Partida Rol por web

- También podías haber preguntado tú, descerebrado. - pienso mientras fulmino al tipo con la mirada.

- Gracias. - respondo secamente tras lo cual entro en el poblado en dirección al bar que nos ha señalado.

Apenas hemos avanzado un par de metros Quill empieza a balbucear así que decido poner una mano sobre su hombro para que se tranquilice y guarde silencio.

- Ahora no. - le digo. Ya habrá tiempo. - añado mientras una sonrisa burlona se dibuja en mi cara.

Al llegar al bar simplemente entramos.

- ¿Chenshan? - pregunto.

Muchas gracias señor. ¿Cuántas habitaciones tiene el edificio? Me gustaría saber si hay alguna sala común, comedor o similar, en la que poder conocer a la gente que ha venido a la subasta, ya me entiende...acabo entre susurros mi pregunta. Parece que la gente importante no se deja ver, solo los sirvientes, y eso me inquieta porque me gustaría poder conocer a qué nos enfrentamos cuanto antes.

Lanus estaba encantado con el final de la travesía, le encantaban los viajes pero,obviamente, no los enfrentamientos armados. Se había dado cuenta de su propia fragilidad y lo insensato que había sido no contratar al menos a un guardaespaldas. Afortunadamente la señorita Castillo y su gente estaban ahí, pensó, parecen todos muy profesionales y la señorita es un encanto. Se ruborizo momentáneamente ante ese pensamiento impropio de él.

De pronto la idea de recorrer la Casa inundo su mente, su curiosidad aumentó al saber que tendrían libre acceso a todo el recinto y que había una biblioteca que estaba siendo tranquila por los adeptos del Administratum. Fijo que tiene que contener muchas cosas interesantes.

- Jules, ¿tienes todo el equipaje a mano? - preguntó a su asistente - Cógelo todo que nos van a indicar donde hospedarnos.

- Muchas gracias por hacer un viaje tan interesante más seguro - dijo mirando a la señorita Castillo - Espero tener el placer de hospedarnos cerca, no solo por la seguridad, también por la grata compañía. Si puedo hacer algo por usted o su grupo no duden en pedírmelo, estoy en deuda.

Hiram señala la tableta de datos que les ha entregado; una a Daga, la otra a Lanus. La Casa contiene miles de habitaciones. Se ha acondicionado una pequeña zona de apartamentos para los asistentes, vuelve a señalar la escalera a la derecha de la sala. Cada una de estas zonas contiene veinte habitaciones, entre dormitorios, salas y demás.

- Cada guardia tiene instrucciones de entregarles la llave de la zona que les corresponda. Señor Cisten, si quiere puedo reubicarlo en una zona aledaña a la de la señorita Castillo? O acaso prefieren compartir apartamento? Lugar es lo que sobra. Ahora mismo están a unos minutos caminando uno de otro.

Observan que el equipaje está siendo cargado a un gran y ruidoso ascensor, supervisado por un oficial.

     La asesina asintió a las palabras de Lanus. - Estoy segura, señor Cisten, de que sus conocimientos nos serán realmente útiles a la hora de evaluar los objetos que salgan a subasta para saber cuales son mas interesantes. Será un honor que nos acompañe durante nuestra estancia aquí. Revisó la placa de datos y pensó para sus adentros que cubrir la zona para descartar peligros no era una opción. El lugar era demasiado amplio y enmarañado para ello.

Muchas gracias señor Bland, iremos enseguida a nuestras habitaciones. Les hago una señal a mis compañeros para que acabemos la charla con Hiram Bland y vayamos a las habitaciones para poder planear ahí nuestra estrategia de juego.

Miré el mapa con detenimiento. Madre mía, este lugar es como una ciudad en sí mismo. Hay miles de lugares donde podrían esconderse... hasta un ejército entero. Por no decir otras cosas... Asentí ante el comentario de Narya, era hora de crear una base de operaciones, habría que asegurar el lugar, en muchos sentidos. Vamos, será mejor. Había que organizarlo todo.

Entran al bar a través de una puerta que antiguamente fuera solo una placa de metal, ahora con burdas bisagras. El interior está bien iluminado, una habitación rectangular con mesas y sillas viejas pero limpias.

Sentados en las mesas, en grupos de dos o tres, hay unas diez personas. Para los ojos expertos de los mercenarios, todos son capaces de usar las armas que cuelgan de sus cinturas, y no tendrán remordimiento. El bar no tiene seguridad; casi ningún tugurio de este estilo la tiene: sus propios clientes son suficientes para disuadir a cualquier idiota que se haga el tonto. Es un lugar para relajarse, en medio de serpientes.

En el fondo hay una barra, y tras la barra un hombre flaco y con cara de cansado. Limpia la barra en el gesto anacrónico y típico de todos los dueños de bar; levanta la vista y saluda con la cabeza a Quill y Vymer. Coloca en la tabla dos pequeños vasos y vierte en ellos una sustancia marrón transparente. Los invita a sentarse en la barra, y empuja los vasos hacia ellos.

- Amasec. El primer trago lo invita la casa.

Los evalúa con mirada de viejo bribón. Dudo que hayan venido acá por placer. Así que supongo que son negocios. En qué puedo ayudarlos?

- No hay problema, dicen Hiram, y hace un par de gestos sobre su propia placa. Llama con las manos a un oficial cercano. Los señores iran a sus habitaciones ahora, cabo. He modificado el manifesto Omega-Omega-42 para cambiar la localización del Señor Cisten y Compañía.

El cabo acepta la placa, asiente con la cabeza y saluda. 

- Si sus señorías me siguen, dice el guardia.

Los guía por la amplia escalera que antes vieran hasta el segundo piso. El complejo es de una piedra gris, tallada rústicamente. A intervalos regulares hay nichos con pequeñas vasijas, o estatuillas. Cada 15 metros una bola de un cristal lechoso incrustado en la pared projecta una luz ambarina, dando la impresión de que fuera luz de velas la que ilumina el lugar. 

- Sus habitaciones, indica el oficial. Señala una puerta de plasti-acero profusamente decorada y entrega a Daga una digillave. Luego la de enfrente y entrega a Lanus otra llave. Pueden recorrer el lugar, pero les advierto que solo patrullamos y controlamos las zonas donde ustedes residen. Este lugar en como un panal de abejas y pueden encontrar puertas o portillos que llevan a catacumbas, pasadizos, altares... sacude la cabeza. Es imposible cerrar todos o controlarlos. Fuera de nuestra zona, quedan en manos de los Hermanos del Lamento. Van a su propio riesgo, señores.

Agarro la bebida y la ingiero de un trago.

- Gracias. - le digo.

Permanezco callado para que sea Vymer el que hable.

- Necesitamos localizar a alguien. - digo agarrando el vaso que me tiende. Pero no vale cualqueira.

- No sabemos su aspecto, tan sólo tenemos un dispositivo que reacciona con la sangre y que nos dirá quién es.

- No obstante, como comprenderás, no podemos ir pinchando a todo el mundo ya que llamaríamos mucho la atención.

- Ese alguien estará en la subasta que se celebrará en breve. - comento. Y supongo que cuando termine desaparecerá así que podría decirse que vamos contrarreloj.

- Señorita castillo - dice mirando a la mujer -, será para mi un placer poder ayudar en lo que buena mente pueda. Además de contar con la protección de su grupo, que ha demostrado ser bastante eficiente, pensó para si, el mundo parece bastante más peligroso de lo que pensé inicialmente.

- Jules, recoge el equipaje y sigamos a nuestros nuevos amigos - viendo la cara de disgusto de su asiente al tener que cargar el peso el solo añadió-. ¡Oh Jules, no te quejes tanto! Solo es un poco de equipaje, déjame mi maletín, y así tendrás una mano libre para cargar con el resto. - la cara del asistente indicaba claramente que el peso del maletín era lo que menos le importaba comparado con el del resto de las cosas.

Una vez llegados a su destino le surgió una duda, midando la placa de datos no le quedaba muy claro.

- Señor guardia, ¿Dónde dijo que quedaba la biblioteca y cual es el mejor camino para llegar?

     - No se preocupe. Contestó Daga al guardia. - No he venido aquí a hacer turismo sino a la subasta. No nos alejaremos de la zona marcada como segura.

Chensan prende un cigarro. En la penumbra del bar, la brillante punta del puro da a su cara un tinte duro, rojizo. Pues a mi me suena que les han dado un trabajo difícil, seguramente bien pago. A ustedes, no a mí. Tal vez se me ocurra alguna forma de ayudar, si hay algo que puedan darme a cambio, claro.

Un par de hombres en la mesa cercana rien por lo bajo, disimuladamente, y murmuran: Arréglatelas solo, viejo.

La sonrisa del dueño del bar se ensancha. Entonces? Vinieron a hacer sociales, o a hacer negocios?

El oficial señala el camino por donde han venido. La biblioteca está en la profundidad de la Casa, pero tenemos una selección de tomos que estamos resguardando en nuestras oficinas, junto a la entrada al gran salón, donde los recogí. Derecho, baja la escalera, no tiene pérdida. Es bienvenido a tomar una taza de kaff allí cuando lo desee, señor.

Observa a todo el mundo acomodándose en sus habitaciones y saluda. Si eso es todo, los dejo. Se retira con paso rápido en la dirección en que vinieron.

Las habitaciones son amplias, y están organizadas en "complejos" con solo un puñado de puertas de acceso a los pasillos que las rodean. Cada complejo posee habitaciones, salitas y varios cubículos de higiene. Son, en resumen, como pequeñas casas autocontenidas en lo profundo de la montaña.

Las paredes son de piedra, de textura basta pero suave por el paso del tiempo. Los pisos, de la misma piedra, tienen incrustaciones de metal formando símbolos, plegarias y citas sagradas. Todo el conjunto está iluminado por medias-esferas en las paredes, a la altura de la cabeza, que despiden un cálido color ambarino.

Tienen hasta la cena para hacer lo que quieran. Qué hacen?