Partida Rol por web

La Cuarta Edad - El confín de Arda

El destino llama a la puerta (Escena 1)

Cargando editor
04/02/2015, 21:18
Veremir Tuk

-Acepto tu invitación- Tuteó a la princesa como si se tratase de cualquier persona normal, sin dejar de mirarla con expresión neutra- Y si solo sabes eso... no sabes ni la mitad de Veremir "Una Piedra"-

Después del espectáculo Veremir estaba sonriente y orgulloso, con la frente bien alta, no solo había sobrevivido si no que, por ley, ahora no era un delincuente y enemigo del reino, el contador de la recompensa sobre su cabeza estaba de nuevo a cero, había burlado las leyes de los humanos y eso le hacía sentir tremendamente bien. 
Guardó bien la carta recibida por el senescal y se alegró de recuperar su honda y resto de pertenencia. Comió bien y se llenó en la comida ofrecida por la princesa, hacía tiempo que no comía tan bien y se sorprendió cuando fue llamado a tener un encuentro con el Thain de la Comarca.

-Os veo en la cena- Se despidió de forma descarada del resto de comensales y fue a su encuentro con Peregrim Tuk IV

Cargando editor
04/02/2015, 21:20
Veremir Tuk

Una parte de Veremir estaba nerviosa pero la otra repasaba lo que quería hablar con el Thain, su idea era abordar el tema del Pacto de Bolsón Cerrado, ese pacto había sacado a muchos hobbit de sus casas para convertirlos en sirvientes para nobles humanos o en fugitivos como en su caso. Quizás podría hacer algo al respecto, quizás.

Entró en la habitación quedando fuera los poco habladores guardias y echó un ojo rápido a la habitación que parecía bastante acogedora mientras el Thain, Peregrim Tuk permanecía de espaldas a el, leyendo en voz alta.

-A mi también me gusta. Muchos deberían leerlo de vez en cuando, para no olvidar- Aceptó la invitación y se sentó, estaba con uno de los suyos por lo que estaba relajado, y su actitud era respetuosa.

-Si señor, de Los Gamos- No pudo evitar una sonrisa cuando se refirió a él como "Famoso Salteador", le gustaba además de ayudar a hacer conocer su causa- Pero no soy un simple salteador, tengo mis motivos, además de redistribuir la riqueza de forma más justa- Sonrió de nuevo con esto último.

Cargando editor
07/02/2015, 00:25
Arphazel

Allí reunidos, en la recámara gloriosa donde las reliquias de batallas y hazañas inmortales reposaban escapando al viento y al olvido, nosotros, los representantes de las razas nos disponíamos a decidir el futuro de la civilización. Pensar en aquello me daba escalofríos y el vértigo infinito de quien se sabe a las puertas de una empresa heróica, miré los rostros alrededor de mí y finalmente mis ojos se posaron en mi padre, había llegado mi turno de hablar, aquella era la hora de la verdad, la hora de las alianzas que podían significar no solo la victoria del hombre en esta empresa, sino algo más importante: el triunfo sobre el mal que amenazaba a todos por igual.
-Gracias, Su Majestad -tomé la palabra -Y gracias a ustedes, dignos representantes de vuestras naciones por estar hoy presentes aquí -me mojé los labios -Creo que en primer lugar, antes de comenzar con los menesteres propiamente dichos de la expedición, debemos reflexionar en cuáles serán nuestros pasos a seguir con respecto a la problemática que nos ha presentado la princesa Nzinga durante la comida del festejo real: la existencia de un enemigo palpable en las costas y al corazón de Morenor, una figura que según dijo la princesa podría eregirse como nuevo señor oscuro y la existencia de una comunidad de elfos oscuros que podemos presumir que están bajo su mando. Por lo tanto, no se trata solamente de una expedición de exploración y conquista, sino en una empresa en la que podría jugarse nuevamente la libertad y la subsistencia de las razas de nuestra amada tierra y de todo Arda conocido, me atrevería a decir -hice una pausa para pensar mis próximas palabras -Pienso que es necesario reformar algunos objetivos de la expedición ya que a raíz de esta nueva amenaza, a la cual estamos expuestos y no podemos ignorar, el corazón de esta exploración se ha trastocado en algo más valioso, la promesa del triunfo sobre el mal.

Cargando editor
07/02/2015, 01:40
Yuukimo

No podía imaginarme estar allí, en aquella cámara de las historias que me contaba Pallando de niña, contemplando las reliquias de tiempos inmemoriales, reliquias inmortales, que soportaban el embate de los años y de las miradas edad tras edad. Llevaba un rato maravillada, mirando alrededor, y continué así al comienzo de la reunión. Aún no entendía por qué me habían dejado entrar a mí allí, a planear conquistas con los grandes, así que sólo trataba de verlo todo, de absorber, de aprehender, de dejar constancia en mi memoria de cada detalle, cada brizna de aire, cada centímetro de aquel lugar. 

Entonces el rey dio la palabra a Arphazel y mi cabeza hizo un esfuerzo por volver al mundo real... al mundo actual más bien, pues vagaba errabunda por los confines de un mundo varias eras atrás. La princesa, en ese momento, hablaba de algo que yo no sabía, un peligro, al parecer, que pretendía ser importante. Entonces mencionó algo que me hizo mirar de reojo a Kiribanti por unos instantes, pero enseguida volví a fijar mi vista en la princesa, lo que había estado a punto de hacer no era de buena educación. Sin embargo, la curiosidad pudo conmigo y, finalmente, miré a todos los presentes, uno por uno, tratando de averiguar qué pensaban, cuáles serían sus reacciones... sin embargo, la princesa de Valle terminó pronto de hablar y de nuevo dirigí mi mirada hacia ella. Tenía muchas preguntas, pero me mantuve callada, esperando mi turno para hablar. 

Cargando editor
07/02/2015, 01:48
Pallando el Azul

El mago se vió forzado a intervenir ante aquella exposición. Tenía que dejar claro quien creía que era aquel "oscuro enemigo" que estaba amasando poder en el lejano sur. Solicitó la palabra como se hacía en Yamato, juntando las palmas de las manos y orientando su cuerpo en dirección al rey.

-Majestad, debo sincerarme. Mi presencia aquí no es una coincidencia. Viajé a las Tierras Sombrías hace menos de un año, y vi allí rastros de lo que la princesa y los suyos nos han dicho. Algo oscuro se está fraguando allí, algo bajo el velo de una poderosa magia. Y creo que esa magia proviene del segundo de los magos azules, mi antiguo amigo Alatar, que hace milenios abandonó éste continente para no regresar. Si es así, como Istari que es, al haber caído en la oscuridad habrá adquirido un gran poder. Un poder equivalente al de enemigos como Sauron. Pero también, ha roto su juramento, el juramento de la orden. Su poder deviene de la aprobación de los Valar, y puede ser desposeído de él si no le considera digno.

Obvió el hecho de que quizá los Valar no lo habían despojado de tal poder por que habían renunciado totalmente a interferir en los asuntos de aquel mundo perecedero. Aunque también era posible que ahora su poder dimanara completamente de la aprobación de otro valar: Morgoth. En tal caso, solo se le podría combatir por la fuerza.

-Sea como fuere, majestad, princesa... Yo estoy aquí para ayudar en ésta expedición. Si mis temores son fundados, espero ser un rival a la altura de mi viejo amigo. Pero es necesario que comprendamos todos que ésta expedición va a tener un componente más militar que de exploración, pues debería ser una prioridad para nosotros averiguar que planes tienen los elfos oscuros y la mano que les maneja como marionetas. Y, por supuesto, tratar de detenerles.

Notas de juego

Pnjotizado

Cargando editor
07/02/2015, 01:57
Nzinga

La princesa sonrió brevemente. Comenzó su exposición repitiendo lo mismo que había dicho antes de darles unos datos a Arphazel y los otros príncipes durante la cena.

-La princesa de Valle me ha prometido que sus tropas me protegerán en caso de que, agitando el avispero de las Tierras Sombrías, los elfos oscuros ataquen las costas de Tantrunak, las más cercanas donde vamos a desembarcar. Solicito a vuestra majestad que, a cambio de nuestra plena colaboración y el apoyo de nuestro pueblo, os comprometáis a enviar, si son necesarias, fuerzas de vuestra marca en la Lámpara de los Válar para ayudarnos en la defensa de mi pueblo.

Esperó a que el rey contestara a eso antes de contar todo lo que sabía.

Cargando editor
07/02/2015, 02:00
Gîmlad II

El rey reflexionó sobre ésta propuesta y posibilidad. En realidad, todo aquello le sonaba a gloria. Gloria imperecedera. Una empresa con la que, al fin, sería digno sucesor de su casa. Para él, aquello constituía un objetivo vital. Su reacción fue entusiasta.

-Podéis contar con todo nuestro apoyo, princesa. La amenaza que aquí se está perfilando va a requerir de todas tus energías para su destrucción. Veo justo que, provocando una reacción del adversario sobre las tierras más cercanas a sus costas, os ayudemos a defenderlas. Y ahora, si no os importa, contadnos todo lo que sepáis. No quiero enviar mis barcos a ciegas sin saber a qué nos vamos a enfrentar.

Cargando editor
07/02/2015, 02:06
Peregrin Tuk IV

El Thain sirvió dos copas de vino en vasos de cristal de Ithilien. Era una añada vieja de Cavada Grande, y su sabor afrutado le daba un toque refrescante. Escuchó lo que el hobbit había dicho, e inmediatamente después compuso una pequeña pero enigmática sonrisa.

-Lo se, querido primo, lo se. Estaba al tanto de cuales eran los objetivos de tu partida, pero las leyes del rey me ataban de pies y manos. La protección de la comarca recae ahora mismo en las tropas del rey, y yo tengo que asegurarme que exista la armonía entre la corona y la comarca.

Dió un tiento al vino, y le miró con curiosidad.

-De hecho, compartimos un mismo objetivo. La comarca esta sujeta a una legislación especial. Algunas cosas son "buenas", o al menos buenas en nuestro sentido, tradicionales, cómodas y cerradas. Y a cambio el rey nos exige ese tributo que separa de nuestras familias a muchos jóvenes que rara vez volvemos a ver. Es un duro peaje. Pero hay otros caminos.

Tamborileó los dedos de la mano derecha encima de la mesa.

-Robar y matar a agentes del rey no va a salvar a la Comarca, Veremir Tuk. Ni siquiera la salvación de la Comarca la convertiría en el idilio que quisiéramos. No. Los hobbits tenemos que madurar, por así decirlo. Aprender a ser unos ciudadanos más dentro de éste gran reino, con los mismos derechos y deberes. Sin que nos metan en ghettos ni nos aparten como a los elfos. Sin peajes en carne. Pero con las mismas obligaciones legislativas y militares que el resto. Es lo justo. Soldados hobbit, oficiales hobbit, ministros hobbit. Si son capaces y lo logran, suyo es el derecho tanto como el de los humanos.

Parpadeó, mirándole con curiosidad.

-¿No te parece que ése es el camino?

Cargando editor
07/02/2015, 02:16
Nzinga

La princesa respiró hondo y cerró los ojos, como tomando fuerzas. Largo era el relato y no sabía por donde comenzar.

-Hace muchas edades, antes de la primera, los elfos despertaron en éste continente. Transcurrieron cientos de años hasta que los Valar se percataron de su presencia. Entonces, les enseñaron su luz y les invitaron a acompañarles. Los más sabios y nobles lo hicieron, y cruzaron el mar hacia Aman. Fueron los elfos de la luz, los elfos que conocéis. Otros, rechazaron a los Valar. Los dirigía un cacique, que luego se convertiría en rey, Malekith.

Los elfos oscuros permanecieron en éste continente durante parte de la Primera Edad. Fueron seducidos por Morgoth, el enemigo, y pelearon con los elfos de la luz hasta que los expulsaron. Cruzaron el gran desierto de Harad, y cuando los valar les persiguieron hasta las selvas de Tantrunak, no les hallaron. Cuando los numeroreanos exploraron las Tierras Sombrías, el reino de Malekith estaba oculto por poderosos encantamientos, y no pudieron verlo. Creyeron que las tierras estaban deshabitadas.

En la segunda edad, mi pueblo llegó al sur, y nos asentamos. Vivíamos en nuestra selva, dedicados a nuestros asuntos, aislados del mundo por el gran desierto. Pero todo cambió en la Tercera Edad. Los elfos oscuros atacaban la costa, tomaban a nuestra gente prisionera, y aún hoy lo siguen haciendo. Tuvimos que defendernos, vigilamos la costa, e incluso mandamos expediciones a las Tierras Sombrías, a las faldas del volcán Morathani. Se libró una guerra contra los elfos oscuros, y fue muy costosa para ambos bandos. Pero para ellos, las vidas son un don irremplazable, y la muerte de muchos de sus más antiguos jefes, que existían desde la época del despertar, les convenció de que debían ser menos ambiciosos. Esperaron y se recuperaron.

En la época de la Guerra del Anillo, algo se agitó en el sur. Los asentamientos en las Tierras Sombrías comenzaron a desaparecer, se avistaron criaturas oscuras que moraban el cielo, las aguas y la tierra. Criaturas que hacen difícil el viaje a aquellas latitudes. Y los elfos oscuros reaparecieron con mayor intensidad. Sus ataques aumentaron. Pero la derrota de Sauron pareció calmarles, aunque solo en parte. Mi abuelo mandó una expedición para intentar averiguar que estaba pasando en aquellas tierras, y fueron emboscados por los elfos oscuros. Unos pocos guerreros sobrevivieron, no obstante, y lograron escapar. Mi padre estaba entre ellos. Ellos vieron el poder del reino de Malekith, vieron las arañas gigantes, los wyverns y otras criaturas ya extintas en éste continente, reunidas por el poder del mago negro... Alatar el negro. Él está detrás de todo ésto. Tiene un ejército cada vez más numeroso, un ejército poderoso. No son orcos ni trolls, si no una raza poderosa y refinada, con miles de años de experiencia hollando éste mundo. Con la derrota de Sauron, ahora Morgoth necesita un nuevo campeón. Los Valar han separado Aman de éstas tierras, eso se sabe. Ya no las podemos alcanzar. El vínculo con los Valar es cada vez más ténue y va en una sola dirección, la de los exiliados elfos. El enemigo sabe que ha llegado el momento de atacar, y su ataque está pronto.

Cargando editor
07/02/2015, 02:42
Yuukimo

Escuché, con gran pena en el corazón, las palabras de Pallando y luego las de Nzinga. Compartía el dolor que mi maestro sentía por la caída de su amigo Alatar y aún no quería creer que fuera cierto. A pesar de las pruebas, a pesar de las palabras del propio Mago Azul, mi corazón aún quería creer en que la amistad podría superar cualquier barrera, que la lealtad y la bondad aún reinaban en el corazón de aquél... y sin embargo, la historia que la princesa del Sur relataba no dejaba lugar a dudas. Con cada palabra, con cada nueva imagen en mi mente, mi corazón se agarrotaba un poco. No sólo por la pérdida de la luz, no sólo por percatarme de que mis esperanzas, aunque presentes todavía, eran vanas... Sino -y sobre todo por esto- porque sabía perfectamente cómo debía de estar sintiéndose mi maestro en aquellos momentos. 

Yo nunca había tenido un padre. Nunca supe nada de él. Pallando, desde que llegó al pequeño templo de la colina, cuando yo cumplí los siete años, había sido esa figura que yo necesitaba´. Y no sólo me había enseñado y me había cuidado, sino que se había convertido, además de en maestro y padre, en mi amigo. Podía sentir perfectamente la pena aferrándose a su corazón con garras de puro humo y sombra. Podía notar cómo los afilados dardos de la verdad, que ninguno queríamos creer, pero ambos considerábamos posible, hendían su pecho y llegaban más allá, hasta el fondo de su alma. Podía ver cómo dejaban allí heridas casi imposibles de sanar... y aún así... aún así, todo mi ser clamaba desde lo más profundo, ansiando que aún quedase algo de bondad, de luz, de amistad, en aquel ser que Pallando una vez hubo llamado hermano.

Quería decir algo pero las palabras no me salían de los labios. Allí, entre tanta gente importante, entre las reliquias de tiempos pasados, entre las paredes, los libros y las cristaleras desde las que se apreciaba todo el horizonte, me sentí pequeña, impotente, muda. Y no dije nada. Continué callada, a la espera de que siguiese la conversación o mi maestro requiriese mi intervención, con la mirada fija en el suelo y las uñas fuertemente clavadas en la madera del reposabrazos del asiento. 

Cargando editor
07/02/2015, 12:33
Gorman

Realmente la estancia encogía el corazón al mś aguerrido guerrero. Todas esas reliquias y muros contaban historias de tiempos pasados, tiempos más sombríos donde la amenaza era mucho más oscura. De nuevo me sentía pequeño, la historia me aplastaba. Pensé en la batalla, en que yo había cambiado y entonces la princesa habló.

Sus palabras estaban llenas de misterio, un secreto tenebroso. La posibilidad de un nuevo Señor Oscuro me encogió el corazón. -Sí que es cierto que estos últimos tiempos de guerras habían sido nefastos. Pero aún así el vencedor, la Princesa del Valle o el rey Gimlad, luchaban en pos de su pueblo o la civilización, pero un Señor Oscuro no. Ellos sólo buscan la destrucción y la esclavitud.- pensé. Y entonces habló el mago.

De nuevo sus palabras no auguraban más que desgracias. Realmente un Istari sumido en la oscuridad es algo nefasto. Ya había pasado en el pasado, según contaban las historias. Un poder similar al del mismo Sauron. Entonces la tizona princesa de Tantrunak habló con toda claridad.

Su relato era ensombrecedor. De tramas que venían fraguándose desde hacia eras. La presencia de dragones y de elfos oscuros de nuevo en la Tierra Media no traía nada nuevo. -¡Realmente ese nuevo Señor Oscuro es poderoso!- Sabia lo que la gente pensaba de un Numeroreano Negro. De las historias que nos asimilan a estos mismos elfos, pero estaban muy lejos de la verdad. Si sí es cierto que hubo algunos que se corrompieron y lucharon a favor del caos, pero en su mayoría lo único que querían era ser libres. No estar a merced de ningún favor, ya fuese de cualquier Valar de luz o oscuridad. Y esto deseo yo. La paz.

Arañas gigantes, elfos oscuros, WYVERNS y ese nuevo engendro nacido del mal. Me llenó de coraje. Arphazel y Pallando se dirigían a luchar contra esa maldad. Ellos, junto a la pequeña Yuukimo le habían salvado y no podía permitir que sufriesen ningún daño. -Estoy en deuda con ellos.- Y de seguro Kiribanti también irá, su tez le delataba. -No sé qué pensar de él.-

Me acerqué a mi señor Tal Hatak y posé mi mano sobre su hombro con firmeza.

Cargando editor
07/02/2015, 23:56
Veremir Tuk

Veremir dio varios tragos de vino mientras escuchaba al Thain, se alegraba de que sus posturas fuesen semejantes, aunque la del Thain iba más lejos de lo que él buscaba.

 

-Ese camino es difícil, o se si posible, los elfos y enanos llevan mucho intentando salir de sus ghettos y solo han coseguido ser más marginados, los nuestros son más tolerados por los humanos, pero solo por que no nos ven como una amenaza, somos una curiosidad, una nota de color en sus casas y negocios... Sinceramente, no creo que un hobbit necesite un puesto de autoridad entre los humanos, pero creo firmemente en que un hobbit debe ser capaz de elegir su propia vida, ya sea como granjero, soldado o ministro, sin estar bajo la bota de nadie. Y si usted sabe, o tiene alguna idea de como llegar a eso, estaría más que dispuesto a ayudar. Solo tiene que decirme el cómo-

Cargando editor
08/02/2015, 00:56
Peregrin Tuk IV

El "dirigente" de la Comarca escuchó su punto de vista. Eso es lo que él hacía, a diferencia de otros. Él escuchaba a la gente, y no solo iba dando órdenes por ahí. Era una lástima que sus obligaciones le tuvieran más de la mitad del año en Minas Tirith, pues en la comarca se necesitaba de vez en cuando a alguien que supiera escuchar y mediar entre las grandes familias y sus absurdas rivalidades históricas.

-En realidad si se bien como puedes ayudar. Es una ayuda que, si Eru quiere, espero que se materialice en una mejora para las condiciones de vida de todos los colectivos. Incluído el hobbit.

Señaló el techo de la sala, aunque el gesto era impreciso. La Torre de Echtelion no estaba justamente encima de ellos, pero si relativamente cerca. Frente a ellos, en realidad.

-Ahora mismo se está hablando de eso en la Torre. Hay representantes elfos, representantes enanos, humanos de naciones sometidas. Todos van a apoyar ésta campaña poniendo condiciones al rey. Una simple condición. Si es verdad que en las Tierras Sombrias hay una gran amenaza, si todos colaboran en derrotarla, la ley del Reino deberá cambiar para mejor. Ésto es lo que le voy a transmitir al rey en cuanto tenga la oportunidad de hablar con él en privado.

Sonrió brevemente y se levantó, abriendo un baúl grande en el que solían guardarse "mathoms" al estilo hobbit. Objetos curiosos y decorativos de gran valor.

-Pero como hay que estar preparados, he movido ficha. Hubo una vez una compañía de arqueros que sirvió al rey de Gondor. Arqueros de la Comarca.

Se acercó a la mesa y puso encima de ella un objeto alargado y aparentemente cilíndrico cubierto por unos paños.

-No hemos podido entrenar a muchos arqueros, claro. Ni que decir tiene que tampoco serían muy buenos comparados con los elfos. Pero lo que si he hecho es preguntar por aqui y por allá. He preguntado en las cárceles, he preguntado a exploradores hobbit. Todos están de acuerdo en que ésta es una gran oportunidad. No son muchos, de hecho no más de cincuenta. Pero es lo que Comarca puede aportar.

Sonrió brevemente.

-Como Thain tengo la potestad de nombrar los integrantes de la guardia de frontera de la Comarca. Bien. Éste es el único medio que conozco para que podamos aportar a la Gran Expedición algo más que criados y grumetes para baldear las cubiertas. Pero la misión de ésta compañía de la guardia estaría clara: ser decisivos, como lo fueron nuestros antepasados en la Guerra del Anillo. La gente está escogida, y ya tienen el armamento y el material. He empeñado parte de la fortuna de mi familia en comprar capas y cuerda élfica en Rivendell. Espero que se les de buen uso.

Tiró del lienzo que cubría el objeto, y éste dió varias vueltas sobre si mismo con un sonido metálico. Al descubrirse, se percató de que era una espada. Y no cualquier espada. Era LA ESPADA.

-Esto pertenece a mi familia desde hace trescientos años, cuando uno de mis antepasados se casó con la última de los Bolsón. Es Dardo, la espada de Bilbo, la espada de Frodo. Y si la aceptas ahora, tu espada también. La espada del capitán de la Guardia de la Comarca.

Le miró detenidamente, esperando su reacción.

Cargando editor
08/02/2015, 14:09
Veremir Tuk

Escuchó atentamente al Thain, le parecía sincero en lo que decía y esas palabras le gustaban, le gustaban mucho, implicaba un cambio para los hobbit, una libertad real en lugar del estado de servidumbre en el que se encontraban.
Extendió la mano hacia la mítica espada pero la retiró rápidamente sin llegar a tocarla y miró al Thain, siendo consciente de lo que le estaba pidiendo.

-Yo... Yo...- Se frotó la barbilla, pasando la mirada de la espada al Thain-Sería un honor, tanto ser el portador de la espada, como dirigir a los nuestros... Pero ¿Es usted consciente de que soy un salteador? No se si estoy a la altura... ¿Y que amenaza es esa?... ¿Le importa que me siente?- Se sentó con la mirada fija en Dardo, no le estaba pidiendo que dirigiera unos guerreros o una simple expedición, le estaba pidiendo que formara parte de la historia, como lo hicieran una vez Pippin, Mery, Sam y Frodo, mucho más de lo que el había pensado en conseguir con sus asaltos y ataques.

Suspiró y se puso de pie rápidamente apenas se había sentado -Lo haré, seré su hobbit, por la Comarca y por nuestra gente- Tenía un pellizco de emoción en la boca del estómago, unos nervios que nunca había sentido, pero se plantó firme, con la frente alta, era algo que había que hacerse, era algo más grande que él - No lo decepcionaré, solo, dígame que debo hacer y lo haré-

Cargando editor
08/02/2015, 17:48
Peregrin Tuk IV

No contestó al hobbit hasta que éste se comprometió. En realidad necesitaba aquello, un compromiso, un acto de fe. Las explicaciones vendrían después. Hay actos que redimen toda una vida, y él iba por buen camino a partir de aquel mismo instante. El thain sonrió complacido y asintió varias veces.

-Excelente. Es lo que necesitaba oír. Es lo que necesitabas.

Se levantó de la silla y fue bordeando la mesa mientras explicaba.

-¿Por qué tu? Pues muy fácil. Entre los hobbits que están fuera de la comarca, abundan los sirvientes y los sumisos. Yo necesito un alma indómita con ideas propias y fuertes principios. Alguien dispuesto a dejarse la piel por los suyos, aunque sea peleando contra el sistema. Y ese alguien eres tu, "Una piedra".

Tomó la espada envainada con la mano y se acercó a Veremir, ciñéndosela por la espalda. Era bastante ligera, apenas molestaba su peso en la cadera. Después, se acercó de nuevo al arcón.

-Lo que hay que hacer es sencillo. O no tanto. Irás con la Gran Expedición, a las órdenes de Arphazel, hasta las Tierras Sombrías. Allí, según dicen, anida un gran mal. El mal de nuestro tiempo. Ayudarás a derrotarlo, para que los habitantes de éste reino no tengan que temer el avance de la sombra una vez más.

Tomó del arcón una prenda, que cuando desenrolló parecía una capa de tamaño hobbit. Parecía una capa élfica, como la que usaban los montaraces. Pero ésta tenía bordado un sello que habitualmente se utilizaba en la Comarca como divisa de los servicios de guardabosques, guardia de fronteras y correos.

-Éstos son tus distintivos, capitán -dijo, cerrándole la capa- Y ahora, nos esperan en el consejo de guerra en la Torre de Echtelion. Allí se responderá a todas las preguntas.

Dicho lo cual, le invitó a acompañarle acercándose a la misma puerta por donde había entrado.

Cargando editor
08/02/2015, 18:07
Lindir

Alguien llegó a la sala del Consejo de Guerra después de que éste se hubiera iniciado. Era una figura estilizada y élfica, conocida por algunos. Lindir, la mano derecha del rey de Rivendell desde la época de Elrond. Se inclinó en una graciosa reverencia.

-Ruego que disculpen la tardanza e intromisión. Pero porto nuevas de mi señor Elrohir. Una fuerza de voluntarios de Rivendell se está dirigiendo hacia los Puertos Grises. Las naciones de elfos libres esperan aportar a ésta campaña 500 arqueros de élite y cuatro naves, dirigidas por mi señor el rey. Él mismo ha partido con celeridad hacia Umbar para esperar la llegada de los suyos. Les manda saludos, y su compromiso para apoyar plenamente lo que en éste concilio se decida.

Cargando editor
08/02/2015, 18:12
Tanaka

El príncipe de Yamato compuso el mismo gesto que había hecho antes Pallando, pidiendo la palabra. Lo que dijo es lo que todos ya sabían.

-Yamato aporta 300 ashigaru bajo mi mando. Son mi guardia personal, el clan de la Grulla Roja. Además, escribiré a mi padre el emperador para que se prepare. Nuestras costas también lindan por el norte con las Tierras Sombrías. Mi pueblo debe estar avisado de la amenaza que sobre todos se cierne. Por lo demás, vuestros son mis hombres y mi propia vida. Lo juro por mi honor.

Inclinó brevemente el rostro tras sus manos.

Cargando editor
08/02/2015, 18:15
Thror

El príncipe enano se removió incómodo en su silla. Señaló entonces al rey con un dedo, en una mezcla entre amenaza y promesa.

-¡Los enanos no van a ser menos que otros, por Manwë!, Rey Gîmlad, os ayudaremos si prometéis que los nuestros serán mejor tratados en vuestro reino. O, al menos, el compromiso de que antes de nuestra partida emitiréis un edicto que faculte a los enanos que lo deseen abandonar los ghettos y dirigirse a cualquiera de los reinos enanos a su elección, con todos sus bienes y tras recibir un precio justo por la venta de sus propiedades.

Cargando editor
08/02/2015, 18:19
Director

La Sala de Guerra de la Torre de Echtelion era una cámara pequeña pero sin duda impresionante. Estaba en lo más alto de la torre, donde antaño los senescales se habían ocultado para utilizar el palantir. La piedra estaba allí, en el centro de la estancia, sobre un pedestal de piedra y cubierta por un lienzo de seda. Ahora se utilizaba para las comunicaciones entre el rey y el comandante de sus tropas, y también para que éste asistiera a las sesiones del consejo militar que allí se llevaba a cabo.

La sala era un espacio redondo, rodeado por tres de sus lados de ventanales desde los cuales podía verse todo el Pelennor hasta Osgiliath y más allá, y la ciudad de Minas Tirith en perspectiva desde lo alto. Éstos ventanales se situaban en una segunda altura, conteniendo la primera un foro semicircular con una silla para el rey, en cuyo centro estaba el palantir, que era donde se sentaba el consejo. Los escaños eran de madre labrada de forma exquisita con escenas y pasajes de gloria de las guerras de Gondor, sobre todo la Guerra del Anillo. En el segundo nivel, por debajo de los ventanales, a los que se accedía mediante unas escaleras y que estaban rodeados por un pequeño camino de ronda donde podían disponerse vigías y arqueros, lo completaban la pequeña biblioteca de temas militares del rey, con una excelente colección de mapas y cartularios de toda Arda, su mesa-despacho donde se sentaba el senescal o secretario para tomar acta de las sesiones y el hueco de la escalera de caracol.

En el centro de dicho hueco se había labrado con maestría de enanos, un elevador o montacargas con capacidad para una o dos personas, accionado por la fuerza de un salto de agua en el Mindolluin, que servía para ascender la gran torre sin fatigarse en el proceso. Además, la estancia contenía reliquias venerables como la espada Narsil, que solo se lucía en la coronación y otros grandes eventos o el casco de Sauron, recogido por Isildur en la Batalla de Dagorlad. Además, el techo estaba decorado con las banderas capturadas al enemigo, donde podían verse antiguas banderas orcas, banderolas de Harad o Khând, además de penachos de caciques de las selvas de Tantrunak.

Ambos hobbits penetraron en la estancia cuando el Concilio ya estaba comenzado. De hecho, había un emisario del reino de Rivendell de pie, que acababa de llegar no hacía mucho rato. Parecía que se estaba discutiendo el tema clave.

Cargando editor
08/02/2015, 18:22
Gîmlad II

El príncipe de los enanos había incidido en una cuestión clave. Una cuestión temida por el gobierno del Reino Reunificado. La cuestión de las minorías. El senescal Faramir se apresuró a hablarle al rey al oído, pero éste no parecía escucharle. Es más, mantenía sus ojos fijos en los del enano, y pasaron luego sobre los de Lindir. Indicó con un gesto al senescal que se apartara de su silla, lo cúal hizo con no poco cargo de conciencia. Parpadeó luego y habló como debía hacerlo un descendiente de Elendil.

-Largo tiempo he considerado ésta situación, maestro enano. Largo tiempo ha sido pospuesta, pero es justo que se hable sobre ella. Bien. Senescal, tomad nota.

Faramir se sentó en su mesa y tomó pluma y tinta.

-Yo, Gîmlad II, decreto lo siguiente. Que en recompensa a su apoyo en ésta expedición real, elfos y enanos son declarados... -hizo una pausa- Súbditos de pleno derecho del Reino de Endor. Y así sea por el resto de las edades. Que gocen de los mismos derechos y deberes que el resto, pues bien se los han ganado. Además, se creará la figura del síndico de raza, un delegado que informará a las autoridades de cada ciudad de los desmanes que se produzcan en contra de éstos colectivos. Atacarles a ellos se penará con la misma severidad que atacar las personas y bienes de los súbditos humanos.

El rey se giró por que no oía la pluma rasgar el papel. Faramir estaba incrédulo, pero la mirada inquisitiva del rey le hizo escribir a toda prisa.

-Así se cumpla y sea. Disponedlo a la firma, amigo mío.