Partida Rol por web

Martella tranquilizó a Victria:

- Están permitidos. Muchos aristócratas taldanos se sentirían desnudos sin su magia. Componentes, pergaminos y pociones están permitidos, de forma general. De hecho el estimulante de alma es el único objeto que estaría permitido de la bolsa que os he entregado.

Habiéndose asegurado de que las misiones estaban claras y que esperaba que cooperaran entre ellos, Lady Martella se despidió de sus agentes:

- Por encima de todo, esta noche promete ser una noche histórica, aunque para nosotros será una noche de trabajo. De todas formas, confío en que las actividades que requiero de vosotros no os ocupen toda la noche, así que, por supuesto, disfrutad de la fiesta y haced amigos. Esta es una excelente oportunidad para que, discretamente, comencéis vuestras propias ambiciones políticas.

Resistió el impulso de salir corriendo tras el paladín en busca de su espada... pero se frenó en el último instante. Para la misión que tenía aquella noche, el enorme espadón solamente atraería la atención y eso era lo último que quería Lirya.

Otro sentimiento que apenas pudo disimular era la animadversión por aquella nobleza podrida que hipócritamente se reían las gracias pero por detrás se daban de puñaladas. En su pueblo las disputas se resolvían a la cara, no con subterfugios y engaños. Por eso su padre cayó en desgracia, por no saber adaptarse a las normas de aquel imperio de pacotilla con sus intrigas de mierda.

Asintió sin mucho entusiasmo y se agachó para tocar disimuladamente el cuchillo que escondía dentro de la bota. Eso y no los potingues que le mostraban era lo que le servirían de ayuda si la cosa se ponía fea.

-En tal caso vuelvo a colocarlo en su sitio. -respondió Victria mientras volvía a colocar su saquillo de conjuros en su fajín- Sin embargo y pese a estar permitido, yo al menos prefiero no arrimar el estimulante a el Barón Okerra. Deseo convencerle de que abolir la primogenitura es la opción correcta, no convertirle en un tigre. -bromeó- Sin embargo, a Lirya le podría ir bien. -agregó girándose hacia la mujer del norte- Unas gotas para convertir a un noble en el Caballero Manos Largas. -explicó con una sonrisa.

Finalmente su hermana dio la reunión por finalizada, y Victria se despidió mientras acompañaba a Lirya y a Valeria hacia la puerta.

Sin embargo, antes de separarse de Martella, Attia se plantó frente a ella e inclinó su cabeza.

-¡Muchísimas gracias de nuevo por el vestido, Dama Martella! -le agradeció a la par Victria se dio cuenta que se había quedado sola y se detuvo para esperarla con una sonrisa, pues aquella debía ser ya la quinta vez que Attia pronunciaba aquellas palabras desde que se había puesto el vestido- Y muchas gracias por tenerme en cuenta con ésto también... -agregó la joven con una sonrisa, tocando suavemente el broche que llevaba y la noble les había entregado.

Tras eso, Attia se apresuró en alcanzar a Victria, levantando el borde de la falda para no tropezar.

Cuando se reunió con Victria, ambas siguieron a Lirya y Valeria unos metros por detrás y se pusieron a hablar por lo bajo.

Noctis, por su parte, se puso a la cabeza del grupo, con la cola erguida y andar orgulloso.

Encontrándose a una distancia prudencial de las otras dos jóvenes, Attia se sintió lo suficientemente segura de poder hablar con confianza a Victria.

-Tú hermana es realmente una buena persona... -le murmuró a Victria, sin dejar de caminar.

-Lo cierto aún no me lo puedo ni creer. -le respondió Victria seriamente mientras asentía- Parece todo demasiado bueno...

-¡No comiences con eso de nuevo! -le reprendió Attia en voz baja- ¿No puedes simplemente aceptar las cosas buenas?

Victria la miró y torció una sonrisa.

-Sí, bueno... Por cierto, ¿qué te dijo mi hermana sobre el caballero? ¿pasó algo? -preguntó cambiando el tema.

Attia miró al frente con nerviosismo, como para comprobar que las otras dos mujeres continuaban frente a ellas a una buena distancia.

-Oh, bueno... supongo que me vio lanzarle alguna mirada... -respondió al final con la boca pequeña. Victria se la quedó mirando muy seria, casi con sorpresa, o molestia- ¿Q-qué pasa? Es un joven muy apuesto... -agregó nerviosa bajo aquella mirada de su señora, y le tocó el turno a ella de desviar la conversación- No me digas que te pones celosa...

Victria negó con la cabeza sin variar su expresión.

-Es solo que me sorprende. Pensaba que no te interesaban... ésos temas. -le contestó.

-¿Pensabas que me gustaban las mujeres? -replicó Attia con una expresión de sorpresa.

-O nada. -le contestó Victria encogiéndose de hombros- Nunca me has hablado de que te gustase nadie.

-Bueno... no me parecía lo más apropiado... además, tú tampoco has dado pie nunca al tema, así que lo mismo podría decirte.

Victria sonrió burlona.

-Siempre he estado rodeada de familia. ¿Quieres que me sienta atraída por mis primos? O peor, ¿mis tíos? No, gracias.

-Oh, vamos... Tu primo Nero no está nada mal... Tiene un buen trasero. -afirmó Attia con una gran sonrisa.

-Ug... -Victria torció el gesto y finalmente dio un pellizco en el trasero a Attia- ¡Tú sí tienes un buen trasero! -rió, y aceleró el paso- Vamos con las demás o pensarán que estamos conspirando contra ellas.

Attia dio un respingo e imitó a Victria acelerando el paso para alcanzar a las demás.

Ambas estuvieron charlando un poco, hasta que finalmente Victria llevó la mano al trasero de Attia, haciéndole dar un respingo. La primera soltó una risa corta y aceleró el paso, seguida de cerca por una Attia también sonriente.

-Disculpad, ya hemos vuelto. -dijo Victria con una gran sonrisa al llegar junto a las que íban a ser sus compañeras de misión.