Partida Rol por web

Alek no quería admitirlo, pero la ciénaga era un lugar tramposo y estaba algo desorientado. Su única estrategia para buscar terreno alto era seguir la maleza y los árboles, ya que una mayor concentración de árboles requeriría más tierra para aferrarse.

Llamó a Sam y le propuso su idea.

- Sam, si puedes hacer de nuevo tu truco de convertirte en cuervo, mira si puedes encontrar árboles altos. Cuanto más grandes mejor, ya que son los que necesitan más terreno seco para crecer -

- Si encontramos un lugar seco podemos detenernos a descansar y comer algo - dijo mirando a Stella y Taddeus.

Sam asentía ante las indicaciones que Alek le daba, en más de una ocasión el explorador había encontrado refugio gracias a sus habilidades, pero cuendo trabajaban juntos eran mucho mejores. -¡De acuerdo!- De igual forma ya se estaba cansando de caminar por la molestia que aún tenía en su tobillo. Así que sin más demora y flexionando sus rodillas se preparó para dar un nuevo salto que iniciaría la transformación, toda su figura se encogió y un rastro de plumas quedó en el lugar mientras se alejaba dando rápidos aleteos.

Los árboles eran cada vez más tupidos y sus ramas se entretejían formando una suerte de bóveda que impedía que los rayos del sol penetrasen en su totalidad, el pequeño cuervo maniobró colándose entre aquella maraña verde hasta que logró superar las copas altas de los árboles. Observó la majestuosidad del pantano, se extendía hasta donde su vista se perdía, era mucho más grande de lo que imaginaba. Avanzó hacia la dirección que le había indicado Aleck, donde probablemente encontrarían terreno más elevado, para hacer un breve reconocimiento, fue justo en ese momento dónde pudo ver algo que le impactó. ¿Esas eran ruinas?¹

Aquellas ruinas estaban perfectamente camufladas con el entorno, solo gracias a su posición privilegiada desde el cielo había notado una de las torres que sobresalía, que por cierto parecía tener un diseño muy similar a la torre del campanario que se construía en Niom, debe ser una gran coincidencia, ¿Verdad?

Se dispuso a regresar para informar de su descubrimiento, se coló entre las ramas mientras descendía y cuando detectó en la distancia al grupo, también notó algo más. ¿Que era eso?²

Las precisas explicaciones de Alek y las increibles dotes transformativas de Sam se aliaron a vuestro favor, dejándoos avanzar por el inquietante paisaje de la ciénaga sin sufrir mayores peligros. La oscuridad era tal que aun a estas horas había tocones y árboles cubiertos por un rocío permanente que los hacía parecer cubiertos por telarañas, peor era solo un efecto térmico de aquel lugar, nunca expuesto a la luz directa del sol.

Medio minuto después recorríais una de esas cálidas zonas en las que el terreno parecía respirar bajo vuestros pies, reventando con modorra bolsas de gases que hedían como nada que hubieseis olido antes y como nada que quisieseis volver a oler. En esas zonas quien más parecía sufrir era Sir Taddeus, quien sudaba copiosamente en el interior de su armadura, como si de un pollo en un horno se tratase. Al menos se libraba de los perfumes del lugar, un sufrimiento que Stella no podía pasar por alto.

Alek se pasmó al ver cómo el vuelo de Sam, a modo de avanzadilla, les guiaba hacia una estructura ruinosa pero alta en medio de aquel páramo lodoso. Una estructura tal carecía de sentido en un lugar así. Os hacía recordar aquellas leyendas sobre reyes que construían castillos en zonas cenagosas para ver cómo estos eran tragados por la tierra, pero que en su cabezonería seguían construyendo sobre el mismo terreno hasta que este, relleno con todas sus ruinas anteriores, acaba aceptando sostener una última estructura sobre estas, proporcionando un lecho retorcido y con los días contados al moribundo y enloquecido monarca.

Pero aquel campanario vacío y aquella estructura parecían más erectos de lo que el terreno debería haber permitido. Aun así sus paredes parecían salir del barro, que las cubría como si de los bordes de la aureola en torno a un forúnculo se tratase. Que fuese difícil precisar de cuando datarían aquellas ruinas ya era un señor enigma, pero el que los exploradores o el propio alcalde de Niom no hubiesen hecho referencia a una estructura tal os hacía pensar que aquello debía de ser fruto de los peculiares cambios que parecían tener lugar en la ciénaga desde que las nieblas les asaltasen.

Ciertamente la aparición de edificios nuevos, de apariencia antigua no era una nadería, ni mucho menos, pero entre los rumores y leyendas sobre el lugar, parecía que os iba a tocar aceptar la naturaleza planar o sobrenatural de aquel entorno.

Para alcanzar aquella edificación había que recorrer un nuevo tramo de barros profundos que casi os llegaban hasta la cintura, y había algo inquietante, poco acogedor en aquella postal. Aun así, el cansancio os apremiaba a buscar un lugar donde descansar, y aquel lugar parecía lo más sólido en kilómetros a la redonda.

Mientras vuelas hacia aquel campanario todo parece ir bien, pero al dar una vuelta en torno a este para volver a encarar a tus compañeros ver algo que te inquieta: unas formas alargadas parecen surgir de los lodos a pocos pasos por detrás de Stella, aparecen tres brazos o más brazos, que avanzan, como apéndices de un animal que se escondiese bajo el agua, hacia tus compañeros. Ves que cerca de Taddeus también comienzan a asomar dedos cubiertos (o formados) por barro, solo Alek parece librarse por ahora.

—¿Por qué el alcalde no nos habló de estas ruinas? Ni siquiera están escondidas, alguien que lleva sus buenos años viviendo aquí debería saber de ellas. O no lo consideró importante, o aquí pasa algo.

Sospecho lo segundo, no sería raro que en un lugar como este se escondan brujos o nigromantes. Qué diablos, aquí hay espacio hasta para un culto entero.

—Tengan cuidado, señores, todo este sitio podría estar plagado de encantamientos y cosas raras, no me convence la idea de descansar cerca, al despertar podríamos haber olvidado hasta nuestros nombres.

Sam-Cuervo empieza a graznar ruidosamente al detectar el peligro inminente -¡Aaaaaakk Cuidado, Cuidado Aaaaak!- Una molesta voz como el grito de un niño asustado se mezcla con los granizos -¡Stella! ¡Taddeus! ¡Atrás! ¡Aaaaakkkk!- 

Aleteaba con más rapidez intentando llegar hasta el que acechaba a la frágil bardo. Ya sabía que Stella era más propensa a los depredadores, su olor es de una presa fácil. 

Stella tenía razón, esas ruinas auguraban secretos oscuros.

- No pensaba dormir en un lugar así, apenas recuperar... -

El graznido del cuervo lo alteró. Giró a su espalda y buscó una flecha, tratando de ubicar el peligro.

Taddeus testeaba sus propios límites ya que aquel pantano estaba poniendo a prueba su resistencia. Entre el combate, el calor, la caminata, la incomodidad y suciedad que lo rodeaba, y los misterios que deseaba desentrañar, estaba concentrado en poner un pie detrás del otro, y repetir internamente sus rezos a Ashur. 

Cuando llegaron a aquel lugar no tuvo tiempo de observar nada cuando Sam los alertó sobre un ataque. Sacó rápidamente su espada y se dio vuelta para enfrentar lo que sea que se les viniera encima. 

Pucha, no tengo tiempo de sacar la espada y el barro asqueroso me impide maniobrar con soltura, no tengo más remedio que esconderme detrás del hombre de hojalata.
—¡Cuidado!
Cierro los ojos. Me da vergüenza lo indefensa que me estoy sintiendo ahora, pero ¿qué más puedo hacer? ¿Ponerme a cantar? Bueno... sí.

Tomo aire para empezar con una tonada motivadora.

Sam, aun en su forma de córvido descendió en picado hacia la espalda de Stella, tratando de atacar o distraer a algo que el resto todavía no habíais visto... Hasta justo ese momento, cuando apreciasteis cómo el barro en que os hundíais había formado una serie de apéndices similares a brazos, que incluso terminaban en un torpe simulacro de manos, con los que trataban de alcanzaros. Eran silenciosos y repulsivos, lo que hizo que se os erizasen los pelillos (o plumas) de la nuca ¿Cómo era esto posible? ¿Qué formaba esas protuberancias?

El cuervo se abalanzó sobre un tentáculo que ya prácticamente tocaba con sus dedos el torso de la barda, tratando de picotearlo, pero una vez que tocó aquel lodo, uno de los dedos de este se convirtió en un conjunto de zarcillos que tomaron la cabeza del cuervo tratando de hundirlo en el barro. El ave podía tratar de huir hacia las alturas una vez más, pero entonces aquello hundiría a su compañera.

El paladín, espada en ristre, se giró para encarar el peligro desconocido que les acosaba, los propios barros animados de la ciénaga. Su acto reflejo le hizo cortar uno de aquellos brazos que se dirigían hacia él, rebanando la mano que de su extremo, pero tan pronto como esta desapareció, de aquella 'muñeca' brotó un tentáculo que le alcanzó en toda la cabeza, suerte que llevaba su inseparable yelmo puesto, pero aun así notó un latigazo de dolor.

Stella no fue capaz de extraer su espada y cuando iba a comenzar a cantar, una mano de barro cubrió su boca entreabierta, impidiendo que pudiese realizar su peculiar magia, y esta extremidad amenazaba con arrastrarla bajo el lodo a nada que bajase la guardia.

Alek observó cómo aquel torbellino de brazos lodosos les rodeaban, comenzando a cobrarse sus primeras víctimas y objetivos, incluyendo a Colmillo, quien también se vio abrazado por aquellas extremidades parduzcas, goteando los limos de las entrañas de la ciénaga mientras cerraban la boca de su compañero cuadrúpedo.

Aquella mano lodosa lo atraparía, pero si se alejaba de ella expondría a Stella a aquel abrazo mortal. Sin dudarlo mucho, Sam-Cuervo se dejó atrapar mientras se concentraba. El cuervo se sumergió en el barro, el cual empezó a bullir agitadamente mientras una figura empezaba a emerger del lodo.

-Gwwwrrooooaarr!- Rugía un oso bañado en lodo que se esforzaba por escapar de aquellos terroríficos brazos.

Fue repentino. Alek estaba buscando su espada corta para ayudar cuando vio que Colmillo caía atrapado por esos brazos negros. Un sentimiento de pavor lo inundó y, espada en mano, se arrastró como pudo hasta su amigo.

- ¡No te llevarás a mi familia otra vez! - gritó tratando de liberar al lobo.

—¡...!
No, no puede ser, mi pelo, la mugre, qué asco, carajo, ¡qué asco! Por favor, ayúdenme con esto, alguien.
Intento forcejear y patalear, pero es muy inútil, me está agarrando con ganas la maldita cosa. Lo peor es que no puedo usar mi magia, como si supiera que necesito hablar para hacerlo. Cuando me doy cuenta de que tengo las manos libres y me arranco la extremidad que me agarra, para luego inmediatamente ser atrapada y sumergida hasta la cintura por otros tres brazos que se forman. Cierro los ojos, aguantándome la repulsión que me causa el barro sucio en toda la ropa.
—¡Marziale! —exclamo nada más puedo, creando una melodía a mi alrededor que lleva hasta las nubes los niveles de adrenalina de quienes la escuchen, rezando para que atraviese el yelmo del paladín y llegue a sus oídos.

El golpe desacomodó un poco el yelmo de Taddeus, aunque se lo pudo acomodar con un afortunado movimiento. El dolor permanecía, no obstante. Cuando pudo ver la escena, era preocupante, el monstruo o lo que fuese tenía atrapados a la mitad de sus compañeros. No dudó en tirar un tajo contra el tentáculo que apresaba a Stella. No estaba seguro de que fuera la mejor opción, pero lo que pensó en una fracción de segundo fue que Alek podría ayudar a Colmillo, y Sam convertido en oso podía aguantar unos segundos más, en cambio su compañera podía ser arrastrada a las profundidades mucho más rápido.

Su intención sería cortar el o los tentáculos que la apresaban lo antes posible, para que pudiese alejarse y así seguiría con el resto de sus compañeros. No abandonaría el combate si no era el último.

—¡Taddeus! —por segunda vez mi canto se interrumpe bruscamente, mirando desconcertada ahora al bruto paladín—. ¡Me vas a rebanar en dos con eso! ¿no se te ocurre usar las manos? ¿o tienes el cerebro en tu espada?

Santo cielo, están todos locos mis compañeros, son unos psicópatas, quiero volver con mi abuelo, encima la ciénaga no ayuda. Quiero volver y darme un baño, que termine rápido esto, por favor.

Sam, tras suplicar a los espíritus del bosque una nueva transformación, se había tornado en un feroz osezno de grandes dimensiones, cubierto de tupido pelo cobrizo y luciendo unas garras y colmillos que harían morir de pavor a más de uno si se encontrase bajo su sombra. Pero aquella masa de brazos lodosos eran una sombra mayor en sí misma, aparte de que pudo notar una tremenda punzada de dolor en su pata izquierda, posiblemente causada por el sobre esfuerzo al que estaba sometiendo a su cuerpo con tanta transformación, más tras su accidente en la zona de obra de la escuela de Niom. Su cuerpo se hundió parcialmente, pero volvió a salir, removiendo barro y aguas con una fuerza increíble.

Alek, rememorando la figura de su hermano, alejándose en la distancia, hacia el pantano, cargó con fuerza contra aquello que trataba de hundir a su lobo, haciendo palanca con su espada y empujando con sus nudosos brazos, consiguió liberarlo del mortal abrazo de aquellas criaturas o inteligencia que actuaba manipulando los barros de la ciénaga, pero algo tiró de él hacia abajo, forzándolo a mantenerse bajo el lodo, obligándole a tragar una buena cantidad de aquella oscura tierra viciada, peor aun así consiguió salir, escupiendo parte de esta pero notando cierto dolor en su cuello. Colmillo atacó a su vez tratando de liberar a su compañero, despedazando otro brazo que se dirigía velozmente contra él, desmenuzándolo entre sus colmillos.

Stella se había librado de ser hundida en los turbios barros que parecían conformar aquella inteligencia inhumana gracias a la intervención de Sam, que había intercedido ante ella al convertirse en oso, pero la joven, con el rostro embarrado, peor donde antes había un brazo, ahora había tres, tratando de arrastrarla, peor nada detenía su revigorizante canto.

Una pena que este cayese en oídos sordos (Puede que por el grosor de su yelmo) al tratar de alcanzar al muy necesitado paladín, pero el hado quiso que su espada no supusiese un serio impedimento para aquellos fangosos tentáculos, que hundieron a la joven y a su sorprendido compañero bajo kilos de repugnante limo.