Partida Rol por web

Un suculento desayuno os aguarda preparado escaleras abajo. Varias de las camareras y el propio Gruenab os dan los buenos días con una amplia sonrisa.

No hay mucha gente en la taberna a esta hora, solo algún comerciante de paso por la ciudad.

El clérigo estaba de acuerdo con el monje, pero el psiónico abogaba por dejar a alguien detrás.

- Yo pienso que con dejar un aviso a los encargados de este lugar sería suficiente. Es preferible no dividirse y si alguien le intenta meter en apuros aquí, el posadero mide suficiente como para arreglar las cosas.

Claramente no le gustaba la idea de separarse. Además, no estaba claro quién podría hacerlo, pues les necesitaban a todos.

Parece que ya estábamos todos reunidos, parecía que ni el desayuno iba a poder ser un momento tranquilo. Tras el sueño recibido parece que todos empiezan a preocuparse por la seguridad de Talasek.

-Mucho se habla de partir en busca de Talasek- mientras doy un par de sorbos a un café caliente –¿pero alguno sabe dónde buscarlo?- con la pregunta no buscaba ninguna respuesta más que nada porque la sabia, éramos nuevos en la ciudad y Talasek no nos había dado datos para poder localizarle. –Démosle un voto de confianza, quedo en venir tras el desayuno-
 

Estoy de acuerdo con Glockta - dijo el semiorco - parecía un tipo fuerte, si no se presenta es cuando habría que sospechar.

Las palabras de Kraag eran razonables, pero el hecho de hablar mirando fijamente al desayuno y que empezara a salivar daba poca credibilidad a su discurso.

El clérigo encogió los hombros. Iba a ser un poco aburrido esperar, pero quizá sería lo mejor. Miró al resto de integrantes del grupo, esperando su opinión.

Quizás me deje llevar por la emoción! Esperemos pues aquí! 

Comiendo otro suculento plato caliente recién traído por el camarero.

Espero que Tasalek no nos haga esperar mucho! Siguió exclamando mientras que masticaba un suculento bocado.

Glockta tiene razón, no sabemos dónde buscarle; sin embargo, tras saber que estaba siendo vigilado anoche, quedarme de brazos cruzados viendo como mis compañeros desayunaban no era una alternativa agradable. Si algo había pasado, es mejor investigarlo antes de que la ciudad despierte y emborrone cualquier rastro...

Estoy a punto de proponer dividirnos, pero no quiero alargar una cuestión así por algo que puede ser (y espero que sea) tan nimio, así que cuando Thanar reclama mi opinión, simplemente digo:

- Esperemos pues.

A pesar de que Talasek parecía entusiasta y sincero, han pasado dos horas tras finalizar vuestro desayuno y el caballero no aparece.

De repente, violentos golpes en la puerta resuenan en todo el salón principal de la posada. "¡Guarddia de Greyhawk, abra la puerta!" - Se escucha claramente.- No está abierto todavía señores.- Responde Gruneab. - "¡Abra! Se trata de un asunto oficial..."

Finalmente el gigante accede a abrir la enorme puerta y cuatro guardias irrumpen en el establecimiento. Tras observar detenidamente el enorme salón, los cuatro guardias se dirigen hacia vosotros.

La no aparición de Talasek se prolonga demasiado en el tiempo. Justo cuando voy a mencionarlo, aparece la guardia. Su comportamiento no parece anunciar buenas maneras y ya hemos sido avisados del recibimiento que dispensan a los visitantes en la ciudad: dudo mucho que pretendan acercarse a nosotros de manera pacífica. En todo caso, ya que estoy desarmado, me adelanto al grupo para ver si dudan al sacar sus armas...

- ¿Podemos ayudarles en algo, autoridades?

- Por favor, siéntese caballero.- Ordena uno de los guardias dirigiéndose a Raliet.

Una vez estáis de nuevo reunidos, el mismo guarida comienza a interrogaros.

- ¿Podrían proporcionarme sus nombres señores? ¿Qué les trae a la Ciudad Libre? ¿Cuándo llegaron? ¿Cuál es su procedencia?- Las cuestiones se suceden con algo de impaciencia pero de forma educada por el momento.

Cuando llegaron los guardias pensó inicialmente que les hablarían de Talasek, pero lo que hicieron fue soltar una serie de preguntas desconfiadas, por lo cual pasó a creer que efectivamente le habría pasado algo y quizá les habían echado las culpas a ellos.

Confiaba que Raliet tuviera algunas dotes de palabra, porque él no era muy hablador. Tristemente, una de las carencias del grupo era alguien con habla fluida, pero, de momento habían conseguido resolver todas las situaciones.

El clérigo llegó a la conclusión de que debía de presentarse y dejar las palabras para los demás.

- Saludos. Yo me llamo Thanar Albión y soy un clérigo del buen dios Kord.

Kord era una deidad benigna y eso tendría que contar a su favor. Thanar mostró el símbolo sagrado, para que los guardias pudieran verlo.

Kraag permaneció sentado, pero no le gustaba un pelo la actitud de esos guardias, y menos después de lo que les había contado Talasek el día anterior. Miró a Gruneab tratando de discernir en su actitud si se iba a liar una buena o si ésto era algo normal en esa ciudad.

Decidió quedarse en un segundo plano pues el clérigo ya había iniciado la conversación y, en fin, no era la primera vez que las negociaciones se torcían por el hecho de ser semiorco, pero estaría alerta por si tenía que intervenir (él o su espadón).

Al menos no parecen tan agresivos como en un primera impresión había percibido, pero tampoco parecen dispuestos a escuchar más allá de lo que les conviene:

- Yo soy Raliet. Somos una pequeña agrupación consagrada a solucionar entuertos que los más necesitados no pueden resolver por sí mismos, y nos hacemos llamar la Hermandad del alba del dragón. No se cantan historias sobre nosotros así que dudo que nadie nos reconozca salvo aquellos con los que hemos compartido pan y hoguera; en las cercanías de la ciudad alguno habrá, aunque no serán fáciles de localizar.
No teníamos ningún motivo concreto para visitar la ciudad salvo descansar unos días y buscar nuevos trabajos, y anoche un caballero llamado Talasek se nos acercó hablándonos de una posible tarea. Le estamos esperando ahora mismo, aunque llega con retraso...

Al oír el nombre de Talasek, uno de los guardias da un respingo.

- Sir Talasek fue atacado anoche. Fue capaz de sanarse a sí mismo lo suficiente como para alcanzar el templo de San Cuthbert. Allí, los clérigos fueron capaces de prestarle auxilio, después convocaron a la guardia de la ciudad. Talasek se recuperará, pero todavía está débil y su mente confusa.

El guardia parece sospechar de vosotros, podríais estar implicados bajo su punto de vista.

Dalibor escuchaba con atención la conversación, sobre todo la parte en la que Tasalek fue atacado. Gracias al destino este había escapado y se encontraba bien en el Templo de San Cubert. Por lo menos sabían donde encontrarlo.

Mi nombre es Dalibor y soy un humilde monje! exclamo saludando con respeto a los guardias.

Somos gente de Paz, y estamos de paso por la Ciudad!

Poco sabemos del Caballero Talasek! Ayer nos invito a unas rondas en esta Taberna y quedo en vernos hoy al alba.

Me alegra saber, que está bien!

Loados sean los dioses!

- Es algo que nos temíamos -contesto al guardia después de escuchar a Dalibor-, dado su retraso y lo que mi compañero observó cuando Talasek se fue de la taberna. Tal vez pueda daros una descripción de la persona que parecía estar siguiéndolo en las sombras; si lo hubiésemos seguido entonces podríamos haber evitado el percance, pero no nos pareció adecuado escoltar a un hombre al que acabábamos de conocer en una ciudad nueva para nosotros. Además nos han llegado rumores de que la guardia esta ocupada por las noches y para que no nos confundierais al volver con alguien peligroso pasamos toda la noche en una habitación de aquí.

Es necesario introducir nuestra cuartada en la conversación, dado la mirada de sospecha de la guardia. Esperemos que esta vez si quieran escucharnos...

Thanar prefirió no decir nada. Ya se estaban ocupando los demás de hablar y, como el semiorco, no era buen orador.

- Quizá podamos hablar con él.

Dijo más bien a sus compañeros, refiriéndos a hablar con Talasek.

El gesto del guardia se torna más serio.

- Muy bien señores, nos van a acompañar a la Ciudadela. Vuestro compañero silencioso también viene.- Dice dirigiendo su mirada a Glockta.- Pueden recoger sus pertenencias.

El semblante de vuestro interlocutor señala preocupación y cierta sospecha.

Thanar se quedó mirando al guardia. De acuerdo que Raliet había dicho más de lo que debía, pero el guardia ahora entendía a saber qué.

- No sé si nos ha entendido. Nosotros no hemos salido de aquí en toda la noche y como puede ver, no somos sus enemigos. Estamos hablando y colaborando, no oponiéndonos. Ha visto que somos colaborativos y que hay un sacerdote de un dios benigno en el grupo. Haga el favor de no sacar conclusiones precipitadas. El monje tiene voto de decir siempre la verdad.

Se refería a Raliet y no sabía si tenía tal voto, pero daba la impresión de que sí.

El rosto del oficial se torna muy serio.

- Entonces ¿Tú eres el que está al mando aquí? -Dice señalando a Thanar.- Voy a decirte una cosa chico, será mejor que tú y tus amiguitos nos acompañéis a la Gran Ciudadela para aclarar esto o nos veremos obligados a acusaros de desacato a la autoridad y encubrimiento de asesinato. No me extrañaría que os condenaran a varios años en la prisión para luego ser desterrados.- Finalmente concluye.- Tened claro que en esta ciudad nosotros somos la ley.