Partida Rol por web

—Si está atado el enorme bicho, busquemos en el trono por si hay algo y si no bajemos a las profundidades.

Dorwas e Itzala se acercan al trono, examinándolo con cuidado. En la base del trono hay un pequeño botón. Al pulsarlo notan que el trono se puede girar. Tras examinarlo con cuidado giran media vuelta el sillón, a media que gira se va desplazando hacia atrás dejando a la vista un agujero profundo por el que baja una angosta escalera de caracol de algo menos de un metro de ancho.

- Ahi tienes tu bajada - dijo la ex-esclava. - Vamos.-  Y se aventuró en el agujero con los sentidos alerta a cualquier peligro.

Dorwas, aburrido y dando tragos a su petaca, vio a Turling acercarse al trono y le siguió.

Oye, uno de estos quedaría de puta madre en mi taberna. - dijo sonriente mientras empezaba a ver si podría ver cómo desencajarlo.

¡Aparta tus sucias manos, enano! - exclamó Turling. - Es el asiento de alguien noble, no un plebeyo que lo manchará con sus sucios dedos regordetes.

CLIC

¿Ves? Ya lo has roto.

Dorwas silbó para llamar la atención del grupo mientras empezaba a descender, vigilando los escalones, no quería volver a romperles una trampa como pasó con aquella cuchilla la semana pasada...

Itzala se queda con la boca abierta cuando ve que Dorwas y Turnling han encontrado una puerta secreta en el trono, pero se recupera rápidamente: 

- Muy bien, Tumbling. Tú sí que sabes seguir mis indicaciones sin que tenga que explicártelo todo!

Diegen, mientras tanto, observa a los trogloditas observando sus reacciones. Hacen algo?

Dorwas empieza a descender por las escaleras tranquilamente hasta que de repente se para. Hay algo parecido a una barrera a mitad de la escalera. El enano puede atravesarla pero por alguna razón le cuesta hacerlo, anda como si estuviera atravesando agua.

Por suerte en cuanto ha bajado un metro la barrera desaparece. Curiosamente nadie más es capaz de notarla.

El grupo continua bajando la escalera, a medida que se van avanzando un olor a musgo y humedad empieza a dominar al hedor de los trogloditas. Es un olor desagradable y opresor pero un alivio comparado con el de los reptiles.

La cámara que se abre al final de las escaleras es una sorpresa, un elaborado jardín subterráneo iluminado por cristales mágicos empotrados en el techo de la caverna a seis metros de altura. Caminos de gravilla se retuercen entre árboles verdes nunca vistos en Katapesh mientras sopla una agradable brisa que parece salir de la nada. Todo los caminos llevan al centro de la estancia donde se alza una fuente de piedra llena de agua cristalina y rodeada de bancos de piedra.

Al oeste se alza una habitación circular vacía y por el este un túnel lleva hasta unas puertas cerradas.

—¿Pero qué...?— dijo Jonova, totalmente extrañada. —¿Cómo es posible que haya árboles en las profundidades?

Y sin decir nada más, avanzó hasta la tierra fértil más cercana, a comprobar cómo crecían árboles ahí, como podía crecer algo en las profundidades de la tierra, sin sol. 

- La madre que me p...

El paladín mira confundido en todas las direcciones. Qué misterio es este que se oculta bajo la Casa de la Bestia?

¿Pero qué cojones? - dice Dorwas cuando algo parece impedirle avanzar aunque la tozuded enana consigue hacerle pasar.

¿Pero qué cojones? - repite cuando llegan abajo y se encuentran con un jardín propio de los jardines del Palacio del Halcón y hecho un ojo alrededor, no fuesen a encontrarse alguna criatura protegiendo la zona.

A pesar de que Jaali observa todo con ojo critico el jardín parece real. Las plantas se pueden tocar e incluso los frutos parecen comestibles.

Lo que puede comprobar el mago es que el lugar permea magia por todos los poros. Decenas de auras, todas ellas de un tremendo nivel de poder se solapan unas con otras continuamente. No reconoce la mayoría de ellas pero cree reconocer algún conjuro contra espionaje mágico y algún tipo de barrera de guardia. Incluso los frutos parecen poseer algún tipo de magia.

Como bastantes problemas tienen ya, Diegen mira a Dorwas (y a continuación Dorwas mira a Jaali, etc) y juntos recorren todo el jardín, el puente, la sala circular, el árbol, la roca... observándolo todo en busca de peligros. No es cuestión de abrir puertas salvo que las cosas estén realmente tranquilas.

estad atentos, no me gusta este jardincillo privado de carroña. No es de su estilo. ¿y cual es la barrera que impedía a otros llegar al pergamino? ¿se percibira desde aquí?

Mirando la cara que pone Jaali ante tantas auras...
haz algún truquito de lucecitas de los tuyos follaviales, quiero que compruebes que aquí abajo nos sigues valiendo para algo.

—En fin, supongo que con magia se puede hacer de todo.— dijo Jonova sin darse cuenta que le daba al mago la razón en todos sus puntos.

—Demos un vistazo por todas estas estancias o jardines y si no hay nada, vayamos a las dobles puertas.

El jardín es agradable y tranquilo, y no parece haber nada peligroso en él.

Impresionante. Muy impresionante. - comenta el mago mientras mira alrededor. Despues se acerca al arbol y recoge unos cuantos frutos - Habra que analizar estos mas en detalle

¿Fermentarán? - pregunta Dorwas a Jonova cuando Jaali toma uno de los frutos y él hace lo propio, seguro que Undrella querría echarles un ojo con algún compuesto suyo.

Bueno, está claro que aquí es donde teníamos que llegar. - dice señalando las dobles puertas y acercándose a abrirlas.