Partida Rol por web

El elfo atiende con algo menos de interés ya las explicaciones que la compañía le aporta, como si ya hubiera obtenido aquello que necesitaba.

- Pues sí, desaparecieron, pero concuerdo que no hubo magia alguna en este hecho. Es posible que sintieran que les estábamos observando y se escabulleran en silencio. Para lo que a nuestra patrulla importa, daba igual el motivo. Si dejaron algo olvidado debería seguir por aquí - dice respondiendo a Beran en una actitud cuanto menos indiferente - Cuando estábamos regresando fue cuando os detectamos a vosotros, por eso os seguimos. -  mirando en particular ahora a Caranthir, continua - Informaremos al Rey de estos acontecimientos, eso tenedlo por seguro, pero si vais a continuar con la búsqueda de esos enanos, tened cuidado: estas partes de las ciénagas están demasiado cerca de las Montañas del Bosque Negro y ya sabes los peligros que moran aquí.

Sin más, ordena al resto de la patrulla que bajen los arcos y se preparen para retirarse. Él mismo hace un gesto de despedida a la comunidad antes de desaparecer junto a los suyos con la misma discreción con la que aparecieron.

Beran endureció sus ojos ante la respuesta del elfo y continuó buscando sin ningún éxito. En algún momento sus ojos coincidieron con los de Beli que también buscaban alguna pista nueva sobre su gente. Pasado un tiempo, cesaron sus intentos y descubrió que el grupo de elfos ya se había ido.

—Ahora que sabemos que quienes nos perseguían no son ogros ni carroñeros, sino delicadas figuras de piel muy fina, lo mejor sería descansar. Este campamento sirvió a los emisarios enanos y también nos servirá a nosotros.

El beórnida revisó las trampas y volvió a colocarlas en su lugar, asegurándose de que su funcionamiento fuese efectivo. El hecho de que fueran elfos y no hambrientas arañas, no da a lugar a bajar la guardia.

El encuentro había dejado frío a Beli que vio como los elfos se retiraban de la misma forma que habían aparecido, sin la más mínima cortesía.

—En efecto, pieles demasiado finas si le preguntáis a este enano, maese Beran, río con complicidad al comentario del beórnida.

Apenas una certeza, la pista que estaban siguiendo era buena, pero a cambio tenían demasiadas nuevas preguntas, ya que el delgado hilo del que venían tirando se cortaba justo ahí. Como habrían de seguir camino al día siguiente parecía un misterio, pero seguía siendo una pregunta para el día siguiente, ahora debían intentar aprovechar las horas de sueño que les quedaban hasta el nuevo día.

La patrulla desapareció casi como se presentó y la comitiva se quedó sola nuevamente. Si lo que Galion les había contado era cierto, Balin y Óin habían estado allí acampados y luego desaparecieron. Era poco probable que se hubieran escabullido, dado lo agudos y sensibles que eran los sentidos de los elfos, tampoco parecía probable que los enanos hubieran usado magia... Pero el Río Podrido y su cuenca estaban próximos a las estribaciones de la sierra que alojaba a Dol Guldur. Podía haber brujería en todo el asunto y los emisarios enanos podían haber caído en manos de alguno de los más siniestros siervos que servían a la oscura fortaleza.

Caranthir, consciente de que sus habilidades para el rastreo y la inspección no eran las mejores ni más brillantes, dejó al resto que registrara el campamento en busca de pistas mientras él se devanaba la cabeza en busca de menciones en el saber o en su propia tradición sobre la zona y su relación con Dol Guldur, sus habitantes o con algún malvado lugarteniente del Enemigo.

Solamente se interrumpió cuando Beran y Beli bromearon sobre la delicadeza de los elfos.

- Habláis de lo que desconocéis si creéis que los elfos del Bosque Negro somos frágiles y delicados. A diferencia de nuestros primos de Rivendel, Forlindon o Lothlórien, nosotros no estamos acechados por el Mal, si no que lo tenemos a las puertas de nuestros hogares. No hemos cultivado tanto la música y la poesía como la esgrima, ni la cortesía como la estrategia, por lo que aconsejaría en contra de juzgarnos con tanta ligereza. Menos aun cuando una patrulla aun podría estar por los alrededores. Puede que no lo sepáis, pero el jefe de la patrulla resultó implicado, contra su voluntad, en la fuga de la compañía de Escudo de Roble de los Salones del Rey, por lo que no creo que Beli y Trotter le hayan caído especialmente en gracia, aunque la diplomacia de nuestro pequeño compañero haya podido soslayar gran parte de esa animadversión.

Al pronunciar estas palabras, Caranthir hizo una reverencia en dirección a Trotter en señal de reconocimiento a su habilidosa intervención.

Trotter llevaba suficiente tiempo en el grupo como para saber cuándo una discusión más no iba a llevarles a lugar alguno, por lo que decidió no meter baza en las peleas raciales que se habían desencadenado desde la llegada de los elfos. Sí que tomó interés por las palabras de Caranthir. - Caramba, ¿entonces el jefe de la compañía era el famoso Galion? Por supuesto que he oído las historias sobre él, gracias a su borrachera la compañía pudo escapar del rey de los elfos ocultos en toneles. ¡Es una historia divertidísima, cuando la cuenta Bilbo!. Ya decía yo que me miraba raro desde el principio... ¡No estoy acostumbrado a que desconfíen de mi, los medianos no solemos causar ese efecto!

Era momento de descansar un poco para prepararse para el día siguiente. Y como estaban precisamente en el sitio donde habían desaparecido los enanos, buscar sería lo primero que harían nada más despertar. Pero con la mañana sería más fácil todo, por el momento lo mejor sería descansar un poco. - ¿Retomamos las guardias tal y como las planeamos ayer?