Partida Rol por web

Khargûl, Aerandir y Farald, despertáis completamente empapados, yaciendo en lo alto de unos escalones resquebrajados que salen de un túnel anegado de agua a una cámara de piedra. Las pareces son oscuras y húmedas, y vuestro alrededor el hedor es insoportable, apesta a cosas moribundas y a putrefacción. El suelo sobre el que pisáis está recubierto por una película de agua estancada. 

Farald aún está atado, y al otro extremo de la cuerda se encuentra Jooy.

Frente a vosotros se levanta una arcada sin puerta que impida su paso. A través de ella se vislumbra una claridad mortecina que os permite distinguir los contornos y ver dónde pisáis.

Poniéndome en pie intentando no resbalar los miro a todos frunciendo el ceño y poniendo los brazos en jarra.

-¿Pero estáis locos? ¿A qué ha venido todo este espectáculo acuático? 

Mientras hablo voy desprendiéndome de la cuerda que me ata a Farald y recogiéndola de nuevo.

-¿Habéis recobrado el sentido al menos? ¿Alguien sabe dónde hemos venido a parar?

Me pongo en pie con dificultad.

- ¿Qué ha pasado aquí? ¿Qué sitio es este? Y por qué estamos tan mojados, quisiera saber yo.

Compruebo que tengo todas mis cosas, entre gruñidos.

- Qué demonios...- balbuceo mientras me sujeto la cabeza con las manos- Qué ha pasado, qué es este lugar.

Es entonces cuando me doy cuenta de la cuerda que Jooy ha colocado alrededor del torso y todavía me siento todavía más confundido.

- ¿Porqué estoy atado y mojado? ¿Alguien sabe qué está pasando aquí o qué es este lugar?

-Una sombra oscura cayó sobre mis ojos, y nada he visto que se ha disipado. No sé qué fuerza nos ha traído hasta aquí, pero mejor será que estemos prevenidos.

A través de la arcada os llegan ruidos leves, rugidos y pies que se arrastran sin cesar. ¿Qué hacéis?

Trago saliva.

- Ay. El miedo atenaza mi corazón, compañeros. Ya que he llegado aquí, sí, no quiero volverme. Pero veo mi valor menguar frente a lo desconocido. Noto que nuestra empresa se acerca a su fin, pero el sabor amargo en mi boca me hace presagiar que nada bueno encontraremos tras esa arcada. No quiero cruzar esa puerta. Pero, ¡basta de quejas! Tampoco quise que mi pueblo estuviera en el exilio, y así estuvimos; no quise que mi padre cruzara por la cañada más fría en lo más crudo del invierno, y lo hizo igual; no quise muchas cosas que al final sucedieron, así que haré lo que siempre hemos hecho mi gente: resistir el miedo y el dolor y afrontar lo que viene. ¡Vamos! ¡Nadie dirá nunca que fue un hijo de Durin el último que cruzó la Puerta del Terror!

Me subo el cinturón, que con lo empapado se me ha caído un poco, y avanzó al otro lado de la arcada.

Termino de recoger la cuerda del cuerpo de Farald a la vez que contesto.- Yo se que perdisteis la cabeza y os tirastéis al lago. Tuve que seguiros... - Bajo la mirada y la voz- Ya que no conseguí impedirlo. 

No podían ser mejores las palabras de un enano, amigos. Estamos aquí y desde luego yo no voy a mojarme una vez más en este viaje si está en mi mano. Sea lo que sea que haya detrás de esa arcada, que tema ¡porque llega la compañía! - Poniéndome detrás de Khârgul avanzo con él. Mientras saco mi arco y preparo una flecha.

- Relajaos todos- llamo a la calma- está bien ser valientes pero no estúpidos. Vayamos con cuidado, tratemos de escondernos y evitar la confrontación siempre que sea posible. Nuestras fuerzas son limitadas y los misterios de este lugar muy grandes para la comprensión de hombres como nosotros, ay, que fue de los hombres de antaño cargados de poder y conocimiento.

Miro a nuestro alrededor, tratando de evaluar la situación y buscar un buen sitio para escondernos o parapetarnos por si los ruidos se acercan a nuestra posición.

- Psst- llamo desde la arcada a mis compañeros- echad un vistazo ahí dentro, pero con cuidado, no vayamos a llamar demasiado la atención.

Asintiendo ante las palabras de Farald, me acerco pegado a la pared hasta la arcada e intento escuchar detrás de ella. También asomo cuidadosamente mi cabeza a la altura del suelo, agachándome, para ver si consigo ver sin ser visto.

Antes de entrar, me detengo en la arcada un segundo y asomo mi barbuda cabezota, intentando distinguir algo en la penumbra.

Jooy, al asomarte se abre ante ti una vastísima cámara abovedada, que presenta seis aberturas en forma de arco, tres al lado derecho y otras tres al izquierdo. A pesar de la mortecina luz de las teas que alumbran la estancia, alcanzas a distinguir las piedras multicolores que decoran el arco mas lejano a vuestra posición. Además, justo frente a vosotros, al final de la cámara, se  levanta un chimenea vertical.

Unas figuras se acercan a vuestra posición, no parecen haberos visto y no sabes muy bien qué son; sólo percibes sus gruñidos. Al fondo, cerca del arco engalanado con piedras, hacen guardia otros dos.