Partida Rol por web

Cuando Tyrus salió del café, se encontró con que en el poco rato que había pasado en El Higo Colosal las calles que rodeaban el Senado se habían abarrotado. Se aproximaba la Gala del Gran Día, y tanto aristócratas como plebeyos como visitantes habían salido ya a las calles de Oppara. Era un surtido de gente de lo más variopinta.

Tyrus empezó a abrirse paso entre la multitud de camino a su posada. Vio cómo ya se había formado una larga fila para ingresar al Senado. Calculó que aún le quedaba tiempo.

Un rato después, sin embargo, aún no había salido del Monte Senado, y las calles seguían abarrotadas. Su posada estaba en un barrio vecino, y allí no esperaba que hubiera tanta gente en las calles. Pero si seguía a ese ritmo lento de avance, era posible que llegara a la Gala ya empezada.

El paladín hizo un esfuerzo, tenía que aprovechar para tomar sus cosas y volver con ellas. Estaría dispuesto para luchar si habían problemas. Trató de pasar por entre toda aquella gente y luego volver en un tiempo razonable.

Pasadas las calles cercanas al senado, la densidad de gente se redujo considerablemente, lo que permitió a Tyrius aligerar el paso para recuperar su armadura.

La vuelta al Senado fue más rápida. Gente seguía habiendo a montones. Tal vez había menos concentración en las calles que recorrió, o tal vez su armadura ayudara a que le abrieran paso.

En cualquier caso, llegó a tiempo de encontrarse con sus compañeros. Habían avanzado poco más de dos calles. Aunque, por lo que veía Tiryus, no pareciera que estuvieran haciendo la fila. Una multitud se había formado alrededor suya, y el tono de las múltiples voces estaba subiendo. Una de ellas la reconoció como la de Victria, aunque no llegó a escuchar qué decía.

Entonces vio a Attia, más cerca suya, que gritaba a un guardia.

-¡Ladrona! ¡Dese prisa! ¡Han atrapado a una ladrona!