Partida Rol por web

Munch acepta acudir al lugar que le has indicado, pero te repite que no logra ponerse en contacto con Daniel Maxwell.

Tras afianzar su posición de superioridad y asegurarse así de que Munch se toma la situación con la seriedad que corresponde, Iván acepta realizar el encuentro a cambio de 750.000$ en metálico como compensación por la decepción con el asunto Maxwell.

Tras recordarle la condición de que venga sólo por la seguridad de su familia cuelga, mirando el reloj. En 50 minutos tendrá un encuentro interesante.

Sin perder tiempo la furgoneta se encamina llegando en poco tiempo al apartado y discreto lugar, la explanada en mitad del almacén en los muelles.

El ruso baja del automovil observando con atención la zona, su ayudante le observa curioso, posiblemente tratando de averiguar qué pasa por la mente del antiguo espia. No es el estilo de Iván ser muy explícito respecto a sus intenciones. Acostumbrado a obedecer órdenes o trabajar sólo, sin duda posee más capacidad de iniciativa e improvisación que dotes de liderazgo. Sin embargo sabe ser claro y preciso en las órdenes y sus cómplices siempre han sabido que ponerse de su lado suele salir rentable. Muy rentable.

Quédate aqui a la vista, con ella posiblemente se refiriera a la hija aunque el vago gesto que hizo con la mano señala que no le importa gran cosa ese detalle
estaré sobre ese contenedor cubriéndote con la otra mujer. Cuando llegue regístrale, si todo está en orden y trae el dinero, cójelo y dile que espere ahi, ocupa mi lugar apuntándole, dejando al rehen con él. Yo me encargaré del resto de la "transacción". Si en algún momento me pierdes de vista te llamaré al movil cada cuarto de hora, si no recibes esa llamada mátala.

Tras una intensa mirada en la que el ruso confirma que la orden ha sido entendida y será llevada a cabo de manera precisa, se da la vuelta sacando su teléfono movil para hacer una llamada mientras ocupa posiciones.
Si hay problemas mata al rehén. Habria sido la siguiente especificación que el ex-KGB habria hecho. Sin embargo sabe que no es necesaria. No con su viejo compañero de armas, él es un profesional y su profesión es esta. Cuando Iván se da la vuelta, el otro ya se está colocando un pañuelo oscuro tapando su rostro, dispuesto a dar lo mejor de sí como mediador.

Al llamar a tu soplón, te informa sobre una información que acaba de conocer hace unos pocos minutos.

Al parecer, el LAPD ha recibido llamadas sobre una escaramuza con disparos en la dirección Compton, 136 th., 178, South LA, que es precisamente la indicada por DiLuca como la residencia de Hipólito Ríos. Los testigos han hablado de pandilleros con armas automáticas, cadáveres acribillados en la calle e intercambio de disparos.

Tu contacto está rastreando las emisoras del LAPD y contactando con televisiones locales para obtener más información sobre lo que está ocurriendo.

Oyes el ruido del motor antes de ver aparecer el coche. A los pocos segundos lo ves aparecer por una calle de contenedores, entrando en la explanada despejada de este almacen al aire libre.

Se trata de un coche grande y de lujo, negro, que avanza a mínima velocidad hacia la furgoneta, donde está tu camarada apuntando con su arma a la cabeza de la maniatada mujer de Munch.
Examinas con cuidado el vehículo a traves de la mira telescópica de tu rifle. Tiene los cristales tintados y está blindado a prueba de balas. Qué sorpresa.

El automóvil se detiene a unos veinte metros de la furgoneta. Del asiento del conductor baja un tipo alto, rubio y de pelo corto, vestido de traje y con gafas oscuras. Pero le reconoces a pesar de las gafas.
Es Duncan Munch.

Duncan avanza unos pasos hacia tu compañero. En una mano lleva una bolsa de deporte negra. Al mirarle de cerca con el teleobjetivo, te das cuenta que tiene el traje como abultado. Sin duda lleva puesto debajo de la chaqueta un chaleco antibalas.

A pesar de la distancia, lo oyes perfectamente cuando grita.

¡Ya estoy aquí! ¡Traigo el dinero! Y después, dirigiéndose a su mujer. Tranquila, cariño, todo va a salir bien.

Con la ayuda del teleobjetivo Iván ve el dinero cambiar de manos. Su ayudante abre el recipiente y echa un vistazo, sabe cómo funcionan las cosas y solía tener buen ojo para detectar falsificaciones. Mientras ve intercambiar unas palabras de rigor entre ambos el ruso, sobre su puesto elevado, prepara el micrófono direccional. Ha trabajado el tiempo suficiente en inteligencia como para reconocer la utilidad de estos medios y tratando con bichos como Munch siempre es mejor saber que no saber.

Tras comprobar que el otro está desarmado, con el dinero en la mano y aún empuñando su arma, su antiguo compañero deja solo al matrimonio Much. Dejándole bien claro que espere exactamente ahi, conservar a la hija como rehen permite conservar la autoridad. Desde su posición el exKGB enfoca el micro direccional para oir todo lo que diga Munch desde el momento en que la pareja queda a solas.
Tal vez tenga un heróico plan de rescate y sea el momento de acabar con él.

A través del micrófono direccional sólo escuchas las típicas frases de rigor, nada útil.

En el momento en que tu asociado desaparece de la vista de Munch (se tiene que meter dentro de una de las calles formadas por contenedores para llegar a la escalera que conduce donde estás tú), tu objetivo empieza a quitarle la mordaza a su esposa.

El ruso escucha unos segundos más la conversación entre la pareja ¿te han hecho daño? no, estoy bien ¿quiénes son? ha oido eso muchas veces, bonitos reencuentros pero siendo realistas Ivan lo tiene claro, cómo acabe depende plenamente de ellos.
Su ayudante sostiene el rifle de largo alcance y ocupa su lugar, manteniendo a la hija bajo vigilancia, Ivan baja, dirigiéndose hacia los Munch.

Cuando ha llegado con su "objetivo" y su esposa el ruso deja ver una sonrisa discreta pero cálida, al estilo americano, se dice el espia. Un ruso nunca sonrie a un extraño pero Ivan se ha adaptado muy bien.
Buenos dias señor Munch aunque no le ofrece la mano, su tono y actitud es la de un amable intermediario financiero, dispuesto a cerrar un trato amigablemente.
Señor Munch, conteste a una cuestión con total sinceridad, le conviene.
¿Podria tener acceso a Hipólito Rios hoy mismo sin el señor Maxwell como intermediario?

Los ojos de Duncan Munch, cargados de odio, no dejan de mirarte fijamente.

¿Es una broma? Te replica. Hipólito y Maxwell han sido asesinados esta misma mañana...

Tratas de encajar la información sin que tu expresión facial cambie lo más mínimo. Duncan sigue hablando, escupiendo las palabras con odio.

¿Acaso crees que soy tan estúpido como para no ver la relación? ¡Enhorabuena, lo habéis conseguido! Mis dos principales hombres están muertos y ahora ya no me queda nada... pero dime ¿por qué yo? ¿Acaso soy tan importante como para montar esta operación simultánea?

Sólo te pido una cosa... terminemos este negocio cuanto antes. Quiero recuperar a mi familia.

Uhm Maxwell estaba ilocalizable y mi contacto me informó de un tiroteo en el barrio de Hipolito. Tiene sentido, pero eso significa que la envergadura de esto es mayor de lo que suponía, como dice el señor Munch. He subestimado a la competencia.
El ruso está acostumbrado a jugar sus piezas de la mejor forma posible, tiene a Munch, el objetivo más caro... además de lo que pueda sacar por su familia. Sin duda su hermano, un contable de la mafia tambien estaría mas que dispuesto a pagar, pero pensar en el testigo protegido le hace cuestionarse cosas. Las mismas preguntas que le hace Duncan Munch y también otras.
No le gusta no entender los asuntos en los que se mete y en esto hay mucho que aún no ha desvelado.

Iván sin responder a las palabras de Munch camina hasta la cercana furgoneta, abre la puerta trasera y con un movimiento de mano, un brusco tirón, un cadaver con el cráneo destrozado cae del vehiculo al suelo.
Volviéndose a Munch, el antiguo espia habla lentamente.
¿Recuerdas el charco de sangre en la puerta de tu casa? abatí a este cuando estaba a punto de entrar en tu casa con un arma automática bajo el abrigo. No es ningún Boy-Scout.

parece ser que sí... eres importante para alguien, muerto. Pero lo cierto es que yo voy por libre una sonrisa aparece en su rostro.

Háblame de tu hermano, Robert Munch y de sus negocios actuales...

¿Mi hermano? Duncan gruñe. ¡El cabrón traidor de mi hermano es un maldito testigo protegido del FBI! ¡Nadie tiene acceso a él hasta que pasado mañana declare en el juicio de Alfredo DiLuca! ¿No te enteras de nada? ¡Él era el contable que blanqueaba la pasta de DiLuca, y cuando declare contra él a DiLuca le va a caer la perpetua!

¿Pero qué tiene que ver todo esto conmigo y mi familia? ¡Mi hermano y yo nunca hemos tenido negocios juntos!

Tu mente trabaja a toda velocidad hasta que encajas las piezas.
DiLuca quiere que Robert Munch, su contable, no declare contra él pasado mañana. Pero no puede ir contra él porque es un testigo protegido por el FBI y no sabe donde está.
¿Qué hace entonces? Manda a los miembros de la Casta Asesina en LA contra su hermano Duncan Munch y sus asociados. ¿Para qué? Para acojonarle con esas muertes y hacerle ver que si declara es hombre muerto.

Una maniobra desesperada de Di Luca, pero no le quedaban muchas otras salidas...

Y ahora por favor, devuelvame a mi hija. Duncan te mira a los ojos. Yo le he entregado el dinero...

En ese momento te das cuenta que Duncan le ha echado un vistazo rápido al coche de cristales tintados en el que ha venido.

Jurarías que trama algo...