Partida Rol por web

Muy mala noche... A ver si mejora el día, porque lo que es pegar ojo, hasta a última hora de la madrugada, nada de nada...

No ha sido una buena noche, desde luego, pero al final habéis conseguido dormir como troncos. Ya es por la mañana. Alfred es el primero en despertarse, y cariñosamente agita el brazo de su esposa con dulzura para despertarla.

Habrá que ir a despertar a Joseph y a ver cómo está Emmeline...

Al final acabaste quedando roque, pese a que pensabas pasar la noche más o menos en vela cuidando de Emmeline. Pero el cansancio por el viaje y el susto de la noche acabaron mermando las pocas energías que te quedaban, así que al final Morfeo hizo de las suyas.

Al despertar, ves la cama donde estaba Emmeline revuelta, pero no hay ni rastro de tu abuela.

Coraline despierta después de una noche agitada, se despereza y mira la hora. Tarda un poco en acordarse de lo acontecido, pero luego le pregunta a su prometido, mientras procede a vestirse. ¿Has visto como amaneció Melita?

Los recuerdos de la noche anterior vuelven a la muchacha y un leve escalofrío le recorre la espalda. ¿Cómo hizo Melita para subir tan rápido? Esa pregunta vuela en círculos por su cabeza y la inquieta.

Entonces, vuelve sus ojos hacia Alfred y sonríe. Deberíamos buscar al médico de Melita. Y tirar a la basura esas figurillas… Agrega para sí mientras observa con cierta aprehensión las horribles figurillas que adornan el dormitorio.

Luego, Coraline se dirige a la puerta, la abre con delicadeza y se aproxima al dormitorio de Joseph, pero se detiene en la puerta a la espera de Alfred.

Me levanto como un rayo corriendo por la casa....

- ¿Melita? ¿Melita? La llamo a voces buscándola por todas partes.

- Alfred, Coraline.... Melita no está en la cama.

No sale Alfred del cuarto aún, cuando Coraline es atropellada por un huracán llamado Joseph que sale de su dormitorio llamando a Melita. Recuperada del susto, y mientras su cuñado corre escaleras abajo, Coraline se dirige hacia la biblioteca. Quizá está allí... Pero no la encuentra. Revisa en el baño, tampoco. Baja las escaleras y se encuentra con Joseph que los encara, a ella y a Alfred, preguntando si vieron a Melita. Tampoco está en la biblioteca ni el baño...

Nerviosa, entrelaza los dedos y vuelve sus ojos hacia Alfred, interrogante.

Alfred estaba agotado. Apenas había conseguido dormir en toda la noche. El ver a Melita en aquel extraño estado le había desconcertado y estaba muy preocupado. Mientras pasaban los minutos había estado dándole vueltas a lo que Melita les había dicho durante la cena y a lo que había visto en la biblioteca. Y las palabras de Coraline resonaban aún en su cabeza:

¿Cómo habrá llegado tan deprisa? ¿Cómo habrá podido subir?...

Antes, cuando se levantó en plena noche no hizo caso de aquellas preguntas; estaba demasiado ocupado asegurándose de que la abuela estaba bien. Pero ahora...

Coraline tiene razón, ¿cómo pudo moverse tan deprisa? ¿Podrán los sonámbulos hacer cosas que normalmente no serían capaces de llevar a cabo? Es todo tan extraño... ¿Y si un día al subir las escaleras tropieza? Podría caer, podría ocurrir una catástrofe. Tenemos que llevárnosla de aquí en seguida. Tal vez pueda vivir conmigo y Coraline... o con Josh, que tiene más espacio en su casa y así no se sentiría solo en compañía de Melita...

Tan absorto estaba en sus pensamientos que ni se había dado cuenta de que ya había amanecido ni de que Coraline le hablaba. Solo cuando oyó la desesperada voz de su hermano reaccionó. Se levantó lo más rápido que pudo y corrió por toda la casa junto a su prometida buscando a Melita. Pero había desaparecido. Asustado, Alfred la llamó:

¡Melita! ¡MELITA! ¿Dónde estás? ¡Melita!

Ay, dios mío, ¿dónde puede estar? 

Justo de la que bajáis, encontráis en la puerta de la calle, por dentro, una nota. Es la letra de Emmeline,y para no variar, está plagado de faltas de ortografía:

Alfred respiró hondo al leer la nota.

¡Menos mal! Ya pensé que le habría sucedido algo... Pero, ¿cómo se le ocurre bajar sola a comprar? Tendría que habernos despertado, la habríamos ayudado a traer las cosas... En fin, creo que deberíamos hablar de lo que sucedió anoche. Joseph, ¿qué tal pasó la noche Melita después de que la llevases a tu cuarto? Estaba tan rara en la biblioteca...

Bueno, parece que sus rarezas y achaques sólo son nocturnos. De día actúa como una típica abuela engorda nietos... Melita salió de compras, es un pueblo chico, ¿cuántos mercados puede haber? Uno a lo sumo. Coraline despega de la puerta aquella nota plagada de faltas de ortografía y se vuelve hacia Alfred cuando éste interroga a su hermano.

Y mientras espera que Joseph responda a la pregunta, susurra: Podríamos ayudarla con eso. ¿Dónde acostumbra a comprar?

- Estuvo tranquila, se durmió.... Para ser sinceros, tanto que yo también me dormí.

Miro algo desconcertado a Coraline....

- ¿Comprar? En el pueblecito... Aquí solemos acompañarla nosotros. ¡Alfred, vamos!

Hace años que a Melita la lleva a comprar en coche uno de los vecinos, cuando va él también a comprar lo que le solicita su esposa. En ese aspecto sabéis que está en buenas manos. De todos modos, os sentís molestos por no haberos dado cuenta de su escapada.

Que haya pasado la noche bien me tranquiliza. Como estuve preocupado por ella, apenas pude dormir después de regresar de la biblioteca. Cuando vuelva, no sé si deberíamos mencionar lo que ocurrió anoche. Tal vez se ponga nerviosa y eso no le conviene a su edad... Creo que, si ella no lo menciona, no deberíamos comentarle nada. Pero sí deberíamos apurarnos e irnos hoy mismo, si es posible.

Escuchas un ruido procedente de la cocina. Hay alguien trasteando en ella. Pero Emmeline está de compras...