Partida Rol por web

Atravesáis el templo para llegar al edificio donde Talasek permaneció tras su asalto. Un clérigo os espera en el vestíbulo. No pide vuestros nombres, ya que os ha reconocido, sonríe y dice: - Por favor, síganme.

Os conduce a una gran sala de reuniones que tiene una mesa larga y ovalada. El clérigo que os ha guiado dice: -Haré saber a los demás que estáis aquí. Vendrán en un momento -.

Los muebles y las cortinas de esta habitación son simples pero de excelente calidad. Dos símbolos sagrados ornamentales cuelgan de las paredes en extremos opuestos de la sala. Sin embargo, las características más llamativas son las doce pinturas de tamaño natural que llenan las largas paredes de la habitación. Cada retrato cuelga en su propio marco tallado.
De los doce retratos, cinco pueden ser reconocidos como paladines y siete como clérigos. Los hombres se visten con sus mejores galas: los paladines con armadura completa, portando espada y escudo, y los clérigos con túnicas finas.

Todo lo que había sucedido aquella noche era extraño: aquel pasadizo parecía olvidado, me resulta difícil creer que sea utilizado con frecuencia. Y en el resto del almacén no encontramos nada más: casi con seguridad los trabajadores no sabían nada de aquella entrada y aún así lucharon con su vida en juego. La incursión había sido un fracaso...

Y ahora sir Talasek convoca a su orden por ese descubrimiento. No sé que esperar de todo esto: Greyhawk se muestra opaca, pero parece que hay más cosas mal en la ciudad de las que incluso se rumorea. Intranquilo, me paseo por la sala intentando reconocer alguna cara de los cuadros.

Talasek nota que observáis las pinturas, y empieza a explicar -. Estos son hombres que dedicaron sus vidas a San Cuthbert y realizaron actos nobles en su nombre. Los sacerdotes que véis son los sumos sacerdotes anteriores de este templo. Los paladines, cada uno a su manera, prestaron un servicio excepcional que requirió valentía y altruismo superlativo.

El hombre que véis aquí - Talasek se acerca a una de las pinturas - es mi abuelo, Talamar Thraydin. Nunca lo conocí, pero las leyendas dicen que luchó y derrotó a un culto del mal en la ciudad. De alguna manera parece apropiado que estamos aquí hoy para descubrir a un mal similar.

Eran humildes, muchos de ellos objetaron a ser honrados de esta manera. Pero los sacerdotes insistieron, para que todos los que siguieran sus pasos pudieran aprender de sus ejemplos. Muchos de los aprendices -de hecho, todos los sacerdotes de este templo- vienen a esta sala en momentos de necesidad para extraer inspiración. Los clérigos que iniciaron esta tradición eran sabios. Me pregunto si saben cuántos hombres y mujeres han sido ayudados a lo largo de los años por la inspiración que esta habitación proporciona. Esta es la razón por la que aquí se celebran reuniones y se toman decisiones importantes, con la esperanza de que estos hombres nos guíen en la dirección de la verdad, como deseaba San Cuthbert.

La pintura de Talamar Thraydin retrata a un hombre alto ataviado con una armadura de placas hermosa. Podéis comprobar la semejanza a Talasek en sus rasgos marcados y sus ojos verdes. Porta un pequeño libro verde en un brazo, la otra mano descansa sobre la empuñadura de su espada, que apunta al suelo. Su escudo está apoyado junto a sus pies. Un símbolo sagrado de oro de San Cuthbert cuelga de una cadena de plata y oro tejida alrededor de su cuello.

Me fijo en el cuadro al que alude Talasek. No soy muy religioso, pero era indudable el apoyo que san Cuthbert daba a la ciudad, algo que habíamos visto especialmente en el barrio pobre. No obstante, no tenía claro si podrían hacer frente a un culto malvado y salir victoriosos como antaño lo hiciera el abuelo de Talasek o los clérigos de ahora eran menos diestros en combate y más bondadosos: tendré que esperar a conocer los encargados de la iglesia en la reunión.

Notas que el resto de paladines tienen su espada en una mano y su escudo en la otra, en varias poses. Talasek parece pensativo por un momento, luego prosigue.

¿Sabéis?, he visto este retrato tantas veces que ya ni siquiera percibo el libro. Me pregunto si podría ser el mismo que mi padre solía leer. Yo era muy joven cuando mi padre murió, así que estoy seguro de que se trataba de algo que yo no hubiera entendido. Pero recuerdo haber visto a mi padre leyendo un libro que se parecía a ese. Debo preguntarle a Eritai si el libro todavía existe. No debió ser algo tan banal si el abuelo lo quería en su pintura.

Talasek entonces guarda silencio, mirando de soslayo a la puerta, como expectante.

- ¿No heredasteis el libro, entonces? -pregunto preocupado por si se le olvidó cuando registraron su habitación, ignorando por ahora la mirada de Talasek a la puerta.

- Podría ser importante si llegó a quedar plasmado en la pintura ¿Quizás sus memorias o recolecciones de los males que combatió?

De vez en cuando Thanar apretaba los dientes, molesto por la picadura de aquellas monstruosas garrapatas, pero aquel lugar lo llenaba de cierto grado de tranquilidad. Un lugar sagrado, dedicado a la justicia. Aunque Kord fuese un dios muy distinto a San Cuthbert, lo cierto es que él entendía lo importante de un lugar como aquel.

Sin tiempo para responder a vuestras preguntas, la puerta se abre en ese momento y cuatro clérigos entran en la habitación: dos hombres, seguidos por una mujer, acompañada por un escriba.

El escriba lleva las túnicas rojizas típicas de los clérigos de la orden, pero la mujer y los dos hombres van vestidos de verde. El saludo a Thlasek es caluroso y después Talasek os presenta a Eritai Kaan-Ipzirel, suma sacerdotisa del templo, y sus ayudantes, Latmin Doru y Figril Himman. Todos parecen sinceramente encantados de conoceros. Una vez que las formalidades se han cumplido, Talasek se vuelve a Eritai para preguntarle sobre el libro. 

Perdóname, pero antes de comenzar la reunión, ¿Puedo preguntarte sobre la pintura de mi abuelo? - Eritai asiente -. Me preguntaba -, comienza Talasek -, si sabes algo sobre el libro que mi abuelo sostiene en la pintura. Me parece recordar que mi padre tenía un libro similar cuando yo era niño. ¿Sabes si este es el mismo libro, o dónde se puede encontrar? Supongo que se ha perdido después de todos estos años.

Eritai susurra algo al escriba, luego se vuelve hacia Talasek.

Ese libro era un registro de todos los hechos importantes de la vida de tu abuelo. Él mismo registró los acontecimientos para legar la historia familiar de generación en generación. Cuando tu padre murió, tu madre lo trajo aquí para ser almacenado en la bóveda junto con tu armadura y tu arma. Temía que, después de su muerte, no hubiera nadie para heredar su propiedad familiar. Ella te informó sobre la armadura, pero debió olvidar hablarte sobre el diario. He enviado al escriba a notificar al Maestro de la Cámara que debe localizarlo. Si nunca lo has recibido, debe estar en la bóveda. Lo sabremos en unos momentos. Mientras tanto, tomemos asiento. 

Eritai se dirige al extremo de la gran mesa ovalada y toma su asiento. Los otros hombres toman asientos a la izquierda y a la derecha de ella. Talasek se sienta al lado de Latmin y os hace un ademán para que toméis asientos cerca. Talasek está visiblemente emocionado por haber aprendido algo sobre el libro y que todavía pueda existir. Justo cuando os estáis acomodando, el escriba reaparece en la puerta. Se acerca a Eritai, se coloca detrás de ella y dice que el Maestro de la Cámara está buscando el libro en este mismo momento. "Enviará un mensaje con los resultados de su búsqueda". Luego tira de un alto taburete y una mesa de escritura y se escurre contra la pared hasta posicionarse detrás del codo izquierdo de Eritai. Desde su posición, puede ver y oír a todos en la mesa y comienza a escribir.

Me siento en una de las sillas sugeridas por Talasek, a la espera de que comience la reunión. Realmente parecen gente importante dentro de la orden, quizá ellos puedan aclarar algo nuestra situación y la de la ciudad.

La aparición de la suma sacerdotisa y la aclaración sobre el diario del antepasado de Tsalek alumbraba las esperanzas de Dalibor. El diario con seguridad reflejaría documentación importante sobre las sectas y con un poco de suerte obtendrían la información de la que buscaban y tantos quebraderos de cabeza les estaba ocasionando. Bien, bien - pensó el monje mientras tomaba asiento y esperaba pacientemente.

Eritai comienza la reunión con algunas anotaciones formales para el registro con respecto al propósito de la reunión sin hacer ningún comentario. Luego le pide a Talaasek que cuente su historia. Talasek se apoya en vosotros para revelar todos los detalles de la investigación. El paladin no omite ningún mínimo detalle.

Eritai, Latmin y Figril escuchan atentamente e interponen algunas preguntas educadas e interesadas. Comienzan a parecer preocupados cuando la historia se acerca a su conclusión. Incluso el escriba levanta una furibunda mirada mientras escribe incansable.

Cuando concluye su relato, Talasek pide a los clérigos su consejo y ayuda. Eritai es la primera en hablar. La sacerdotisa admite su preocupación e informa a todos en la mesa de que este es un asunto que es mejor mantener en secreto por dos razones. La primera es evitar el pánico, no quiere que se difunda por la ciudad. Después de todo, la gente aquí es muy supersticiosa. Permitir que esta información se revele podría deshacer mucho de lo que el Templo ya ha hecho.

La segunda razón de Eritai para mantener la historia en secreto es evitar que el culto descubra que el Templo sabe de su existencia. La sacerdotisa siente que lo que está planeando el culto podría acelerarse si sospechan que alguien puede entrometerse. Mirándoos fijamente os encomienda a descubrir todo lo que podáis y a planear una cuidadosa estrategia para poner fin al culto.

Eritai pregunta a sus ayudantes sobre el paradero de otros dos paladines, pero las respuestas son que los paladines están en misiones lejos de Greyhawk. Eritai piensa por un momento, luego se dirige de nuevo a vosotros.

Me gustaría tener una respuesta clara para vosotros, pero estoy perdida. Nuestros recursos son escasos en este momento. Lamento no tener a nadie que pueda seros de ayuda. Pero el grupo que veo reunido aquí ante mí parece formidable. Obviamente, habéis superado muchas batallas y desafíos. Ya habéis recorrido un largo camino para combatir este mal. No sé si mis mejores hombres podrían haber hecho más de lo que vosotros mismos habéis hecho y probablemente haréis.

Talasek es muy respetado y un hijo predilecto del Templo. Si él os ha elegido, creo que ha elegido sabiamente. Os pediría que continuéis con vuestras investigaciones y nos aconsejéis sobre cómo eliminar este mal. Voy a seguir pensando en el asunto en consenso con mis asistentes. Si podemos ayudar, ciertamente lo haremos. Pero ahora mismo, debo admitir, no tengo a nadie disponible para unirse a esta causa. Y los que están listos no son tan fuertes como vosotros.

- ¿Podría conocer alguien aliado dónde conduce la entrada secreta que encontramos debajo de la fábrica? ¿Tal vez por una vieja historia, o alguien de la ciudad que conozca el subsuelo?

Mientras escuchaba con atención Thanar miraba a sus compañeros, cada vez más claro para él que estaban metidos hasta el cuello en aquel asunto, la libertad para elegir se les escapaba de las manos o ya lo había hecho. Todo por un encuentro fortuito de taberna.

Sus ojos se posaron en cada uno y aguardó a que alguien le diese una respuesta antes de expresar sus deseos, la oportunidad de que los cuatro amigos hablasen y decidiesen juntos hasta dónde llevar aquel cometido. La carga de la responsabilidad sobre sus hombros le pesaba visiblemente y no había nada que Kord fuese a poder recomendarle en aquel momento que no fuese encontrar su propio camino, por eso deambuló durante años, por eso ahora... lo echaba de menos.

- ... -Casi sin emitir sonido alguno pero visiblemente agotado Thanar suspiró.

Kraag estaba totalmente fuera de lugar en aquella reunión. Había tomado asiento en una de las sillas, las cuales estaba claro que no habían sido fabricadas para su envergadura. Atendió a la historia del abuelo de Talasek con interés, pues en las figuras del pasado yace la sabiduría del presente, pero mientras Eritai hablaba se concentró en la pintura de Talamar, tratando de descifrar los secretos de aquel libro que bien podía haberse perdido con el devenir de los años. 

Eritai mira fijamente a Raliet, escuchando atentamente a su pregunta.

Por desgracia, no - contesta -. Ahora mismo sólo podemos confiar en que vosotros avancéis con la investigación.

Los asistentes de Eritai comentan su conformidad en breves frases, dando la reunión por concluída. Todos parecen bastante consternados por las noticias que acaban de descubrir.

Entonces, Eritai se aproxima a Talasek y le habla en tono suave pero audible por vosotros.

Debes visitar la cámara. Así descubriremos si tu libro ha sido localizado. Informé al Señor de la Cámara de que debía dártelo si lo hallaba.

La sacerdotisa entonces se vuelve hacia vosotros y hace una ligera reverencia. 

No tenemos ningún problema en acomodaros en nuestras instalaciones. Será un placer.

- Gracias -contesto de manera educada, pero lo cierto es que aparte de acogernos no ha sido de gran ayuda la reunión.

Aprovecharé para descansar tras un día tan ajetreado y comentar con mis compañeros alguna estrategia con la que encarar el asunto cuando me levante.

Permitidme acompañaros, necesito desentumecer el cuerpo. Acompañando a Talasek a la bóveda.  

Dirigiendo su mirada a Eritai, saludo con un cabeceo mostrando su gratitud por dejar que se acomodaran en el Templo.