Partida Rol por web

Contemplé en silencio y desde la distancia la escena, a saber que pretendía hacer aquella desquiciada con el capitán ahora, ¿no era suficiente humillarnos de tal manera? Sus modales respecto a sus prisioneros carecían por completo de ningún respeto. Era preferible una lucha justa y que te permitieran abandonar este mundo con la dignidad de un guerrero, pero parecía que ellos eran más de dejarte morir entre la mierda. Pero en fin, el capitán tenía las mismas opciones que yo de sobrevivir a aquello, solo su espíritu y voluntad dictaría su destino.

Esperaba una tortura larga e insoportable, sin embargo parece que no hay tiempo para eso y será brutalmente breve. La caída casi me rompe varios huesos y apenas si puede conservar el equilibrio para no romperme la boca en el fondo del hediondo pozo. Estoy algo mareado por el dolor y esto recién comienza. Estoy por comprobar si realmente la hermana tiene un poco más de cojones que el afeminado de Keled.

El impacto es tremendo. El pozo tiene facilmente un metro o algo mas de mierda, que ofrece muy poca ayuda a la caida de 10 metros. Golpear el fondo rocoso arranca dolores nuevos a tus piernas, pero al menos logras no estamparte de cara o peor, de cabeza. La peste es absolutamente indescriptible, parado hasta la cintura en los excrementos de los cientos de soldados y sirvientes Gargalen...

Tras unos momentos, una cuerda baja desde el cielo, golpeando el "agua" (por asi llamarla) a tu lado. Arriba, en el extremo superior, ondea un cabello de mujer contra el circulo recortado de cielo azul.

- Sube solo. Tienes experiencia, ¿no?...¿O tengo que enviar a mis chicos a buscarte?+indica una voz alta que resuena en la cisterna. Resulta facil reconocer en ella a la hermana de Keled. Aqui abajo la mierda y arriba ella...

El dolor es casi tan insoportable como el hedor. No me siento particularmente humillado, es fácil degradar a un prisionero. La situación me tiene furioso, pero sé que es poco lo que puedo hacer para evitar mi vejación, sólo me resta resistir estoico.

La cuerda pende ante mí. Con las piernas muy doloridas aún río entre dientes.

- Me tienta subir por tu soga, pero mucho más me gustaría saber cuál de esos maricas que te acompañan tiene los huevos para venir a buscarme.

-JAJAJAJA!

La risotada no se hizo esperar. Aunque fue una sola, resonaba en la cisterna con la fuerza de muchas, apabullante.

- ¿No será que el muchacho isleño no sabe trepar una cuerda? Me han contado cuanto les costó con una empalizada. O quizás no le quedan fuerzas para hacerlo… Vamos a ver, quien bajara por este niño…

Es una pulla burda, pero realista. Los hechos del otro día lo demostraron. Ciertamente, su actitud es como la del aceite hirviente, comparada con la de Keled, pero ahora no hay más que aceptarlo.

Mientras se burla de Lowe y mira a sus hombres, viendo cual será el afortunado que baje a meterse en mierda para sacarlo, sus ojos encuentran tu figura blanca más allá. Alza la mano libre y muy lentamente, te hace señas de aproximarse… Invitadora como una sirena, si uno no supiera que clase de mujer es. 

Suspiré al ver que aquella enfermiza mujer me hacía gestos para acercarme, lamentaba mucho haber estado mirando, sino quizás hubiera podido evitar aquello. Pero no me quedaba otra que ir. Al fin y al cabo seguía bastante mal y estaba rodeado por un ejército.
Cuando finalmente alcancé la fosa séptica saludé escuetamente a la mujer mientras observaba la soga con curiosidad. Arrugué la nariz al reconocer aquel olor tan familiar, aquello era malo, pero peor era el recordar que había pasado tanto tiempo allí que incluso llegué a familiarizarme con el olor. Era un milagro que no hubiera muerto de alguna enfermedad.

-¿Desea algo la señora?- Pregunté a la mujer con cierta curiosidad y sin un ápice de burla. Después me dirigí al tosco hombre del hierro.- Mi buen capitán, si tiene la posibilidad de salir le aconsejo que la aproveche, cuando lleve varios días sin dormir y se debata entre aguantar despierto o morir ahogado entre mierda le aseguro que se acordará de esta posibilidad.

Suponía que el hombre luchaba por lo único que le habían dejado, su honor, pero mucho me temía que incluso eso ya nos lo habían arrebatado hacía tiempo. Ahora lo único que quedaba de mi era un arduo deseo de venganza, pero desde luego no lo iba a conseguir desde el fondo de un pozo de mierda...

La pulla realmente me saca de las casillas. Me llena de furia. No es por falta de ganas de salir y romperle la cara a alguno que no tomo la soga. Pienso que haría yo en su lugar y no quiero verme en la situación de que me suelten la cuerda a mitad de camino y volver a caer en medio de las risas de estos cerdos.

Además, Daeron se equivoca. No tienen tiempo. El que dirige este circo es Keleb, y este me ha dicho que partiremos pronto. No pueden darse el lujo de dejarme aquí mucho tiempo. Esperaré a que llegue el que manda y ordene que me saquen.

- Venga, envía alguno aquí a buscarme, te lo devolveré ahogado

-Oh, ¿de verdad? Eso sería muy triste. +replica burlonamente+ Dudo que tengas los huevos necesarios, pero necesito a mis hombres para que sigan matando isleños y puliendo las cabezas que tenemos, ya sabes… A ver, mmm…

Palmea el hombro de Daeron, invitándolo con un suave gesto. Su sonrisa está llena de sorna y desdén. ¿Para qué ensuciar a un buen soldado si lo puede mandar a este?

-Tú ya conoces abajo y no te extrañare tanto… Haz el favor de tomar eso e ir a darle un abrazo a tu amigo.

Suspiro al escuchar las palabras de nuestra anfitriona, no se que pretende conseguir el capitán, pero mucho me temo que voy a acabar nuevamente en esa fosa infecta.

-La verdad capitán, ya pasé varios días viviendo allí abajo.- Le digo al hombre inclinándome a la entrada.- Y bien sabéis que la escalada no es lo mío. Así que os rogaría que salierais por vuestro propio pié. Cada segundo que pasáis ahí abajo solo lográis tener más posibilidades de coger alguna enfermedad. Así que os lo ruego, salir de ahí.

Sinceramente a estas alturas me da igual el conflicto que se traen, solo quiero no volver a entrar en ese lugar. He tardado mucho en sanar para volver a ponerme peor. Además que en un espacio reducido y con el agua a esa altura no me extrañaría que el bravo capitán me ahogara. Bien se que no necesita escusa ninguna para cometer una estupidez.

Ya tuve en el pasado ocasión de cortar la cabeza del bocazas Hammsemight. Otra vez, la oportunidad se me presenta, ahora quizás puede ahogarlo en mierda. Por mucho que me gustaría, puede que él sea la única salida medianamente digna de este pozo.

- Hammsemight, asegura bien esa cuerda o morirás conmigo en este pozo.

Dicho esto, comienzo a intentar el ascenso.

Las palabras finalmente resultan y mientras Daeron sostiene la cuerda como puede, el capitán Drakengaard asciende penosamente, metro a metro, hasta salir del pozo.  Sus brazos se tensan pero no ceja, y finalmente sale a la luz, irguiéndose pese a los golpes. Chorrea inmundicia y apesta. Algunos dan medio paso atrás, asqueados, pero la muchacha de ojos azules aspira profundamente y sonríe, afirmada en su lanza. Como si se hubiera bañado en rosas.

- Bien, bien! Así me gusta. La diversión no puede terminar tan pronto. +aprueba con un cabeceo que zarandea su cabellera. Luego adelanta la rodilla e inclina la vara, haciendo medio movimiento de brazo para hundir la punta en el vientre de Lowe. El hierro atraviesa la carne desprotegida sin ningún problema…

Respiré aliviado cuando el capitán accedió, no estaba en tan buen estado como para hacer grandes esfuerzos, pero hice todo lo que estaba en mi mano por que no cayera. Estuve a punto de bromear con que no había sido tan difícil cuando aquella mujer del demonio me volvió a sorprender.
Parecería imposible que a estas alturas de la historia me siguiera sorprendiendo, pero lo lograba una y otra vez. Estuve a punto de saltar, a poco de maldecirla. Pero finalmente no hice nada más allá de dar unos pasos atrás, dejando distancia, pues no quería verme envuelto en aquello. Y a fin de cuentas tampoco le debía nada al capitán. Aunque me parecía absurdo hacerlo salir para aquello, a no ser que planeara dejarlo dentro finalmente.
Cada vez me desconcertaba más aquella escena.

Al llegar arriba tengo los brazos hinchados por el esfuerzo y tengo la respiración entre cortada. Al menos Daeron ha servido para que no me dejaran caer a la mitad de camino. Apenas he conseguido ponerme derecho y levantar la vista cuando la mujer me asesta un golpe terrible con su arma. Abro los ojos, sorprendido, esto sí que no me lo esperaba.

Caigo primero de rodillas tomándome la herida con ambas manos, las miro empapadas de sangre, luego levanto la cabeza para ver a la mujer. Su sonrisa burlona es lo último que veo antes de que la vista se me nuble primero para luego pasar a un negro cerrado.

Arianne mira a Lowe caer y frunce los labios, mosqueada. Sus ojos acompañan la decepción, reflejando cristalinamente el deseo de prolongar el dolor.

-Joo… esperaba algo más de lucha. +rezonga casi como una niña. Bien, tendrá que haber un castigo. Indolente, clava su lanza una vez más en el hombre caído, hundiéndola cuidadosamente en su mano derecha. Los cartílagos y huesos oponen resistencia… brevemente. El afilado hierro los atraviesa por completo.

Retuerce, rompiendo todavía más si cabe, y extrae el arma sin dificultad. Un suspiro quedo escapa de sus labios. La sangre del capitán Drakengaard se desparrama sobre la arena desde el muñon que es ahora su extremidad…

- Pónganlo en condiciones y atenlo a un caballo. Tenemos que irnos pronto. +ordena, y mira a Daeron+ Cuida de él, ¿sí? Te servirá de ejemplo a lo que sucederá contigo cuando todo acabe…

Aquella mujer estaba del todo equivocada, aquello no me servía de nada, pues ya sabía que no me cabía esperar otra cosa de su mente enfermiza. Si bien una vez más reforzaba la posibilidad de que el capitán me ayudara, ¿pero que tipo de ayuda me podía aportar en aquel lamentable estado?, ambos estábamos demasiado mermados para intentar nada, de aquello bien se había encargado ella.

No obstante veía muchas posibilidades de que su sueño se truncara, si nos llevaban a juicio puede que nos mataran, pero ningún gobernante justo permitiría una tortura previa, a fin de cuentas solo hacía lo que me mandaban. Me obligué a desviar mis pensamientos nuevamente, mi vida no era lo importante.

-Cada sol tiene su ocaso.- Me limité a responderle a la mujer sin mirarla directamente a los ojos. Aceptaría lo que el futuro me trajera, para bien o para mal.

Dicho aquello me fijé en el capitán, esperaba que viniese algún curandero, además seguía sin estar seguro de si iríamos a pie o a caballo.

Las fuerzas me abandonan a la primera. No soy ni la sombra de mi pasado. Derrotado en todos los sentidos. Puedo darme cuenta por el dolor y el ruido que la última herida que me provoca la mujer no sanará fácilmente, me ha roto algo y es serio. Me dejo arrastrar casi sin fuerzas o voluntad.

Los guardias no se molestan en lavar a Lowe hasta que han tirado unos baldes de agua que aparten la peste. Incluso entonces, lo dejan a Daeron y los sirvientes, mientras ellos supervisan.

Las contusiones de la caída y la herida en el vientre son serias, pero la mano es horrible…. Difícilmente puede reconocerse como una extremidad que antes esgrimiera nada. No se ven por allí a los médicos de la casa, así que recae en el joven Hansemigth el dudoso honor de vendarla para detener la hemorragia, mientras los siervos ponen el cuerpo del isleño medianamente en condiciones para el viaje...

El dolor es infinito pero al menos parece que me dejarán en paz. Tan en paz como se puede estar muy malherido y en manos del maldito Hammsemight. Con los ojos abiertos, apenas puedo percibir lo que sucede a mi alrededor. Parece que se movilizan pero no entiendo lo que hacen, el dolor es la única presencia constante que me dice que estoy vivo por ahora.