Partida Rol por web

La túnica parece absolutamente normal. La tela es algo vieja, pero está limpia y no parece que nadie la haya usado en mucho tiempo. Tampoco pesa mas de lo que debiera, ni hay restos de magia en ella.

La espada zumbó cuando te aproximaste. Cuando tocaste los fragmentos, notaste una conexión forjándose. Algo místico que te unía a los restos.

Maestro...

La voz se oyó en tu mente, lejana, moribunda. La conexión que sentías se diluyó. El arma estaba muriendo, y por alguna razón había querido que fueras su nuevo dueño. Tu unión con la misma la mantenía con vida a duras penas, y extrañamente, la idea de abandonarla y dejarla morir te provocaba tristeza.

Se incorpora de nuevo con gesto de incredulidad y echa un último vistazo a los restos de la espada antes de girarse para mirar lo que sucede tras él. Por fin presta atención al recién llegado y observa como sus compañeros se están poniendo las túnicas que ha dejado en el suelo.

- Pero si es azul - comenta arqueando una ceja - No te enfades, yo también tengo un tono ligeramente azulado, pero lo tuyo es preocupante - Acelera el paso hasta las capas y se coloca una sobre los hombros - Por si acaso, no vaya a ser que acabemos igual que tú

- Dime, Android, ¿Qué le pasó a Amaunator? ¿Por qué su cuerpo está suspendido en el cielo, decapitado? ¿Y qué puedes contarnos de esa bola de fuego? - pregunto al ser azulado de forma tajante y seria mientras señalo al cielo. Sabía que, de alguna forma, el dios del sol todavía seguía vivo, al menos en esa extraña bola de fuego. Pero tener esa horrible visión de él decapitado...

El cofre no parecía tener trampa alguna, de hecho tenía un cierre burdo que había sido arrancado hacía bastante tiempo, y se cerraba con un simple alambre.

Lo que el elfo encontró dentro fueron un montón de bolsitas, mochilas y sacos de cuero endurecido. Y un pergamino enrollado.

Lo que más llamó la atención del elfo fue una de las carteras de cuero endurecido, que parecía almohadillada. Al levantarla vio que era de buena calidad, y al desatar la tapa y abrira descubrió dos hileras de seis viales cada uno, encasillados en un montón de algodón para que no chocaran entre ellos. La hilera superior tenía un líquido púrpura oscuro, y la inferior parecía contener algo translúcido, como agua, pero ligeramente mas denso.

EL saco mas grande contenía el equivalente a 500 monedas de oro, en monedas de plata, y el pequeño de al lado tenía unas 1500 monedas de oro.

En uno de los saquillos mas pequeños, encontró 3 gemas de color negro, relucientes y reflejantes. Otro de los saquillos contenía seis elaborados broches de plata, cada uno de ellos era un dragón en una posición distinta (durmiendo, volando, andando, etc...). El tercero de los saquillos contenía un par de dados de seis caras, hechos de amatista.

Lo último de todo era un paquete grande al fondo, que contenía una armadura de escamas (una cota) y un colgante de oro blanco con inscripciones arcanas, y un relieve de un escudo cometa.

Todos cogieron una de las túnicas, que cubrirían su piel hasta el último centímetro del calor abrasador de la bola de fuego.

Dalrien aprovechó mientras los otros hablaban para inspeccionar el cofre que había aparecido, y sacó de él un pergamino que se paró a leer, aparte de revolver un poco en el contenido del cofre.

Entonces otro de aquellos rugidos, tan graves y potentes que más bien parecían temblores, sacudió la zona.

Un pequeño remolino se levantó a unos metros de donde estaban todos, y Andros les hizo gestos con las manos para que guardaran silencio y se agacharan en cuanto lo vió.

El remolino de arena y ceniza giró y se comprimió hasta convertirse en una forma humanoide de color negro, hecha de las partículas del desierto. Los ojos de la misma brillaban ocn una malsana luz roja, así como los "agujeros" que habían en su cuerpo, como si por ellos escapara el fuego que lo mantenía unido.

La aparición no llegó a verles, y pasados unos segundos y unos pasos bamboleantes, simplemente se desmontó, dividiéndose en las partículas de la que estaba hecha, sin dejar rastro alguno.

Aún agazapado en las ruinas Rhasgar chasquea la lengua.

-Un lugar muy acogedor, sin duda.-

Me levanto y miro a mis nuevos compañeros luego al último que me ha hablado, que tampoco se ha presentado y le digo, 

Amaunator fue asesinado o destruido por Szass Tam debido a su propósito conseguir oscuridad para sus legiones de no-muertos... Pero con el tiempo un primigenio de fuego ocupó el lugar del dios sol...

No obstante, está usando su poder de manera exageradamente gratuita. Ello se debe a que tal ente está absorbiendo el poder del antiguo dios solar y lo está usando al mismo momento... quizá hasta que lo haya absorbido todo... desconozco sus intenciones... no he tenido el placer de conocerlo personalmenteo

Dicho esto suelto una sonrisa, pensando que he contado el mejor chiste de toda la historia de Toril

Quizá hasta entonces veremos el cadáver del antiguo sol en el cielo... todo eso está desde hace 10 años antes de que yo naciera... 

Mira a Andros unos segundos con las cejas alzadas, tratando de asimilar lo que está contando. Agita la cabeza y se asegura que la capa está bien colocada.

- Joder, cada vez que explicas algo me entero menos de lo que dices. Empiezo a pensar que estamos muertos y este debe ser una especie de castigo divino por algo que hicimos mal - mira a sus compañeros sonriente - Reconocedlo, si os dijesen que al morir conoceríais a un tipo azul brillante diciendo cosas absurdas y sin sentido trataríais de comportaros mejor para evitarlo - Se encoge de hombros y se acerca a la salida de la sala - Llévanos a ese sitio que dices. No tenemos nada que perder y sólo quiero volver a casa

Seguramente señor dracónico es lo mismo que sentí yo hace unos meses... cuando nací y me dieron toda una serie de complejas instrucciones... por personalidades que según me dijeron eran dioses antaño...

Luego miro al desierto y señalo un punto X

Vamos.. es por allí

Rhasgar no dice nada mas, se dispone a seguir al hombre azul y listos.

Leí la carta varias veces, mientras entre mis compañeros de viaje se sucedía una conversación de la cual no solo no fui participe, si no que no preste la mas mínima atención, pues la carta era más interesante ya que aportaba más datos a mis conocimientos del lugar que acabábamos de abandonar, ese mundo que casi no conocía.  La nota me hacia pensar que los orcos y elfos, mi raza, no siempre se habían llevado bien, y que los orcos no siempre fueron lo que eran cuando les conocí. ¿Pero tanto como para dañar a los suyos propios? El odio de Golash era grande y ahora estaba seguro de que su muerte estaba justificada. “Eres como los animales Dalrien, no conoces piedad, pero actúas por necesidad” Recordé aquellas palabras que en su día dichas con una joven voz.

Me acorde de mi padre también, el me advirtió que el mundo fuera de la arboleda era cruento y mas salvaje que las propias bestias. Ya lo comprobé en su momento, y ahora seguía encontrado pruebas que lo confirmaba.

Con la carta bien expuesta, accesible a que cualquiera la cogiera si gustaba, mire el cofre que ante mi se encontraba, y que había hurgado con tanto ahínco. Oro, broches, una cota, unos viales con fluidos desconocidos… No estaba seguro de la utilidad de todos esos objetos, las joyas o el oro en el mundo donde nos encontrábamos antes de ser absorbidos por la esfera, puede, pero aquí también dudaba de su utilidad.

- ¿Nos sirve algo de esto? – Pregunte con una claridad suficiente para hacerme escuchar por todos.

Andros vio al elfo leer algo que parecía importante, pero no le preguntó por no ser descortés... si de verdad fuera importante ya nos hubiera dicho algo... seguramente sea algo personal. Pero luego se detuvo cuando hizo mención al cofre...

En realidad toda ayuda que podamos obtener será bienvenida... 

Comienzo a toquetear el interior del cofre... a ver si encuentro algo que reconozca como mágico o nos sea útil de manera alguna 

Se acerca hasta el cofre y se asoma para comprobar su contenido. Arquea una ceja y se agacha para empezar a sacar las cosas

- Joder, pues claro que sí - comenta mientras examina la armadura - No creo que el oro sirva en este secarral, pero si algún día regresamos me lo gastaré en vino y un buen par de putas, os lo aseguro

¿Qué son putas? Pregunta Andros extrañado...  ¿Algún tipo de botas?

Si no os importa, podríamos cogerlo todo y buscar utilidad más adelante, estoy seguro de que aun existe gente que le de valor a estas cosas.

Chaedri se mantuvo al márgen. Aquello era complicado. Esa figura humanoide azul hablaba pero ella no entendía. ¿Muertos? No creía que estuvieran muertos pues estaba segura que su espíritu iría con Chauntea y esa no parecía su morada. No debí abandonar su hogar, la Tierra de las hadas, no sentía a su deidad y eso lo hacía sentirse desdichada y desnuda ante todo ese nuevo mundo que se abría ante ella. Se colocó la túnica y esperó que ese nuevo extraño dirigiera sus pasos.

El draconido sonríe ante el comentario de Heskan. -En realidad hay pocos draconidos en Faerûn y los que hay suelen estar enfundados en cota de mallas y repartiendo amor a golpe de espada ... pocas putas podrás pagar.-

-A no ser que le guste el rollo interespecie.-

Luego gira la cabeza hacia el chico mudo.

-¿Que dice la carta?-

- ¿Putas?

Uno mis dudas a las del hombre azul mientras le doy la carta al otro hombre con escamas que me había preguntado sobre ella, para que se sintiera libre de leerla a voluntad.

Realmente llevarse todo el botín me parecía absurdo. Oro, joyas, todo cosas extremadamente pesadas que ralentizarían nuestro viaje. Lo mejor siempre era llevar lo necesario para subsistir en lugares donde no nos pudiéramos proveer nosotros solos de lo necesario… Las férreas armas no crecían en los árboles.

-Habla de viajar en el tiempo ... ergo podemos volver de un modo u otro ... digo yo.-

Después de eso el draconido se interesa por el cofre y prueba sus artes arcanas para averiguar que hay de mágico en su contenido.