Partida Rol por web

Pasa ya del mediodía cuando los dos grupos se reúnen en una pequeña plaza en el centro de Valencia. Sentados en varios bancos públicos, comentáis el resultado de vuestras investigaciones. Es hora de tomar una decisión sobre el próximo paso a seguir. Ignacio y Águeda traen caras largas, mientras que Albar y Sebastián visiblemente preocupados, aunque de buen humor.

 Llegamos a una plaza de Valencia donde nos reunimos con Águeda e Ignacio, que por la cara no parecen haber tenido más suerte que nosotros. Nos sentamos en unos bancos cercanos y comentamos lo obtenido.

Bueno, Sebastián y yo fuimos a la posada donde estaba alojado Luis de Velasco y nos contaron la siguiente historia:

Cita:

Me tomo una pausa para respirar ya que contar la historia de nuevo me había dejado la boca seca. Por lo que podéis ver, Luis desapareció de la posada y nadie sabe donde ha ido ni que ha sido de él, el posadero no tenía ni idea de nada más porque ya me encargué yo de soltar unos cuantos reales para que se le aflojara la lengua. 

Suspiro y me encojo un poco. Creo que no nos queda otra que ir al pueblo de Bocaire y intentara averiguar cosas sobre esas cuevas, al final lo de la nigromancia que decía el enviado de la Inquisición va a ser verdad.... A ver donde nos estamos metiendo....

Me seco el sudor frío con el pañuelo ya ennegrecido por el continuo uso de la noche de ayer y el día de hoy.

Demasiadas emociones -pienso angustiada pero, a la vez, bastante excitada.

Menuda historia -suspiro. Todo es demasiado irreal y, por un momento, así estoy a punto de expresarlo, pero… ¡Lo creo! Creo al peregrino y su sorprendente relato.

Ignacio y yo no hemos encontrado nada entre los libros de la iglesia de Santa Catalina -confieso. Siento una fuerte pesadez en los ojos por el esfuerzo de la infructuosa búsqueda-. El párroco nos aconsejó echar un vistazo a los archivos de la Inquisición valenciana. Pero yo creo que es demasiado arriesgado…

 Tenemos pases para poder entrar en los archivos si queremos. Pero igual es algo demasiado arriesgado ya que oficialmente nuestra misión no existe. Pienso durante unos instantes. Quizás deberíamos ir al pueblo, intentar ver que pasa y luego ya si no encontramos nada volver a Valencia y entrar en el archivo de la Inquisición.

Cuanto más lejos del Santo Oficio mejor...

Si no encontramos nada, no será necesario pisar la sede de la Santa Inquisición -respondo, meditando sobre la validez de nuestras licencias… No confío mucho en ella-. El problema es si encontramos algo -Recalco la oración con voz más lúgubre de lo normal.

No se ustedes, pero yo no tengo medios para enfrentarme a una cosa así. ¡La nigromancia me parece algo tan deleznable!

 Ya, ninguno de nosotros está preparado para algo así. La nigromancia es algo desconocido pero que siempre que se habla de ello es en corrillos y en voz baja porque el nombre ya es algo malo. 

Si estamos de acuerdo entonces, vayamos al pueblo de Bocaire. Yo tengo un caballo y podemos alquilar un pequeño carro para llegar hasta allí, o ir andando y tardar algo más.

  Me siento junto mis compañeros con el estomago todavía lleno del copioso desayuno de la mañana. Saludo a Ignacio y a Agueda y escucho con atención lo que nos tienen que contar.

 No creo que los libros nos solucionen mucho en nuestro cometido. Los compañeros parecen estar en peñados en investigar algo en libros y manuscritos. - No tengo ni idea que es eso de la nigromancia, pero según la historia, esos hombres no tenían ni alas ni rabo, seguro que esta les hace sangrar.- Saco un poco mi espada ropera de la vaina que emite un pequeño silbido metálico. - Lo mejor seria entrar en esas cuevas. Claro esta primero y antes de de nada, ir al pueblo y buscar un alojamiento.-

- Y usted mi señora de Agueda seria mejor que no entrara en sitios tan oscuros y repugnantes, como puede ser esas cuevas, nidos de ratas eso es lo que son. Pero si entra nosotros abriremos la marcha y usted estará bien resguardada.-

Ojala fuesen ratas -suspiro acongojada-. Aunque esos hombres no tengan rabos o cuernos, pueden ser tremendamente peligrosos. Estamos hablando de reanimar a los muertos -digo bajando la voz-. Con semejante poder, imagínese lo irrisorias que resultan nuestras armas.

Dispare a uno de sus “lazaros” y, si tienen un poder considerable, ellos lo levantarán de nuevo contra usted una y otra vez…

Espero que mis miedos sean exagerados -comento-, tras una larga pausa-, y que esos hombres no sean más que pusilánimes con algo de poder prestado.

A pie, podemos ir atajando por los bosques, yo puedo guiarlos.

¿Cuanto hay que poner para lo de la comida para una semana?

Aunque me parece demasiado para lo que dura el recorrido. A lo mejor lo la que ya hay comprada tenemos para los cuatro.

Ignacio y yo os damos la mitad de lo que costo y nos ponemos en marcha.

Yo aunque quisiera no podria ir ostentoso, soy un enano pobre asi que tu me diras... a no ser que en tu eterna benevolencia me hayas obsequiado por mis servicios unas ropas nobles.

Vale pues entonces Águeda e Ignacio compran raciones para 1 semana entre los dos ( 3,5 días os dura) réstaos 0.5 reales cada uno o 1 real uno de vosotros.