Partida Rol por web

Una pequeña señal que dura apenas un instante te guía hasta la puerta este de la habitación, es de madera y está cerrada

De no haber pasado tan rápido en su anterior visita, habría jurado que ya había estado por allí. De hecho, recordaba esa sala, y si no estaba del todo perdido, por el arco del oeste se iba al pasillo dónde había encontrado anteriormente la salida. Tenía la opción de regresar y, conociendo el camino, volver a avanzar hasta dónde quería, pero ya había comprobado que los patrocinadores podían hacer con uno lo que quisieran, y eso incluía hacerle retroceder. Si quería poder seguir, iba a tener que cumplir los deseos de Sudrak, por mucho que le pesara ir a la caza de otro tributo como si fuera un mercenario cualquiera. O por, un asesino.

—Está bien, tsk —dijo entre dientes.

Resignado a seguir el juego, se acercó a la puerta y la empujó, sin sorprenderse porque estuviera cerrada. Una cosa es que le fuera a mandar señales para guiarle, y otra que fuera a darle el trabajo hecho. Eso era mucho pedir, por supuesto.

Con un suspiro, se puso a forzar la madera con la palanqueta, a ver si podía pasar. Y de no ser capaz pese a su fuerza, pidió que a Sudrak que abriera, como un deseo, aunque fuera realmente el otro quien quería que se hiciera aquello.

Vuelvo a golpear la puerta y en cuanto se me va a echar encima, salgo esquivando la para correr

Empujas el bastón y no se abre, como era de esperar, cuando estás forzando la puerta con la palanqueta una guillotina baja esperando cortarte en este caso la mano, por suerte la retiras a tiempo. Viendo que de este modo es imposible que puedas forzar la puerta, pides el favor de Sudrak, que hace desaparecer la guillotina y abre la puerta para ti. Avanzas por un pasillo pero te detienes cuando delante de ti aparece una puerta de hierro

Exudando hiel por los poros Anazareth no podía creerse que estuviese condenando a su posesión más preciada, torpemente había creído poder escapar de las ratas alejándose de donde se le abalanzaron y ahora mordían y envenenaban a Viltur.

De repente una revelación se iluminó en su rostro con una claridad tal que la llevó a bajar la cabeza y reír al borde de la histeria.

- Es un desafío, Viltur, ¡Un desafío! -bramó con rabia liberada antes de retorcerse de dolor mientras otra carcajada estallaba desde su garganta- ¡Jajajajá! Sólo el ciego de ambición seguiría persiguiendo la caza en estas condiciones, ha llegado el momento de salir de aquí, aunque sea a rastras ¡Jajajajá! - no haberlo juzgado así antes le avergonzaba sobremanera y con un par de golpes de su puño contra el suelo logró forzarse a dejar de reír- ¡Ve! Sal de aquí mientras puedas, te sigo de cerca ¡Vamos!

Encontró en su interior renovadas energías y volvió a conjurar su poder sobre aquella plaga, pareciera que encontrar la resolución con la que afrontar aquella situación también templase su pulso y le permitiese conjurar una explosión de zarcillos oscuros que laceraron a las ratas.

Se hacía aburrido tener que recorrer, por segunda vez, aquello que ya había dejado atrás hacía rato. Empero, era necesario, así que lo hizo con todo el aplomo que pudo.

Cuando la siguiente puerta le detuvo, esta vez una barrera de hierro de aspecto resistente, suspiró pero no se dio por vencido. Había tenido un susto hacía unos instantes, así que no iba a apresurarse ésta vez.

Primero empujó con la pértiga desde una distancia prudencial —la máxima que le dejaba el palo—, para posteriormente y si no se abría —cosa que dudaba; nunca era tan sencillo—, examinar¹ en busca de posibles trampas que hubieran podido quedar pese a no tener porque —uno nunca sabía—, desactivarlas² si era el caso y, posteriormente si se sentía seguro, probar a empujar y tirar el mismo —no fuera a abrirse en otra dirección—, forzarla³ con la palanqueta y todas sus fuerzas —el hierro no se doblaba, pero el cerrojo podía ceder—, o finalmente rendirse y volver a pedir a Sudrak que la abriera.

    Rodeado por las pequeñas alimañas, el lobo lanzó un rugido feroz cargado de rabia tratando de sacudírselas para poder salir de allí ahora que la drow se había liberado.

Villtur se alejó de aquella plaga de ratas buscando la salida del lugar, pero Anazareth hizo lo contrario de lo que dijo, se acercó a la plaga de ratas y usó su magia, aunque parecía no surtir efecto en esas criaturas, en esta ocasión fue Anazareth quien se vio envuelta por la plaga de rata que la mordían

- ¡Malditas alimañas! -la opinión acerca de aquella plaga de ratas fue tornándose en su mente, había de encontrar cómo encerrar a un prisionero en un sarcófago y llenarlo de aquellas monstruosidades- ¡Vámonos! No tenemos manera de vencer.

El veneno volvía a entumecer sus sentidos pero ahora estaba habituada, de manera que tras dar por perdida la posibilidad de derrotar aquel espanto retrocedió hacia la salida, asegurándose que Viltur fuese por delante para que no se lo comiesen.

Tal y como intuías al empujar con la pértiga la puerta ésta no se abre, te pones a buscar trampas pero no encuentras ninguna, por lo que fuerzas la entrada. Entras a una habitación vacía, donde la única salida ha sido forzada con anterioridad, llevandote a una bifurcación, un largo pasillo sigue al norte y al sur

Menuda pérdida de tiempo. A esas alturas, podría haber estado tranquilamente en el Capitolio, o ya avanzando por el cuarto nivel del laberinto. Estar ahí, persiguiendo a un hombre del que no tenía ni una pista, por orden de un patrocinador por el que se sentía traicionado en las formas, no era precisamente su idea de acercarse a la victoria.

Molesto, giró hacia el sur en el recodo, se acercó hasta la puerta e hizo lo habitual: usar la pértiga, tomarse su tiempo para investigar después si quedaba alguna trampa, intentar tirar y empujar de nuevo por si acaso, y finalmente usar la palanqueta para forzar la entrada. Como última opción, pedir a Sudrak que abriera si estaba por allí Lidar.

No ves ninguna trampa en la puerta y procedes a abrirla, dos ratas están esperandote en la puerta esperando morderte nada más la puerta se abre, una de las ratas es golpeada por la puerta al abrirse y queda boca arriba. La otra rata muerde tu bota sin llegar a hacerte daño.

Se ha tallado un grupo de rostros draconianos en la pared este, y alguien ha garabateado "Los halcones de Enryn mataron a siete orcos aquí" en la pared sur.

De repente suena una alarma en todo el complejo, el holograma de uno de los sirvientes del Capitolio sale delante vuestra:

Ha comenzado la destrucción de este nivel, todo aquel que esté en una sala destruida cuando esta desaparezca, irá a la arena

Aquello llegaba a su fin, habría más pruebas pero aquella había terminado. De rodillas se abrazó a Viltur, sus uñas rascando contra su pelaje y sus labios apretándose una vez tras otra contra el lateral de su cabeza.

- Aullaste y viniste por mí, viniste por mí...- susurraba mientras sus manos conjuraban- No sé si habrá descanso o saltaremos a más peligros pero te buscaré, Viltur, mi bestia: te buscaré y los cazaremos a todos.

Terminado tu hechizo zarcillos azulados surgieron de la punta de sus dedos para cerrar las heridas del lobo.

- Ve, nos veremos pronto- le dijo acariciando sus orejas a modo de despedida antes de desaparecer.

Ratas. Estaba claro que Lidar no estaba ahí, pero encima, por si fuera poco, Sudrak le había mandado a otro tributo en un nivel que estaba a punto de venirse abajo. Era como buscar una aguja en un pajar, solo que en ese caso la paja podía matar y el edificio estaba a punto de caer sobre su cabeza. Al menos, si así fuera, acabaría en el coliseo y, con suerte, encontraría a su objetivo.

Prefería no tener que llegar a eso y dar con su presa antes, para poder ser enviado a dónde le correspondía. Esperaba que su patrocinador lo hiciera, aunque a saber. Fuera como fuera, no podía perder el tiempo con esos roedores, tenía que acabar con ellos rápidamente.

Con su habitual habilidad, golpeó sin contemplación, causando

Revitalizado, el lobo alzó la cabeza confundido, seguía sin comprender muy bien qué podía esperar de aquella mujer. No obstante, no tuvo mucho tiempo para pensar en ello, el mensaje enviado por los organizadores junto con el ver como su "compañera" desaparecía en un haz de luz le hizo volver sobre sus pasos lanzándose a la carrera en busca de la salida.