Everett parece hastiado, ignora su pregunta y le dice:
- ¿Vas a guardarte esa maldita ardilla en el bolsillo por si te entra hambre más tarde o qué? ¿Y se puede saber que haces con la cadenita esa? ¿Tratas de aprender juegos de manos para unirte a un circo o qué?
Joder Don, a veces parece que estuvieses realmente mal de la cabeza...
- La próxima vez en lugar de licor de alcachofa creo que le voy a poner una tila.
Maldito Don, me has ignorado. ¿Así era yo? ¿Así eran los humanos? ¿Ignorando todo cuanto no comprenden? La rabia se apoderó de mi serpenteante cuerpecito de plata. Me deslicé por la abertura de la derecha. Un botón, tsss, tendrás que hacerlo mejor, pensé mientras intentaba salir del bolsillo y reptar hacia la rendija de la puerta. ¡Ahora os vais a enterar, humanos!
El diálogo de sordos que mantenían Don y Everett, donde nadie respondía a nadie, se vio interrumpido porque la cadenita, por si misma, pegó un brinco desde el bolsillo donde Don la había introducido hasta el suelo. Una vez en el suelo, comenzó a culebrear como si fuera una verdadera serpiente y se lanzó en dirección a la puerta.
Acciones, si lo deseáis.
Una cadenita que se mueve sola merece una tirada de cordura por tu parte, ¿no crees? Si la pasas no pierdes nada, si no la pasas pierdes 1d3.
Everett se queda mirando a la cadenita, sin saber si dar crédito o no a lo que parece haber visto.
Se queda paralizado, tratando de buscarle una explicación... o asumirlo.
Motivo: Cordura
Tirada: 1d100
Dificultad: 50-
Resultado: 5 (Exito)
¿Me ha visto ir a la puerta? ¿Lo he conseguido?
Vamos a darle la opción de hacer algo heróico, como hizo la última vez XD. Si no tengo respuesta, se habrá quedado ojiplático y te dejaré escapar.
Don no acertó a reaccionar. La cadenita, moviéndose por si misma, se deslizó bajo la rendija inferior de la puerta de la cabaña y salió al exterior.
Fuera soplaba el viento. Fuera hacía un frío polar. Muy bien podía estar la temperatura a -0 Fº
-0 Grados Faranhait, o sea, el equivalente a unos -18 Grados Centígrados. Muy peligroso permanecer en pijama con semejante frío.
Tanto Don como Everett: -1 punto de daño por frío.
¡Estabas fuera! Frente a ti se extendían las lóbregas sinuosidades del Bosque Oscuro. Olfateabas el camino para llegar al Abismo... Cristales de hielo por todas partes multiplicaban la luz de la luna, hiriéndote como pequeñas agujas. Era necesario buscar camino por zonas no iluminadas por el odioso ojo blanco fijo en el cielo. De vez en cuando, nubes rápidas como centellas tapaban esa dolorosa luz, dándote unos momentos de descanso.
Everett se acerca a su compañero.
- Don, por el amor de Dios ¿Qué coño ha pasado?
¿Daño por frío dentro de una casa, con chimenea, licor de alcachofas y un pijama que por lo menos será de lana?
Madre mía, pareces sevillano...
:-P
Aquello fue tan repentino que no fue capaz de reaccionar a tiempo y, cuando quiso darse cuenta, una gélida ráfaga de viento lo golpeó en la cara. Fue el grito de Everett lo que lo sacó d su ensimismamiento.
-¡Everett, por lo que más quieras, ayúdame a encontrarla! ¡No puedo perderla! ¡Tengo que tenerla cuando amanezca! ¿¡Cuánto falta para que amanezca!?
Sin esperar respuesta pero confiando en que su amigo lo ayudaría -o, por lo menos, le respondería esta vez- se lanzó en dirección a la calle, en busca de la cadenita.
Motivo: descubrir
Tirada: 1d100
Dificultad: 25-
Resultado: 61 (Fracaso)
Pro parece que no la encontró... :(
¿Daño por frío dentro de una casa, con chimenea, licor de alcachofas y un pijama que por lo menos será de lana?
Madre mía, pareces sevillano...
Si fuera estáis a -18ºC, pon que dentro estáis a -8, que el fuego ya no... eso. Y la sensación de calor que te da el alcohol es engañosa :)
¡Lo conseguí! Y pensar que estuve a punto de entregarme a Everett. ¿En qué estaba pensando? Soy libre, y así tiene que ser.
Serpenteé buscando la sombra de los Dioses de Madera, evitando el doloroso reflejo, la incomodidad de la luz, el pulso que me instaba a no parar era fuerte pero mi cuerpecito se estremecía bajo el Ojo del Cielo. Necesitaba llegar al Abismo. Allí estarían todas las respuestas que esperaba encontrar. ¿Quién soy? ¿Por qué despierto ahora? ¿Siempre fui yo y el Don de Carne había sido un sueño? ¿Quién me esperaba en el Abismo? Tenía la sensación de llegar tarde, aceleré el ritmo dejando atrás todo cuanto una vez conocí.
- Joder...
- No se que coño era eso, pero creo que si me vuelvo al catre voy a dormir bien poco, así que no pierdo nada por echar un vistazo fuera. Malditos artistas bohemios...
Entre murmuraciones impías, Everett se pone rápidamente sus botas nuevas y una capa de ropa capaz de amortiguar el impacto de un obús de la guerra franco prusiana.
- Supongo que no pretenderás salir a las Tinieblas Exteriores así vestido ¿No?
Everett se dirigía a una puerta abierta por la que entraba una helada del copón, y a la espalda de Don que, en pijama y descalzo, el muy loco, se iba alejando mientras miraba por todas partes en busca de la cadenita.
Aquellas molestas criaturas... no. La criatura llamada Don te siguió abriendo la puerta. No sabías muy bien por qué, pero su ridícula estampa en pijama no te hacía mucha gracia. Hacía frío. Mucho frío. La escarcha cubría todo como si acabara de nevar. Qué importaba que se congelara aquel cuerpo desconocido llamado... ¿cómo se llamaba? ¿Din, Don? El abismo llamaba a la puerta, y aquel ser intentaba impedir que la serpiente llegar a él.
¿Estrategia? ¿Te escondes de Don o echas con él una carrera? O sea: ¿rapidez o sigilo?
La luna nimbada por la niebla iluminaba un paisaje de cristal, tanta era la escarcha producto de la humedad ambiental y del intenso frío. ¿Niebla? Más bien diminutos cristales de hielo en suspensión. Este cuerpo iba a sufrir un buen castigo pero ¿qué importaba? Habías adivinado dónde se dirigía la serpiente que era tu cuerpo: al bosque, al abismo. No podía ser. Comenzaste a pensar, según salías al porche de la cabaña, cómo podrías atraparla. ¿Irías corriendo tú misma hacia donde estaba el abismo para cortarle el paso? No se la veía por ningún lado. ¿Se estaría escondiendo o era muy veloz, y había que ganarle en velocidad?
¿Buscas la serpiente o echas a correr para cortarle el paso?
Al salir cierro la puerta, para que no se me llene la cabaña de nieve.
- Don, si pasas fuera más de 5 minutos así vestido te va a dar una hipotermia, y probablemente luego se agrave con una pulmonía. No me apetece nada tener que arrastrar tu cuerpo helado de vuelta a la cabaña.
Echo un vistazo a ver si veo la dichosa cadenita.
Din Don estaba obsesionado conmigo. ¿Qué le pasa? ¿Por qué tanto interés en mí? Debo ser muy valiosa... Va a morir congelado y no le importa. Estas criaturas de carne no eran muy inteligentes. Cómo me alegraba de no tener nada que ver con ellos.
Noté y escuché sus pasos en la nieve, crujían y empezaban a aterrarme. Sacudí mi cuerpecito para desprenderme de esas ideas. Yo tenía que llegar al Abismo. Era muy importante. Muchísimo. Si pudiese hacérselo entender... Me retorcí en el manto blanco mientras escuchaba como se acercaba, intentando dibujar con mi cuerpo palabras. Palabras conocidas. Palabras que me recordaban a otro Don que no era el ser descalzo que me perseguía sin descanso. Déjame ir, intenté formar las palabras que no sabía por qué me hacían daño. Dejé mi mensaje bajo un rayo de luz del Ojo del Cielo. Dolió, por dentro debido al mensaje, y por fuera por culpa de la luz, así que esperé que pudiese entenderlo.
Ya veía su silueta dando tumbos por el Bosque Oscuro. Busqué un hueco en el tronco de un árbol cercano, y a sabiendas de que seguiría mi rastro, comencé a reptar hacia arriba con la intención de salir por algún otro hueco a la altura de una rama.
Gasto puntos de magia para el mensaje escrito.
Me inclino por sigilo.
Me quedas tú, Don, para avanzar...