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La Cuarta Edad - El confín de Arda

A la sombra del Moratani (Escena 2)

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08/02/2015, 19:21
Director

El viaje de la Gran Expedición hacia el sur había sido un paseo sin apenas contratiempos. A excepción de la escasez de víveres propia de recorrer las desoladas costas del Gran Desierto de Próximo Harad, el recorrido no sufrió grandes percances. Solo experimentaron un par de tormentas veraniegas, aunque su intensidad no era tan fuerte como en invierno. En éstos casos, la flota buscaba refugio en alta mar o dentro de estuarios y ensenadas. No hubo que lamentar la pérdida de ninguna nave, aunque dos barcos de transporte se extraviaran durante cuatro días debido a la más fuerte de las tormentas.

Los enanos y los hobbits, poco acostumbrados al balanceo de los buques, fueron embarcados en naves de estilo catamarán, menos propensas a los vaivenes, pero de menor bordo y poder artillero. A los enanos los dirigía Thobrin, un capitán del principe Thrór que había decidido permanecer en Endor. No por cobardía, si no por la necesidad de que algún miembro de la realeza no-humana supervisara todo el proceso de transición a la nueva legislación del Reino, así como que se permitiera a aquellos que quisieran abandonar los ghettos para habitar en los reinos libres de enanos y elfos.

Para los respectivos capitanes de la flota y la tropa embarcada, el viaje fue una oportunidad para aprender a trabajar juntos. Para aprender a que la maquinaria de guerra que habían desplegado actuara coordinadamente, aún cuando estuviera formada por los más variados pueblos y naciones. Los pilotos humanos tuvieron ocasión de aprender de los maestros navegantes elfos, y éstos apreciaron sobremanera los avances humanos en diseño de embarcaciones, el desarrollo de la artillería y otros inventos.

Tras tres meses en alta mar, con pocas oportunidades para bajar a Tierra más que para la compra de víveres y llenar los toneles de agua, la flota llegó al Cabo del Faro. Horrendos vientos y tormentas se desarrollaban en aquel estrecho. Los sabios decían que, ya que era el lugar de Arda donde había una mayor masa de agua sin tierra que lo frenara, el viento podía alcanzar los cuarenta nudos durante una tormenta. Suficiente como para estrellar un barco contra las rocas.

Pero aquel día, el cielo plomizo que anunciaba lluvia reveló una escena inquietante para los marinos. Era una de las pocas ocasiones en las que habían visto el mar alrededor del estrecho tranquilo como una balsa de aceite. Solo un viento frío, no muy potente pero insistente, rizaba suavemente la superficie del mar. Aquello les hizo admirar la gloriosa ruina de la Lámpara de los Valar, destruida por Morgoth en la primera edad. La base de la gigantesca lámpara se alzaba al menos cien metros hacia el cielo, y terminaba en una cúspide que obviamente había sido construida en tiempos recientes, tratanto de imitar la factura de la lámpara. Ésta era ahora un faro que utilizaba el Reino de Endor, con una plataforma giratoria y rematado en un campanario que anunciaba a los barcos la cercanía de la costa cuando había niebla espesa. Aquella reliquia de un tiempo pasado les hizo recordar que se adentraban en territorios poco conocidos por los hombres del norte. Territorios salvajes donde los insectos y las serpientes podían matar a tantos hombres como las flechas y cerbatanas envenenadas de los guerreros emboscados en la selva. Afortunadamente, tenían de su parte al cacique del poderoso clan de los Monomotapa, señores de las selvas de Tantrunak.

La flota pasó silenciosamente frente a la mole del faro, saludada por unos solitarios cañonazos de sus centinelas, que habían reconocido las armas de Gondor en las velas de las naves. Ascendieron entonces en su latitud, recorriendo las costas de Tantrunak. Tras los acantilados, una selva que ininterrumpidamente hacia frontera con el mar, tan solo salpicada por unas atalayas de adobe reforzadas con estacas de madera. Aquella era la tan particular arquitectura de los hombres de la selva.

Abandonando el estrecho, la temperatura volvió a ascender. En aquella parte del mundo, los hombres iban casi desnudos por una razón fundamental: la ropa solo hacía sudar a su portador copiosamente. Pero los hombres del norte eran pudorosos y se resistían a abandonar su ropa, aunque fueran los pantalones y una simple camisa. Aquellas latitudes provocaban también un curioso efecto en la sexualidad de las razas mortales, exacerbándola hasta niveles peligrosos. Por eso quizá casi la primera cosa en la que se fijaron los marineros cuando llegaron al pequeño puerto de Djizza fue en lo bien formadas que estaban aquellas mujeres de piel negra que les llevaron sabrosas frutas de colores vivos y chuletas de cabra para sus parrillas.

Atardecía cuando los capitanes y príncipes de aquella expedición recibieron permiso para bajar de los buques y dirigirse hasta el Gran Tantrunak, la capital del cacicazgo. Los pescadores comenzaron a recoger con sus cestas los peces que dejaban atrapados en pequeñas lagunas durante la bajamar, y los mosquitos comenzaron a hacer su aparición.

Como las antorchas y objetos brillantes atraían a aquellas pesadillas voladoras, con picos grandes capaces de traspasar un trozo de cuero, los elfos decidieron encabezar la marcha con una botella de Luz de Eärendil. Los lugareños les miraban con harta desconfianza, pues solo conocían a los elfos oscuros. Aunque era evidente que aquellos no eran oscuros. En general, causaron una tremenda curiosidad a los habitantes del lugar, que en el puerto se agolparon para mirarles de cerca. Los niños, que allí eran muchísimos, se acercaban a tocar la barba del mago azul y fascinarse por el exótico aspecto de los hombres del este y los orientales de Yamato, a los que no habían visto jamás.

La princesa Nzinga les guiaba a través de los caminos de la selva, frondosa e inquietante, llena de criaturas que sin sus consejos, habrían dado más de un problema. Fue de noche y tras tres horas de buena marcha cuando llegaron a las orillas del lago sagrado. Pallando reconoció aquello como los restos del Gran Lago donde habían habitado los Valar antes de abandonar Endor por Aman. Y lo que había en su centro, la isla a la cual pusieron rumbo en canoas nativas, no debía ser otra que Almaren, que la legendaria morada de aquellos seres en la Primera Edad. Ahora se hallaba levantada en la isla una ciudad rodeada por una enigmática muralla de piedra que se abría en un estrecho pasillo en espiral, rematada por unas torres decoradas con cabezas de vaca y carnero. Los guerreros pantera vigilaban, y la ciudad de las cien fogatas y las mil antorchas les vió llegar. La Gran Tantrunak.

 

Les recibieron con cánticos y bailes alrededor del gran fuego. Los guerreros bailaban en un anillo, y las mujeres lo hacían en otro por detrás, moviéndose en dirección opuesta. Chamanes con la cara tapada por máscaras coloridas, mujeres con extrañísimos tocados que fascinaron a los elfos.

Los cánticos cesaron cuando el hombre con la vara de oro se acercó desde la gran casa de piedra que era su palacio. Su tocado era impresionante, e iba cubierto por pieles de pantera. Su rostro estaba oculto tras una máscara de oro, que pasaba de generación en generación. Era Monomotapa, el gran cacique. El cacique de caciques. Aquel que gobierna por derecho de los dioses. En el día de su coronación, ocultaba su rostro tras la máscara para nunca más mostrarlo si no en la muerte. Entretanto, no era un hombre común. Era él mismo, y la suma de todos sus antepasados. Monomotapa, el rey inmortal.

Le acompañaban sus esposas, consejeros e hijas. La mayor de la cuales, la hermana de Nzinga, era Lwazi la suma sacerdotisa del culto de Shaka, que era como se conocía a Eru en aquel pueblo. Ella conocía bien el idioma oestrón, y tradujo las palabras de su padre.

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08/02/2015, 20:36
Lwazi

La princesa les habló con un oestrón cargado de fuerte acento haradrim. Se adelantó unos pasos y compartió una mirada con su hermana, tocando ambas su frente con los dedos índice y corazón, cual era el saludo de su pueblo.

-Recibid la bienvenida de Monomotapa, el rey eterno. El rey se complace de ver a su hija la princesa Nzinga sana y de regreso al hogar. Os saluda a todos, emisarios de lejanas naciones. El soberano de la selva conoce la alianza que su hija ha formado con los hombres del Norte, y desea conocer a los emisarios de otras tierras. Siente curiosidad por los enanos y los medianos, ya que no se han visto jamás en éstas tierras. También desea conocer a la valiente princesa al mando de éstas tropas y a sus aliados. Incluso los elfos de la luz, de los que solo hemos escuchado vagas historias, son bienvenidos a su mesa.

Hizo un gesto señalando unas cabañas junto a la del rey.

-Sed huéspedes de mi soberano ésta noche, valientes viajeros. En vuestro honor festejaremos y sellaremos la alianza según las costumbres de vuestro pueblo. Y para tal ceremonia, mi señor desea saber cuál es el más valiente de vuestros guerreros humanos.

Notas de juego

Ahora si podéis escribir.

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08/02/2015, 21:06
Yuukimo

El viaje había sido bastante interesante. No habían tenido demasiados problemas salvo las naves de carga que se habían extraviado unos días y algo de escasez durante las tormentas, pero nada que ninguno no hubiera podido superar. Durante el viaje había dividido mi tiempo entre seguir a Pallando para que continuara enseñándome cosas y seguir a los marineros del barco para aprender a navegar. Aprendía a manejar el timón, a entender los vientos para saber qué hacer con las velas, aprendí a leer las mareas y los cielos para orientarme, tanto de día como de noche, en alta mar e incluso estuve alguna vez acompañando al vigía y escuchando sus historias. 

Y cuando había descansos y no tenía mucho más que hacer, me sentaba en el bauprés a meditar, dejando que la brisa marina revolviera mi cabello, o me sentaba en cubierta, con la espalda apoyada contra la cruz del palo mayor, animando a los afanados y ociosos navegantes con mi laúd, interpretando viejas canciones de mi pueblo. 

Pasaron los días, pasaron las semanas y también los meses y entonces, al fin, pude contemplar con mis propios ojos la Lámpara de los Valar. El momento me pilló sentada en el bauprés y poder contemplar aquella visión proveniente de leyendas y cuentos, me emocionó de nuevo. Sabía que aquello donde estaba era algo grande; aquella misión, aquella empresa, era importante. Y me sentía tan pequeña... mis compañeros eran grandes, Pallando, la princesa de Valle, el comandante de los Inmortales y Veremir y Kiribanti que ahora se habían convertido en capitanes también... y tras todos ellos, yo, una mera aprendiz de hechicera, me sentía pequeña. Sentía, a pesar de que todos me trataban como a una igual, que todo aquello quizá me viniese demasiado grande. Y sin embargo, aquello me hacía tener aún más ganas de continuar. 

El viaje continuó, atravesamos la selva y llegamos, siguiendo a Nzinga, al fin, a la gran Tantrunak. 

Estaba emocionada, estaba viendo tantas personas y tantas culturas diferentes en tan poco tiempo... la recibida fue buena y el cacique pidió al mejor guerrero humano. No pude evitar echar un vistazo a mis compañeros, todos eran guerreros formidables, pero sólo uno era humano del todo, o al menos según mi información. Había llegado a la conclusión de que sólo podía estar segura de que nada era seguro a aquellas alturas. Esperé, a ver qué respondía Arphazel. Sin embargo, nis ojos no podían evitar dirigirse continuamente a los habitantes de aquella ciudad; tenía muchas ganas de hablar con las mujeres, jugar con los niños y preguntar a los hombres. Y, al parecer, ellos sentían exactamente la misma curiosidad por nosotros que la que sentía yo por ellos. 

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09/02/2015, 00:19
Veremir Tuk

Veremir nunca había estado en alta mar, aquello era una experiencia completamente nueva y agradecía que lo hubiesen embarcado en un barco más estable que los demás, evitándole así los vaivenes del viaje, excepto durante las tormentas ocasionales. El viaje en general transcurrió sin incidencias, aunque Veremir estuvo preocupado por la escasez de víveres. Los meses de navegación los dedicó a relacionarse y conocer a los hobbits que tenía a su cargo, no solo por evitar la monotonía del viaje sino también, y principalmente, para crear lazos con ellos y saber de cada uno, su habilidades, ambiciones e ideas, se había tomado muy enserio la tarea de capitanear aquella compañía y no iba a dar opción de decepcionar a nadie, ni al Thain ni a los que ahora eran sus soldados.

Al pasar junto a la Lámpara de los Valar se agolpó con los suyos en cubierta, sorprendido ante la imagen de aquella impresionante estructura, los marineros parecían sorprendidos, según decían no era habitual las condiciones de la zona, el mar estaba tranquilo y corría una brisa fría que hacia avanzar los barcos a buen ritmo.

Pasada la Lámpara de los Valar la temperatura comenzó a subir lo suficiente como par que la ropa empezara a sobrar, Veremir se quedo en camisa y pantalones y guardó el chaleco y la capa en un baúl, guardando con cuidado especial con esta última. El ánimo subió al llegar al puerto de Djizza, mientras los marineros miraban sorprendidos a las mujeres de piel oscura casi desnudas los hobbits hicieron buena cuenta de las viandas que les ofrecían. Cuando recibieron permiso para bajar a tierra, Veremir dejó a uno de los hobbits con más experiencia al cargo de los que quedaban en el barco y seleccionó a otros dos para que lo acompañaran.

Antes de bajar se ciñó bien a Dardo, se anudó la honda a la cintura y cogió la capa llevándola doblada en el brazo de manera que se viera el sello de la Comarca, el trayecto a través de la selva fue sofocante pero mereció la pena al ver la ciudad que se levantaba en mitad del lago, tenía un aire rústico, pero seguro. Al llegar a la ciudad en sí les dieron un animado recibimiento, al hobbit le gustó aquello a pesar del aire salvaje que emanaba aquella forma de danzar y celebrar.

Sonrió cuando el hombre de la mascara dorada, el mismísimo Monomotapa, apareció con su vara dorada, acompañado de toda su familia, en apenas unos meses él, un simple hobbits, había estado ante los hombres y mujeres mas conocidos y poderosos del mundo conocido, se inclinó levemente a forma de saludo y escuchó atentamente a la hija del gran cacique antes de dar un decisivo paso al frente.

-Dígale a su padre que es un honor ser su huésped y que como capitán de la Guardia de la Comarca y representante de mi raza, estoy dispuesto a resolver cualquier duda o curiosidad sobre los míos que pueda tener... Y... con respecto al valiente guerrero que solicitáis- Miró al cacique y después a su hija que hacía de traductora- ¿Es un humano lo que buscáis?-

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09/02/2015, 00:35
Arphazel

Lo que se forjó aquel día en la Sala de Guerra de la Torre de Echtelion era un símbolo prometedor de las nuevas relaciones entre las razas de nuestra amada tierra. Personalmente, fue un triunfo: hacía mucho tiempo que esperaba este tipo de gestos de parte de mi padre y, si bien la situación le obligó un tanto, supo estar a la altura y actuar como el rey que siempre anhelé que fuera: procurador de la paz, buscador de la justicia y el bien común con un objetivo claro: la gloria imperecedera, cubrir de honor a una casa bañada en sangre.
La despedida de mi padre fue sentida, percibí una conexión entre nosotros como nunca había sentido antes: quizás porque porque estábamos conectados por una causa y una ambición común. Al partir le hice la promesa de que regresaría con la gloria a mis espaldas y el triunfo sobre el mal para el bien de esta generación y de las futuras, para todos, enanos, hobbits, elfos y hombres.

Amaba el mar, siempre había disfrutado de viajar en navíos tanto en río como en mar, el oleaje me tranquilizaba y me adormilaba un tanto, haciéndome entrar en una especie de trance contemplativo: pocas cosas me movilizaban internamente como ver la puesta del sol en alta mar.
Sin embargo, como todo aquello que se ama, lo llegué a odiar luego de dos meses de hartarme de oleaje y olor a sal; internamente no veía la hora de por fin atracar y pasar una temporada en tierra y hasta experimenté cierta desesperación que me guardé muy bien de demostrar.

Lo único que me sacó de mis cavilaciones fue la contemplación de las ruinas de la Lámpara de los Valar, aquella belleza antiquísima me llenó el corazón de presagios, admirar lo nuevo y lo antiguo hermanado me dio una sensación de analogía con nuestra empresa, una certeza de predestinación muy intensa: aquel faro nos bañaba con su halo de luz antigua y nos bendecía a nosotros, los portadores de la luz que se internaban en la tierra de las sombras. Quizás era la angustia de estar muy lejos de todo cuanto conocía o el miedo vertiginoso ante lo desconocido, el silencio respetuoso que se hizo en la embarcación al pasar junto a esta reliquia me hice enorgullecerme de mis hombres.

Finalmente llegamos a tierra. El clima era caluroso y húmedo, lo que me hizo replantearme las armaduras y ropas de mis hombres. Antes de descender les advertí que no toleraría libertinajes y los conminé a comportarse, recordándoles el espíritu noble y heroico de nuestra empresa.

Si bien no bajé con mi ropa de combate sí lo hice con ropa ligera pero que me permitiera andar a paso rápido: pantalones, botas y una túnica de lino hasta las caderas ceñida por un cinturón ancho.

Debo reconocer que la visión de las gentes de Tantrunak me resultó cálida y enigmática, como me había parecido la princesa Nzinga en su momento. Admiraba fascinada los detalles de sus ropas, sus tocados, sus costumbres y el paisaje exuberante de la selva, estaba tan fascinada por los sonidos de los animales nocturnos y la visión en penumbras de la jungla plateada que la marcha se me hizo rápida.

Más fascinación todavía imprimieron a mi persona el lago sagrado, la ciudad levantada en la isla y las danzas y cantos festivos, estaba sobrecogida con tanto exotismo y encanto. Pronto salió a recibirnos el gran cacique Monomotapa, soberbiamente vestido con pieles de animales desconocidos para mí que seguramente serían grances y feroces, por lo que podía intuir. La hermana de Nzinga, la princesa Lwazi nos tradujo las palabras de su padre y luego de escucharlas asentí y me adelanté. Hice el saludo gondoriano con mi cabeza inclinada y las manos sobre el pecho, luego tomé la palabra. Le di una mirada a Veremir y sonreí.

-Honorable y eterno rey Monomotapa, soy la princesa Arphazel de la casa de Dol Amroth, líder de esta expedición, traigo conmigo el saludo de parte de mi padre, el rey Gimlad. Le agradezco profundamente el que nos reciba hoy en su fortaleza y que nos abra las puertas de su hogar, pero más aún le agradezco el que haya enviado a su hija, la princesa Nzinga, al Reino de Endor. Su presencia y palabra ha sido esencial para la conformación de esta expedición -dije con cautela, no sabiendo cuánto de todo el asunto sabía el pueblo presente, vinieron a mi mente varios nombres entre mis hombres para el mejor guerrero pero finalmente dije -El guerrero Gorman de Haradrim es nuestro hombre más valiente, pero también está el guerrero Veremir de los medianos-. Hice una pausa -Junto a mí se encuentran los emisarios unidos a nuestra causa que se presentarán ahora ante usted.

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09/02/2015, 01:09
Tanaka

Para sorpresa de todos, el príncipe de Yamato se adelantó unos pasos hasta llegar a la altura de Arphazel. Juntó las manos como solía en señal de respeto y la miró primero a ella y luego a la máscara del rey eterno.

-Con la venia de mi comandante, desearía presentarme voluntario. Es cierto que el capitán Gorman es un excelente guerrero, como demostró bien en la arena del Mindolluin. Pero por eso mismo, veo injusto tener que someterle de nuevo a un combate por el honor de ésta expedición. Por eso solicito humildemente a mi comandante ocupar su lugar en ésta prueba. Soy humano, y todavía no he demostrado mi valía. Pero os aseguro que no os arrepentiréis, alteza.

Bajó el rostro levemente tras las manos.

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09/02/2015, 01:13
Lwazi

La sacerdotisa observó a los recién llegados y cuáles eran sus reacciones. Cuando la princesa se presentó, se llevó una mano al pecho e inclinó el rostro en señal de reconocimiento. El rey Monomotapa se mantenía silencioso en todo momento, sosteniendo su vara. Era un ser enigmático, y casi todo el diálogo con su pueblo se hacía a través de sus consejeros.

-Agradecemos su propuesta, guerrero Veremir. Pero la petición se refiere a humanos por un motivo explícito. En nuestro pueblo, no hay mayor alianza que la que puede sellar el vínculo de sangre. La sangre unida por una ceremonia nupcial. Pero antes, el aspirante debe demostrar su valía venciendo al mejor de nuestros guerreros en combate cuerpo a cuerpo. Así que necesitamos a un guerrero humano, diestro y sin un compromiso semejante.

El rey enmascarado dijo entonces algo en su idioma, y la sacerdotisa, su hija, se giró a mirarle y asintió antes de traducir.

-El rey eterno ha señalado justamente que entre los nuestros también existe "gente pequeña", pero no sabemos muy bien si son una raza aparte. Los mandará llamar para que el sabio mago dilucide si existe parentesco entre ellos y los medianos.

Esperó, entretanto, que la princesa tomara una decisión.

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09/02/2015, 01:27
Arphazel

¿Vínculo... nupcial? Mis ojos se abrieron y se entrecerraron, miré hacia Tanaka y hacia Gorman sin saber qué decir, pero lo cierto es que el príncipe ya había abierto la boca y ahora su honor estaba en juego. -Como desee, príncipe Tanaka -respondí e incliné el rostro hacia él juntando las manos -Usted podrá combatir en representación nuestra.

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09/02/2015, 01:40
Director

El príncipe oriental sonrió por la honra que para él suponía haberle concedido aquella oportunidad. Lo de "ceremonia matrimonial" le impresionó más que el hecho de tener que pelear contra un guerrero de Tantrunak, pero tal y como les había enseñado Pallando hacía milenios: un hombre no debe cuestionar su destino, si no tratar de alcanzarlo alcanzando el "kung fu", la maestría y la armonía en todo aquello que se hace.

Lwazi les invitó al palco del rey, situado frente a su casa/palacio y desde donde solía seguir los festivales de danza y otros actos que se desarrollaban en aquella explanada central. Tomaron asiento en sus puestos de honor y les sirvieron una bebida refrescante para animarse tras el largo viaje, algo parecido al té, pero más intenso. El rey Monomotapa se sentó el primero e indicó con unas palabras que los actos del festival habían comenzado. Hubo gran jolgorio entre su pueblo, y comenzó a tocarse música.

El príncipe Tanaka fue escoltado por unos guerreros pantera hasta una choza, donde se iba a despojar de sus armas y armaduras, como era la costumbre y tradición. Mientras, disfrutaron de unos bailes exóticos y multitudinarios: la mujeres de la corte bailaban para su deleite.

La danza constaba de dos partes. La primera era una danza alegórica de la fertilidad, al ritmo de los tambores. Aquello subió la temperatura, pues las bailarinas movían sus caderas de formas sinuosas y bastante explícitas simulando el acto sexual. Por alguna extraña razón, durante éste baile las miradas de Elrohir y Arphazel se cruzaron para luego sostenerse durante largo rato.

El cambio de ritmo les sacó de su ensoñación. Ahora otras bailarinas empuñaban escudos de piel de vaca y lanzas, danzando con un rumor creciente de sus susurros. Apuñalaban el aire con las lanzas y se componian en posturas varoniles y enérgicas semejantes a una guardia de combate. Aquella danza era alegoría del combate que iba a producirse.

Los contendientes se situaron a cada lado de la explanada, por detrás de las bailarinas. Les acompañaban como testigos un puñado de sus guerreros. Cuando la melodía terminó, ambos se acercaron para darse la mano antes del inicio del combate. Eso demostraba que no se guardaban armas escondidas y que el combate iba a ser honorable. La princesa Nzinga les tradujo lo que un anciano chamán estaba proclamando. Los hombres de Tantrunak dejaron de beber, pues aquel era un asunto serio.

-El guerrero al que debera enfrentarse es mi primo Dingane, capitán de los guerreros pantera. Es el mejor de nuestros guerreros, al menos de los hombres -bromeó- El chamán explica que no están permitidos golpes a los genitales ni lesionar al contricante partiendo uno de sus miembros o huesos con un agarre. Cuando luchen en el suelo, los jueces dictaminarán cuando la llave ha sometido al rival y éste tendrá la oportunidad de rendirse antes que comiencen a contar hasta veinte.

Dingane era un hombre de casi dos metros y medio, y antes del combate le habían visto vestido y armado acorde a su rango. No era una mole de músculo, si no más bien un cuerpo perfectamente definido y fibroso, bien formado para el combate. Al lado de Tanaka, que medía poco más de metro setenta, parecía un gigante. Hubo algún guerrero de Tantrunak que se rió por aquello y señaló con el dedo.

Ambos hombres se dieron la mano, y Tanaka miró a su adversario con un gesto serio y de respeto. Muchos de los presentes jamás habían visto combatir a un hombre del lejano Harad, tanto como a uno de Yamato. El combate depararía grandes sorpresas. Los guerreros que iban a ver el combate sentados comenzaron a cantar una canción de guerra, mientras ambos hombres se separaban, despojándose de sus últimos símbolos de estátus.

Dingane se quedó así en taparrabos, aún sin su tocado, y Tanaka vestía su ropa interior corte oriental, llamada "kimono", con la que normalmente se entrenaba en lucha cuerpo a cuerpo. El chamán bendijo la arena con la sangre de una gallina a la que degolló allí mismo, y los cánticos cesaron. Entonces, el rey eterno habló y su hija le tradujo.

-Guerreros que vais a batiros con honor bajo la mirada de vuestro rey y el abrigo de los dioses. Buena suerte, y que gane el mejor.

Los contendientes se pusieron en guardia, cada uno en la suya. El guerrero pantera adoptó una postura perfilada aunque altanera, pronta al ataque de puño tanto como a la patada. El oriental adoptó la postura llamada "de la serpiente", bajando mucho la guardia y aparentando que no iba a moverse con rapidez. La patada del haradrim, que lanzó con gran destreza, fue esquivada in extremis por el príncipe con un salto en el que se enroscó en el aire como una serpiente, para caer luego en otra guardia. Aquella agilidad hizo enmudecer a los guerreros del sur, que miraron con otros ojos al pequeño príncipe.

Lanzó luego el príncipe una patada al pecho de su contrincante, que frenó en seco el segundo ataque que éste iba a lanzar. No le hizo apenas daño, pero si le provocó una sonrisa y se volviera a ponerse en guardia. Los contendientes se midieron luego y se tomaron la distancia, prudentes.

- Tiradas (6)

Notas de juego

Dingane ataque: 7+8+9 = 24

Defensa Tanaka: 8+9+7 = 24

Ataque Tanaka: 7+8+7 = 22

Defensa Dingane: 9+9 = 18

Daño: 10 frente a escala de Vitalidad 14. Heridas superficiales.

 

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09/02/2015, 02:36
Yuukimo

Abrí los ojos como platos. ¿Vínculo nupcial? No podía creer lo que había escuchado. Pero menos aún podía creer que Tanaka, nuestro príncipe, se hubiera ofrecido voluntario. En realidad suspiré aliviada; el destino era algo que había que aceptar y dejar fluir, como nos había enseñado Pallando, y si le hubiera tocado finalmente a Gorman, seguramente habría sido más difícil de convencer. 

Finalmente, me dejé llevar por la situación, sonriendo. La mayor parte de las capas de ropa que llevaba se habían quedado por el camino y había terminado llevando una fina camisola de lino y unos pantalones del mismo material. Incluso me había quitado las botas hacía ya rato y las había guardado en mi petate, caminando descalza por aquella tierra cálida. En el trayecto hasta el palco del rey, me había parado junto a un grupo de niñas que nos miraban extasiadas y me había agachado a saludarlas. Las miraba exactamente con la misma curiosidad con que ellas me miraban a mí. Admiraba su piel oscura como el ébano y su pelo tan rizado exactamente del mismo modo que ellas admiraban mi piel pálida y mi pelo completamente liso. El resultado de aquel casual encuentro fue que llegué al palco con el pelo trenzado muy finamente con cuentas de colores hechas con semillas y madera. No necesitaba más. Aquellas niñas, aquel lugar, ya me habían enamorado. 

Contemplé las danzas mientras bebía algo muy rico que nos habían ofrecido. Y luego comenzó la pelea. Conocía los movimientos que estaba haciendo el príncipe de Yamato pues Pallando me había enseñado muchos de ellos. 

-Eso es el estilo de la serpiente -le iba diciendo por lo bajo a Kiribanti, que estaba sentado a mi lado-, ése es extraño, se parece al dragón y al tigre pero no termina de ser ninguno... es una guardia diferente, más abierta, no lo reconozco del todo. 

Aunque no lo pareciera, estaba ansiosa por ver ganar a Tanaka, quería que vieran todos de lo que era capaz, pues aún no había probado su valía y yo sabía que nuestro príncipe valía mucho. Sólo esperaba que no se hiciesen demasiado daño. 

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09/02/2015, 03:38
Arphazel

Me sorprendió la entereza con que Tanaka había aceptado lo que el destino le ponía enfrente, no dejaba de maravillarme su temple y su carácter forjado bajo la guía de Pallando. Antes del combate fuimos conducidos al palco real situado fuera de la residencia del cacique y luego se dio comienzo a la celebración con una danza de la fertilidad que me provocó primero asombro y cierto pudor que no pude contener, era fuerte para mí ver a las mujeres semidesnudas haciendo esos movimientos tan provocativos, pero al mismo tiempo, la danza tenía una belleza indiscutible y su simbolismo interpelaba mis ideas haciéndome traspasar las barreras que las costumbres y la cultura germinaban en nuestras mentes. No pude evitar que mis ojos se desviaran hacia el rey elfo sentado cerca de mí, descubrí para mi sorpresa que él ya me estaba mirando desde antes, nuestras miradas se mantuvieron la una en la otra unos instantes en los cuales hubo una perfecta compresión y una promesa, ambos sabíamos que teníamos una charla inconclusa, un encuentro fallido que debía ser reparado y quizás aquello se pudiera remediar esta noche, en medio de estas celebraciones tan pintorescas.
Debo reconocer que ver su rostro a la luz de las llamas de las antorchas me provocó pensamientos que me hicieron sonrojar y mi cuerpo reaccionó para mi pesar subiendo su temperatura; esos mismos pensamientos fueron alejados hacia el rincón de mi mente en el que solía guardarlos en cuanto el combate comenzó.
Casi temí por la salud de Tanaka al ver que el guerrero Tantrunak le llevaba más de dos cabezas de distancia, pero inmediatamente iniciada la contienda demostró con unos ágiles movimientos que podía ser una caja de sorpresas, y eso me gustó aún más. Este hombre no dejaba de sorprenderme. En el fondo deseé que ganara el combate, pero eso todavía estaba por verse.

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09/02/2015, 10:45
Gorman

Mientras las bailarina de Tantrunak bailaban sinuosamente capté las miradas que se lanzaban la princesa y el rey de lo Elfos y, entonces, mi pensamiento volvió unos meses atrás.

Recuerdo cuando zarpé de Umbar, mirando hacía atrás buscando a mi princesa. Pero el destino es como un tsunami, que te arrastra sin dejar nada a su paso, tan sólo afilados recuerdos a los que a veces te puedes coger, pero que te hacen daño.
Recuerdo ver el faro, La Luz de los Valar. Y bajo la tormenta ver en su fuego como el ojo de Sauron que una vez asoló la tierra media.
Recuerdo pensar en historias del pasado y estremecerme por el futuro.
Recuerdo el hambre, la sed.
Recuerdo ver a mis 300 hombres, algunos veteranos. Otros muchos jóvenes. Pero todos Inmortales.
Recuerdo pensar que la anterior guerra dejó nuestras tropas muy diezmadas.
Recuerdo las costas de Tantrunak. Las selvas y la gente. Yo junto a mi pantera blanca sopesando estas nuevas gentes.
Recuerdo a Tal Hatak y sus palabras. -Gorman, ves con honor y no te desvíes del camino.- Y su fuerte mano posando las riendas de su montura en las mías.
Recuerdo al Inmortal Rey de Monomotapa.
Recuerdo a la princesa considerándome el más valeroso de la expedición. Pese a que mis pensamientos también sopesaron otras muchas caras. Hombres y mujeres, altos y medianos. Pues todos estábamos lejos de casa aún a riesgo de sombrías noticias.
Y recuerdo al príncipe Tanaka ofrecerse voluntario.

Era asombrosa esa forma de luchar. Digno sucesor de las gentes de Yamato. -Fue una suerte que se presentase voluntario pues yo no se luchar si no es con otro fin que no sea la muerte.- pensé mientras acariciaba el lomo de mi felino.

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09/02/2015, 16:51
Director

El combate se convirtió en una sucesión de golpes y paradas. El público seguía atento las evoluciones del combate, confiados en que al final la fuerza del guerrero pantera se impondría. Y eso pareció cuando consiguió propinar un golpe a la cara del príncipe de Yamato que le hizo sangrar por la nariz.

Sin embargo, el oriental no perdió la concentración. Volvió a componerse en guardia y evitó varios ataques poderosos de su rival. No quería dañarle más de lo necesario para ganar el combate, por lo que ideó su estrategia de ataque. Le atrajo para que se lanzara sobre él y luego, girando sobre si mismo como una peonza, se apartó en diagonal. Con rapidez, pinzó con tres dedos una zona en su omoplato, bloqueándole el flujo de "ki". El gigante de ébano trastabilló y cayó al suelo inconsciente.

Hubo unos instantes de silencio, ya que no sabían muy bien si estaba vivo o muerto. Los chamanes se acercaron y vieron que respiraba, y al cabo de un rato, abrió los ojos. Pero la cuenta atrás había terminado, y el rey eterno alzó su vara. Estaba hecho. Los guerreros estallaron en júbilo, y muchos de ellos se acercaron a estrechar la mano del extranjero por aquella victoria tan sorprendente.

- Tiradas (9)

Notas de juego

Ataque Dingane: 10+10+9= 29

Defensa Tanaka: 8+8+7= 23

Daño ataque: 1 dado por éxito + 1 manos poderosas = 2d10

15 frente a Vitalidad 15, heridas superficiales.

Ataque Tanaka: 10+10+7= 27

Defensa Dingane: 8+9+9 = 26

Daño ataque: 1 dado por éxito + 1 manos poderosas = 2d10

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09/02/2015, 17:08
Lwazi

El rey proclamó algo a continuación, y eso hizo que sus hijas le miraran con asombro. Inmediatamente después, Nzinga se levantó de su asiento y se situó frente a su padre, clavando una rodilla en tierra mientras hablaba atropelladamente. Quisieron saber qué estaba pasando, y su hermana les tradujo.

-El rey eterno dice que... que un guerrero de ésta valía debe casarse con la más fuerte de sus hijas. Con Nzinga.

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09/02/2015, 17:16
Elrohir

El rey elfo se interesó por aquello. Su pueblo sabía de sobras el mal que podían hacer los enlaces concertados. Había que dejar que el amor fuera el responsable último de la unión entre el hombre y la mujer.

-Quizá se pueda hacer algo. Alguna solución que no involucre forzar un matrimonio si la princesa no está dispuesta.

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09/02/2015, 17:19
Tanaka

El vencedor se había recompuesto el hueso de la nariz, y sus feudatarios le habían ayudado a limpiarse la sangre que le había caído por el rostro. Se mostraba jovial por el triunfo, pero a medida que se acercó al palco se dió cuenta de cual era el problema.

Se arrodilló entonces delante del rey, junto a la princesa, uniendo las palmas de sus propias manos.

-Decidle al gran cacique que me he batido para sellar ésta alianza. Vuestros guerreros pelean con honor y será un orgullo luchar a su lado. Pero que no estoy dispuesto a casarme con una mujer que no esté dispuesta a hacerlo. Para mi pueblo, una ceremonia matrimonial es un asunto de honor y gran importancia. No quisiera deshonrar al rey haciendo infeliz a su hija. Pero decida lo que decida, trataré de amar y respetar a quien él escoja, hasta el fin de mis días.

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09/02/2015, 17:25
Nzinga

La princesa no daba su brazo a torcer. Ella era un espíritu libre, y no deseaba atarse en un matrimonio con un hombre. No de momento. Miró al príncipe de reojo, con una mezcla de sentimiento hacia sus palabras y de miedo ante lo que podía avecinarse. Ser su esposa supondría abandonar su tierra y tener que ser un día la consorte de un lejano reino. Y su corazón no quería separarse de aquellas selvas por tanto tiempo.

-Padre me prometió que no me iba a hombre alguno. Que yo podía escoger. Ésto no está bien, ésto no es justo. Yo no quiero vivir lejos de mi pueblo.

Hundió el rostro en la arena, a punto de sollozar.

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09/02/2015, 17:28
Lwazi

La sacerdotisa miró a su hermana y reflexionó. Luego miró al extraño hombre de oriente que había vencido a Dingane con tanta facilidad. Le fascinaba su alternancia entre la diplomacia y las buenas maneras, casi hasta el punto de la sumisión, con su corazón de guerrero valiente. Quería conocer más sobre aquella gente. Y tampoco podía ver así a su hermana, sufriendo por un matrimonio concertado. Como sacerdotisa, ella sabía hacer sacrificios en aras de su pueblo. Y aquel sacrificio se le antojaba una carga ligera, si es que era una carga.

-Yo lo haré, padre. Yo me casaré con él. Liberad a mi hermana de esa carga, es lo justo.

El rey eterno la miró a través de la máscara durante largo rato. Ella respondió a la mirada, y acarició la mejilla de oro. La mano de su padre se posó sobre la suya. Hubo unos instantes de silencio, y luego respondió.

-Está hecho -tradujo- Esta noche, dormiremos bajo el mismo techo y en el mismo lecho, y se sellará nuestro vínculo.

Su hermana le abrazó las piernas, llorando. Se había sacrificado por ella, y Nzinga se sentía mal por ello. Pero la sacerdotisa solo sentía el dolor de su hermana. Iría al tálamo nupcial con una sonrisa en el rostro, pues aquello era lo que sus dioses mandaban. Y ella había puesto su destino en manos de aquellos dioses.

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09/02/2015, 17:36
Yuukimo

-Ki ken tai -continué, explicando los vocablos en Eastron casi automáticamente-; cuerpo mente y arma tienen que actuar a la vez. Su arma en este caso es su propio cuerpo pero el principio funciona igual. Si eres capaz de controlarlos todos a la vez, entonces el poder del guerrero está en tu corazón y, por muy superior que sea tu oponente, podrás vencerlo.

En ese mismo momento, el Príncipe Tanaka logró tumbar al guerrero pantera y el combate terminó. De pronto, el cacique Monomotapa dijo algo y se armó un gran revuelo en el que parecía estar involucrada Nzinga. Cuando entendí lo que sucedía quise hablar, tenía muchas cosas que decirle al cacique y argumentos que darle para ayudar a la princesa que parecía no aceptar la decisión de su padre. Sin embargo, no conocía las costumbres de aquellas tierras y no tenía muy claro si sería una ofensa que yo hablase, interviniendo directamente en la situación, así que me callé y, con cara de circunstancias miré a Arphazel y a mi Maestro, sin saber muy bien si debía hablar o no. 

Pero entonces se adelantó su hermana, ofreciéndose a ocupar su lugar. Observé su rostro y en él vi una mezcla de fascinación, bondad y curiosidad que me gustó mucho. Su corazón era bueno y puro y su espíritu protegía a los demás y aquello era algo honorable. No creí necesario decir nada, pues supuse que Tanaka también se habría dado cuenta de aquello y estaría contento y conforme con la resolución. Sonreí para mí, con el corazón más calmado. 

Notas de juego

Edito que no habías terminado la escena cuando me he puesto a escribir XD.

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09/02/2015, 21:36
Gorman

Me dolió ver el desenlace del combate.  La decisión de Monomotapa para con su hija me hizo pensar en mi princesa y en como se juega con el destino de las mujeres como moneda de cambio. Me dio una punzada en el corazón y pensé en el semi-elfo.

Teníamos asuntos pendientes.