Partida Rol por web

Suspire, mientras me sacaba una regaliz de la pitillera mientras seguía a la señora, me la aguante con los dientes en la boca y guardaba la pitillera nuevamente, viendo como la pequeñaja arrastraba al otro, era bastante cómico y no pude evitar sonreír, divertido.

Arqueando una ceja como único gesto, comencé a andar siguiendo a la mujer, asegurándome de mantener vigilada a la gente a mi alrededor.
Realmente, mantener la fachada de impasibilidad y la máscara de indiferencia me estaba costando, pero debía hacerlo. Vivíamos en un mundo en que hasta la más mínima debilidad era usada en nuestra contra, sobretodo siendo probetas, y no podía dejar traslucir que me moría de curiosidad, así que intenté mantener el paso y no acelerar, como si realmente, que nos fueran a llevar ante las Damas no supusiera otra cosa que mera rutina.

Dediqué una sonrisa a Smiley. No era prudente, pero me alegraba que fuese él quien había respondido. También me había sorprendido ligeramente que la respuesta buena coincidiera con lo que recordaba, porque la historia no era una de esas cosas que me gustasen. Siempre estaba más abstraída con otras cosas y memorizar datos sin más no era lo que prefería. O tal vez veía lo que sucedía en este mundo como más irreal que lo que sucedía en el mundo onírico. El caso es que sí que había recordado lo de Dama. 

Me pregunté si soñaría, si tendría sentimientos. ¿Cómo era? ¿Sería parecida a una probeta o más como las marionetas? Fuese como fuese, por un instante sentí curiosidad. 

Seguí cogiendo la mano de Rei y nos encaminamos a las profundidades, pero cuando vimos a la Dama, tras oír lo que había dicho la chica morena... me vinieron diez millones de preguntas a la cabeza, asique respiré profundo y dándole un toque a Rei en la mano comencé a hacer signos con la otra

¿Una mujer humanomecánica es la que maneja toda una ciudad? ¿como es posible?

Fruncí un poco el ceño, la Dama inspiraba cierta ternura y sensación de protección, como una madre... o eso suponía que inspiraban las madres.

Kalth estaba haciendo circulos con algo de impaciencia en el dorso de mi mano asique le miré para saber qué narices blableaba... para que luego digan que los mudos son aburridos y no tienen conversación.

-Kalth quiere saber...cómo es posible que una mujer humanomecánica di... di.. repíteme el gesto Kalth, hablas demasiado rápido-me quejé. Kalth repitió el gesto pero lo seguía encadenando con más cháchara-dirige la ciudad.-concluí por el momento, alzando la voz aflautada de niña pequeña para que se me oyera con claridad más que de sobra.

Me levanté pues era otro día de presentaciones, otro grupo que pronto se convertirían en agentes al 100%

-Saludos, yo soy Dama, y soy la encargada de mantener la ciudad... y sí- esbocé la más cálida de las sonrisas- puedo encargarme de toda la ciudad y de las marionetas porque estoy conectada a ella... se podría decir que yo soy la ciudad.

Me quedé a cierta distancia pues no quería asustarles, no sería la primera vez- si tenéis alguna pregunta sobre lo que sea... ahora es el momento para que os la responda.

Trece, inconscientemente, se acercó a Alice un poco. Lo suficiente para sentirse cerca de alguien sin invadir su espacio vital. Miró a la Dama y ladeó la cabeza como haría un felino.

Le recordaba bastante a sí mismo... misma. Lo que fuera. ¿Sería algo así su verdadera forma? Ya no podía saberlo, la había olvidado.

Cuando aquella enana habló, Trece miró.

¿Mudo? ¿Las probetas han diseñado un mudo? ¿Defecto de fábrica? ¿Cómo va a seguir vivo un defecto de fábrica?

Suspiró. Su cabello, por un momento, pareció alargarse y adquirir el tono de aquel mudo, pero cesó y recuperó la negrura.

- Para ella debe ser algo tan natural como para ti hablar- se limitó a decir Trece con voz neutra. La pregunta iba dirigida a aquella extraña mujer, pero si Trece tenía algo que aportar, lo haría mientras no le estuviese prohibido. Así, además, podía analizar a aquel chico. No estaba del todo claro que fuese mudo, aunque era una posibilidad más que factible.

¿Podían hacer preguntas? Bien.

- ¿Sabes lo que piensa la ciudad? ¿Las marionetas? ¿Estuviste conectada a mí?- ¿Sabes cómo soy en realidad?

Miré a Dama, masticando aún lo que quedaba de la regaliz en silencio mientras, descubría que el chico era mudo y la pequeñaja era su interlocutora... que bonita pareja.

- Yo tengo una pregunta... si tú eres la ciudad ¿también eres su punto mas débil?- ya me había comido la regaliz mientras preguntaba, adelantandome un poco para que me pudieran ver más haya del, grupo, no vaya a ser que no supiera quien le hablaba.

Por mi parte no había ninguna que hacer, aún sostenía una de las manos de Kalth y encontrarme con los iris carmesí carentes de pupilas hizo que por un instante me pusiera ñoña de nuevo, asique tiré de la mano de Kalth escondiendo la cara contra su dorso haciendo que las largas trenzas liláceas se sacudieran al girarme y que los dos mechones que parecían antenitas le dieran al chico .

- ¿Sabes lo que piensa la ciudad? ¿Las marionetas? ¿Estuviste conectada a mí?

Sonreí ampliamente y cerré los ojos a la vez

-Sé lo que piensa la ciudad, lo que ve la ciudad, lo que siente la ciudad... las marionetas y los muñecos son mis extensiones, la forma que tengo de actuar- me quedé callada un momento- No, nunca estoy conectada a las probetas, tengo que mantenerme alejada de posibles filtraciones de recuerdos cuando se investiga con nephilims y demás, podrían contaminar mi base de datos.

- Yo tengo una pregunta... si tú eres la ciudad ¿también eres su punto mas débil?

Se me escapó una carcajada

-Se podría decir que soy su punto neurálgico, por que de débil... es muy difícil llegar a mí sin que lo advierta y sin que de la alarma a todos los agentes y muñecos... a parte de que también tengo mis truquitos, ya sabes... como todos.

Le guiñé el ojo en plan cómplice y seguí esperando preguntas

Abracé a Rei y sonreí triste... siempre lo mismo, y otra vez... y otra... había veces que lo odiaba... pero no podía echárselo en cara... era su trabajo, como lo sería el nuestro en su día...

Asique solo podía consolarla, pero ahora no podía llevarla a correr o a perder el tiempo... teníamos que atender, asique me quedé firme, esperando a que nos llevaran a otro sitio...

Trece agachó la cabeza, triste y taciturna.

¿Podría contaminar su bate de datos? ¿Qué soy, un virus?

Una lágrima parecía querer aflorar en su ojo, así que lo cubrió con una capa de piel y anuló el lagrimal, evitando que la lágrima pudiera brotar. Completada la tarea, eliminó la piel que sellaba el párpado y volvió a abrir el ojo. Nadie podía ver llorar a Trece.... ni siquiera Trece. Esperaba que su cabellera negra hubiese impedido a los demás ver nada.

Levantó la cabeza, apenada, y siguió esperando. Quería golpear cosas. Eso siempre relajaba a Trece. Dependía de sus Trece Refuerzos para casi todo, hasta para ser feliz.

Una sensación fría y de invasión llenó por completo a Trece y escuchó un grupo de voces, tanto masculinas como femeninas hablándole a la vez

-No eres un virus, es que no podemos permitir que los recuerdos de un experimento con un Nephilim de a error con los recuerdos de Dama, ella tiene datos históricos objetivos, y los recuerdos siempre son objetivos, no te pongas triste, si fueras un virus no seguirías vivo, al igual que si el mudo no nos fuera útil de sobra no seguiría vivo... ninguno sois errores de fábrica, ni se te ocurra pensar eso, si habéis vivido más de un año ya no sois errores, sois futuros agentes.

El guiño hizo que sonriera de forma amable mientras pensaba en que seguía siendo el punto débil, si alguien llegaba hasta ella todo estaría perdido, ademas ¿sus propios tucos? Ahora sentía curiosidad por saber a que se refería, pero decidí obviar eso.

Permaneció en silencio, a la espera de mas preguntas, la de la chica del pelo negro no estaba mal, aunque luego se había puesto triste... ¿tendría miedo a que la espiara mientras se duchaba o algo?

Escuchaba hablar a Dama y las preguntas. Sospechaba que la ciudad nunca dormía y ella era la ciudad. Pese a todo, tal vez por una cuestión infantil pregunté. 

- ¿Sueñas? - Porque se podía soñar despierta. Eso lo sabía. 

De forma sutil cambié mi posición para que Smiley pudiese acercarse. Valeria no le conocía, o no tanto como yo, así que no podía notar estas cosas en él. Luego, tal vez por disimular añadí otra pregunta. 

- ¿Hay back-ups de esa base de datos? ¿Hubo filtraciones en el pasado?

Mi voz era suave, me limitaba a intentar entender quién estaba frente a mi. Las marionetas no soñaban pero ¿era realmente imposible que soñasen? ¿Podían llegar a sentir emociones?

- ¿Sueñas?

-No duermo, y no puedo soñar, estoy alerta al 100% ante posibles circustancias no planeadas

- ¿Hay back-ups de esa base de datos? ¿Hubo filtraciones en el pasado?

Sonreí de nuevo

-Si me hubieran hecho un back-up no lo recordaría, ¿no crees?

Me sentí algo triste por la respuesta. No por mí, si no por ella. Supuse que si era una computadora pura, así que tampoco podía sentirlo, pero supuse que me habían creado para ser empática. Lo que no me quedaba claro era lo de su memoria. Supuse que tener réplicas de seguridad por si algo fallaba no debía ser descabellado. Al menos a mí me parecía coherente. 

Pero sí, era muy cierto que si se habían producido filtraciones tan graves como para recuperar el back-up, no las recordaría. O no lo haría si nadie introducía esa información específicamente. En coherencia, si las maquinas se apoyaban de agentes como nosotros es porque había situaciones ante las que no podían dar respuesta pero tal vez había sido descortés siquiera el preguntar. 

Incliné ligeramente la cabeza y doble las rodillas a modo de reverencia, aunque mis ropas actuales, tan distintas del vestido hacían que el gesto perdiera algo de efecto. 

- Gracias por la respuesta. 

-Sabes lo que ocurre en la ciudad...¿Influyes en algo en las misiones? ¿quién elige a los agentes que van a las misiones ?¿qué parámetros siguen para elegirles?-dije con mi vocecilla alzando la voz de nuevo para que se me oyera, sin soltar la mano de Kalth-iagos. Quería mis respuestas y toda esa cháchara no me iba a distraer de lo que tenía en mente... y Kalth no podía alejar esos pensamientos de mí.

Trece, definitivamente, se colocó al lado de Alice. Era la única persona que conocía, y como tal, era la única persona a quien quería acercarse. Pero al menos ya sabía la respuesta, y no tenía motivos para sufrir a lo tonto.

Pero había una cosa clara, y era que si su apariencia influía en su personalidad, aquel día no le convenía estar triste ni fantasmagórica. En cuanto estuviese segura de que tenía permiso, adquiría una más propia, si bien no cambiaría la ropa.

Aquella calavera alada del pecho era un buen reflejo de las capacidades de Trece.