Partida Rol por web

El troll tiene aún que hacer el esfuerzo de salir del estanque, lo que le da la opción a los miembros de la compañía de prepararse para el combate. Mientras Beli y Beran dan un paso al frente para colocarse en posición de vanguardia, Caranthir con un paso lateral se coloca defensivamente algo más retrasado junto al enano. Trotter, el que ha estado más rápido en reaccionar al ataque sorpresa del troll, consigue deslizar una flecha en su arco y dispararla con acierto en la gruesa y dura piel de la criatura, que apenas se inmuta ante el daño recibido, quedando la saeta como un recuerdo de que "la comida" pretende oponer resistencia.

Las suspicacias del grupo, la naturaleza del terreno y la propia masa del cuerpo del troll habían jugado en contra de la emboscada y habían tenido tiempo de reaccionar. Tras el disparo del hobbit en respuesta a la aparición del estúpido ser, Caranthir no tardó en unirse a la ofensiva de Beli y Beran, aunque desde una posición más defensiva a pocos pasos del enano.

Tras esa primera flecha lanzada de forma casi instintiva, pero que había atravesado la dura piel del troll, Trotter dedicó unos segundos a recargar su arco y apuntar cuidadosamente para encontrar un punto débil donde dañar la piel del ser en cuanto fuera posible disparar.

Desde su posición de retaguardia se sentía tranquilo de no ir a ser atacado en los próximos segundos por el troll.

El troll aúlla de dolor cuando los ataques de Beli y Beran impactan en su cuerpo produciéndole serias heridas, si bien Caranthir no logra acertar con su lanza larga a la criatura. Trotter por su parte, tras el cobijo que le proporcionan sus compañeros, decide asegurar el disparo de su arco tensando y apuntando cuidadosamente una segunda flecha en él. Se dice que nunca es buena idea hacer enfadar a un troll, pero vuestras acciones están logrando justo lo contrario.

Los ojos inyectados en sangre del troll se clavan en el enano como si no hubiera presente ningún otro enemigo más, pues de todos es sabido el odio que sienten estas criaturas hacia los hijos de Durin. Mientras resopla haciendo que se eleve vaho de su nariz y boca, agarra una gruesa rama de un árbol caído a la orilla del estanque que es tan alta como un hombre y le impacta brutalmente.

Al elfo no le resultó muy difícil ver la mirada inyectada en sangre del troll cuando éste posó sus ojos sobre Beli. El enano le había propinado lo que parecía un buen golpe y la criatura estaba dispuesta a vengarse. Tanto debió de obcecarse que a Caranthir no le resultó complicado desviar el ramazo con un movimiento del astil de su lanza, con el que golpeó la muñeca del troll para detener y desviar el ataque lo suficiente como para que pasara a escasos centímetros de la cabeza de Beli.

No perdió tiempo y, con unos pasos ligeros, el elfo se movió hacia el flanco del ser para acometerlo desde esa posición, aprovechando que Beli y Beran lo tenían de frente.

Beli sintió sobre su cabeza el silbido del improvisado garrote del troll y se preparó para el golpe que tenía visos de ser brutal pero, para su sorpresa, el ataque nunca llegó gracias a la intervención de Caranthir.

El enano dirigió una mirada agradecida a su compañero y nuevamente se lanzó al combate con renovados ánimos en esta oportunidad intentando flanquear al troll  y asestando otro golpe con su piqueta a las piernas.

El gigante de piedra parecía distraído por la presencia de Beli, lo cual le brinda al beórnida la oportunidad perfecta para asestar un golpe certero. Aprovechando su admiración por el enano, Beran se cuela por el costado del troll y, con movimientos ágiles y una precisión milimétrica, balancea su hacha con fuerza, asestándole un golpe perforante. El filo afilado del arma penetra la dura piel de la criatura.

Su grito de guerra fue un rugido feroz y enfadado, una muestra de su espíritu indomable.

Trotter dedicó un buen rato a apuntar, para llegar a un punto del enemigo que no tuviera protección. Cuando vio su oportunidad, lanzó la flecha hacia el troll, esperando verla atravesar la dura piel por un punto susceptible. 

El hacha de Beran castiga duramente al troll, que ruge de verdadero dolor cuando esta se clava profundamente en su piel y, por primera vez, parece que veis a la criatura flaquear en sus imponentes fuerzas. El siguiente ataque de Beli, igualmente de eficaz, no deja cuartel alguno al troll que se ve inundado por una marea de golpes tan sólo encontrando un instante de alivio cuando la lanza de Caranthir pasa de largo. Todo se acaba cuando Trotter, con un disparo certeramente apuntado, ensarta su flecha en la garganta de la criatura haciendo que esta suelte el árbol y trastabille para atrás hasta que su pesado cuerpo cae en redondo a las orillas del estanque, levantando salpicones de agua alrededor suya.

Parece que la compañía ha salido ilesa frente a la emboscada de un troll, pese a que todos en vuestras cabezas recordáis relatos de la fiereza de estas criaturas cuando luchan. Es como si en el fondo, esperarais un mayor desafío, como si su estado de salud se hubiera visto algo debilitado; tal vez su técnica de cacería hiciera tiempo que no consiguiera presas decentes. De una forma o de otra, vosotros os habéis convertido sin pretenderlo en la última oportunidad de probar bocado del troll, que ahora reposa bajo vuestros pies inmóvil, completamente muerto.

Beli resopló aliviado reposando por un instante sobre su piqueta, apoyada ahora en el cuerpo inerte del troll, admirando el corte provocado por el hacha de Beran. La flecha de Trotter había terminado de hacer el trabajo pero el enano no pudo si no sentirse orgulloso del desempeño de toda la Compañía, después de todo, si Caranthir no hubiera interceptado el ataque del troll Beli hubiera recibido un impacto aterrador.

- No creo que esta bestia maloliente hubiera sido problema para Balin y Oin de habérselo encontrado, pero a veces cazan en grupos, así que no bajemos la guardia, dijo mientras se colocaba nuevamente la piqueta a la espalda.

Había tenido que meterse en el pantano para luchar contra el ominoso ser y ahora sus ropas estaban empapadas hasta la cintura.

- Ya que nos hemos mojado el trasero veamos si podemos pescar algo de utilidad, refunfuñó.

Trotter estaba hiperestimulado tras la adrenalina del combate, y estaría un rato más con esa sensación de poder hacerlo todo.
Precisamente por eso, oteó la zona pantanosa a ver si veía rastro de las luces que les habían llevado a ese lugar. Quizá hubieran avanzado cambiando de sitio, pero podía ser que la pelea no hubiera tenido efecto sobre ellas. También volvió a localizar el lugar donde estaba su campamento, para asegurarse de que no se perderían en la niebla.

Beran siente alivio y respira satisfecho, al darse cuenta de que el Troll no era para tanto, ya que todos salieron ilesos del enfrentamiento inesperado. Su propia confianza se refuerza y sabe que está en plenas capacidades para enfrentarse a cualquier cosa, aunque también continúa en alerta en aquél oscuro paraje, sabiendo que aún pueden encontrarse con más peligros.

—Estos horribles suelen enfrentarse a cualquier enano que encuentran, ¿verdad? —les preguntó, aunque iba más dirigido a Beli—. Es extraño que nos lo encontremos en pleno camino del recorrido que siguieron aquellos dos. Sin duda tuvieron un enfrentamiento con este pesado, o con otro de tantos.

Beran miró al vacío, pensando que pudiera haber más trolls como éste. Luego intentó utilizar su fuerza para mover parte de su cuerpo, con la esperanza de encontrar alguna pista escondida entre sus pliegues que pudieran indicarles si los enanos lo conocieron. El cuerpo rugoso de la bestia era sin duda muy pesado.

Demasiado fácil. Eso pensó Caranthir tan pronto el troll se desplomó tras encajar unos pocos golpes. Las historias que había oído sobre enfrentamientos con tales seres hablaban de su dureza y resistencia física. Pero aquel apenas había amenazado a Beli con un golpe salvaje y mal apuntado. Tal vez estaba debilitado por el hambre o por una lucha anterior. Quizás con los emisarios desaparecidos y pudiera ver alguna pista o evidencia en las inmediaciones.

A la vista de las acciones del resto, parecía obvio que habían pensado algo similar, por lo que no dijo nada y comenzó a observar y deducir cosas de su entorno. Sobre todo del troll, la razón de su estado y el por qué de la presencia de los fuegos fatuos, que bien podían ser víctimas del troll.

Beli y Trotter comprueban que, efectivamente, en los alrededores del estanque pueden encontrarse restos de cuerpos de diferentes animales, todos ellos en avanzado estado de descomposición dado su aspecto y olor. Y no sólo eso; dentro del estanque, o al menos en todo aquello que le puede alcanzar la vista debido a la propia oscuridad del bosque Negro y de la noche, también se encuentran una media docena de cadáveres, todos ellos irreconocibles, aunque por el tamaño y las vestimentas bien podrían tratarse de orcos o tragos. Los fuegos fatuos bien podrían ser de estos indeseables o de habitantes aún más antiguos cuyos restos hace tiempo descansen en lo más profundo de las ciénagas.

Mientras tanto, Beran trata de mover alguna parte del cuerpo del troll, pero es demasiado pesado para su fuerza en solitario. Lo intenta primero con los brazos sin mucho resultado, tan sólo girándolos en parte; para cuando trata de hacer lo propio con las piernas, descubre una herida previa en esta, no perteneciente a este combate sin duda pues ya había empezado a cicatrizar. Podría asegurar que la herida fue realizada con un hacha.

Caranthir estaba preocupado por las circunstancias del enfrentamiento; sin duda el troll no había desplegado toda la fuerza que se le atribuía por norma a su especie, pero hacía bien en intuir que la criatura seguramente estuviera debilitada por el hambre o por un reciente combate. Ahora que Beran había hallado la herida, eso encajaría perfectamente en sus sospechas.

Con todos aquellos datos, Trotter se dispuso a tratar de encontrar la ubicación de su campamento, pero antes de que sus ojos divisaran las antorchas que encendisteis precavidamente antes de encontraros con el troll, da en el fango con el rastro de dos pares de botas que se perdían más adelante, al oeste, justo en la dirección contraria por la que la compañía vino.

No os será complicado regresar a vuestro campamento para, con suerte, pasar el resto de la noche descansando sin más sorpresas.

Aunque frustrado por no poder mover el cuerpo del troll por sí solo, Beran no se desanima y reconoce la herida que la criatura se hizo con anterioridad. Eso daba explicación por qué se trató de un adversario tan fácil de vencer.

—No somos los primeros en enfrentarnos con este engendro. La herida se corresponde al de una hacha —Beran no recordaba si los enanos viajaron con un hacha, aunque conociendo a la especie habría muchas posibilidades, por eso preguntó directamente a Beli—. ¿Es posible que sea una pista de su paradero?

Por otro lado, las huellas encontradas por Trotter daban lugar a un camino que posiblemente habrían seguido los combatientes, después de huir, o atrapar en el lodo, al troll que ahora yacía muerto a sus pies.

—Al menos tenemos un rastro de pisadas con una dirección —les dijo—. Lo mejor será regresar a nuestro campamento y continuar con las vigías hasta que la luz del día nos permita seguir el rastro y no depender de la oscuridad al enfrentarnos a cualquier amenaza.

Beran miró a los demás en un tono serio, esperando respuesta. Todavía seguía en guardia, como si el Bosque Negro tuviera ojos entre las copas de los árboles.

Aun que hubiese implicado revolver los cuerpos hundidos y pútridos de varios trasgos y alguna otra carcasa animal, fue un alivio para Beli no encontrar rastro de los enanos desaparecidos. Además todos los indicios parecían indicar que el troll había tenido un encuentro anterior que lo había debilitado.

- Sí, el aprecio es mutuo, indicó Beli respondiendo a las palabras de Beran acerca del odio de los trolls a los enanos, - Por otra parte, desconozco que armas podrían estar portando Balin y Oin, pero por lo general preferimos las hachas y mazas a las espadas, así que es posible que esa herida haya sido infringida por un hacha enana.

Cuando estaban a punto de encaminarse hacia el campamento, Trotter les hizo notar la existencia de un par de pisadas de botas en el fango. Aquello sí eran excelentes noticias pero, ¿se trataría de los emisarios enanos?. Resultaba casi imposible seguir buscando rastros en la oscuridad del Bosque Negro, por lo que Beli propuso marcar el lugar con un jirón de tela y retomar la búsqueda al día siguiente.

Quedaba claro en el ánimo general que descansar sería lo más indicado en este momento. Trotter había memorizado el camino de vuelta al campamento y no les sería difícil regresar al día siguiente a seguir las huellas de los enanos con más tranquilidad.

- Si el troll fue herido por un hacha como la que utilizan los enanos de la montaña, es posible que estemos ante la primera pista del paradero de tus compatriotas Beli, ¡son estupendas noticias!

No podía esperar al día siguiente para comenzar la búsqueda. Ahora sólo quedaban unas pocas horas de guardia y volvería a amanecer, tras lo que podrían seguir los rastros con mayor facilidad.

El resto de la noche transcurre sin mayores sorpresas y la sutil claridad que encontráis bajo los enormes árboles del bosque Negro anuncian la llegada de un nuevo día, uno que podría resultar esperanzador por las noticias de anoche, pero que en la asfixiante naturaleza de la zona, bien parece que no pudiera ser posible.

Con la ruta marcada del mapa y la dirección de las huellas encontradas tras el combate contra el troll como únicas orientaciones, la compañía retoma el viaje a bordo del esquife, sorteando las dificultades propias del terreno cenagoso al que se enfrenta.

Pese a las esperanzadoras señales de la noche anterior Beli amaneció con el ánimo sombrío. el pútrido olor de las aguas, la humedad que calaba los huesos, la negra arboleda que extendía sus ramas como si quisiera dejarlos sin aire y sin luz, asfixiarlos de a poco, todo ello había debilitado su ánimo hasta el punto que sentía como el objetivo de su misión perdía sentido por momentos. Jamás los encontraremos con vida.

El pensamiento se instaló en su cabeza como una hierba ponzoñosa y pronto su pésima condición fue palpable para todos en el esquife. No quedaba nada de la férrea determinación con la que Beli había manejado el bote el día anterior y la barcaza avanzaba torpemente, enredándose en las raíces y la densa vegetación acuática, mientras que un cada vez más malhumorado Beli maldecía entre dientes en khuzdul la hora en que se había ofrecido a tomar el timón.

Con las luces del alba, por llamar de algún modo al verde oscuro del dosel del bosque perceptible a diferencia del negro oscuro cual boca de lobo de la noche, la comitiva levantó el campamento y reanudó el viaje por las ciénagas. A Caranthir les preocupó este rumbo, pues hubiera preferido, por lógico, tratar de seguir el rastro encontrado tras el enfrentamiento contra el troll, por tierra. Aunque el Bosque Negro era más peligroso de esa manera.

El pesimismo y mal humor de Beli amenazó con contagiar al elfo mientras atravesaban las aguas estancadas, mas Caranthir se obligó a mantener el optimismo, a pesar de acostumbrar a ser el primero el levantar la voz para prevenir contra funestos destinos. Tenía que evitar el derrotismo para mantenerse avizor, pues darse por rendido en el Bosque Negro era la mejor forma de perder el rastro que creían tener. Y de perderse a sí mismos. Era por ello que Caranthir se afanaba por alejar los pensamientos negativos y pesimistas mientras oteaba los cañaverales, las pozas, los árboles muertos que se encaramaban sobre las aguas, sus ramas cargadas de excrecencias, o las copas altas donde podían esperarles agazapadas las hijas de Ungoliant. Aunque el encuentro con el troll le había recordado que el bosque lo poblaban toda suerte de criaturas, el elfo daba por descontado que, tarde o temprano, tendrían que vérselas con la plaga que infectaba el otrora Bosque Verde.