Partida Rol por web

Talasek estaba intranquilo. Las palabras de Eritai le habían generado una ansiedad que probablemente le impediría pegar ojo durante la noche. Aún así, es sabedor que todos necesitáis un descanso para preparar lo que pueda venir.

Descansemos pues - dice con un tono serio -. Cuando despertemos tendremos que enfrentarnos a nuestro destino.

Élise asintió al paladín, pues estaba de acuerdo; por el momento, no tenían otro remedio que esperar allí, asegurarse de que el Templo se tenía en pie y los seguidores del Halcón no lograban derribar uno de los únicos faros de esperanza de la ciudad. El resto tendría que apañárselas por su cuenta hasta que ellos pudieran pasar al ataque; entonces cambiarían las cosas y podrían recuperar el control de la ciudad.

—Eritai, ¿es necesario hacer guardias o tienes a gente en ello? —preguntó. De ser necesario, ella misma se ofrecería sin dudarlo; si no, esperaba ser despertada en cuanto surgiera cualquier amenaza.

Raff escuchó la lista de eclécticos actos terroristas con algo de preocupación.

—Ah, si. La respuesta D)Todas las anteriores— acotó el pícaro con una mueca de inconformidad. Él no sabía realmente cómo enfrentarse a los conjuros, y en esta ciudad apenas conocía a nadie, por lo que no podría recurrir a conexiones para recabar información, pero algo tendrían que hacer.

—Habremos de pasar la noche en el templo, ya mañana podremos ponernos a averiguar que pasa, y volver antes de que se vuelva a ir la luz.

El pícaro no se opondría a montar guardia si el resto lo consideraba necesario, pero creía que si el asalto era de naturaleza mágica poco habría que hacerle, por eso no redobló el ofrecimiento de Élise.

Hodrum escuchaba tanto a Eritai como a sus compañeros mientras pensaba en posibles lugares por los que pudieran atacar. Decidió intervenir antes de que se fueran a descansar o se turnasen a hacer guardias. - Supongo que si hay entradas subterráneas estarán vigiladas por unos cuantos de los suyos, principalmente porque dudo que vayan a entrar por la puerta principal. - Dijo con tono humilde, en ningún momento era su intención decirles como hacer su trabajo pero en esta situación nunca venía de más intentar ayudar a prevenir un ataque. - Pero como ya he dicho, supongo que ya habréis previsto todos los lugares posibles por donde pueda entrar el enemigo. -

Retrocedió un par de pasos y dejo que el resto siguiera debatiendo mientras que él sacaba su libro de conjuros repasando los que le podrían ser útiles y se dio cuenta que necesitaba un foco para uno de los conjuros, por lo que se volvió a acercar y volvió a intervenir en la conversación. - Y ya que se hablaba sobre lo de prepararnos para nuestro destino, me preguntaba si podrían conseguirme una daga argentada. La necesitaría para usarla de foco en uno de mis conjuros. -

Barakanar se refugio en silencio mientras meditaba con su fiel Findar a su lado, la batalla que se acerca será dura, deberemos dar lo mejor de nosotros para triunfar, dijo en voz alta mitad animando a sus compañeros, mitad dandose animo a si mismo.

Por cierto, dijo girandose al paladin y la sacerdotisa, si el templo tiene pociones y otros objetos magicos entre sus reliquias, hoy es el dia perfecto para sacarlas y utilizarlas para detener el mal que nos acecha

Eritai señala la ferviente actividad del templo antes de contestar a Élise.

No te preocupes por eso, ahora. Estamos con los preparativos para el más que posible asalto. Nunca ha habido más guardias alrededor del templo.

Después atiende a la reflexión de Hodrum y señala su intervención.

Tenemos todas las vías de entrada vigiladas. De todas formas, el ataque será impredecible. El Halcón no está siendo muy sutil en sus acciones ya que conoce a la perfección la ciudad y sus fuerzas del orden - finalmente atiende a su petición -. Supongo que no habrá problema en conseguir una daga con esas características, haré que la lleven a vuestros aposentos.

Por último, asiente a las sabias palabras de Barakanar.

Así es, nuestros recursos se han visto limitados porque nuestras propias huestes necesitan de los mismos. De todas maneras, hemos elaborado alguna poción curativa para que podáis resistir más este posible ataque.

—Gracias por todo, Eritai. Si no te importa, descansaremos ahora, ha sido un largo viaje. Despertadnos si ocurre cualquier cosa, tendremos las armas a mano; ese impío culto no tomará este Templo, ni se hará con la ciudad —dijo con rotundidad.

Tras la contestación de Eritai y contento por el favor que ella hacía al conseguirle una daga plateada se inclinó en señal de gratitud. - Me suponía que ya habrías tomado todas las medidas, tan solo intentaba ayudar debido a la situación en la que nos encontramos. Y muchas gracias por complacer mi petición con la daga argentada, haré que sea de utilidad en nuestra batalla. -

Eritai cumplió su palabra y a los pocos minutos de acomodaros en vuestros aposentos, un acólito llamó a la puerta para entregaros la daga argéntea.

Después os pusisteis a descansar algo intranquilos, mientras oíais las órdenes y los pasos de los guardias y sacerdotes en la estancia principal del templo.

Vuestra habitación tenía una puerta que daba directa al jardín del ala este y otra puerta que daba directamente a la nave principal.

Despertáis con un estruendoso sobresalto. Aún no ha amanecido, pero el sol ya amenaza con algún reflejo lejano.

Podéis distinguir la voz de Eritai dando órdenes al otro lado de la puerta y los guardias y sacerdotes posicionándose en varios lugares en el jardín.

Una plétora de cuernos procedentes de más allá del perímetro del templo comienzan a resonar. No cabe duda, el asalto al templo es una realidad.

Mientras os levantáis y empezáis a ser conscientes de la situación, oís como los guardias y sacerdotes de la nave principal salen al exterior para repeler el ataque. Por desgracia, desde vuestra ventana, no podéis distinguir lo que está pasando más allá.

Despertó sobresaltada, y en seguida supo por qué. Fuera, el sonido de órdenes, pasos corriendo de un lado a otro y cuernos más allá, daban una idea clara de lo que estaba sucediendo.

—Debemos darnos prisa —dijo al levantarse y echar mano a la espada.

Echó una mirada rápida a la armadura, pero sabía que no tenía tiempo para eso. Si me hubieran despertado unos minutos antes... Pero ya estaba hecho, había que apañarse con lo que tenían y salvar la situación de la forma que pudieran; tendría que ser suficiente.

Conjuró sobre sus ropajes y, una vez lista, salió corriendo al exterior para unirse a la defensa del templo.

Barakanar aun somnoliento se despierta por los ruidos, Maldicion, rugio, dadme un minuto para prepararme, dijo mientras rapidamente se colocaba el peto mientras juraba

Raff se despertó un tanto grogui, tardando unos cuantos momentos en entender dónde estaba y qué era ese estruendo que lo había despertado. Apenas si atinó a tomar sus armas y su morral, saliendo de la habitación a las apuradas, con la ropa desacomodada y resoplando para sacarse el pelo de los ojos.

No tenía idea de para qué quería la mochila tampoco, pero hacía una semana él no hubiera dicho que le debía la vida a su linterna abollada, y sin embargo... bueno, algo habría de improvisar.

La situación y el ruido no parecía ir con el mago porque murmuró algo y se dio la vuelta para seguir durmiendo. Uno de sus compañeros le grito y fue cuando despertó de un brinco. - Ehhh, ¿que pasa? ¿Es hora del desayuno? - dijo todavía medio dormido hasta que escuchó el jaleo del exterior y fue consciente de lo que realmente ocurría. Se intentó dar prisa en recoger todo lo que tenía incluida la daga argentada que guardó para tenerla a mano.

- ¿Desde donde viene el ataque? - dijo mientras intentaba ver por la ventana.

Talasek había conseguido pegar ojo por unos minutos, pero de repente, se sobresaltó igual que el resto. El paladín tardó en darse cuenta de la gravedad de la situación y rapidamente se puso en pie. Se había quedado dormido con la armadura puesta, lo cuál era ahora mismo una ventaja.

Hodrum no acertó a ver nada a través de la ventana pero los estruendos de la batalla os erizaban la piel. Algo estaba a punto de irrumpir en la sala principal.

Élise abre la puerta y accede a la nave principal donde para vuestra sorpresa, el mismísimo Halcón ha irrumpido con una plétora de secuaces.

Por los amplios ventanales podéis ver una gran reyerta por todos los frentes. Cultistas y sacerdotes de San Cuthbert luchan encarnizadamente en combates a vida o muerte. Hay mucha confusión y no podéis reconocer bien a muchos de los integrantes pero diríais que Nicholi Nortoi es uno de los que se han unido al templo para su defensa.

En cualquier caso, ahora mismo debéis defenderos de las fuerzas personales del Halcón, quizá después podáis ayudar al resto.

Findar retrasa su iniciativa hasta que le toque a Barakanar

Uno de los sectarios invoca rápidamente a un esqueleto que aparece cerca de Élise, aunque falla.

Después, otro integrante del culto se adelanta un poco para apuntar con su arco a Élise, pero la fecha se le parte una vez la tiene tensada.

Por último, otro cultista comienza a lanzar una plegaria a Iuz que resuena entre los muros sagrados de San Cuthbert y trata de lanzar una maldición a Élise.