Partida Rol por web

La demanda encubierta

El encargo - Escena de Juego

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19/08/2020, 11:16
Director

Año de Nuestro Señor de 1352, El rey Pedro I reina fielmente en Castilla. 

Durante la refundación de la ermita de San Xuan de Obijo, en tierras cántabras (y tras los terribles acontecimientos narrados por un grupo de cuatro siervos de don Álvar de Pumar, benefactor de la restauración), se ha encontrado algo en su interior, y no han sido sino los restos del buen san Xuan de Obijo (o al menos eso es lo que se cree): la identidad de un cuerpo en el subsuelo de la ermita enterrado en una bella tumba de piedra está aún por esclarecer. Enterrado junto a él se encontró un crucifijo con cuentas de plata, y por eso se cree que es el cuerpo del Santo. Sin embargo, don Álvar se ha propuesto reconocer el cuerpo del santo ante la Santa Iglesia. Por ello envió a dos representantes hasta tierras segovianas, concretamente hasta el castillo de las Flores, propiedad de un vasallo de su señor padre en tiempos antaños, con el que ahora es él quien guarda amistad: don Juan de Valdemayor. El motivo del viaje es transportar el crucifijo hasta Segovia, donde el obispo de dicha diócesis, Su Ilustrísima Blasco de Portugal (oriundo del reino vecino), podría constatar y confirmar la identidad del cuerpo, puesto que San Xuan de Obijo tuvo sus inicios en tal diócesis...

El caso es que los enviados hasta el castillo de las Flores no fueron sino dos eclesiásticos amigos de don Álvar (Pedro de Almuría, y el joven capellán Martín Osolo), acompañados, por supuesto, por dos criados suyos: Abdehamed, un muchacho árabe convertido a la verdadera religión con el nombre de Abel, y a tí, el único cazador de oficio libre en las tierras de don Álvar. Parece que confía tanto en vosotros como para haceros viajar muchas leguas al sur de vuestro hogar con los dos eclesiásticos.

Ahora mismo lleváis una semana en el castillo de las Flores, propiedad de don Juan de Valdemayor, cuya esposa es la bella Úrsula Téllez. Estáis esperando que Pedro y Martín vuelvan de Segovia (han ido acompañado por cuatro soldados del castillo), para así retornar los cuatro, una vez regresen, hacia el hogar, junto a don Álvar). Vuestra vida en el castillo de las Flores no es la de gozo y privilegio, pero tampoco estáis al cargo de comidas ni tareas. Eso es propiedad de los criados de don Juan.

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19/08/2020, 11:18
Abdehamed, bautizado como "Abel"

Una de las mañanas, una de las siervas de las cocinas, Marina, os avisó a Abel y a tí de que don Juan (al cual sólo vísteis el primer día, en el recibimiento) os esperaba en su aposento.

Habrá que acudir presto, Manciego -apostilló Abel-, pero mirad las mías ropas, están más gastadas que las ruedas de un carro viejo... Creo que debes hablar tú, se te da mejor todo eso. Abel te tenía mucho aprecio, lo conocías desde hacía un tiempo, y sabía que eras un tipo callado y con determinación; pero Abel tambien era un poco cobardica para ciertos asuntos, y quería que tú dieses la cara por ambos, claro.

Notas de juego

Bueno, pues comenzamos. Como ya comentamos, vamos a tu ritmo. No hace falta escritos largos, mejor que salga lo que salga (lo de aquí es sólo la intro ;D).

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20/08/2020, 20:19
Manciego

Aquel encargo en el que veíame envuelto no me hacía demasiada gracia, pues eran demasiados los días que me separaban de mi mujer y del lugar que mejor conocía, pero no podía negarme a lo que don Álvar pedíame y ahí me veía, lejos de mi hogar, acompañando a aquellos dos religiosos para dejar una cruz en manos del Obispo.

Parecía que el destino estaba empeñado en hacer de las suyas y, como si de una burla tratárase, ahí me veía yo aguantando las cantinelas de aquellos que decíanse santos y a los que yo poco caso intentaba hacerles. Por suerte contaba con la compañía del fiel Abel, un moro reconvertido que, a pesar de profesar ahora la fe cristiana de la que yo adolecía desde que había nacido, resultaba ser un buen hombre y una compañía silenciosa como a mí gustábame frecuentar.

No veía el momento de regresar a casa cuando, de manera bastante inesperada, fuimos requeridos ante la presencia del señor de la casa. Sólo esperaba que no fuera para hacernos encargo alguno que retrasara nuestra partida, o peor aún, que hubiéramos hecho algo que hubiera ofendido a don Juan.

Tranquilo mi buen Abel, hablaré yo —aunque no era algo que me hiciera gracia alguna o se me diera bien—. Vayamos pues a ver que requieren de nosotros.

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22/08/2020, 11:07
Director

Caminásteis por el castillo ambos, que ya sabíais su disposición, hasta el aposento de don Juan. Éste no estaba sino en lo alto de una de las torres, la que mejor vista tenía de los alredodores. La pesada escalera de piedra hacía resoplar al bueno de Abel, pues era sabido por tí que no le gustaba subir peldaños; bueno, no le gustaba tampoco acicalar caballos; ni tampoco ir a por agua, leña o ... en fin... que tal vez su buen hacer en el castillo de don Álvar, como parte del divertimento del noble, era lo que le mantenía allí, a vuestro lado.

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22/08/2020, 11:07
Juan de Valdemayor

El caso es que en pocos minutos estuvísteis en el aposento. La puerta se encontraba abierta, y adentro estaba don Juan, hablando con un criado. Al veros en la puerta, lo despidió y os dijo que entrárais.

Vamos -haciendo gesto de invitación con la mano-, no os quedéis ahí fuera, señores -añadió-. Una vez dentro vísteis una gran alfombra en el suelo, que cubría el gran camastro con cuatro columnas de madera y un tenderete de seda entre los mismos. A un lado un escritorio y varios baúles donde debía guardar su ropa. Un maniquí sostenía una armadura, y varias espadas y lanzas aguantaban en una de las esquinas de la alcoba. El gran ventanal del este enfocaba la luz de la mañana justo en el interior.

Bueno, Abel, Manciego... -aún recordaba vuestros nombres-. Tengo nuevas para vos, y algo más. El padre Pedro de Almuría, y ese joven monaguillo suyo -capellán, en realidad- de Martín Osolo tardarán unos días más de lo debido en regresar. Vino hoy un correo, a la amanecida, desde Segovia. Por lo visto están en la Sede del Obispado, esperando a su Ilustrísima, que viene camino de Portugal, y parece que se retrasará. Por ello, aún os quedan unos días más, tal vez un par de semanas, que aguardar en éste, mi castillo.

Hizo entonces una pausa.

Como no servís en las cocinas, que a buen seguro buenos criados tengo, ni tampoco os veo madera de soldados ni tampoco de alarifes como para recomponer algunos desperfectos de mi castillo, me preguntaba, ¿qué podría hacer con vosotros? Y acabo de dar con la respuesta. Os contaré algo... Ha llegado a mis oídos que en la mía aldea de Orcajos, situada a orillas del arroyo que llaman el Cauce de las Huertas, y que delimita las tierras de mi señor Suergro, el barón Ramiro Téllez, con las mías, han visto bandidos. Es más... algunos aldeanos han sido asesinados -lo contaba tan tranquilo, a priori...-. Luego resopló, porque la idea no le hacía ni la más mínima gracia. No quiero ver bandidos allí, pero el Cauce de las Huertas está en la linde de Ramiro... Quiero que él, quien acomete esa parte de la linde, se encargue de evitar más muertes en mi aldea. ¡Es tarea suya, pardiez! -gritó, alterado-.

Entonces se os quedó mirando, y vosotros a él.

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22/08/2020, 11:10
Abdehamed, bautizado como "Abel"

¿Y qué quiere que hagamos, mi señor? -preguntó Abel, inocentemente, rompiendo el pacto sobre quién debía hablar y quién no-.

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22/08/2020, 11:10
Juan de Valdemayor

¿Acaso no está claro? -respondió don Juan-. Quiero que vayáis hasta el castillo de don Ramiro, le contéis la situación, que a buen seguro la sabe ya, y le hagáis saber que quiero que actúe en consecuencia. Por no mantener limpia zona del linde están acosando a mis aldeanos, ¡Ni un día más! ¿¡Lo habéis entendido!? -os gritó a los dos, pero era por la frustración de que en esos momentos parecía encontrarse atado de pies y manos. O tal vez porque era noble y así era su "buen" carácter...-.

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23/08/2020, 19:45
Manciego

Saber por boca de don Juan que aún nos quedaban días para regresar a nuestro hogar por culpa de que su Ilustrísima aún no había llegado a Segovia, no hizo que mi humor ya de por sí taciturno fuera a cambiar por alegría. Pero debía tener paciencia pues de sobra era sabido que enfrentarse a los nobles solo podía traer desgracias, y contradecirlos era lo último que tenía pensado hacer.

Por ese motivo escuché pacientemente lo que don Juan tenía que decirnos, incluido su arranque de furia a medida que explicábanos la situación y, con un ligero fruncimiento de ceño que no pude evitar, dime cuenta enseguida de algo que ya iba barruntando. Ningún noble iba a ofrecer cama y alimento a un siervo sin pedir algo a cambio, y ahí teníamos la petición de don Juan. Una petición que en principio podría hacer cualquier rapaz pues no se trataba de otra cosa que ir de mensajero a la casa de su señor suegro.

Iba a abrir la boca, tal y como había quedado con Abel, para aclara algún punto cuando el moro se adelantó haciendo estallar en una cólera que, aunque no dirigida contra nosotros, mostraba bien a las claras que no admitiría un no por respuesta.

Entendido queda —pronuncié con toda la calma que pude acumular—. Avisar al barón Ramiro, vuestro señor suegro, que los bandidos matan a vuestros campesinos y que vos esperáis de él que corte de raíz el problema. Mas... —y ahí venía mi duda pues ya se sabía que de disputas entre nobles quienes acababan pagando el pato eran sus siervos—. ¿Qué quiere vos que hagamos en caso de que el barón se niegue hacer caso a vuestra petición?

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24/08/2020, 16:28
Juan de Valdemayor

La sola idea de que don Ramiro hiciese caso omiso a su petición, que no sino habría de ser atendida, le hizo estallar en su interior una mezcla de sentimientos. Doña María Galván de Carrera, condesa de Ocaña, hubo de dar justicia por orden de Su Majestad Pedro I en la cuestión del Cauce de las Huertas: quedó en posesión del barón Ramiro, con las buenas y malas vicisitudes de que él derivaran (como ésta), a cambio del suyo matrimonio con su sobrina Úrsula.

No osará negarse -respondió-. Y si lo hace, volveremos a molestar a la Condesa de Ocaña, y tal vez al mismo Rey, y no creo que eso sea del agrado para con don Ramiro, ni creo que está en disposición de afrentar a quien no debe. Vosotros marchad allí, y hablad en el mío nombre -espetó-. Si os dan pan y vino, bebedlo y traedme las nuevas; y si os largan a patadas directamente, volved aquí.

Entonces alguien se aventuró a la habitación de don Juan. Era el alcaide de su castillo, que con el permiso de éste entró en la alcoba y os despidió, diciéndoos que marchárais más pronto que tarde, antes del mediodía, para ser más exactos. Luego salísteis de la alcoba.

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24/08/2020, 16:29
Abdehamed, bautizado como "Abel"

Mientras caminábias por el castillo, Abel habló.

Parece que no se llevan muy bien estos nobles, ¿verdad Manciego? Como bien es sabido, en asuntos de familia es mejor no meter... -el joven se calló, puesto que venía hacia vosotros un joven y una joven, ambos criados, y venían escuchando las palabras del converso con cara de pocos amigos. Abel no terminó la frase.

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24/08/2020, 16:29
Director

El caso es que no tardásteis en obtener cierta información acerca del castillo de don Ramiro. Un soldado os indicó el mejor sitio por donde ir (directos hacia el Cauce de las Huertas y Orcajo), atravesarlos y viajar hasta el hogar de don Ramiro. Y poco más, todo en viaje recto y sin pérdidas. Además, el soldado os comentó que a pie no tardaríais ni cuatro horas, a un ritmo normal. Otra cosa era llevar una caballo, cosa que no teníais, claro.

Por ello, tras recoger algo más de información en el castillo de las Flores y estando a punto de salir, se os acercó una mujer. Era doña Úrsula, la sobrina de don Ramiro y esposa de don Juan. Su rostro era pálido y triste, como siempre, y su pelo lacio y alargado siempre envuelto en alguna buena fragancia floral. Tras vuestra semana en el castillo de las Flores pudísteis conocer el modo de vida del matrimonio regente; y es que era un secreto a voces (y un hecho a la misma vista en muchas ocasiones) que doña Úrsula y don Juan no se llevaban del todo bien. En la semana en vuestra estancia allí ya habían protagonizado dos disputas. A Abel también le contó el mozo de las cuadras otros tres otros episodios de enemistad entre ambos, como por ejemplo, el de hace unos meses: por lo visto, Úrsula, harta de su esposo, intentó escapar, pero fue descubierta y encerrada en su alcoba por don Juan durante dos semanas.

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24/08/2020, 16:29
Doña Úrsula Téllez

Perdonad... -dijo la joven, de voz delicada y un porte más educado que su señor esposo-. Sé que salís de viaje a visitar a don Ramiro, mi tío -os comentó con voz cálida-. Abel estaba quieto, callado, tragando saliva y mirándola con los ojos bien abiertos-. ¿Podréis hacerme un favor? -entonces alzó sus manos y os ofreció un pequeño cofre de madera, con remates dorados muy bellos-. Hace tiempo que no visito a don Ramiro, y quería hacerle llegar un presente. Espero que me complazcáis -la joven sonrió, pero se notaba que era una falsa sonrisa, forzada, como impedida de verdadera naturaleza-.

Úrsula se os quedó mirando en medio de la plaza de armas.

Notas de juego

Si quieres, puedes hacer una tirada de Elocuencia o COM, que será retroactiva, y en caso de éxito servirá para pedirle a don Juan alguna ayuda para el viaje (lo que tu quieras, por ejemplo, una montura, provisiones, o lo que se te ocurra).

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01/09/2020, 00:07
Manciego

Veíase bien a las claras que aquella familia no podía decirse que fuera bien avenida, mas ¿qué familia lo era? Aunque en cuestión de nobles los cuchillos por la espalda eran más comunes que en otras menos pudientes y en este caso no iba a ser menos. Que don Ramiro y don Juan no parecían hacer buenas migas no hacía falta que ningún sirviente nos lo contase, pues ante mi pregunta su respuesta fue contundente a la par que dura y tajante.

Así haremos mi señor —durante un instante dudé en pedirle alguna ayuda para el camino.

Un caballo vendríanos muy bien, aunque fuera uno viejo y ya más dedicado al descanso que a ayudar en la hacienda. O quizás algo de comida para entretenernos por el camino, pero viendo que éramos interrumpidos por el alcaide dando fin a la reunión, no quedome más que hacer una leve inclinación, guardándome mis peticiones para mí.

Razón tienes mi buen Abel, en cuestiones de familia y si para colmo son de nobles... —al igual que él había hecho yo también cerré la boca pues los sirvientes de don Juan no parecían vernos con buenos ojos, en especial al pobre Abel.

Lo mejor que podíamos hacer era irnos con el recado cuanto primero mejor pues, cuanto antes partiéramos antes regresaríamos. Habíamos preguntado por el camino que debíamos tomar y, una vez respondido recorrido y tiempo solo quedábanos que partir antes de que se nos hiciera demasiado tarde, pues ocho horas entre la ida y la vuelta no eran moco de pavo.

Mas no pudimos dar muchos paso pues la esposa de don Juan salianos al paso. Aquella lánguida mujer dábame pena ya que bien se veía que su matrimonio, como casi todos esos que se hacían entre nobles, había sido concertado y ni la felicidad ni el amor entraban dentro del trato. Además, muchos eran los cotilleos que habían llegado a mis oídos y mis propios ojos habían visto de primera mano los enfrentamientos entre don Juan y doña Úrsula, la cual incluso había osado escapar sin demasiado éxito.

Gustome muy poco el encargo que nos pedía pues dudaba mucho que aquello fuera en verdad solo un presente para don Ramiro. Sabiendo que era la su sobrina algo decíame que quería mandarle algún tipo de aviso o algo por el estilo, pero no podía negarme a su petición pues no tenía motivos para ello. Cogí con cierto recelo la caja de madera y guardela en el saco, observando de soslayo a la mujer que, por mucho que se esforzara, era incapaz de ofrecernos una sonrisa sincera, prueba para mí que no nos estaba contando toda la verdad.

Así haremos mi señora —dije con resginación, esperando que aquel encargo de doña Úrsula no nos trajera problemas con don Juan—. ¿Alguna petición que quiera hacernos antes de que nos vayamos?

- Tiradas (1)
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02/09/2020, 19:01
Doña Úrsula Téllez

Ninguna, buen hombre -respondió doña Úrsula-. Tenga a buen seguro que se lo agradeceré a la vuelta. Buen viaje, señores. Entonces sonrió una última vez más y se dio la vuelta, alejándose hasta meterse en el edificio del castillo.

Y con éstas segundas nuevas que enviar, que así partísteis, sin más ayuda que vuestros pies y el sol encima de las vuestras cabezas. El castillo abrió su portón y os despedísteis de él. Aún quedaba un buen trecho hasta llegar al castillo de don Ramiro, que antes había que cruzar el Cauce de las Huertas. Y tal vez en Orcajos, si uno hubiera menester de llegar allí, pudiera hacer un alto en el camino.

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02/09/2020, 19:02
Abdehamed, bautizado como "Abel"

Salísteis pues de la zona rocosa y de cierta altura donde se levantaba el castillo de las Flores para adentraros cada vez en terreno descendente y más denso, con más matorral y con cada vez más árboles. Estaba claro que si había un "Cauce" en medio de los dos castillos, éste sería el punto más bajo del camino que unía ambas fortalezas. El caso es que, tras media hora de viaje, esa mañana Abel parecía preocupado.

No es nada, Manciego... -decía mirando el camino, sin cruzar tus ojos con los suyos-. ¿No has pensado que si ese pueblo, Orcajos que le dicen, está visitado de bandidos... no podremos encontrarnos nosotros con alguno de ellos? Muy a mi pesar, he de decirte que poco o nada sé de las armas, y que menos de los arcos como tú los manej... -entonces Abel se quedó quieto, mirando hacia delante, callado por completo-. Giraste el cuello y allí lo viste: era un gran jabalí salido de la espesura circundante. El gran animal ocupaba casi o más que el propio Abel.

Entonces echó a correr contra vosotros, tratando de embestiros.

Notas de juego

Si lo confrontas, tira Iniciativa (1d10+AGI). También declara acciones (puedes ver la escena de Acciones de Combate) y lanzar dados (ataque, daño, bonus y localización). Luego arbitraría yo el turno de combate.

Si tratas de esquivarlo, tira por Esquivar o AGI.

En ambos casos el animal parece atacarte a tí ;)

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06/09/2020, 21:42
Manciego

Sin mäs encargos que los que ya llevábamos salimos del castillo dispuestos a enfrentar una larga caminata. A mi lado andaba Abel un tanto cabizbajo y demasiado callado para lo que era habitual en él. Las preocupaciones que le rondaban la cabeza seguro que eran parecidas a las mías y vi confirmada esa sospecha cuando él comenzó a hablar.

Bandidos...  Esos siempre andaban en los caminos y si teníamos que encontrárnoslos dudaba mucho que saliéramos con vida de ese encuentro. Aunque esperaba no tener tropiezos de esa índole en el camino al igual que Abel yo tampoco las tenía todas conmigo.

Pero las palabras del moro quedaron suspendidas en el aire cuando otro peligro, mucho más letal para mi gusto que los posibles bandidos, salionos al camino más que dispuesto a embestirnos para acabar con la nuestra vida. O más bien aquel tremendo animal parecía empeñado de venir directo hacia mí.

Apenas tuve tiempo de coger mi arco y poner una flecha en él, pero el jabalí ya casi lo tenía encima y el disparo, lejos de alcanzarlo como era mi intención, fue por completo desviado y no me quedó de otra que agarrar el cuchillo y vender cara mi vida. Esperé pacientemente hasta que lo tuve encima de mí y, con un movimiento ágil y rápido, clavarle el cuchillo todo lo hondo que pudiera en aquella dura piel.

- Tiradas (6)

Notas de juego

Ataque arco y ataque cuchillo.

Estoy un poco oxidada con el sistema y no tengo el manual delante, así que no sé la localización de la cuchillada.

Por cierto, no se ve la última imagen ;)

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07/09/2020, 16:24
Director

El animal no lo dudó y se lanzó hacia ti a la carrera. Por tu parte aquella mala flecha lanzada de una manera torpe para ser tu oficio se contrarrestó con un buen cuchillazo en la zona del vientre del animal. Éste había tratado de morderte pero no lo había conseguido. Instantes después oyendo los gritos del animal viste que esté corría hacia los arbustos de los que salió tratando de huir. Mientras lo hacía sabías que podías dedicarle un último flechazo. Quedaba a tu elección.

- Tiradas (1)
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07/09/2020, 16:34
Abdehamed, bautizado como "Abel"

Mientras el animal huía delante de tu vista, notaste a Abel agazapado entre los matorrales cercanos. Tenía sus manos sobre su cabeza y se te quedó mirando. no había participado en el combate debido a lo que el mismo decía sobre sí: que no valía para guerrear. Entonces se puso de pie se acercó a ti quitándose el polvo de las ropas y resopló tranquilo.

Notas de juego

No he tirado INI puesto que no con el máximo posible podría ganarte.

Vale, el animal huye, pero puedes lanzarle un último flechazo si quieres, antes de que desaparezca.  Si no quieres dispararle la acción continuará, pero el combate se ha terminado (sí: ésto era un calentamiento jeje).

Por cierto, para la próxima te comento. En los combates cada pj puede hacer dos acciones. lanzar un flechazo implica cargar el arco y lanzarlo, es decir, dos acciones. Por tanto, en un mismo turno no puedes lanzar una flecha y utilizar otra arma.

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08/09/2020, 20:09
Manciego

Sudoroso, respirando con dificultad y sintiendo el corazón golpeándome con fuerza contra el pecho vi como el animal huía sin presentar más batalla. Podría haber intentado rematarlo pero me resultaba un desperdicio de carne que otros podrían aprovechar.

Respirando agitadamente busqué a mi alrededor a Abel, esperando que a él no le hubiera sucedido nada. Lo vi salir de su escondite y, negando con la cabeza, recogí el arco que había tirado al suelo.

Espero que tus bandidos sean menos fieros que este jabalí —lo saludé intentando poner un poco de humor a la situación, pero yo de bufonadas poco sabía—. Pongámonos en camino que ya hemos perdido demasiado tiempo.

No podía negar que el susto aún lo tenía metido en el cuerpo pues había visto demasiado de cerca cómo el animal podía haberme desgraciado. Aunque también dime cuenta que ayuda de Abel para aquel encargo poca tendría.

 

Notas de juego

Por cierto, para la próxima te comento. En los combates cada pj puede hacer dos acciones. lanzar un flechazo implica cargar el arco y lanzarlo, es decir, dos acciones. Por tanto, en un mismo turno no puedes lanzar una flecha y utilizar otra arma.

Cierto, cierto. Despiste mío. Ya te dije que andaba un poco oxidada :(

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09/09/2020, 11:01
Director

Finalmente dejaste escapar al animal. El muchacho, ya junto a tí, tragó saliva, y esperó que no os encontrárais con ningún otro evento de importancia ni, sobre todo, peligro. Sin más dilación, os pusísteis de nuevo en camino, con el susto aún en el cuerpo.

Tras una hora y media de viaje, llegáteis a un pequeño paraje donde la vista se perdía "hacia abajo", es decir, todo el tiempo habíais viajado cuesta abajo, casi imperceptible, dirección Cauce de las Huertas. Pues bien, ahora, estando muy cerca de dicho arroyo, veíais su orilla a unas cien o doscientas varas desde donde estábais, y a un lado, casi a la misma distancia o un poco más, el pueblo de Orcajos, lugar de las afrentas de los bandidos.