podía seguir andando, me ayudé de Vincent para poder andar un poco mientras me concentraba en curarme. Recurrí a la bendición de Tyrael para poder curarme y así poder moverme un poco más:-Gracias por recogerme del suelo. Te debo invito a una botella de vodka cuando esto acabe.-le agradecí a Vincent por la ayuda prestada.

Aaron nos cubría la retirada pero en ese momento seguía escuchando la ametralladora de Bran:-Aaron! hay que encontrar a Bran y Billy, como el enemigo les cerque no saldrán vivos de ahí. Monjes! Id con él y buscadles. Os necesitaran para llegar hasta aquí. Vamos!-comenté mientras caminábamos hacia las escaleras de acceso a las catacumbas:-Defendamos aquí mientras podamos. No quiero dejar a nadie atrás.-le acabé comentando a Vincent. Debíamos conseguir que todos llegaran a las catacumbas:-Qué sabes del resto?-

No había otro remedio. El montar en esta posición la ametralladora sería regalarles el arma y nuestras vidas...y la idea era que si las querían, las vidas, tendrían que salirles muy caras.

- Levantamos el campamento....

Empezaba a costarle ya transportar la "matraca", pero, esperaba, que si no más pronto que tarde, les fuera bien. Algo le decía que podría darle una ráfaga al ángel caido que era el jefe de todos estos "retornados", y para su desgracia, igual solo era una distracción.... una distracción que esperaba que sirviera para que alguien lo partiese por la mitad.

- ... tenemos que encontrar una posición que merezca la pena, porque ni pienso regalarles nuestras vidas ni el arma. Comentó mientras se ponían otra vez en marcha.

Con Boris malherido, Franklyn ayudó a cubrir la retirada cerrando el grupo. Aaron y Vincent ya se ocupaban de Boris, así que fue a asistir a Bran y a Billy.

-¡Largaos con ese trasto de una vez!¡Vamos, vamos!

Y mientras sus compañeros se retiraban, Franklyn cerraba el grupo cubriendo la retirada. 

Mike había quedado un poco aturdido después de la explosión, a aquellos monjes no les temblaba el pulso a la hora de defender la Sagrada Cruz. Se recompuso como pudo estimulado por las órdenes de Walter además tiene a los nephilim encima. Mike corrió hacia la posición de sus compañeros como alma que lleva el diablo.

Aunque gracias a la ametralladora pudo borrar del campo de batalla a numerosos enemigos esta había quedado atrás con la cinta agotada. Ahora tocaba echar mano del fusil, el cual tomó con avidez y amartilló de inmediato, casi sin tomar aliento, una vez llegó a la posición de Walter.

-Venga, seguid hacia las catacumbas, yo también ayudo en retaguardia.- Propuso, después de todo era uno de los mas atrasados. Levantó su fusil y disparó al enemigo más cercano. 

Steve logró llegar hasta las catacumbas antes de que el enemigo cortará los accesos, estaba claro que aquel sería el último punto de resistencia y sin duda donde acudiría  todos.

El francotirador llegó hasta la cruz y sin saber como se encontró en paz, en medio de una batalla pero en paz.  Steve palpo la cruz en busca de alguna imperfección en busca de una astilla que poder tomar de aquella sagrada cruz.

Decir que la fortaleza era un jodido caos sería quedarse corto. Algo así como, si, no está mal, pica un poco y tal, pero está sabroso, cuando uno de esos malditos pimientos del padrón (si, se que soy estadounidense y toda esa mierda, pero una prima estuvo en Sangenjo y me trajo) pica que te mueres y te caen los lagrimones... y esos sudores frios...

Pues eso, que era un puto torbellino, voces por todos sitios, muerte, destrucción, ruido de disparos, metal contra metal, cascotes volando por doquier... y órdenes y contraórdenes que se pisan y se contradicen unas con otras. Y en medio de toda esa mierda, Bran y yo. Bueno, realmente, O'Connor solo, pues yo ya había puesto pies en polvorosa. No se si me seguía o no, solo me dio tiempo a ver como Ocon aparecía de repente, como un puto soldado de Dios, descargando la Ira del susodicho sobre nuestros enemigos.

Daba miedo.

Así que, aterricé, porque no podía decirse de otro modo, con cierta dignidad, en la planta baja, y corrí, corrí y corrí hacia la entrada a las catacumbas. Me detuve en seco justo en la entrada, dejándome la escapatoria libre, hinqué rodilla a tierra, y me dispuse a cubrir a los compañeros que (esperaba) aun estaban por llegar.

Un grigori se me puso a tiro, en la galería norte... abrí fuego.

-Vamos, vamos -apremia Walter al ver llegar a Mike. Asiente cuando el rookie, que ya se ha ganado con creces su bautismo de fuego, se emplaza para mantener a raya a los grigori que llegan.

-Hermano, venga con nosotros, abajo, en los túneles nos será de ayuda -y empuja suavemente al monje, cuya juventud le ha despertado cierta ternura.

Walter es reticente a abandonar el puesto hasta que no vea llegar a todo el mundo, pero también es consciente de que está pobremente armado para cubrir eficientemente la retirada.

En cuanto ve llegar s Vincent arrastrando a Boris, echa a correr para ayudarlos a descender hacia las catacumbas. Boris tiene mal aspecto, hay que vendar sus heridas. Se palpa en los bolsillos del chaleco, lleva algunos antisépticos y analgésicos.