Partida Rol por web

Jamás le había dedicado su merecido tiempo a la práctica de la comunión con la magia, lo justo para poder regodearse en las energías de Llolth, y ahora pagaba por ello. Por su mente pasó la institutriz elfa que trató de enseñarle a conjurar bajo presión y a quien mandó servir de alimento al resto de criados por haberle supuesto un incordio el ver sus hechizos interrumpidos.

Sólo necesitaba concentrarse para---

- ¡Yaaargh! -no podía, los mordiscos de las ratas dolían demasiado.

Miró hacia Viltur pero su orgullo le consumía como para suplicarle ayuda a quien acababa de aliarse con ella. Prefería morir antes que pedir, agonizar antes de rogar y abandonar este mundo antes que mostrar miedo a morir sola.

No podía creer que ese maldito cabrón le hubiera enviado de vuelta allí, no uno sino dos niveles más atrás. ¿Y todo para asesinar a un hombre, a otro participante? Gruñó molesto, aunque cuidándose de no decir en voz alta nada de lo que pensaba sobre aquello.

La gnoma que tenía frente a él era peligrosa. Todo allí lo era, por supuesto. Era un combate tras otro, especialmente si los patrocinadores se empeñaban en hacerle luchar en vez de dejarle avanzar. Preparado, se puso en guardia, atento, listo para la lucha.

Anazareth intentó lanzar un hechizo pero las ratas le mordían sin descanso y no podía llegar a pensar con claridad, Villtur miraba impasible como su compañera se debilitaba por momentos, temeroso a atacar y dañar a la ya de por si herida drow

Dientes apretados por el dolor, Anazareth sintió su mente nublarse y su ser completo caer cuando una de sus rodillas cedieron. El sabor acre de su malestar interior comenzó a cargar su boca a medida que el fin se le echaba encima, su alma lista para deshacerse en una miríada de arañas que se sumasen a las que servían a la Diosa Oscura.

- La manera de morir de una presa no es para mí -susurró abriendo los ojos tanto como podía, negándose a caer dormida para ser devorada.

Con movimientos descoordinados de un muñeco roto se incorporó para avanzar hacia Viltur, si aquello era el fin quería descansar su cabeza sobre aquel pelaje, como una princesa.

Dientes apretados por el dolor, Anazareth sintió su mente nublarse y su ser completo caer cuando una de sus rodillas cedieron. El sabor acre de su malestar interior comenzó a cargar su boca a medida que el fin se le echaba encima, su alma lista para deshacerse en una miríada de arañas que se sumasen a las que servían a la Diosa Oscura.

- La manera de morir de una presa no es para mí -susurró abriendo los ojos tanto como podía, negándose a caer dormida para ser devorada.

Con movimientos descoordinados de un muñeco roto se incorporó para avanzar hacia Viltur, si aquello era el fin quería descansar su cabeza sobre aquel pelaje, como una princesa.

No esperó mucho. Hacerlo le habría quitado el factor sorpresa, le habría quitado la posibilidad de dar el primer golpe. Y pocos sobrevivían a su primer golpe. Antes de que la gnoma pudiera reaccionar, se lanzó a la carga contra ella, con las manos envueltas en un brillo ardiente.

Sus puños se estrellaron contra el pequeño cuerpo de su rival, devastador cada uno de los golpes.

Con más agilidad de la que cabría esperar de aquella gnoma, comenzó a dar saltos esquivando los ataques con bastante soltura, pero aquella gnoma todo lo rápido que tenía para esquivar, lo tenía de lenta a la hora de atacar, Vincent apenas necesitó moverse para esquivar su ataque 

—¿Cómo...?

No solo le había esquivado, sino que lo había hecho cuando debería haber estado desprevenida. Tal vez le había visto y estuviera atenta, pero aún así era complicado esquivar a alguien con unas capacidades como las suyas.

—¡Tsk!

Aunque era rápida para defenderse, no lo era tanto para atacar. Confiaba en golpear primero pese a las circunstancias, acabar con ella antes de que le causara problemas.

Motivado por ello, lanzó una patada que parecía tener un doble sombrío. No lo suficientemente materializado como para hacer daño, pero esperaba que si lo justo para despistar y superar las defensas de su pequeña enemiga.

lidar descarga sus puños y piernas contra la puert, y ve como esta se mantiene imperterrita ante ellos. Con un ultimomsuspiro se espera pacientemente hasta que la plaga se acerque para evitarla y huir de ella

    Villtur dudaba de hasta que punto podría resultar peligroso el tratar de ayudar a liberarse a la drow encontrándose de pronto moviéndose en círculos en torno a ella a la espera de hallar la respuesta, parecía que su orgullo la impedía pedir ayuda pero aquello no le impediría actuar ante el riesgo que suponía no hacerlo. En un momento dado se detuvo y tras recostarse sobre sus cuartos traseros salto hacia ella tratando de ayudarla a liberarla de las ratas.

Anazareth algo mareada se mueve alejándose de las ratas, Villtur se acerca y comienza a morderlas, pero sin demasiadas y muy pequeñas para que resulte efectivo su ataque, ahora es él quien recibe el ataque de las ratas y siente como muerden sus patas

Los puñetazos iban sin fuerza, el verte amenazado y carreras hacia un lado y otro hacian que tus golpes cada vez tuvieran menos fuerzas

En esta ocasión la gnoma no tenía nada que hacer, en cuanto tu puño impacta en ella cae muerta, ha sido un golpe demasiado fuerte para ella

Puñetazos, patada y casi hasta cabezazos, todo cuanto podía y su entrenamiento le permitía limpios en práctica notando como
la madera había crujido levemente. Luego, se dispuso a volver a esquivar a su enemigo

La gnoma era rápida, pero no lo suficiente. Tampoco lo bastante resistente. Un solo golpe fue suficiente para hacerla caer al suelo. Por si acaso, le aplastó el cuello con el pie; aquellos pequeños eran demasiado listos a veces, y al contrario que una estúpida criatura, podía fingir estar muerta para atacar cuando se acercara, despistado.

Registró el cadáver en cuanto se aseguró de que no iba a moverse más. Ya había visto la bolsa con el dinero, así que es lo primero que cogió; el oro siempre venía bien. Era necesario de hecho, por desgracia.

Luego, una vez hecho, se acercó a la puerta más cercana, apenas unos pasos al norte y la empujó con la pértiga. No importaba si se abría o no, lo importante era activar posibles trampas. En caso de no abrirse, además, solo tenía que forzarla con la palanqueta.

Mientras hacía todo ésto, además, empezó a mascullar entre dientes, hasta que un poco molesto habló en alto, arrugando la nota que aún llevaba en la mano.

—Ya que me has hecho retroceder para matar a uno, al menos dime dónde está —gruñó.

Das con casi todas tus fuerzas en la puerta y por un momento crees que va a romperse y dejarte salir de allí, pero no sucede, la puerta sigue fijamente colocada en su sitio. Esquivando la plaga corres hacia la otra plaga